soy ESCARLE ROUSS vivía solo para complacer a quienes estaban a mi alrededor, Fuy abusada a mis 5 años nunca dije nada por miedo y vergüenza, a los 17 escape de casa tube 2 hijos pero el miedo que les pasará lo mismo que a mi me llevo a una depresión.
Ahora no se si estoy muerta o es un sueño pero soy ALEXA FERRER y está vez viviré por mi y para mí.
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secuestro
En una mansión en el pequeño pueblo de Lear, los ministros de relaciones exteriores Lear y Castellanos, junto con un conde, tres archiduques y una misteriosa mujer, se reunieron para discutir un tema delicado. Hacía seis años, habían fallado en un atentado dirigido a Alexa Ferrer, una joven hija del duque estéfano Ferrer y sobrina del rey Felipe de la familia real cristal . La reunión se centraba en cómo vengarse de ella por la humillación que les había causado esa mañana en el salón de la corte imperial al no permitir las propuestas de compromiso con alguno de sus hijos .
El ministro Lear estaba furioso y expresaba su deseo de venganza. "No podemos permitir que esta joven nos humille de esta manera", exclamó. El ministro de finanzas Castellanos asintió en silencio, mientras el conde y los archiduques intercambiaban miradas preocupadas. La misteriosa mujer, cuya presencia parecía inquietar a los presentes, permanecía en silencio, observando atentamente la conversación.
Uno de los presentes sugirió la idea de secuestrar a Alexa mientras recorría los pueblos cercanos. "Sería la manera perfecta de vengarnos y demostrarle quién manda", propuso el conde. Todos asintieron, pensando en los detalles del plan. Sin embargo, necesitaban información sobre los movimientos de Alexa para llevar a cabo el secuestro con éxito.
En ese momento, la misteriosa mujer habló. "Yo puedo ayudarles", dijo en un tono suave pero firme. "Tengo acceso a información privilegiada sobre los movimientos de Alexa Ferrer. Les puedo proporcionar todos los detalles que necesitan para llevar a cabo el secuestro".
Los presentes la miraron sorprendidos, pero al mismo tiempo intrigados. La mujer les dio una descripción detallada de los hábitos y rutinas de Alexa, así como información sobre sus guardias y medidas de seguridad. Con esa información en su poder, comenzaron a planificar el secuestro.
El plan era arriesgado, pero estaban decididos a llevarlo a cabo. La misteriosa mujer se encargó de coordinar todos los detalles, desde la ubicación del secuestro hasta la ruta que tomarían , proporcionando también una cabaña en el bosque para ocultar a la joven Alexa . Los ministros y nobles estaban ansiosos por llevar a cabo su venganza contra Alexa Ferrer.
Finalmente, llegó el día del secuestro. Todo estaba en su lugar, y los secuestradores esperaban pacientemente a que Alexa pasara por el lugar acordado.
El secuestro había sido planeado para ese día. En el bosque se encontraba un grupo de 30 mercenarios que habían sido contratados por el ministro Lear y un archiduque para llevar a cabo la misión. A lo lejos, avistaron el carruaje del duque Ferrer, sabiendo que la joven Alexa se encontraba en su interior sin su doncella Valentina, tan solo acompañada por 10 guardias. La joven no quería llamar la atención de los habitantes del pueblo al que se dirigían, por lo que viajaban con discreción.
Cuando los mercenarios rodearon el carruaje de Alexa, los 10 guardias se prepararon para proteger a su señorita. Un guardia se acercó y le informó a Alexa que habían sido emboscados por bandidos y que eran el triple en número. Alexa, sorprendida pero valiente, decidió bajarse del carruaje para no poner en peligro la vida de sus soldados. La batalla comenzó y las espadas chocaron en un baile mortal.
Alexa demostró su destreza en el combate, pero la batalla era intensa y sus soldados estaban cansados. Finalmente, los mercenarios lograron someter a los guardias y Alexa tomó la decisión de entregarse para salvar la vida de sus hombres
Mientras tanto , en la mansión del pueblo, los ministros y nobles celebraban su victoria. Habían logrado secuestrar a Alexa Ferrer y ahora tenían el control sobre ella. Sin embargo, lo que no sabían era que la misteriosa mujer que los había ayudado tenía sus propios planes.
Mientras Alexa Ferrer se encontraba en una situación desgarradora. Había sacrificado su propia libertad para preservar la vida de sus soldados, entregándose a los crueles mercenarios que los habían subyugado. Su valentía y nobleza no pasaron desapercibidas por el líder de los mercenarios, quien la miraba con malicia y avaricia en los ojos.
"Vaya, vaya, que tenemos aquí", dijo el líder de los mercenarios con una sonrisa siniestra en el rostro. "Una joven señorita valiente y noble, dispuesta a sacrificarlo todo por sus hombres. Pero no te preocupes, querida Alexa, no te haremos daño... al menos no físicamente."
Alexa se estremeció ante las palabras del líder de los mercenarios, sabiendo que estaba en peligro inminente. Sin embargo, intentó mantener la compostura y ofreció pagar cualquier cantidad de oro para asegurar su liberación.
Pero el líder de los mercenarios no estaba interesado en su dinero, tenía otros planes para ella. y la llevaron a un lugar desconocido, dejando a los soldados atados a los árboles para que no pudieran dar aviso a su señor.
Fue montada en un caballo junto al líder de los mercenarios y llevada lejos del carruaje. a un lugar desconocido donde se encontró en una habitación oscura, rodeada de tres niñas de diferentes edades. María, de 11 años, Yessica, de 8 años, y una niña sin nombre ni edad, que desde su llegada no había pronunciado palabra.
El líder de los mercenarios se acercó a Alexa con una mirada lujuriosa en los ojos, insinuando sus intenciones malévolas. Pero antes de que pudiera hacer algo, se alejó dejando a las niñas solas en la habitación. horas después fue entonces cuando la verdadera naturaleza de los horrores que las rodeaban comenzó a manifestarse.
La niña Yessica fue la primera en ser víctima de los abusos del líder de los mercenarios, quien la trató como un mero objeto desechable. Alexa, atada de manos y pies, observaba impotente la escena, reviviendo en su mente los terribles recuerdos de su Antigua vida como Escarle Rouss, cuando había sido abusada durante años por su propio padrino.
Los ojos de Alexa cambiaron de azul zafiro a un ligero rojo, reflejando la soledad, la tristeza y el odio que habitaban en su interior. Recordaba cada detalle de las veces que había sido sometida y humillada, sintiendo la presión de aquellos recuerdos dolorosos pesando sobre ella una vez más.
A medida que el líder de los mercenarios ,abusaba de las niñas sentia un escalofrío al ver el cambio en los ojos de Alexa, pero decidió dejar a las niñas solas, un aura de terror y desesperación inundó la habitación. Las niñas miraban a Alexa en busca de consuelo y protección, pero ella se sentía impotente ante la crueldad que las rodeaba.
En medio de la oscura habitación, Alexa se sentía atrapada y desesperada. Las palabras del líder de los mercenarios resonaban en su mente una y otra vez, haciéndola temblar de miedo y repugnancia. Las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos, pero se obligó a contenerlas. Tenía que mantener la compostura, por su propia cordura y por las niñas a su lado.
"Tenemos que escapar de aquí", susurró, mirando a María y a la niña sin nombre. "No podemos permitir que ese monstruo siga abusando de nosotras".
María asintió con determinación, pero la niña sin nombre solo miraba fijamente al suelo, como si estuviera en otro mundo. Alexa sintió un pico de angustia al verla tan perdida y vulnerable. No podía permitir que nada malo le sucediera a esas niñas inocentes.
Con un esfuerzo sobrehumano, Alexa logró liberar sus manos y pies de las cuerdas que la ataban. Silenciosamente, se acercó a la puerta y la abrió con cuidado, asomándose al pasillo oscuro y desolado. Los pasos del líder de los mercenarios resonaban a lo lejos, indicando que se acercaba de nuevo.
"Tenemos que ser rápidas", susurró Alexa, indicando a las niñas que la siguieran. Con sigilo, comenzaron a avanzar por el pasillo, evitando hacer ruido. Cada sombra les parecía una amenaza, cada paso un riesgo. Pero estaban decididas a escapar, a encontrar la libertad que les habían arrebatado.