Se supone que enamorarse te lleva a las nubes, pero Ariel no tiene experiencia en ese tema. ¿Qué debes hacer cuando tienes pretendientes que quieren conquistar tu corazón? ¿Cómo debes reaccionar cuando uno de ellos te rompe el corazón? Ariel tendrá que explorar su corazón romántico para poder tener su primer romance de verdad y así lograr ser feliz de verdad.
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UN AMOR COMPLETO
...Tres días después......
¿Por qué me pasan este tipo de cosas a mí? ¿Por qué parece tan complicado querer aceptar tener un romance?
—¿Cómo va el viaje? —La voz de mi padre me hace sentir tranquilo.
Estoy desvelado, me duelen las piernas y mi trasero está adolorido también.
—Ya casi llego, estoy por llegar a la terminal.
—¿Hablaste con Lea?
—Sí, hable con ella, ya le avise que estoy por llegar.
—¡Perfecto! Avísame cuando ya estés con tu hermana.
—Sí, yo te aviso.
Finalizamos la llamada. ¡No lo puedo creer! Me tomo casi veinticuatro horas poder llegar hasta donde está mi hermana. ¿Por qué? Bueno, es que su querido esposo iba a salir de viaje y ella necesitaba que alguien le hiciera compañía. Y no lo puedo creer, pero, se me hace tan increíble que justo estaba a punto de besarme con Rodrigo cuando la canija me llamo. ¡Y aquí está su bobo! Corriendo a su auxilio, acudiendo a su necesidad y viajando a ese lugar desconocido para mí.
Hay un poco de tráfico, me toco viajar sentado junto a la ventanilla y sé que bajando del autobús, hará un calor intenso ¡Estoy en zona costera!
Mi celular empieza a timbrar.
—¿Qué paso? —Le pregunto a mi hermana.
—¿Ya llegaste?
—Sí. Ya estoy por llegar a la terminal.
—¡Perfecto! Yo no podre ir a recogerte.
—¡¿Cómo que no vendrás?!
—Le pedí a un primo de Gustavo que te fuera a recoger.
—¿Un primo de tu esposo?
—Sí, me dijo que ya está en la terminal. Le mandé tu número, seguro te marcará en unos segundos.
—¡Canija! ¿Por qué no vendrás a recogerme? Viaje hasta aquí por ti y tú no eres tan agradecida como para venir a recogerme a la terminal. ¡Perra!
Escucho que comienza a reírse y me da coraje.
—Te veré en mi casa, estoy preparando tu comida de bienvenida.
Termino la llamada. El autobús se estaciona y el conductor anuncia que podemos bajar. Me formo en la fila para recoger el equipaje documentado. Me dan mi maleta y mi celular comienza a timbrar. Es un número desconocido.
—¿Hola?
—¿Ariel?
—Sí.
—Soy el primo de Gustavo, Lea, me pidió que te viniera a recoger a la terminal. ¿Dónde estás?
—Acabo de bajar del autobús.
—¿Te parece si me esperas afuera de la terminal? Estoy en el estacionamiento. Es una camioneta negra de doble cabina con batea. Hay un árbol con flores rosas donde estoy estacionado.
—Está bien. Ahorita te busco en el estacionamiento.
El bochorno está intenso, así como lo imagine y literalmente, sentía que me derretía. Camine por toda la terminal hasta llegar al estacionamiento, busque el árbol de flores rosas y él estaba sentado en la puerta de la batea. Me acerqué a él sin dudarlo.
—¡Hola! ¿Tú eres el primo de Gustavo? —Me animo a preguntarle.
—Sí.
—¡Qué bueno! Me daba miedo perderme en la terminal. ¡Qué alivio que te encontré!
Se baja y asiente. Extiende su mano para saludarme, correspondo.
—Mi nombre es Humberto, pero puedes decirme Hium.
—Mucho gusto, soy Ariel.
...🩵🩵🩵...
Nos tomó veinte minutos poder llegar al fraccionamiento. La casa de mi hermana está en un fraccionamiento y me sorprende mucho como es que ahora ella vive en la ciudad.
—¡Ya llegaste! —Dice con mucha emoción.
—Sí, ya estoy aquí —me animo a decirle.
Me envuelve con sus brazos.
—Te ves más delgado.
—Yo no puedo decir lo mismo de ti —soy sincero—. El matrimonio te ha sentado bien. Ahora tienes más cachetes que antes.
—Claro que me ha sentado bien. ¿Y a ti?
—¿A mí qué?
—¿Cómo te va con esos pretendientes? —Ella quiere averiguar.
—Bien. Todo en orden.
Hium entra con mi maleta y saluda a mi hermana.
—¡Muchas gracias Hium! Te debo una.
—Ya sabes, cuando gustes.
—Quédate a comer, prepare pipián verde —dice ella.
¡Qué bueno que en casa de mi hermana hay aire acondicionado! Nos sentamos a comer.
—¡Te he extrañado mucho! —Dice ella.
—Sí, te creo —me empiezo a reír.
—¿Cómo están nuestros padres?
—Bien, ellos parecen estar contentos. Jimena ya se comprometió con su novio y eso tiene a mamá súper soñadísima. ¡Ya quiere que todas se casen!
—¿También quiere que tú te cases?
Hium solo está de oyente en nuestra conversación.
—Pues no lo sé. Mi primer pretendiente parecía ser del agrado de ellos, pero al final, desapareció sin decir nada.
—¡¿Héctor Bonanza desapareció?! —Ella no lo podía creer.
—Sí. Dijo que tenía que regresar a la ciudad y hasta el día de hoy no puedo superar que no responde mis mensajes.
—Pues que mal por él. Yo creo que perdió su oportunidad de poder conquistarte.
—Sí, la neta sí.
El celular de mi hermana empieza a vibrar. Responde a la llamada.
—¡Hola querida! —Es muy dulce en su saludo—. Sí aquí estoy. ¿De verdad? Sí, si vamos. Tiene rato que no salgo a la plaza comercial. Nos vemos en un rato —finaliza la llamada.
—¿Saldrán esta tarde? —Le pregunta Hium.
—Sí, tú también vendrás con nosotros —le dice ella.
—¿A dónde iremos? —Quiero saber.
...🩵🩵🩵...
La plaza comercial Puerto Cancún es muy hermosa. Son las nueve de la noche y estoy de pie en un puente de madera, contemplando la luz de ese edificio frente a mí. Hay algunos veleros y yates estacionados con las luces encendidas y esta vista es preciosa. Me animo a tomar varias fotos.
—¿Y cuánto tiempo estarás por aquí? —Me pregunta Hium.
—Según que solo vine por dos semanas.
—¿De vacaciones?
—Aparentemente. Más que nada, vine a hacerle compañía a mi hermana, ya ves que Gustavo salió de viaje y ella es supermiedosa.
Termino de comer mi paleta de hielo.
—Bueno, si hay oportunidad y quieres conocer la ciudad de noche, puedes llamarme. ¡Me gusta conducir de noche!
—¿De verdad?
—Sí, es como mi terapia.
—Bueno, lo tendré en cuenta.
—¿Tienes hambre?
—No mucha. ¿Tú tienes hambre?
—Sí. ¿Se te antoja una pizza?
—Bueno.
Comenzamos a caminar, pasamos al lado de algunos restaurantes y la gente parecía disfrutar de estar en un lugar como este.
Me detengo al pasar justo frente a un músico que toca el saxofón y mi alma se siente tranquila.
—¡Ariel! —Alguien llama mi nombre.
Volteo, busco ligeramente, Hium también oyó que llamaron mi nombre.
—Quién sabe, a lo mejor y era otro Ariel —dice él.
—Puede ser.
Es hora de ir a comprar pizza para cenar, doy el primer paso.
—¡Ariel! —Vuelven a llamar.
Y esta vez, alzo la vista y encuentro que desde la segunda planta, él está mirándome y parece emocionado de verme otra vez.
—¿Todo bien? —Me pregunta Hium.
—No. Héctor Bonanza está aquí —y no me da pena señalarlo.