La nobleza de Susan Fontaine era demasiado, tanto que por las relaciones familiares y el bienestar de su padre, ella le propuso casarse a Arturo Lacronte, el Presidente de la Multinacional más importante de la Región y prometido de su hermana, la dulce niña por cariño a su padre le propuso estar casados durante un año y es que una de las razones es que Arturo Lacronte según su madre no puede enojarse con la familia Fontaine de lo contrario sus empresas desaparecerán. El padre de Susan estaba muy enfermo, un infarto lo había dejado en cama, todo por descubrir a su hija mayor envuelta con su amigo que bien podría ser su padre, incluso Gabriela Fontaine se había escapado con su amante tres días antes de su matrimonio con Arturo Lacronte, pero Susan no podía permitir que su padre sufra más, por ende ella llegó a un acuerdo con Arturo Lacronte, por supuesto la familia había ocultado del poderoso hombre la verdadera razón por la cual se convertirá en la noble esposa del Presidente.
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CAPÍTULO 9
— Arturo ¿Qué haces aquí? - Susan tuvo un mal presentimiento.
— ¿Tuviste una buena noche, verdad? - El hombre estaba sentado en el Sofá, se mostraba como un hombre al cual nadie puede acceder.
— Yo, yo - Susan no supo que responder, ni siquiera ella sabe en qué posición aún se encuentra.
— Déjame recordarte la noche que has pasado - Arturo tenía un control en mano cuando lo direcciona hasta el Televisor, este se enciende y en ella se proyecta un video.
Susan quedó pálida cuando observó su rostro carmesí, en la pantalla, la habitación estaba oscura, pero su rostro quedo a la vista, la mujer observó como las manos del hombre sube por su vestido, como lo desgarra, y por supuesto como ella lo incita a seguir, la habitación fue testigo de una noche y madrugada apasionante, lo único que fue visible del hombre fue su tatuaje, pero estaban escritas en Letras Chinas, por lo poco que ella sabía se percató de que eran números, pero Susan palideció aún más, porque cayó en cuenta de que el hombre con quien estaba teniendo intimidad no era Arturo, él no tenía ningún tatuaje de hecho solamente ayer había visto su espalda.
El video se detuvo, pero Susan hubiera preferido que aquello no fuera así.
— ¿Tienes alguna explicación para esto? - Susan no levantó el rostro, quiso que la tierra se la tragará - Has cometido Adulterio, Susan, has engañado a Arturo Lacronte y eso tiene un costo muy alto - Susan tembló, además aún estaba desnuda su vestido se había roto, o mejor dicho el hombre lo había roto, sus ojos se habían llenado de lágrima, ella seguía sin las agallas para mirar a Arturo, el divorcio estaba en puerta.
— No recuerdo nada, no recuerdo nada, ni siquiera recuerdo al hombre, puedes hacerme lo que quieras, firmemos el divorcio ahora mismo, puedes destruirme mil veces, no debí dé.
— Cállate, no quiero escucharte ¿Quién te dijo que divorciándote de mí ya el daño es reparado? - Ella no lo miro, pero supo que él estaba sonriendo siniestramente - Mira cuando te hablo, escucha con atención mis palabras Susan, anoche lo has hecho perfecto, te entregaste con pasión al hombre, hasta he visto nuevos trucos en ti - la mujer tragó saliva, sus manos estaban temblando - El matrimonio es de por vida, ese es el castigo por engañarme, no voy a darte el divorcio, si mueres, será siendo mi esposa, no habrá divorcio, el castigo por cometer adulterio, es seguir atada a mí.
Susan se dignó a mirarlo, tenía un universo lleno de dudas en su mirada, ¿no se supone que Arturo es el hombre que más pavor le tiene a que alguien toque lo suyo, no tiene un fetiche por la limpieza? Pero entonces Susan comprendió que su matrimonio forzado, estará ligado a la tortura, por supuesto que sí, si anoche, ha burlado su matrimonio y al hombre más poderoso de Londres e incluso Inglaterra.
— Oficialmente, has caído de por vida en las garras de un demonio, Susan Fontaine.
— Arturo, no hagas esto, mira el lado bueno, si nos divorciamos podrás estar con Gabriela.
— No te he dejado hablar, no quiero escucharte, así que arréglate como puedas y lárgate a la casa - Su mirada estaba llena de desdén, la mirada de ella demostraba lo aterrada que estaba, Arturo era un demonio encantador.
Susan no dudó en vestirse, o por lo menos hizo el intento, cada movimiento torpe realizado por ella, quedó ante la vista de Arturo que había vuelto a sentar en el Sofá, negando con la cabeza, le había tirado su saco a la mujer, Susan lo miró, pero la mirada gélida del hombre le había dejado en claro que no debe de expresar ninguna palabra, cuando estuvo lista, Arturo le tiró la llave del vehículo, la mujer se había quedado mirando el objeto que había quedado al suelo.
— No sé conducir - Murmuró Susan con vergüenza.
— ¿No sabes conducir? - Arturo mostró una sonrisa ladina que estremeció a Susan, estaba casada con el mismo demonio - Pero como no vas a saber conducir, pero si tienes buen despliegue de las manos - el rostro de la mujer se había enrojecido al entender la dirección de las palabras de Arturo, por supuesto estaba hablando de lo que el video le había mostrado.
— Iré a pie, nada más no se moleste - Susan paso al lado de Arturo, pero este la sostuvo del brazo.
— ¿Te crees muy importante ahora? - El rostro del hombre se acercó al de Susan, por supuesto ella retrocedió - ¿Quieres que te lleven hasta la casa? Sabes que tu padre ha reaccionado maravillosamente, pequeña hada traviesa, tu padre hoy ya pronuncia las palabras a la perfección y nos ha invitado a ir a cenar ¿Quieres darle vergüenza y que su estado vuelva a decaer? Porque si eso es lo que quieres, puedes irte caminando, pero te vas a cruzar con gente que de inmediato van a sacar sus propias conclusiones, y nuevamente tu padre se va a decepcionar de ti.
— ¿Y qué quieres que haga? No sé conducir - Susan había suspirado.
— Mejor cierra la boca - Arturo salió de la habitación agarrando las llaves del coche, por supuesto Susan lo hizo por detrás de él, ambos se habían subido al vehículo que segundos después salió disparado de aquella disco.
Cuando llegaron a la Villa, todo estaba en calma, aparentemente Andrea tampoco estaba, eran las 8 de la mañana según marcaba el Gran Reloj de la sala, Susan frunció el ceño, Arturo debería de estar ya en la Oficina, pero estaba ahí, jodiendo la vida de ella, pero entonces el recuerdo de lo que le había hecho anoche la hizo sentir mal, a pesar de todo ella había tenido intimidad con otro y aquello hizo que sus preciosos ojos verdes se llenen de lágrimas, sinceramente se sentía indigna de estar ahí después de lo ocurrido, es una mujer casada y efectivamente había cometido adulterio, mientras más piensa en eso, ella peor se siente.
— Ve a bañarte - la voz de Arturo la sacó de la agonía de sus pensamientos, y lo obedeció, entrando en la habitación y dirigiéndose de manera inmediata al cuarto de baño.
— Susan, mamá, siempre te dijo que debes de ser leal cuando tienes un compromiso - Murmuró para sí misma mientras las gotas de agua caen por su cuerpo, entonces ella se permite llorar, no niega que se siente asquerosa, pero ¿cómo llegó a eso?.
FLASHBACK
— ¿Estás tomando porque Arturo bailo con Gabriela? Y por eso tomas como si la bebida fuera a acabar - La voz de Daniela se escuchaba bastante clara en sus pensamientos.
Susan cayó al piso del baño realizándose la misma pregunta ¿Fue por ellos que ella tomó de aquella manera desmedida? - No, no puede ser por eso, ella y Arturo solamente son esposos por contrato y aunque hayan tenido intimidad, aquello no garantiza sentimientos, ella también tuvo intimidad con otro incluso ni siquiera lo conoce, entonces no hay sentimientos, aunque se ha convertido en una traidora.