En un tranquilo pueblo rodeado de montañas, Martín, un chico alto y reservado, siempre ha creído que su altura lo separa del mundo que lo rodea. Sofía, en cambio, pequeña pero llena de energía, ve el mundo desde una perspectiva completamente diferente. Un inesperado encuentro entre ellos hará que dos mundos opuestos se entrelacen de formas que ninguno imagina. Lo que comienza como un simple gesto de ayuda, pronto desatará emociones que pondrán a prueba sus propios límites. ¿Hasta dónde pueden llegar dos personas que ven la vida desde alturas tan distintas?
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Capítulo 11: Reencuentro inesperado
El día siguiente amaneció con el sol iluminando las calles del pequeño pueblo. Era una de esas mañanas donde el aire se sentía liviano y las preocupaciones parecían menos abrumadoras. Sin embargo, para Martín, la claridad del cielo no borraba la confusión que aún cargaba en su corazón. Había pasado la noche reflexionando sobre todo lo que sentía por Sofía, tratando de encontrar las palabras correctas para expresar sus emociones. Sabía que debía hablar con ella, que tenía que aclarar lo que había sucedido entre ellos, pero la duda seguía acechando su mente.
Sofía, por su parte, había pasado una noche inquieta. El malentendido con Martín la había dejado desconcertada, y aunque intentaba concentrarse en su rutina, su mente volvía constantemente a él. Sus sentimientos por Martín eran cada vez más evidentes para ella, pero el miedo al rechazo la mantenía en un estado de incertidumbre. ¿Qué pasaría si Martín no sentía lo mismo? ¿Y si la distancia que él había tomado era porque no la veía más que como una amiga?
Ambos intentaban seguir con sus vidas, pero el destino, en su modo caprichoso, tenía otros planes para ese día.
Por la tarde, el pueblo celebraba uno de sus eventos más esperados: el festival de la cosecha. Las calles estaban decoradas con guirnaldas de colores, y los lugareños se paseaban por los puestos que vendían comida casera y artesanías. La plaza principal se había transformado en un bullicioso espacio de música, risas y celebración. Sofía había sido parte del comité organizador, y aunque intentaba concentrarse en sus tareas, sus pensamientos seguían divagando hacia Martín.
Caminaba entre los puestos, saludando a conocidos, cuando de repente lo vio. Martín estaba allí, en la plaza, hablando con Tomás, su amigo de toda la vida. Su corazón dio un vuelco al verlo, y por un momento, el mundo pareció detenerse. Ambos intercambiaron una breve mirada desde la distancia, pero ninguno se atrevió a dar el primer paso.
Martín también la había visto, y aunque había sentido un impulso de caminar hacia ella, algo lo retenía. La conversación con Pedro la noche anterior había sido reveladora, pero enfrentarse a Sofía en persona le resultaba más difícil de lo que había imaginado.
— ¡Ey, Martín! — llamó Tomás, sacándolo de su ensimismamiento. — ¿Por qué no vas a hablar con ella de una vez?
Martín miró a su amigo, quien lo observaba con una sonrisa cómplice.
— Lo sé, lo sé... — respondió Martín con un suspiro. — Pero no es tan fácil, Tomás. No sé cómo empezar, no quiero arruinarlo más de lo que ya lo hice.
Tomás lo miró fijamente, como si estuviera a punto de decir algo profundo.
— La vida no se trata de esperar el momento perfecto, amigo. A veces, solo tienes que lanzarte y confiar en que todo saldrá bien.
Martín asintió, comprendiendo que ya no podía seguir evitando la conversación. No podía seguir viviendo en la incertidumbre. Se disculpó con Tomás y, con pasos inseguros, comenzó a caminar hacia Sofía.
Sofía lo vio acercarse y sintió cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. Intentó mantener la compostura, pero sabía que este momento había llegado más rápido de lo que esperaba.
— Sofía — dijo Martín cuando llegó a su lado, con una mezcla de nerviosismo y decisión en su voz.
— Martín — respondió ella, con un tono más suave del que había planeado.
Hubo un breve silencio entre ellos, uno de esos silencios incómodos que parecían durar una eternidad. Ninguno de los dos sabía muy bien cómo empezar, pero ambos sabían que esta conversación era inevitable.
— Tenemos que hablar — dijo Martín finalmente, rompiendo el hielo.
Sofía asintió, sabiendo que él tenía razón. Caminaron juntos hacia un rincón más tranquilo de la plaza, lejos del bullicio del festival. Se detuvieron bajo un árbol grande, donde las hojas danzaban suavemente con el viento.
— He estado pensando mucho en lo que pasó — comenzó Martín, mirando hacia el suelo antes de levantar la vista hacia Sofía. — Y quiero disculparme si te hice sentir mal o si te di una impresión equivocada. La verdad es que... — titubeó por un momento, tratando de encontrar las palabras adecuadas. — La verdad es que no he sabido cómo lidiar con lo que siento por ti.
Sofía lo miró, sorprendida. No esperaba que él fuera tan directo, y aunque su corazón latía con fuerza, intentó mantenerse calmada.
— ¿Y qué es lo que sientes? — preguntó Sofía, con una mezcla de esperanza y temor en su voz.
Martín respiró hondo antes de responder.
— No estoy seguro de cómo explicarlo, pero... sé que me importas. Me importas más de lo que debería, y eso me asusta. — Su voz era honesta, vulnerable. — Nunca he sido bueno con esto de los sentimientos, y creo que por eso me he distanciado. Porque no sabía cómo manejarlo.
Sofía sintió una oleada de alivio al escuchar esas palabras. Por fin, después de tanto tiempo, él estaba siendo honesto consigo mismo y con ella.
— Yo también me sentí confundida — admitió Sofía. — No sabía si te importaba de la misma manera. Y cuando te alejaste, pensé que todo lo que habíamos construido, esa conexión, no significaba nada para ti.
Martín negó con la cabeza rápidamente.
— No, Sofía, no es eso. La conexión que tenemos... es especial. Nunca he sentido algo así antes. Y creo que eso es lo que más me asustó. — Sus ojos buscaron los de ella, tratando de transmitir la sinceridad de sus palabras. — No quiero seguir alejándome. Quiero que hablemos, que aclaremos lo que sentimos. Porque yo... — volvió a titubear, pero luego se armó de valor. — Yo creo que estoy enamorado de ti.
El mundo pareció detenerse para Sofía al escuchar esas palabras. Por fin, lo que había estado esperando, lo que había deseado con todo su ser, se había materializado en una confesión. Pero antes de dejarse llevar por la emoción, recordó lo que habían pasado, las dudas y los miedos.
— Martín, yo... también siento lo mismo por ti. — Sus palabras salieron en un susurro, como si aún no pudiera creer lo que estaba diciendo. — Pero necesitamos asegurarnos de que esto es lo que realmente queremos. No quiero que sea algo pasajero, algo que se desvanezca con el tiempo.
Martín asintió, comprendiendo la seriedad de sus palabras.
— Lo sé, Sofía. Y quiero que sepas que estoy dispuesto a trabajar en ello. No quiero que esto sea algo temporal. Quiero estar contigo, pero quiero hacerlo bien. Quiero aprender a ser alguien en quien puedas confiar.
Sofía sintió cómo una lágrima rodaba por su mejilla, pero esta vez no era de tristeza, sino de alivio y esperanza.
— Entonces, tal vez podamos empezar de nuevo — dijo ella, sonriendo a través de las lágrimas.
Martín sonrió de vuelta, sintiendo cómo una pesada carga se levantaba de sus hombros. Quizás no tenía todas las respuestas, pero estaba dispuesto a descubrirlas junto a ella.
...Segundo Amanecer...
...En el rincón del alma, ...
...donde el miedo se esconde, ...
...surge la verdad que siempre late, ...
...esperando un segundo amanecer....
...La oscuridad nos envuelve, ...
...pero la luz nunca se apaga, ...
...pues en el fondo de los corazones, ...
...la esperanza siempre se alza....
...Es en los momentos de duda, ...
...cuando el amor encuentra su voz, ...
...y en los brazos del otro, ...
...nos volvemos, por fin, completos....
...El camino puede ser incierto, ...
...pero bajo las estrellas, ...
...descubrimos que la verdad, ...
...siempre espera su lugar en la mañana....