Los primogénitos de Luriel y Anahí deberán tomar decisiones que afectan a sus corazones y a las leyes de su pueblo. El amor en la Aldea representa el vínculo que los une y los protege de todo el mal que los acecha. Podrán prevalecer sus corazones para mantener la paz o deberán elegir sacrificar el amor por la Aldea.
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Segunda Parte: Karai
Cuando ese hombre y esa muchacha desaparecieron del camino, Iván regresó con sus amigos… estaban parados completamente confundidos porque lo habían visto salir corriendo sin ninguna explicación…
- ¿Qué te paso…? – Daniel lo palmeó en la espalda
- La confundí con otra persona… - no quería dar más explicaciones
- ¿Y a quien conoces que puedas confundir con una chica indígena…? – Adrián estaba confundido pero comenzó a reír – vas a ver muchas por aquí…
- No tiene importancia – dijo Iván, pero inconscientemente se giró para volver a ver el camino…
- Un momento… - Daniel miraba alternativamente el camino y a su amigo - ¿creíste que era ella…? – vio que se sonrojaba completamente y bajaba la cabeza
- ¿Quién…? – insistió Adrián
- La chica del bar… - contestó Daniel sin dejar de ver a su amigo – alta… cabello negro… hermosa… ojos marrones… ¿me equivoco?
- Los ojos de esta chica no son marrones… - dijo por toda respuesta y tomó su bolso y comenzó a empujarlos hacia la casa.
- ¿Qué tiene de especial esa chica de la que hablan…? – preguntó Camila a Daniel con angustia
- Lo flechó a Iván… - dijo bajito riéndose mientras caminaban detrás suyo – se fueron juntos del bar y no sabe ni siquiera su nombre…
Luego de varios abrazos y de organizarse en las habitaciones por fin estaban libres para tomar unas cervezas. Estaban sentados en el jardín y Camila no dejaba de mirar a Iván… quien ni siquiera lo había notado. Camila era una joven que recién había empezado a estudiar literatura, tenía solo 18 años y estaba completamente entusiasmada con el amigo de su hermano, quienes por supuesto, solo la veían como una niña y muchas veces muy malcriada…
- ¿Cómo te fue en la universidad Cami? – dijo el juez con cariño - ¿te gusta la carrera que elegiste…?
- Me fue bien, abuelo – dijo mirándolo, pero siempre volviendo a ver a Iván – realmente me gusta…
- Tal vez algún día tengamos otra gran escritora en el pueblo… - dijo orgulloso
- ¿Es que ya tienen una…? – preguntó Daniel incrédulo
- ¿Conoces a Anahí Toledo…? – lo vio negar con la cabeza – la autora de la saga “Mi cacique caprichoso” – seguía negando
- Tengo la saga completa… - dijo Adrián orgulloso – el abuelo me mandaba los libros… autografiados!! – recalcó
- ¿Ella vive aquí abuelo? – preguntó Camila – yo leí todos sus libros... se los sacaba a Adrián…
- Si… - dijo riendo ante la cara de incrédulos de todos – la historia está basada en hechos reales… está casada con el cacique Luriel… y tienen 4 hijos…
- ¿De verdad? – reía emocionada – pero yo vi su foto y no es indígena… es pelirroja…
- Su padre es pelirrojo y su madre es indígena… - aclaró – yo los casé y ahí hay otra historia de amor… se enfrentó a toda la aldea por ella… suele venir al pueblo, pero viven al borde de la aldea… - como todos lo escuchaban atentamente continuó relatando la historia que conocía – tuvieron solo una hija… Anahí. Cuando ella creció compró al cacique… - vio que todos lo miraron espantados – es una tradición de la aldea… compró el derecho de casarse con él… y ahora tienen 4 hijos… los dos mayores son unos genios igual que la madre y su abuelo…
- ¿A qué te refieres…? – dijo Adrián
- Mario es botánico investigador de la universidad, tiene patentado varios descubrimientos importantes… Anahí fue una niña genio, a los 15 empezó la universidad y se recibió antes de ser mayor de edad – vio cómo su nieta se asombraba – sus hijos mayores volvieron ahora… son mellizos… uno estudio medicina y la otra estudio botánica como Mario… - y mirando a su nieto agregó – esa es la chica que quiero presentarte…
- No vine a buscar novia abuelo – dijo Adrián riendo – quiere que lo reemplace en el juzgado… - dijo mirando a sus amigos – tal vez Iván se quede por acá si esa chica que abordó hoy le hace caso…
- ¿Qué hiciste Iván? – preguntó el juez riendo – acabas de llegar…
- Confundí a una aldeana con una joven que conocí en la ciudad… - trataba de explicarse – estaba con un hombre pelirrojo… ¿hay muchos pelirrojos por aquí…?
- ¿Esa chica era alta… muy hermosa… cabello muy negro y largo… y unos impresionantes ojos azules con manchas ámbar….? – preguntó el juez e Iván solo pudo asentir levemente con la cabeza – Esa es su nieta… la botánica…
- No puede ser… me dijo que esa chica es muda… - dijo rápido Iván – le habló en otro idioma a su abuelo y luego él me dijo que era muda…
Ni siquiera se había dado cuenta de lo que había dicho y todos comenzaron a reír a las carcajadas. Tardó varios segundos hasta que se percató y comenzó a reír también.
- Que estúpido soy… - estaba sorprendido – como caí… me cortó el rostro
- ¿Cómo se siente Iván Moreno ser rechazado como todos los otros hombres mortales…? – Adrián no podía dejar de reír
- Vienes mal con las mujeres… - dijo Daniel también riéndose – una que se te escapa y la otra que ni siquiera te quiere hablar…
- Búrlense tranquilos… - miraba a sus amigos divertirse a su costa – me aguanto todo lo que me quieran decir… me lo merezco esta vez…
- No me pareció que era tan linda… - dijo Camila con voz ahogada
- Ella es una belleza morena... y tu una belleza rubia – dijo el Juez comprendiéndola – ya le harás confundirse y actuar como estúpido a algún muchacho… - vio cómo su nieta miraba a Iván y sintió cierta pena por ella… ese hombre ni siquiera se percataba de eso.
El resto de la noche, siguieron charlando y bebiendo, cuando por fin se fueron a dormir, Iván no lo pudo hacer de todas maneras porque no dejaba de pensar en ambas mujeres, realmente el parecido era tan asombroso que costaba creerlo. A lo mejor era su imaginación y no se parecían tanto… pero de todas maneras eso no lo dejaba dormir.
Apenas había amanecido cuando decidió salir de la cama y caminar un poco. Con su prótesis podía hacer ejercicio en forma normal, sin embargo nunca más se había atrevido a correr o a saltar. La unión de la prótesis con la pierna era lo que trataba de no lastimar, porque siempre temía que le amputaran aún más la pierna.
Salió de la casa y comenzó a atravesar la plaza rumbo al camino que iba hacia la aldea. El juez le había explicado que ambos lados del camino era de la aldea, pero que el cacique permitía el ingreso de la gente del pueblo porque al final del camino había un rio con acceso para nadar. No tardó mucho en darse cuenta que Camila lo seguía, se detuvo pacientemente y la esperó…
- ¿Qué haces tan temprano por acá…? – dijo preocupado – no hay nadie por la calle
- Estas tú… - lo miraba embelesada – por eso vine… podríamos ir a nadar…
- No vamos a ir a nadar nosotros solos Camila – le dijo con voz firme – cuando esté tu hermano presente no tengo problemas…
- ¿Por qué no quieres ir conmigo…? – se le aproximó
- Porque eres una niña… - dijo alejándose nuevamente – podrían mal interpretarlo
- Ya soy mayor de edad… - se puso a la defensiva – y me gustas mucho
- Eres una joven muy bella, pero yo no estoy interesado en ti sentimentalmente – dijo en forma dura – será mejor que vuelvas a la casa de tu abuelo…
- No lo haré - se sentía rechazada – si tu no quieres ir… iré yo sola…
Comenzó a alejarse por el camino e Iván se encontró entre la espada y la pared… así que la siguió a una distancia prudencial. La vio llegar al borde de un montículo y quedarse quieta como observando algo. Se detuvo también. Se sentó sobre un tronco que estaba en el costado del camino que se había angostado notablemente y disfrutó del aroma a monte… a tierra… a humedad… no supo por qué, pero pensó en su Pocahontas… y sintió aún más feo el desplante de la chica indígena…
Camila llegó al borde del montículo y pudo ver el rio y una pequeña cascada que generaba una corriente en el agua. En esa corriente había un hombre nadando, en forma tranquila, no iba a ningún lado, era como si estuviera en una cinta de caminar, pero él estaba en el agua y estaba nadando. Lo observó por mucho tiempo, metódicamente sacaba la cabeza del agua solo para tomar aire. ¿Cuántos kilómetros ya llevaba nadando sin detenerse? No era indígena… era lo único que podía ver… estaba usando una pequeña malla y tenía cabello corto. Realmente había despertado su curiosidad.
Karai nadó hasta que sus músculos comenzaron a reclamarle, cuando por fin se había cansado, se dirigió al costado del rio donde había dejado su ropa. Había nadado de bóxer, que era mucho más cómodo, total a esa hora nadie más que él estaba en ese lugar…
Camila cuando comenzó a verlo salir del agua, no pudo evitar repasarlo con la mirada, las gotas de agua seguían escurriéndose por su pecho y sus brazos. Tenía los músculos totalmente definidos, típico de un nadador, la espalda ancha y las caderas más estrechas, cuando se puso de espalda a ella pudo verle la mancha en la nuca, se puso un pantalón flojo y cuando se puso la camisa, recién entonces se dio cuenta que era ropa indígena… ¿Por qué la usaba?
Karai la vio en el barranco ni bien dejó de nadar, no sabía quién era, ni que hacia observándolo, pero lo estaba incomodando cada vez más. Se corrió hacia un sector donde ella no podría verlo y supuso que ella se correría hacia el borde para poder ver donde se había metido, subió el barranco por un costado y se apareció a sus espaldas.
Era una joven rubia de cabellos ondulados y contextura delgada, parecía una niña y por la curiosidad que tenía aparentemente lo era.
- ¿Buscas algo…? – preguntó con un tono grave y la vio girarse asustada