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Un Asunto De Estado Y Estilo

Un Asunto De Estado Y Estilo

Status: En proceso
Genre:Romance / Comedia / Amor prohibido / Cambio de Imagen / Polos opuestos enfrentados
Popularitas:6.1k
Nilai: 5
nombre de autor: @ngel@zul

Alejandro es un político cuya carrera va en ascenso, candidato a gobernador. Guapo, sexi, y también bastante recto y malhumorado.
Charlotte, la joven asistente de un afamado estilista, es auténtica, hermosa y sin pelos en la lengua.
Sus caminos se cruzaran por casualidad, y a partir de ese momento nada volverá a ser igual en sus vidas.

NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Un problema de vestimenta

Capítulo 11: Un problema de vestimenta

El reloj del pasillo marcaba las ocho en punto cuando Charlotte entró a la oficina con su habitual puntualidad. Aún llevaba en el cabello el ligero aroma del champú a jazmín, y el bolso colgando del brazo. Saludó con un gesto amable al personal de recepción y subió al tercer piso. Desde allí se escuchaban voces, teléfonos y el inconfundible ritmo del trabajo político: intenso, urgente, siempre al borde del caos.

Al llegar, encontró a Alejandro revisando una carpeta junto a Bruno, el jefe de campaña. Vestía un traje gris oscuro, camisa blanca y una corbata azul profundo, tan perfectamente anudada que parecía recién sacada de un escaparate. Ni una arruga, ni un detalle fuera de lugar.

—Buenos días, señor Montalbán —dijo Charlotte, dejando su cuaderno sobre la mesa.

—Buenos días, señorita Rossi —respondió él sin levantar demasiado la vista—. Hoy visitaremos el Colegio San Martín, en las afueras. Será un evento con niños, maestros y algunos periodistas.

—Lo sé —replicó ella con calma—, por eso quiero hablar del atuendo.

Bruno levantó una ceja divertida y se excusó para salir del despacho. Alejandro, en cambio, pareció tensarse apenas. No era la primera vez que Charlotte mencionaba su vestimenta, pero ese día lo hizo con un tono particularmente analítico, como si estuviera a punto de desmontar su imagen pieza por pieza.

—¿Qué tiene de malo mi atuendo? —preguntó él, cruzando los brazos.

Charlotte se permitió una sonrisa breve.

—Nada… si va a una reunión con empresarios o a un funeral. Pero va a un colegio, señor Montalbán. Niños, padres, maestras. Gente común. La idea es que lo sientan cercano, no inalcanzable.

Alejandro apoyó la carpeta sobre el escritorio.

—¿Cercano? No estoy acostumbrado a ir a “causar simpatía”, señorita Rossi. Voy a escuchar y hablar de educación.

—Y la mejor forma de que lo escuchen —replicó ella— es que no parezca un rector bajando del Olimpo.

Por un instante, el silencio llenó la sala. Charlotte pensó que tal vez había ido demasiado lejos. Pero el leve movimiento en las comisuras de los labios de Alejandro la tranquilizó: no estaba enojado, solo sorprendido.

—¿Y qué sugiere? —preguntó finalmente.

—Una camisa celeste, sin corbata. Saco claro, pantalón gris. Puede mantener su estilo, pero menos… autoritario.

Él negó despacio.

—No uso sacos claros. Ni salgo sin corbata.

—Entonces pruebe hoy —insistió ella—. Si no le gusta, mañana volvemos al protocolo. Pero déjeme tener razón al menos una vez.

Alejandro la miró, intentando adivinar si hablaba en serio o lo provocaba a propósito. Había algo en su tono —seguro, pero sin arrogancia— que desarmaba cualquier intento de discusión.

—Una sola vez —concedió al fin, con resignación elegante.

—Una sola vez —confirmó Charlotte, sonriendo apenas.

Una hora más tarde, mientras el equipo terminaba de preparar los vehículos, Charlotte supervisaba los últimos detalles. Cuando Alejandro salió de su oficina con la camisa celeste y el saco beige, los murmullos fueron inevitables.

Giulia, lo miró con disimulada sorpresa.

—Vaya… parece que tenemos primavera adelantada —susurró a Paola, lo bastante bajo como para que solo Alejandro, que pasaba cerca, la oyera.

Él no comentó nada, pero el ceño se le endureció ligeramente.

Charlotte, ajena al comentario, se limitó a revisar el ángulo del cuello de la camisa.

—Perfecto. Solo… relaje un poco los hombros. No está en un desfile militar.

—Estoy perfectamente relajado.

—Claro —respondió ella, irónica—. Se nota...

El chofer tosió discretamente para contener la risa, y Alejandro optó por guardar silencio.

El viaje al colegio fue tranquilo. El auto se deslizó por las avenidas flanqueadas de árboles, con el rumor constante de la ciudad despertando a su alrededor. Charlotte repasaba los puntos clave del evento: saludar a los maestros primero, agacharse al nivel de los niños al hablarles, evitar los gestos demasiado formales frente a las cámaras.

Alejandro escuchaba en silencio, sin replicar.

—Recuerde —añadió ella, hojeando su libreta—, no mire al reportero cuando hable con un niño. Mire al niño. Eso lo humaniza.

—No necesito parecer humano, señorita Rossi. Ya lo soy.

Ella levantó la vista, divertida.

—A veces lo dudo, señor Montalbán.

Él giró lentamente la cabeza, y durante un segundo Charlotte creyó que la había hecho enfadar. Pero en lugar de eso, vio una chispa leve de ironía en sus ojos.

—Veremos si su teoría funciona —replicó él.

El colegio San Martín estaba decorado con globos y murales coloridos. Los niños corrían entre los bancos, riendo. Cuando Alejandro bajó del auto, las cámaras se encendieron de inmediato. Charlotte permaneció unos metros atrás, observando su comportamiento con atención profesional.

Al principio, todo fue como temía: Alejandro caminaba demasiado erguido, las manos juntas, expresión solemne. Pero cuando una pequeña niña tropezó con su propio cordón frente a él, ocurrió algo inesperado.

Sin pensarlo, Alejandro se agachó para ayudarla. Le ató el cordón con torpeza, y los flashes de las cámaras capturaron el gesto.

Charlotte casi sonrió.

—Bien hecho, señor Montalbán —murmuró para sí.

La niña le dio las gracias y lo abrazó fugazmente antes de salir corriendo. Aquello bastó. Las risas se multiplicaron, y la tensión en el rostro del candidato se disolvió.

El resto del recorrido transcurrió con naturalidad. Charló con maestras, escuchó las quejas sobre infraestructura y hasta aceptó que un grupo de niños le mostrara un mural que habían pintado con el lema “El futuro somos nosotros”.

Las cámaras no se apartaban de él.

Al regresar al auto, el murmullo de los teléfonos no se hizo esperar. Giulia recibió notificaciones constantes: portales de noticias, fotos virales, titulares entusiastas.

—“El candidato que ata cordones.” “El lado humano de Montalbán.” “Así se ganó a los niños.”

Charlotte, sentada junto a la ventana, no dijo nada. Esperó a que Alejandro hablara primero.

Él revisaba su móvil con expresión neutra, aunque una ligera curva en sus labios lo traicionaba.

—Parece que tenía razón —admitió finalmente.

Charlotte se encogió de hombros.

—A veces una camisa celeste y un gesto sincero hacen milagros.

Él la miró de reojo.

—O una asesora que no teme llevarle la contraria a su jefe.

—Solo cuando el jefe insiste en parecer una estatua.

Alejandro soltó una breve risa, la primera espontánea que ella le escuchaba.

—Está bien, señorita Rossi. Concedido. Hoy ganó usted.

—No me interesan las victorias, señor Montalbán. Solo los resultados.

El silencio volvió, pero esta vez era distinto. Menos tenso, más cómodo.

Esa tarde, de regreso en la oficina, el ambiente era otro. Las redes sociales ardían de comentarios positivos, los noticieros repetían las imágenes del colegio y el comité celebraba la mejora en la percepción pública.

Giulia y Paola observaban desde su escritorio, murmurando entre ellas.

—Quién diría que una camisa cambiaría tanto —dijo Paola con desdén.

—No fue la camisa —replicó Giulia—. Fue la estilista. Parece que Alejandro finalmente tiene a alguien que le dice qué hacer… y él le hace caso.

Alejandro, que acababa de entrar, escuchó cada palabra, pero no se detuvo.

Charlotte estaba al fondo, revisando el material audiovisual del día con los técnicos. Se la veía concentrada, profesional, completamente ajena al veneno de los rumores.

Él la observó un momento, con discreción.

Era evidente que su presencia alteraba el equilibrio del equipo. Pero también que lo impulsaba a moverse fuera de su zona de confort, y eso —aunque no lo admitiera— lo intrigaba.

Antes de entrar en su despacho, se detuvo un instante.

—Señorita Rossi —llamó, y ella levantó la vista—. Buen trabajo hoy.

Ella sonrió con serenidad.

—Gracias, señor Montalbán. Espero que la próxima vez me deje elegir también los zapatos.

Él arqueó una ceja.

—No se exceda en su entusiasmo.

—No, claro que no —respondió, guardando su cuaderno—. Pero recuerde que el diablo está en los detalles.

Alejandro la miró un segundo más, luego asintió y se marchó sin añadir nada.

Charlotte lo siguió con la mirada mientras él se perdía por el pasillo, con la seguridad de quien siempre controla cada paso… salvo cuando alguien, sin proponérselo, empieza a cambiarle el ritmo.

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Suleima Dominguez Guzman
gracias Angeluz un súper capítulo
Mine Romero
Excelente novela 👏👏, me encanta, por favor nos puedes regalar más capítulos, muchas gracias
Marshaan Sanchez: por favor ya una pequeña tregua y que muestre un pequeño avance de acercamiento entre ellos un 💋 por muero de ganas leer un capítulo entero de pasiot😜🥰🤭
total 1 replies
Suleima Dominguez Guzman
gracias angeluz por cada capítulo cada día es más interesante me encanta tu novela
Suleima Dominguez Guzman
excelente novela súper recomendada
Suleima Dominguez Guzman
gracias angeluz por cada capítulo excelente novela me encanta lo engancha de una te felicito
Suleima Dominguez Guzman
felicitaciones autora muy linda tu novela me encanta cada capítulo es única
Suleima Dominguez Guzman
gracias autora por cada capítulo excelente novela
Mine Romero
Muchas gracias por actualizar y regalarnos tú enorme talento 👏👏😊😊
Marshaan Sanchez
está novela para mí me tiene de emoción en emoción y deseando que la imaginación de la escrictora haga su magia por favor ya no más me tiene de muerte lenta
Carmen Palencia
más capitulos por favor que está novela está súper emocionante
Nairobis Cardozo Portillo
🤭🤭🤭🤭
Nairobis Cardozo Portillo
Celos celos 😍😍
Nairobis Cardozo Portillo
❤️❤️❤️
Carmen Palencia
gracias por actualizar me encanta esta novela
Marshaan Sanchez
sin duda está novela tiene todo los elementos que le dan al lector todo los matices para vivir como propia cada momento que viven los personajes y anhelos de cuando ellos tenga un roce que encienda lo que se espera magia polémica me tiene cautiva en tu novela mi querida escritora 🥰
Sorany Quintero Bernal
🥰 No lo quiere aceptar pero ya se enamoró de ella pero puede más su orgullo y la arrogancia que aceptar que le gusta ella que está enamorado hasta los huesos me gusta mucho esta novela cada capítulo que leo me meto más en ella
Mine Romero
Muchas gracias por actualizar. excelente novela me encanta, por favor nos puedes regalar más capítulos 😊😊👏👏
Nairobis Cardozo Portillo
Alejandro Charlie te gusta admitelo 😍❤️😍
Nairobis Cardozo Portillo
❤️❤️😍😍❤️
Mine Romero
Excelente novela me encanta muchas gracias por actualizar 👏👏por favor nos puedes regalar más capítulos
Marshaan Sanchez: de cuerdo y mucho mas👏para ella en cada capítulo no deja ver y leer el talento que tiene son novelas que no quiere dejar de leer y espera un gran final jajajaja a hasta con hijos 😜🤭😂
total 1 replies
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