Entre la oscuridad y el eco de la sangre derramada, dos almas se cruzaron:
Elara Veyren, que deseaba liberarse del dolor, y Nyssa, que ansiaba una nueva vida.
El destino unió sus caminos.
Cuando Elara murió, Nyssa fue arrastrada hacia la luz, encadenada a ese cuerpo que dejaba de latir.
Cuando abrió los ojos, no estaba en el campo de batalla.
Estaba en la iglesia, vestida de novia… el día de la boda de Elara.
Pero ya no era la tímida joven.
Ahora, detrás de aquellos ojos grises, habitaba la mirada letal de La Furia Silente.
“Bien…
Me dan un matrimonio forzado, un esposo frío, una familia que la vendió…
No saben lo que acaban de desatar.”
Su sonrisa, apenas torcida y peligrosa, fue la primera señal de que la historia había cambiado para siempre.
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Un gran asistente
Elara había entrenado toda esa semana, le encantaba desafiarse más, Se quedaba con Gabriel después de los entrenamientos, su grupo se sumo con ellos, Treytan los supervisaba, mejoraron cada vez más, y eso se empezó a notar.
Darius quedaba siempre a esperarla, se estaba haciendo costumbre llevarla, se bañaba y dormía.
Hablaban de cruce pero esta vez hablaban más amigable como dos personas conociéndose, aunque para Elara era algo común.
Gabriel ya se hizo amigo, poco a poco se coordinaban bien, pero Treytan estaba cada vez más cerca y eso Darius no le gustaba, aunque no lo decía la trataba muy diferente a las demás mujeres
Cuando estudiaba para las clases, tomaba dos frutas en el comedor la dejaba en su asiento al verla estudiar y se alejaba. Elara le agradecía pero el solo movía la mano, la empezó a mirar de lejos detenidamente, notó sus facciones, sus ojos color miel y su risa, muy pocas veces la escuchaba.
Treytan veces la miraba tanto que tenía que bajar su sombrero o sobar sus ojos para dejar de pensarla, tenían largas charlas en el cuartel, las damas en algunas reuniones venían y desfilaban sus canastas para el, pero el prefería el sandwich que Elara traía en vez de la gran tarta de Samanta.. La hija del Lord Ravel uno de los dueños de barcos de carga conocidos quien estaba enamorada de él, desde niña.
– ¿Yo no sé que ve en ella? Es horrible. No tiene finalidad, es pequeña. Su cabello es seco y tiene la piel llena de marcas. Y ni pensar lo que debe oler..
Samanta estaba con las demás damas, mirando cómo entrenaban, bajo el techo del garaje, Elara llegaba del baño cuando se acercaron con sus vestidos despampanantes y sus abanicos.
– Yo me moriria de vergüenza.. Estar sucia y rodeada de hombres.. Seguro es para llamar la atención.
– Todo un espectáculo… una mujer creyéndose soldado. Ya veo porque Selene es muy apreciada por el Comandante Darius.. ¿ Pueden creerlo? Tu propio esposo desea a otra– murmuró con una sonrisa fingida venenosa.
– Y con una esposa sin modales y poca belleza quien no. – agregó otra, con tono empalagoso. – Seguro quiere llamar la atención del comandante, ya sabes… un poco de sudor puede atraer a ciertos tipos, para darle celos.
Elara dejó caer su cuerpo sobre el banco, girándose hacia ellas con calma, aunque su sonrisa era una línea helada.
— Ho.. no lo necesito, encambio las grandes damas no consiguen atencion con todos sus adornos.Me pregunto si tal vez el problema no es el sudor, sino la falta de relleno en el escote. Quizás así el comandante Treytan las mire con algo más que lástima.
Las risas de los soldados se escucharon de lejos resonaron en el aire. Samanta se puso rígida, bajó la mirada de forma casi instintiva hacia el pecho de Elara—ajustado bajo la camiseta blanca,grandes, y formados — luego al suyo, disimuladamente plano bajo las telas caras.
– ¡Qué vulgar! – exclamó, ruborizada. – No todas necesitamos exhibirnos para ser notadas.
– Claro, algunas necesitan gritarlo, con mil telas desfilando como gatos en celo.
Gabriel no aguantó más. Dio un paso al frente y miró a Samanta con frialdad.
– Señorita, si va a hablar de los demás, asegúrese de tener algo que decir que valga la pena. – Su voz era serena, pero firme. – Elara entrena más duro que la mitad de los hombres aquí. Tal vez debería intentar lo mismo antes de juzgar. Ella podría salvarla en una guerra mientras usted solo sabe abanicarce.
Samanta frunció los labios, humillada.
– Lord Gabriel... No esperaba menos de su defensor, criado por una cualquiera..
Elara se levantó de golpe— ¿Qué dijiste? ¿Crees que porque eres hija del Lord Ravel eres más que el? Por favor. Sin tus carbones no eres nada.
Gabriel y los demás ya la estaban sosteniendo para que no la golpeará.
– JAJA.. Mi padre es dueño de tierras, minas y barcos. El tiene más plata que un simple Lord que hace te..
– Ja.. Te recuerdo que estas tierras son del padre de Gabriel.. - dijo firme, Samanta frunció el ceño – Ho.. Parece que te puse en el mapa.. Y eso le haré sabes a su padre.. Veremos si le gustará mi visita – burla.
– Tranquila Señorita.. No se preocupe.
– No, no dejes que te hablen así.. – Miro a Samanta – Disfruta tus vestidos porque con una carta tus hermoso dinero se empezará a caer.
– No puedes amenazarme... – Miro a todos con rabia – Un simple hijo de una zorr..
Elara le dio una cachetada que la hizo dar un paso detrás, su grupo la agarro.
– Largo. Esto lo haré saber a mi padre.
Ordenó Gabriel las damas se fueron dejando a Samanta que estaba más que furiosa y con preocupación
– No debía hacer eso.
– Somos amigos, un grupo. Y deja de permitir que te pisoteen. - dijo firme Elara.
Gabriel sonrió ladino, empujándola suavemente con los demás mientras reían de las caras de Samanta y las demás, Pero Gabriel no dejaría pasar esto, fue directo con Treytan a su despacho. El comandante estaba revisando informes cuando golpeó la puerta antes de entrar.
– Pase. ¿Qué ocurre, Gabriel?
– Las damas de la casa del Lord Ravel han estado hablando… de la señora Elara. Samanta encabezó la burla delante de varios soldados.
Treytan levantó la mirada, su expresión se endureció de inmediato.
– ¿Qué clase de burla?
– Insinuaciones. De que entrena para llamar la atención de los hombres, de que es “una mujer sucia”. Elara se defendió, claro… pero no deberían tener que escuchar eso en su propio campo. También golpeó a la señorita Samanta. Pero fue en defensa.
Treytan apoyó los codos sobre el escritorio, entrelazando los dedos.
– ¿ Porque ? ¿ Que le dijo ? ¿Y Darius dónde estaba?
– Samanta dijo algo de mi madre y Elara me defendio. Señor, no paso a mayores. – Aclaro su garganta – El comandante no se donde se encontraba. Pero si me permite hablar con franqueza, su… atención hacia Selene últimamente ha dado mucho de qué hablar. La gente comenta. Y eso, inevitablemente, afecta la imagen de su esposa.
El silencio se volvió pesado. Los ojos de Treytan se oscurecieron, llenos de desdén.
– ¿Avisaras a tu padre? –
– Sí, no dejaré que llame a mi madre zorra solo por ser la segunda esposa, y no ser de su agrado.
— ¿ Eso dijo ? Yo tambien mandare uno a su padre, – Suspiro furioso–Así que además de tolerar chismes, el Comandante Darius le da motivos al escuadrón para dudar de su lealtad. – dijo, con una calma que apenas contenía su furia. – No lo voy a dejar pasar.
Gabriel asintió. – Pensé que debería saberlo antes de que llegue a oídos de otros.
Treytan se puso de pie—Hizo bien. El como comandante, debe respeto hacia una esposa, es la base de la disciplina en un hombre. Si él no sabe mantenerla, lo haré yo. – Su voz fue cortante.— Es mi soldado y no se lo merece. Y en cuanto a esas damas… recibirán un recordatorio claro de que aquí no se tolera su veneno disfrazado de cortesía.
– ¿Le dirá algo al Comandante? – preguntó Gabriel con cautela.
– Solo le haré entender que si quiere seguir siendo visto como comandante, debe comportarse como uno. No como un hombre débil que olvida con quien se caso.
– Entendido, señor.
Treytan lo despidió con un gesto breve, y cuando la puerta se cerró, se quedó solo unos segundos, mirando hacia el patio donde Elara aún entrenaba.
murmuró para sí mismo. – Ella mantiene más honor que la mitad de los hombres bajo su mando.. No es capas de ver la gran esposa que tiene.. – suspiro tratando de desviar su mirada.
Al final del día Elara ya estaba emocionada por las muestras de las armas.
– Comandante.¿Mañana iremos a ver al armero? Si no está ocupado.
– Claro, tengo que hacer algo y pasaré por usted.
– No se preocupe, nos encontramos ahí.
Treytan asintió viéndola irse con su mochila, Darius llegaba en el Jeep cuando se miraron, ese cruce de miradas era desafiante.
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Después de ese día. Por fin tendría un descanso, bajo a desayunar.
– Hoy iré al armero Gregori.. Al fin están las armas.
– Que bueno, señora, ¿Irá con el comandante Treytan?
– Sí, nos encontraremos ahí, espero funcione... - sonrió – Sí llego a ser rica ¿me darás una mano ? Necesito un gran asistente..
– Con mucho gusto Señora.. Aunque ¿No le molesta que ya sea viejo?
– No, para nada, me agrada tu compañía. No eres molestia.
Gregori asintió con una sonrisa ladina, en esta semana la conoció más y noto que era demasiada sincera y le gustó. Sus nietos compartían el día con ella debes en cuando.
– Me voy.. ¿Hoy harás el estofado?
– Todos los días no es bueno comerlo... Si, solo porque necesita fuerza.
Elara ya estaba con cara de perrito, Gregori asintió no podía negarse, La saludo al verla saltando porque le dijo que sí. 《 Comandante no será nada fácil conseguir su perdón.. La tiene muy dificil》 pensó
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