La Curvis Más Bella

Melanie … 

Estaba emocionada, Lautaro ya me había avisado que estaba en camino hace como una hora, y ya debe estar por llegar 

Termino de prepararme, me recogí el pelo con una coleta, me maquillé un poco y luego me dirijo a la sala y me siento a esperar a que Lautaro llegue 

10 minutos después suena el timbre del departamento y al abrir la puerta ahí estaba él, con una sonrisa radiante, quien al verme enseguida se acercó a mí y me besó 

— Hola mí amor, no sabes cuánto extrañe verte y besarte — me dice sin dejar de abrazarme 

— Hola Lau, al fin ya estás aquí — le digo con una gran felicidad 

— Iba a venir más tarde, pero no me aguante, necesitaba verte ya — continúa diciendo 

— Ven, entra y te prepararé un café — le digo haciéndome a un lado para que él entrara 

— ¿Estás sola? — me pregunta mirando para todos lados 

— Si, las chicas salieron — le comento mientras camino hacia la cocina 

Preparé dos cafés y vuelvo hasta la sala y me siento junto con él en el sofá entregándole la taza de café 

Así estuvimos por el resto de las horas que faltaban para que se hagan las 5, Lautaro todo el tiempo no había dejado de abrazarme, a cada momento no perdía la oportunidad de besarme, eso me hacía sentir tan feliz que no quería irme 

— No quiero irme al colegio — le digo con tristeza 

— No puedes faltar a tus clases por mí, ve, yo aquí te esperaré mí amor 

— Pero son cuatro horas las que debo estar allá — le continúo diciendo 

— Y son 4 horas que te perderías de aprender cosas nuevas que te servirán para poder aprobar el semestre, así que no faltaras por mí, ahora ve y estudia mucho  — me dice con una sonrisa y yo me levanto del sofá y le sonrió 

— Está bien, no me extrañes tanto, en la noche nos vemos — le digo sonriendo y acercándome a darle un beso 

Después de despedirme de él tomo mis cosas y salgo del departamento para ir al colegio 

Así se me pasó la tarde, entre libros y exámenes, las horas de me habían vuelto eternas y parecía que la hora de la salida no llegaba nunca

Ya a las 10 pm salgo del colegio apresurada, el último colectivo del día pasaba en 10 minutos y si lo perdía tendría que caminar para volver a mí departamento 

30 minutos después ya estaba llegando a mí departamento, entro rápidamente y ahí estaban, Lautaro sentado en el sofá con Tania y Sofía a las carcajadas 

Eso me hizo hervir la sangre, ¿Porque se reían de esa forma como si se conocieran de toda la vida? Apenas se conocieron y ¿ya tenían tanta confianza para reírse de esa forma?

No dije absolutamente nada, solo caminé hasta ellos y los observé 

— Hola mi amor — dice Lautaro levantándose para venir a abrazarme — No sabes cuánto te extrañe estás horas que no te vi — dice abrazándome con fuerza y luego me besa 

Yo suspiro y lo abrazo también, tal vez estaba siendo muy obsesiva al enojarme solo porque estaban riendo, debo controlar más mí temperamento y mis celos, pero es inevitable sentirme menos a comparación de ellas dos

— ¿Qué te sucede amor? ¿Estás bien? ¿Te duele algo? Tienes esa mirada triste — me dice él con preocupación 

— Estoy bien, solo algo cansada, pero bien — le digo fingiendo una sonrisa 

— Ven preciosa, las chicas prepararon la cena y te estábamos esperando para comer — me dice tomándome la mano y llevándome hasta la mesa 

Nos sentamos a comer, yo me encontraba en silencio, mientras que ellos conversaban muy amenamente entre sí

No sé porqué me molestaba demasiado la confianza que habían tomado los 3 en tan poco tiempo de conocerse

Un vacío comencé a sentir en mí corazón, de solo pensar que a Lautaro le podía llegar a gustar alguna de las dos chicas

Ellas eran perfectas, eran hermosas y tenían un cuerpo tan hermoso y esbelto que envidiaba demasiado. Yo jamás llegaría a tener ese cuerpo con mí enfermedad y eso me hacía sentir mucho peor 

Un nudo en la garganta se me formó de la angustia que sentía, qué ya no me pasaba la comida, así que dejé el plato a un lado y me levanté de la mesa 

— Me iré a dar una ducha — digo sin mirar a ninguno de los tres y caminando hacia mí habitación 

— Mí amor espera. Espera Mel — dice Lautaro llegando hasta mí antes de que entrara a la habitación — ¿Qué te sucede amor? Y no me digas que nada porque no te creo. Desde que llegaste qué estás así, molesta o triste, por favor amor dime lo que te inquieta — me dice tomándome de las manos 

— En verdad no me pasa nada, solo me quiero dar una ducha — le miento sin mirarlo y abriendo la puerta de mí habitación para entrar 

— Mel basta, se que te pasa algo, tu puedes negarlo, pero tu cara no, así que dímelo, ¿dime que te molesta? — dice desesperado entrando a la habitación detrás de mí 

— ¿Te gusta alguna de las chicas? — decido soltar de una 

— ¿Qué? Mel, que pregunta es esa, ¿Si sabes que ellas son lesbianas no? A ellas les gustan las mujeres, no los hombres — me dice él confundido 

— No digo que ellas puedan llegar a intentar algo contigo, pero tu eres hombres, y sean lesbianas o no, puedes verlas con deseo si realmente te gusta — digo rompiendo en llanto por la angustia que sentía 

Era inevitable sentirme menos, sentirme inferior, sentirme un cero a la izquierda conmigo misma. Había sufrido tanto por ser gordita, tantas discriminaciones, tantas humillaciones, que hasta yo sentía que no valía nada 

— Mel, ¿Qué estás diciendo? — me dice Lautaro tomándome de los brazos — ¿Sabes cuántas mujeres con cuerpos perfectos como tu me dices, se me han insinuado? Muchas, y sin embargo jamás me fijé en ninguna, siempre esperé por ti. ¿Piensas que ahora que te he encontrado, me fijaré en otra? — me dice con un poco de molestia — Melanie, ¿qué parte no entiendes de que estoy enamorado de ti?, qué siempre te amé — continúa diciendo con desesperación 

Yo no podía parar de llorar, era inevitable sentir desconfianza después de todo lo que sufrí, ¿Qué más podía hacer? Mí autoestima estaba por los suelos siempre

— No puedo evitarlo, no puedo evitar sentir celos, no puedo evitar sentirme mal conmigo misma — le digo llorando

— Amor, ante mis ojos eres la mujer más hermosa de todo el mundo, jamás me fijaría en alguien más que no seas tú, ¿Entiendes?, te amo Mel tu eres todo para mí — me dice ahora abrazándome

Así permanecimos por varios minutos, hasta que logré tranquilizarme 

— Lo siento Lau, perdón por desconfiar de ti. Es solo que me siento acomplejada con mí cuerpo, y aún me cuesta asimilar que tú te fijes en mí — le digo bajando la mirada con pena y vergüenza 

— Mi amor, no te sientas así, tú eres lo que más me importa en esta vida, jamás te cambiaría por nadie, mis ojos fueron diseñados solo para verte a ti por el resto de mí vida — me dice acariciando mí pelo y eso me hace sentir más segura 

— Gracias Lau, gracias por amarme — le digo levantando la cabeza y mirándolo a los ojos 

— Siempre te amé Mel, y siempre te voy a amar — me dice con una sonrisa tierna 

Lautaro me tomo de las mejillas con sus manos y me besó con ternura, un beso suave y lento que me hizo suspirar 

— Ven, vamos a la sala, quiero estar un rato más contigo antes de irme de vuelta para el hotel — me dice tomándome de la mano y saliendo de la habitación 

Al llegar al comedor, las chicas ya habían levantado las cosas de la mesa y lavado los platos que habíamos usado para comer 

Nos sentamos los cuatro en la pequeña sala del departamento y nos pusimos a conversar de todo un poco 

Lautaro no me soltó en todo momento, siempre agarrado de mí mano y me miraba todo el tiempo con esa sonrisa dulce que me desarmaba 

Me sentía tan bien a su lado, mis sentimientos hacia él, que pensé que había dejado en el olvido, volvieron a resurgir como un fénix y eso era peligroso 

No quería volver a sentir esto por él, ¿qué pasaría con nosotros si sus padres se enteraran?, ¿Qué pasaría conmigo mejor dicho? 

Tenía mucho miedo, no sabía cuánto me iba a durar está felicidad que sentía estando con Lautaro, solo tocaba esperar a que todo saliera bien, y esto no se acabara jamás. 

Ya pasaba de medianoche cuando Lautaro dijo que se iría 

— Mañana por la mañana vendré para desayunar contigo — me dice abrazándome por la cintura 

— Está bien, te esperaré con el desayuno listo — le digo con una sonrisa 

— Te amo preciosa, descansa — me dice besándome 

— También te amo Lau — le digo después del beso 

Lautaro me sonrió y luego se fue del departamento 

Yo quedé aún parada frente a la puerta sonriendo como boba por ese beso que me había dado 

— Que bueno es verte enamorada — me dice Sofía detrás de mí 

— Solo espero que está felicidad no se me acabe nunca — le digo yo suspirando 

— ¿Por qué lo dices? — me pregunta confundida 

— Por sus padres, temo que esto se acabe más pronto que tarde, si ellos se enteran. Solo espero que eso no suceda — le digo con una preocupación en mí pecho 

— No te preocupes, nosotras estamos aquí contigo, sus padres no podrán hacerte nada, porque nosotras te protegeremos — me dice Sofía 

— Muchas gracias chicas, aunque hace solo una semana que nos conocemos, ya se han vuelto parte importante en mí vida y estoy feliz de haberlas conocido — le digo sonriendo 

— Gracias a ti, por dejarnos formar parte de tu vida y por considerarnos tus amigas — me dice está vez Tania — Además estamos muy agradecidas contigo por habernos permitido quedarnos en tu departamento hasta que consigamos algo propio — me dice feliz 

— No hay apuro con eso, me agrada su compañía, por mí se pueden quedar a vivir aquí si quieren — le digo con sinceridad, ya que era verdad que estando ellas acá ya no me sentía tan sola 

Después de conversar un poco más con las chicas, las tres nos despedimos y nos fuimos a descansar, al día siguiente Lautaro dijo que vendría temprano y quería levantarme primero para tener el desayuno listo para cuando él llegara.