🔞⚠️ ADVERTENCIA: ES UNA HISTORIA CON CAPITULOS SENSIBLES ⚠️ PARA +18
Edward Safra lo tenía todo: belleza, dinero, poder y un escándalo familiar que casi lo destruye. Ahora dirige su propia empresa y jura no repetir los errores de su padre. Hasta que dos mujeres llegan para ponerlo de rodillas.
Estrella Portugal, sofisticada y prohibida, le enseña lo que es el deseo sin límites. Marcela Molina, audaz y curiosa, lo despierta con una dulzura peligrosa.
Entre encuentros secretos, miradas que queman y una tensión que no da tregua, deberá decidir si ¿someterse a la pasión que lo consume o dejarse llevar por la que podría destruirlo o reconstruirlo?
Una novela cargada de sensualidad, secretos, traiciones y encuentros que nadie debería confesar.
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11. Un frío reencuentro
Edward estaba en el auditorio de la clínica, el administrador quería que conociera al personal; y que les explicara que era lo que quería lograr con el proyecto; le pareció buena idea, pero por alguna razón, una joven mujer le llamó la atención; no podía creer que la muchacha del avión estuviera ahí.
Marcela suspiró, cuando firmó el contrato lo sospechó, no es que hubiera muchos Safra en el país, pero ella necesitaba trabajar y esa era la mejor oportunidad de todas sus opciones; así que solo dibujó una sonrisa tonta.
Más tarde, mientras Edward revisaba el historial médico de los casos que atenderían, fue sorprendido por la chica curiosa de ojos café, que para nada es buena cantante, pero le gana el entusiasmo.
- "Buenas tardes, señor Safra, me enviaron a traerle el almuerzo", dijo Marcela.
- "Buenas tardes, pasa. No era necesario, tengo que ponerme al día, de muchas cosas; pero ya que viniste déjalo ahí", expresó Edward.
Marcela acomodó los platos, iba a dar unos pasos, cuando sintió la presión en el pecho, trató de disimular, y avanzó despacio para retirarse.
- "¿Estás bien?, palideciste de pronto", dijo Edward poniéndose de pie, acercándose despacio.
- "Sí, disculpe señor Safra, me retiro", expresó Marcela tratando de sonar normal; pero cuando quiso avanzar, Edward la tomó de la muñeca.
- "Tienes el pulso acelerado, lo controlabas bastante en el vuelo, y cuando me quisiste dar las pastillas para el mareo, noté...", dijo Edward.
- "Le aseguro que voy a hacer un buen trabajo", interrumpió Marcela, "creo que mi historial médico es personal, como lo es el interés por la mujer que está viéndole por la ventana", añadió.
Edward al voltear a observar, se topó con la mirada de Estrella, como si fuera un sueño, pero a la vez era incapaz de soltar a Marcela como si se hubiese convertido en el cable a tierra, que le gritaba que no podía perder su dignidad, porque sabía muy en el fondo, que la mujer que le superaba de edad, aún estaba tatuada en su piel.
Estrella no puede dejar de mirar, de notar que él sujeta a esa joven y tiene celos, habían sido días en que su temple había desaparecido, y le dolía saber que él pudiera continuar sin ella.
- "Debo irme, señor Safra, debería hablar con ella, parece que tienen asuntos pendientes", dijo Marcela, tratando de soltarte.
Edward volteó a mirarla, la expresión sería del rostro de la joven lo obligó a soltarla.
- "Lo lamento. Solo cuida tu salud por favor", expresó Edward con una calma, que dista mucho de la sensación de angustia que le provoca la presencia de Estrella.
- "Siempre, con permiso", afirmó Marcela y se retiró.
Aunque Estrella estuvo tentada de irse, sabía que debían hablar, pero por ese momento, todo lo que había pensado decirle desapareció de su mente.
- "Señora... Señora", insistió la secretaria de Edward.
- "Lo siento, me distraje", comentó Estrella.
- "El señor Safra indicó que puede pasar", afirmó la secretaria.
Estrella ingresó a la oficina, Edward le ofreció que tome asiento, con una frialdad que dolía, y demasiado.
- "Buenas tardes", dijo Edward, lo único que le salía de su boca, mientras que el escritorio delante de él, fuera la única defensa que tuviera; para todo lo que esa mujer despertaba.
- "Lamento haberte lastimado, era difícil en ese momento ver más allá de lo que le estaba sucediendo a mi hija", expresó Estrella.
- "¿Y en verdad estabas viendo lo que le sucedía a tu hija? Porque era evidente, su clara estrategia de manipulación y tú no parecías notarlo", manifestó Edward.
- "Reconozco que el miedo de perderla me nubló, reconozco que ella fue mi primera opción, aún no sabes lo que uno puede hacer por los hijos", dijo Estrella.
- "Y jamás voy a saberlo, sabes que los hijos no son lo mío, lo tengo claro desde muchos años atrás; eso no quiero decir que no entienda que eres madre, y jamás te pediría que no ames a tus hijos, pero quería saber qué lugar tenía yo, y para ser franco me hiciste sentir que solo era tu amante de turno", manifestó Edward.
- "¡Edward!", exclamó Estrella.
- "¿Qué buscas acá?", preguntó Edward.
- "También me lo pregunto, porque al parecer tú seguiste con tu vida; mientras a mí el mundo se me detuvo", expresó Estrella con frustración.
- "Mi mundo siempre sigue Estrella, así aprendí a vivir, pero allá te incluí en él, quien no me incluyo fuiste tú. Tengo mucho trabajo, y si no eres clara con lo que quieres será mejor que te vayas", dijo Edward.
Estrella tomó su cartera y se fue, se molestó con ella misma, qué esperaba se dijo, que él olvidara todo y la abrazara con necesidad, acaso había olvidado que Edward, pese a su juventud, tiene firmeza de decisión, además no había venido preparada, si quería otra respuesta de él, no era así como lo obtendría.
Cuando salió de la clínica, sus guardaespaldas ya la esperaban, necesitaba tranquilizarse antes de hablar con él, la impresión inicial de verlo, había sido demasiado, no se iba a marchar hasta decirle todo lo que sentía por él.
Su impulso juvenil lo impulsó a llevar a Estrella a una encrucijada, y cuándo ella decidió entrar en esa incertidumbre, él resulta que ahora ya no..
Me encanta ese poderío
Que excelente trabajo 👍🏻
Que verdades tan cargadas de realismo y sinceridad les fueron dadas a Edward, quizás para contextualizar la relación