Renací en un mundo mágico para ser feliz
entre mis pociones...
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
23) Ya te olvidé
24) Dulce Prisión
** Todas novelas independientes **
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Viaje
Al amanecer, el patio de la mansión Rackman estaba lleno de movimiento. Criados preparando maletas, caballos ensillados, y Ursula revisando por tercera vez los frascos y pociones que llevaría para su viaje. Vestia ropa de viaje sencilla.. pantalones oscuros, botas altas y una capa corta.. muy lejos del estilo recatado de las damas nobles, pero perfectamente funcional para alguien que prefería andar con las manos libres.
Charles la observaba con cierta admiracion mientras sujetaba las riendas de su caballo. No podia evitar pensar que aquella mujer parecia más una pirata aventurera que una señorita de sociedad.
Ulises aparecio entonces, cruzando el patio con paso tranquilo, pero su mirada se detuvo primero en el duque.
Ulises: duque Langley.. así que se la lleva al ducado..
Duque: así es.. prometo que cuidaré de su hermana.
Ulises asintió despacio, aunque sus ojos tenían ese brillo divertido que Charles no supo interpretar del todo.
Ulises: cuidese..
Duque: por supuesto, estaré pendiente de..
Ulises: no, no me refiero a usted.
Duque: a mí?
Ulises (susurro): sí. y por su propio bien… no la haga enojar cuando tenga frascos cerca.
Duque: y por qué debería preocuparme por eso?
Ulises: porque no creo que quiera averiguarlo.
El duque soltó una leve risa, pero no del todo convencido.
Duque: entiendo…
Ulises: no, no entiende.. pero lo hará si alguna vez se le ocurre discutir con ella sin haberle dado de comer primero.
En ese momento, Ursula apareció con su bolso lleno de frascos, interrumpiendo la conversación.
Ursula: ¿qué tanto susurran? si están hablando de mí, más les vale que sea para alabar mi genialidad.
Ulises: solo le decía al duque que tenga un buen viaje.
Duque: lo tendré..
Ursula subió al carruaje sin más demora, revisando una lista mental de los ingredientes que necesitaba recolectar en el ducado. Charles la siguió, y cuando el carruaje comenzó a moverse, Ulises levantó la mano en despedida, aún sonriendo.
Dentro del carruaje, el duque se acomodó frente a ella y la observó con cierta precaución.
Duque: su hermano… me dio algunos consejos curiosos antes de partir.
Ursula: ah, sí? ¿qué clase de consejos?
Duque: me dijo que no la hiciera enojar cuando tiene frascos cerca.
Ursula: sabio consejo. debería escucharlo.
Duque: empiezo a pensar que este viaje será más peligroso de lo que imaginaba.
Ursula: depende de usted, duque. mientras no toque mis cosas ni me dé motivos para enojarme, todo irá bien.
El viaje había sido tranquilo durante las primeras horas. El paisaje del norte comenzaba a cambiar, volviéndose más húmedo, con colinas cubiertas de flores.. Dentro del carruaje, Ursula llevaba un cuaderno lleno de anotaciones, frascos que tintineaban con el movimiento y un silencio concentrado… hasta que su estómago gruñó con fuerza.
Ursula: tengo hambre.
Duque: faltan solo un par de horas para llegar a la próxima aldea, allí podremos comer cómodamente.
Ursula: no pregunté cuándo llegamos. dije que tengo hambre.
El duque tardó un segundo en procesar la frase… y entonces las palabras de Ulises resonaron en su cabeza [no la hagas enojar cuando tiene hambre.]
Charles parpadeó una vez. Luego sonrió con calma y golpeó el techo del carruaje para avisar al cochero.
Duque: nos detendremos en la próxima posada.
Ursula: sabia decisión, duque. pensé que tendría que usar un frasco para convencerlo.
Duque: preferí no poner mi vida a prueba tan pronto
Ursula: jajaj muy bien
Minutos después, el carruaje se detuvo frente a una posada modesta de madera, rodeada de árboles y con el letrero balanceándose por el viento. Al bajar, Ursula estiró los brazos con un suspiro exagerado.
Ursula: ah, aire fresco y comida cerca… el paraíso existe.
El duque no pudo evitar sonreír al verla caminar con tanta soltura hacia la entrada, sin importarle que la capa se le enredara un poco o que algunos aldeanos la miraran con curiosidad.
Dentro, el ambiente era cálido, con el olor a pan horneado y carne asada llenando el lugar. Ursula se sentó sin esperar invitación, revisó el menú y le dijo al tabernero sin dudar:
Ursula: tráigame lo más grande, lo más caliente y que no tenga nada verde encima.
Duque: ¿tiene algo en contra de las verduras?
Ursula: tengo algo en contra del hambre
Cuando llegó la comida, Ursula atacó el plato con tanta energía que el duque apenas se atrevió a comentar algo.
Duque: creo que nunca vi a alguien disfrutar tanto de la cena.
Ella se detuvo un instante, levantó la mirada y sonrió con un poco de pan en la mano.
Ursula: cuando uno ha pasado media vida estudiando pociones sin tiempo para almorzar, aprender a comer bien es una victoria.
Charles apoyó la barbilla en una mano, observándola con curiosidad y una pizca de encanto.
Duque: su hermano tenía razón. es mejor no discutir con usted en estas circunstancias.
Ursula: ves, aprende rápido. quizás sobrevivirá al viaje.
El duque había salido un momento al exterior de la posada, hablando con sus escoltas sobre la ruta que seguirían.. Desde la ventana podía verse a Ursula, que se había quedado dentro, terminando su postre con expresión relajada.
Sin embargo, el sonido de una voz masculina interrumpió la calma.
—oye, muchachita, ¿por qué tan sola? —dijo un aldeano, tambaleándose mientras se acercaba a la mesa donde ella estaba. Su ropa olía a cerveza y su sonrisa era desagradable.
Ursula: no me hables.
El hombre soltó una carcajada.
—vamos, no seas así, solo quiero acompañarte un rato.
Ursula: dije que no.
El hombre se inclino un poco más, ignorando la advertencia.
—no seas orgullosa, preciosa, seguro te gustaría un trago conmigo—
El duque, al notar el tono, empezo a caminar hacia la entrada, pero no llego a tiempo. En cuestión de segundos, el aldeano solto un alarido y cayo al suelo, rascandose los brazos y el cuello con desesperación. La piel se le llenó de pequeñas manchas rojas que picaban intensamente.
Ursula se había levantado, mirándolo con el ceño fruncido y una pequeña botella vacía aún en la mano. Su voz sonó fría, firme, casi gélida:
Ursula: cuando es no, es no... ¿escuchaste, idiota?
El hombre apenas podia responder entre los rasguños y los gritos de picor. Los demás aldeanos en la posada se apartaron, sin saber si ayudarlo o huir.
Duque: qué demonios pasó aquí?
Ursula: nada grave. una lección sobre respeto. el efecto pasará en unos minutos.
El duque se llevó una mano al rostro, intentando disimular la risa que amenazaba con salir.
Duque: no sé si debería regañarla o darle las gracias por impartir justicia tan… eficiente.
Ursula: yo diría efectiva
Duque: recordatorio anotado: nunca molestarla en una posada.
Ursula: eso y no interrumpir mi cena. ya debería saberlo.
Mientras ambos salían del lugar, dejando al aldeano siendo asistido por sus amigos, el duque no pudo evitar pensar que Ulises tenía toda la razón.. nunca sería buena idea ver qué podía hacer Ursula cuando estaba enojada.