La bruja del caos a despertado, y ella podría traer la salvación o la destrucción del mundo, ¿que camino elegirá?, todo dependerá de lo que ella crea valga la humanidad. Pero, para desatar todo su poder necesita liberar por completo al dragón de la oscuridad, así que, para romper el sello que lo mantiene en su prisión, es necesaria la energía de un guardián de dragón, y en el mundo, solo existen 2, y el único cuya energía es más poderosa, es la del príncipe Calix, el guardián del dragón blanco, ¿podrá la bruja de caos conseguir su energía para liberar todo su poder?
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Capitulo 06. hora del té.
Las doncellas salieron corriendo y ante esto, tres guardias entran a la habitación, quedándose paralizados al ver a aquella criatura en la ventana. Sus uñas hacen chirraear el cristal, lo que los lleva a taparse los oídos.
La reina baja corriendo de su cama y corre tras los guardias pidiendo que la salven, pero estos, no sabía ni que hacer ante aquella criatura, si entraba a la habitación, probablemente estarían perdidos. Pero, solo pueden ver como la criatura se desvanece en una nube negra, la niebla se despeja dejando ver al cielo nublado.
—¿que fue eso?, ¿volverá?, llevenme con el rey.— pide la reina.
Los guardias van con ella, hacía la habitación del rey que queda del otro lado de la residencia, bajaron escaleras, y pasaron por un pasillo que tenía enormes ventanales, por lo que la reina estaba asustada de que otra criatura apareciera. Para su suerte llegaron a la habitación del rey y esta le hizo saber lo que vio, siendo respaldada por el testimonio de los guardias. El rey no comprendía de donde habría salido tal criatura.
—mañana mandaré traer magos, haré que revisen alrededor del palacio.— asegura el rey.
—su majestad, yo no pudo volver a esa habitación.— suplica la reina.
—puedes quedarte aquí, no permitiré que estés sola en esa habitación.— asegura el rey.
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Calix, en su habitación, observa por la ventana como la niebla parecía adquirir vida propia, subiendo por las paredes de la residencia de la reina, pero, otras zonas parecían libres.
[Calix, el mana oscuro es más pesado, no te recomiendo quedarte más tiempo.] Advierte Sohel.
—¿sabes el origen del mana?— pregunta el niño.
[No he podido encontrarlo, pero sin duda esta en el palacio. No te recomiendo intervenir, el mana oscuro se aferra a este lugar.]
—entiendo, no debes preocuparte Sohel, mañana nos vamos, no podemos retrasar nuestro viaje.— responde el joven rubio.
No es como que tenga apego por las personas del palacio como para querer salvarlas. Si ese mana oscuro se aferra al palacio, es por algo, y no esta en su agenda intervenir, en especial cuando él mismo sabe que su poder aún no esta a buen nivel debido a su edad.
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A la mañana siguiente, Elvira busco a su madre para decirle que el príncipe volvió a despreciarla y que todo era culpa de Ravenna, porque, él se porto grosero con ella después de hablar con la princesa. La reina, molesta por esto, se preparaba para ir a buscar a Ravenna y castigarla, pero, el mayordomo le avisa que Ravenna estaba tomando el té con el príncipe heredero.
—¡no!, madre, no puede ella estar tomando el té con su alteza.— grita molesta Elvira.
—tranquila querida, vamos, esa mocosa lamentara intervenir.— asegura la reina.
La reina le pide al mayordomo guiarla hasta el salón donde esta el príncipe. Al llegar a dicho lugar, la reina junto con Elvira entran haciendo una reverencia.
—su alteza, lamento llegar tarde, me acaban de avisar que era la hora del té.— saluda con entusiasmo la reina.
—nos alegra haber llegado a tiempo. Me disculpo en nombre de Ravenna, por no avisarnos.— agrega Elvira.
—¿y porqué debe disculparse en nombre de la princesa?, además llamarla por su nombre, es una falta de respeto, ella es la hija legítima de su majestad el rey y como tal, debes referirte a ella como princesa, o alteza.— reclama con firmeza Calix.
Elvira aprieta las manos en su vestido al escuchar el regaño del príncipe y dirige su mirada de odio hacía Ravenna, pero esta, ni se ha tomado la molestia de mirarlas.
—alteza, no debe preocuparse por eso, a la princesa no le importa, porque Elvira es como una hermana.— ríe nerviosa la reina.
—¿cuando he dicho que su hija es mi hermana?, ella solo es la hija de la reina, más no es nada mío.— responde Ravenna.
La reina no esperaba una respuesta como esa, menos de parte de Ravenna, quien siempre agachaba la mirada ante ella y obedecía sin refutar.
—Ravenna, n-no hables así...su alteza lo mal...
—la princesa tiene razón, no se puede considerar una hermana, en especial si no son cercanas.— interviene Calix.— desde el primer momento lo note, la señorita Elvira tiende a despreciar a la princesa, actúa como superior, entonces, ¿por qué la princesa debe de verla como una hermana, si ella no hace lo mismo?
La reina y Elvira balbucean sin saber que decir. La reina estaba en su límite, nunca antes la habían hecho sentir tan humillada, y menos por un niño, pero, sabe perfectamente que no puede faltarle el respeto al príncipe Calix, debido a que su reino posee una gran influencia y eso podría afectar al suyo si un miembro de la familia real se enoja con ellos.
—princesa, ¿es que acaso el rey permite esta clase de comportamiento de la reina y la hija de esta?— pregunta Calix.
—lamentablemente así es, su alteza, mi padre no comprende que esa clase de comportamiento podría causar muchos problemas. Lamento que se este llevando tan mala impresión de la familiar real.— responde Ravenna.
La niña sonríe ladina tras decir todo lo anterior, causando mayor enojo en la reina. Naira jamás creyó que sería humillada de tal manera.
—ya veo, hablaré con el rey. Y, su majestad la reina, sea más consciente en su comportamiento y en el de sus hijos. Podrían ofender a alguien superior a mi, y entonces si estarían en problemas.— le aconseja Calix.
—por supuesto alteza, gracias por su observación.—agacha la cabeza.— pero, por ahora, es mejor continuar con la hora del té.
—cierto, reina, señorita Elvira, por favor, pueden retirarse, y recuerden no volver a entrar en donde no han sido invitadas.— reclama Calix.
La reina, quien ya estaba por sentarse, se queda en silencio al escuchar las palabras de Calix, siendo evidente que la estaba echando del lugar. Las doncellas de Calix, se acercan a la reina, para pedirle que las sigan a la salida.
—pero alteza...nosotras hemos venido a acompañarlo.— habla Elvira.
—señorita, si quisiera su compañía habría enviado por usted. Ahora, retírese.— responde ya con un tono de voz más severo.
La reina toma la mano de Elvira y ambas se retiran de la habitación. Pero, estando fuera, la mujer maldice a Ravenna, asegurando que esa niña lamentara el haber puesto al príncipe de su lado, y todo lo que le haya dicho, no servirá de nada, porque cuando el príncipe se vaya, se encargará de darle un castigo apropiado.
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