“Lo expuse al mundo… y ahora él quiere exponerme a mí.”
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Capitulo 20:Saltarse las reglas y buscar escapes
El ambiente en la escuela estaba tenso esa mañana. Isabella Fernández entró corriendo a una sala, con el ceño fruncido y las mejillas todavía sonrojadas de la vergüenza y el esfuerzo físico que había hecho con Damián. Cada paso que daba le recordaba lo agotada y molesta que estaba.
Damián Montenegro, por su parte, había tenido que reconocer que Tomas tenía razón: se había vuelto demasiado blando. Su paciencia se había agotado después de tantas torpezas, de tantos errores que Isabella cometía con gracia involuntaria, y decidió dejarla por el día de hoy.
Damián entrando a la sala_
Se acercó a Isabella con su mirada fría y autoritaria, cruzando los brazos:
—Esclava… ya estoy cansado de tu incompetencia —dijo con ese tono que siempre hacía que Isabella quisiera desaparecer del planeta—. Ve a estudiar…
Isabella, ofendida, no pudo contenerse y le lanzó un par de miradas asesinas. En su mente, pensaba: “¡Este tipo no tiene ni idea de lo que soy capaz de soportar!” Antes de irse, incluso arrojó algo que estaba a su alcance, un pequeño borrador, directo hacia su escritorio y salió de la sala con un portazo, molesta pero con orgullo.
Mientras tanto, Lucas Torres la observa entrar a Isabella a la clase. Su cara mostraba una mezcla de sorpresa y preocupación. No entendía por completo lo que había pasado, pero algo en la expresión de Isabella le decía que había sido un mal día. No podía esperar para preguntarle, así que decidió acercarse cuando tuvo la oportunidad.
—Isa… ¿podemos salir un momento? —susurró con voz urgente, mientras ella caminaba por el pasillo.
Isabella lo miró con los ojos entrecerrados, midiendo la situación. Pensó rápido: “Si sigo saltándome clases no reprobaré por Damián, pero sí por no saber ni papa…” Pero luego sonrió un poco y asintió. Era la oportunidad perfecta de contarle lo que había pasado ayer cuando desapareció por culpa de Damián, aunque omitiendo los detalles más vergonzosos de su encuentro con Damián.
—Está bien… hablemos afuera —dijo, tratando de sonar tranquila pero su corazón latía como loco—.
Salieron al patio, aprovechando que las clases todavía no habían comenzado del todo. Lucas respiró profundo y sonrió,Hací que eso paso ayer debes estar muy enfadada ,para intentar aliviar la tensión de Isabella , lucas le dijo:
—Vamos a divertirnos un poco —dijo con picardía—. Te ves demasiado estresada, Isa.
Isabella, sorprendida por la actitud relajada de Lucas, no pudo evitar emocionarse. Por primera vez en horas, se permitió sonreír y sentirse un poco ligera:
—¿De verdad? ¿Podemos? —preguntó con entusiasmo—. Pensé que hoy todo iba a ser un desastre total…
—Claro —respondió Lucas—. Pero no te emociones demasiado, que aún hay rumores sobre que te vieron salir corriendo de la casa de Montenegro,y Damián no se va a poner nada contento si se entera.
Isabella suspiró, recordando lo que había pasado en la casa de Damián, pero decidió concentrarse en el presente. Mientras caminaban por el patio, comenzaron a bromear sobre las clases, los profesores y los compañeros. Isabella, con su sentido del humor natural, exageraba cada historia para hacer reír a Lucas:
—Y luego la profesora de química me dijo que si derramaba otro líquido sobre mí, me iban a inscribir en un programa de supervivencia extrema —dijo dramatizando—. Imagínate… ¡sobrevivir entre matraces y ácidos!
Lucas rió tanto que se tapó la boca, tratando de no llamar la atención de los que pasaban por ahí.
—Isa… eres increíble… —dijo mientras la miraba, todavía sonriendo—. No sé cómo soportas todo esto y sigues con humor…
Isabella sintió cómo su corazón se aceleraba. Le gustaba que Lucas la entendiera, que la protegiera de alguna manera, aunque solo fueran palabras. Por un momento, se olvidó de Damián, de los rumores y del estrés de las tareas físicas.
Decidieron caminar hacia las canchas, el lugar que Lucas conocía como su pequeño refugio secreto en la escuela. Isabella estaba más relajada, pero aún distraída por todo lo que había pasado. Lucas la notó y, con un gesto protector, la tomó suavemente del brazo:
—Tranquila… todo va a estar bien —le dijo—. Solo relájate un poco.
Isabella cerró los ojos un momento y suspiró:
—Gracias, Lucas… de verdad —susurró, sonrojándose ligeramente—. A veces siento que nadie me entiende… excepto tú.
Mientras caminaban hacia las canchas, se encontraron con Sofía Sánchez. La expresión de Sofía era impecable: simulaba preocupación mientras miraba a Lucas de manera calculada.
—Lucas… ¿qué haces aquí? —preguntó con voz inocente, como si no supiera nada—. Isabella parece distraída hoy… deberías cuidarla un poco, ¿no?
Lucas frunció el ceño, confundido. No sabía si Sofía estaba siendo genuina o manipuladora. Pero Isabella rápidamente intervino:
—No te preocupes, Sofía… estoy bien —dijo con firmeza, aunque su corazón latía rápido por la tensión de la situación.
Sofía sonrió ligeramente, pero por dentro empezaba a tejer su plan. Sabía que mientras Isabella estuviera ocupada con Damián, tendría más oportunidades de acercarse a Lucas. Y Lucas, por su parte, estaba tan concentrado en proteger a Isabella que no se dio cuenta de las intenciones de Sofía.
Isabella y Lucas llegaron finalmente a las canchas, donde pudieron relajarse un poco. Isabella se sentó en la banca, dejando escapar un suspiro largo y pesado:
—Puff… qué día, Lucas… —dijo, pasando la mano por el cabello—. Damián me volvió loca, me tuvo corriendo de un lado a otro… y todavía siento la tensión de ayer…
—Lo sé… —dijo Lucas, sentándose a su lado—. Pero ahora estamos aquí, y puedes olvidarte de todo por un rato.
Isabella sonrió, dejando que la tranquilidad del lugar y la compañía de Lucas la envolvieran. Por un momento, todo el estrés y la tensión parecían desvanecerse, aunque sabía que al día siguiente todo podría volver a complicarse.
—Gracias, Lucas —susurró, mirándolo a los ojos—. En serio… me salvas de volverme loca con tanto tirano suelto…
Lucas sonrió, y mientras ambos se relajaban, Isabella pensó: “Si pudiera mantener a Lucas cerca todo el día… sería perfecto… pero Damián no lo permitiría jamás…”
Y así, entre risas, bromas y un poco de descanso, Isabella y Lucas aprovecharon el tiempo que tenían para alejarse un poco de las tensiones que los rodeaban, sin saber que Sofía ya estaba planeando su próximo movimiento.