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El Velo De La Mentira: La Novia Intercambiada

El Velo De La Mentira: La Novia Intercambiada

Status: Terminada
Genre:Mujer poderosa / Mafia / Traiciones y engaños / Novia sustituta / Romance oscuro / Completas
Popularitas:1.1k
Nilai: 5
nombre de autor: AUTORAATENA

Jasmim y Jade son gemelas idénticas, pero separadas desde su nacimiento por un oscuro acuerdo entre sus padres: cada una crecería con uno de ellos en mundos opuestos. Mientras Jasmim fue criada con sencillez en un barrio modesto de Belo Horizonte, Jade creció rodeada de lujo en Italia, mimada por su padre, Alessandro Moretti, un hombre poderoso y temido.

A pesar de la distancia, Jasmim siempre supo quiénes eran su hermana y su padre, pero el contacto limitado a videollamadas frías y esporádicas dejó claro que nunca sería realmente aceptada. Jade, por su parte, siente vergüenza de su madre y su hermana, considerándolas bastardas ignorantes y un recordatorio de sus humildes orígenes que tanto desea borrar.

Cuando Marlene, la madre de las gemelas, muere repentinamente, Jasmim debe viajar a Italia para vivir con el padre que nunca conoció en persona. Es entonces cuando Jade ve la oportunidad perfecta para librarse de un matrimonio arreglado con Dimitri Volkov, el pakhan de la mafia rusa: obligar a Jasmim a casarse en su lugar.

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Capítulo 11

📖 Capítulo 11 – El Primer Encuentro con el Infierno

La tarde caía sobre Milán con nubes pesadas que teñían el cielo de un gris triste. Las calles comenzaban a llenarse con las luces amarillentas de los postes y el bullicio del tráfico. En el hotel más lujoso del centro, Dimitri Volkov se acomodaba en su sillón de cuero, el vaso de vodka en la mano, mientras observaba la información sobre su futura esposa en una carpeta detallada, con fotos, registros, informes sobre los pasos de la familia Moretti.

Cerró la carpeta con fuerza, los ojos tan fríos que parecían capaces de congelar el fuego del infierno. Cogió el celular de oro, marcó el número de Alessandro Moretti y esperó apenas dos toques hasta oír la voz grave del consejero.

— Alessandro — dijo Dimitri, la voz baja y letal como una lámina — quiero ver a Jade esta noche. No mañana, no después. Hoy. A las diecinueve horas, ella estará delante de mí para recibir mi anillo de compromiso.

Del otro lado de la línea, Alessandro tragó saliva, sintiendo la presión aplastante que Dimitri exhalaba incluso a kilómetros de distancia. Su corazón latió descompasado.

— Ella estará lista, señor Volkov — respondió, sin osar dudar.

— Óptimo. No me haga esperar — dijo Dimitri, y colgó sin más una palabra.

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En la mansión Moretti, Alessandro entró con pasos pesados, las suelas de los zapatos resonando por los pasillos de mármol. Su rostro cargaba la dureza de quien convive hace décadas con hombres monstruosos, pero aun así la sombra de Dimitri conseguía dejarlo más rígido que nunca.

En el salón, encontró a las hijas sentadas a la mesa del café de la tarde. El olor a pan fresco y té negro flotaba en el aire, pero la atmósfera estaba cargada. Jasmín sonreía tímidamente, intentando mantener la farsa, mientras Jade, más pálida que nunca, fingía comer una rebanada de pastel.

— Jade — dijo Alessandro con voz helada como la brisa del otoño milanés — prepárate. A las diecinueve horas, Dimitri te espera. Él quiere entregar el anillo de compromiso personalmente.

Las palabras cayeron sobre la mesa como un trueno. Las dos hermanas se miraron, y Jasmín sintió el corazón fallar un latido. La mirada de Jade, llena de pánico, parecía suplicar ayuda sin emitir un sonido siquiera.

— Sí, padre — respondió Jade en un hilo de voz, la mano temblando mientras soltaba el tenedor sobre el plato.

Alessandro no añadió nada más. Giró sobre los talones y subió a su oficina, dejando atrás el silencio más opresor que Jasmín ya había sentido en toda su vida.

Cuando el sonido de los pasos de él desapareció, Jade llevó las manos al rostro, el cuerpo balanceándose como si fuese a desmoronarse. Las lágrimas escurrieron libres, manchando el maquillaje delicado.

— Él… él es el propio rey del infierno, Jasmín — dijo, la voz trémula como una vela al viento. — Aquel hombre ve la mentira en los ojos, siente el engaño en el tono de voz. Los rumores sobre él son peores que pesadillas. Dicen que él mata con las manos desnudas, que él despellejó vivo al último hombre que lo traicionó. ¿Y si él percibe que no soy yo? ¿Y si muero antes incluso de que cambiemos de lugar?

Jasmín se acercó, sujetó el rostro de la hermana entre las manos, obligándola a mirar en sus ojos. Aquel contacto hizo que Jade se estremeciera.

— Todo saldrá bien — dijo Jasmín con firmeza. — Necesitas mantener la calma. Eso le hace mal a tu bebé, ¿recuerdas? Yo iré en tu lugar a ese encuentro. Tú descansa, respira hondo. Déjamelo a mí.

Los ojos de Jade se agrandaron, la boca entreabierta en una mezcla de alivio e incredulidad. Ella sujetó las manos de Jasmín con fuerza, como quien se agarra a una tabla de salvación.

— Gracias… gracias… — repitió, las lágrimas cayendo sobre los dedos de la hermana.

Jasmín forzó una sonrisa para disimular el miedo que la corroía por dentro. Su corazón latía tan rápido que llegaba a doler, pero mantuvo la cabeza erguida.

---

La noche llegaba rápido, tiñendo las paredes de la mansión con sombras largas. Jasmín subió al cuarto de Jade mientras la hermana se tiraba en la cama en sollozos, exhausta de la tensión. En el closet, escogió un vestido floral simple, pegado al cuerpo, sin escotes, pero con tejido fino que marcaba sus curvas y los senos medianos. Era elegante, femenino, pero discreto — no quería llamar la atención por la vulgaridad, apenas por la naturalidad.

En el espejo, sus cabellos rojizos escurrían lisos por la espalda como una llama domada. El maquillaje leve realzaba sus ojos verdes, iluminando la piel blanca como porcelana. Incluso intentando ser práctica, no pudo evitar pensar en lo cuán parecida estaba con la hermana — y en cómo aquel rostro sería la única cosa que Dimitri vería antes de sellar el destino de ellas.

Cuando terminó, bajó las escaleras con el corazón disparado. El sonido del tacón resonaba como campanas fúnebres en cada escalón. Al llegar al vestíbulo, encontró al conductor ruso esperando de brazos cruzados. Era un hombre enorme, con la cabeza rapada, el rostro marcado por cicatrices, y ojos pequeños y vacíos como pozos sin fondo.

Él abrió la puerta del coche negro, la carrocería brillando bajo la luz de los postes. Jasmín inspiró hondo, sujetó el miedo en el fondo del pecho y forzó la voz:

— Buenas noches — dijo en italiano, la voz saliendo suave, pero firme.

El hombre la encaró por un segundo que pareció eterno, después asintió sin emoción.

Ella entró en el asiento trasero, sintiendo el cuero helado bajo los muslos. El conductor cerró la puerta con un chasquido sordo y tomó su lugar al volante. Cuando el coche dio partida, Jasmín miró por la ventana hacia la mansión que se alejaba — su hogar, su pasado, tal vez su propia vida — quedando atrás a cada metro recorrido.

Dentro del coche, el silencio era tan denso que casi hacía ruido. El olor a cuero se mezclaba con un perfume amaderado fuerte, probablemente de Dimitri, impregnado en el interior del coche.

La mente de ella hervía: *¿Cómo actuar? ¿Cómo engañar a un hombre que fue criado para olfatear la mentira?* Cada rumor sobre Dimitri resonaba en su cabeza como martillazos: la historia de que él ya mató con las propias manos, de que se deleitaba con el dolor de los enemigos, de que nada en el mundo era capaz de doblegarlo.

Ella sabía que cada palabra que dijese, cada mirada que lanzase, podría ser su sentencia de muerte. Y aun así, allí estaba, camino a conocer al propio demonio.

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Malu Enriquez
Que bien que se defienda si no le pasarán por encima siempre ☺️
Malu Enriquez
Y eso que son familia imagínate si fueran estarlos pobre jazmín lo que le espera
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