Madelein una madre soltera que está pasando por la separación y mucho dolor
Alan D’Agostino carga en su sangre una maldición: ser el único híbrido nacido de una antigua familia de vampiros. Una profecía lo marcó desde el nacimiento —cuando encontrara a su tuacantante, su alma predestinada, se convertiría en un vampiro completo. Y ya la encontró… pero ella lo rechazó. Lo llamó monstruo. Y entonces, el reloj comenzó a correr.
Herido, debilitado y casi al borde de la muerte, Alan llega por azar —o destino— a la casa de Madeleine, una mujer con cicatrices invisibles, y su hija Valentina, demasiado perceptiva para su edad. Lo que parecía un encuentro accidental se transforma en una conexión profunda y peligrosa. En medio del dolor y la ternura, Alan comienza a experimentar algo que jamás imaginó: el deseo de quedarse, aún sabiendo que su mundo no le permite amar como humano.
Cada latido lo arrastra hacia una verdad que no quiere aceptar…
¿Y si su destino son ellas?
¿Madelein podrá dejar
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Capítulo -11— solo unos días
Su toque fue como una corriente cálida recorriéndome el cuerpo, y el dolor que me atormentaba comenzó a disminuir. Trato de levantarme… no puedo. Solo soy consciente de que puedo mover los pies, pero no sé si lo estoy haciendo bien. En medio de esa confusión, mis dedos rozan algo suave, y la oscuridad vuelve a envolverme.
En ese vacío, se repite una y otra vez el momento en que ella me rompió el corazón.
“Tendré que vivir solo por toda la eternidad…”, me repito, mientras la desesperanza me abraza.
Pero entonces, una voz… una voz distinta. Suave, clara… me calma.
“Estoy bien. Me cuidarán…”, intento convencerme.
Siento algo frío y húmedo en la frente. Estoy hirviendo.
Poco a poco, mis ojos comienzan a abrirse. Estoy en un lugar desconocido. A mi lado, una chica de cabello negro y piel morena, casi blanca, duerme junto a la cama. ¿Quién es?… Se ve hermosa. ¿Qué estás pensando, Alan? Estás loco...
Mi mano, movida por un impulso inconsciente, se desliza hasta su cabello y lo acaricia con suavidad.
—Lucien —susurro.
—Sí, amo —responde su voz desde las sombras.
—¿Qué pasó? ¿Por qué terminé en esta situación? Aunque quiero levantarme, no puedo. Me siento débil…
—Lo emboscaron, señor. Cuando llegué donde usted, encontré demasiada sangre. Pensé que estaba muerto. Pero seguí el rastro en el piso. Cuando llegué aquí, la chica que está a su lado lo atendía. Lo vendaba. La niña… le puso nombre.
—¿Nombre?
—Sí, amo. Alan, así lo llamó.
pero ese es mi nombre.como lo sabía? pensé
(Silencio tenso. Alan comienza a comprender que esa niña… no es tan común como aparenta).
—Acuéstate y duerme. Despertaré a mi mami —me dijo la niña, decidida.
—Mami, mami, despierta… te quedaste dormida.
—Mmm… sí, mi niña. Ve a la cama, ya voy…
(Al parecer ya le bajó la fiebre…)
—Descansa, Alan —susurró.
Su voz… Ella es la dueña de esa voz tan hermosa. Me levanto con dificultad y miro hacia la cama. Ahí están: ella… y la niña. Tan hermosas. Dormidas.
Escuchar los latidos de su corazón me estremece. Me hace saber que está sufriendo. Y no quiero que sufra. ¿Pero qué estoy diciendo? ¿Será que me estoy volviendo… humano? Siento cosas que no debería. No es normal…
—Amo… —interrumpe una voz familiar.
—¡¿Lucien?! —me sobresalto—. ¿En qué momento volviste ?
—Tengo un rato aquí. ¿Acaso no sintió mi presencia?
—No… no la sentí. ¿Qué me está pasando?
—Esto es preocupante. La Reina me va a matar por no haberlo cuidado bien…
—¡Cállate! Escúchame: ve con mis padres. Pregunta qué pasaría si me rechaza mi tuacantante. Si te dicen algo grave… cuéntales todo. Diles que fui rechazado y que estoy bajo el cuidado de una chica. Si van a venir, que lo hagan sin ser vistos.
—¿Y la niña?
—Manda a Lamcon a cuidarlas. Dile que nadie puede hacerles daño, o se las verá conmigo. Tiene prohibido entrar a la casa. ¿Entendiste?
—Sí, amo. Volveré lo más pronto posible.
—Y no lo olvides: solo habla con ellos. Que nadie más escuche.
—Sí, amo…
Y así como llegó, Lucien se desvaneció en la oscuridad.
Lucien… más que una sombra, ha sido mi gran amigo. Aunque las sombras no se exactamente si aman, o sienten. Mi madre me lo regaló cuando supieron que era mitad humano, mitad vampiro. Ella dijo que me protegería siempre. Tal vez, si no le hubiera dicho que se fuera aquella noche… esto no habría pasado. Tal vez estaría en casa, con mamá y papá. Y no aquí, atado a una promesa de una semana, hecha por una niña demasiado inteligente para ser humana… o para su edad.
El domingo pasó rápido. Estas mujercitas se la pasaron hibernando y comiendo. Vimos películas. Made me cuidó, me limpió las heridas y, otra vez, me dio ese jugo… asqueroso. Lleno de vegetales. Wácala.
Lo mejor de todo… es que tiene un aroma que me calma.
Lo peor… es que a veces no puedo escuchar sonidos a distancia. Mis capacidades están disminuyendo. Creo que me estoy convirtiendo en humano completamente…
Llega el lunes. Madre e hija se levantan temprano. Ella me da otro de sus jugos y se despide:
—Volveré por la tarde.
Sus palabras se quedan grabadas. Como si esperara que la escuchara incluso sin estar aquí.
La niña se me acerca, se inclina y me susurra al oído:
—Luego regresamos. No te puedes ir. ¿Sí? Estás en tu casa… cuídala bien.
Y se marcha, como si fuera la jefa de todo este mundo.