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Caminos que se Cruzan...

Caminos que se Cruzan...

Status: Terminada
Genre:Yuri / Amor a primera vista / Maestro-estudiante / Colegial dulce amor / Completas
Popularitas:408
Nilai: 5
nombre de autor: Maria Kemps

Nunca pensé que mi vida empezaría a desmoronarse por una simple sonrisa.
Una sonrisa joven, llena de confianza, que me desarmó sin el menor esfuerzo. Solo era una tarde común, una clase cualquiera. Yo, con mis libros, mis papeles, mi matrimonio de fachada y la máscara que llevo años usando para sobrevivir en el papel que el mundo me impuso.
Pero cuando ella entró al salón, con ese aire despreocupado y esa voz dulce llamando a mi hija por su nombre… todo dentro de mí tembló.
Ella era solo la mejor amiga de mi hija. La chica que almorzaba en mi casa, que reía fuerte en la sala, que compartía historias de la universidad en la terraza mientras yo fingía no escuchar. Pero en ese instante, cuando nuestras miradas se cruzaron en el pasillo de la universidad, algo cambió.
Ella me miró como si ya supiera más de mí que lo que yo misma me atrevía a admitir.
Soy profesora. Estoy casada. Y no he salido del clóset.
Ella es mi alumna.
Y es todo aquello que he ocultado ser durante toda mi vida.

NovelToon tiene autorización de Maria Kemps para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 11

Tras subir a su habitación, Elisa decidió darse una ducha larga. El agua caliente le relajó el cuerpo, pero su mente insistía en revivir cada caricia, cada suspiro que Júlia le había arrancado.

Al salir de la ducha, eligió un conjunto ligero: un vestido informal de tela suave que se adaptaba a su cuerpo con naturalidad. El escote era un poco más amplio que el que solía usar en casa, pero, sinceramente, Elisa no le dio mucha importancia. Solo quería sentirse guapa. Libre.

Bajó las escaleras, todavía secándose el pelo con la toalla. En el suelo, apoyadas en el sofá, Júlia y Sofía estaban juntas, viendo algo en sus móviles y riendo.

Elisa ni siquiera tuvo tiempo de anunciar su presencia; Sofía levantó la vista enseguida y dijo:

"¡Guau, mamá! ¡Estás guapísima y hueles bien! Te arreglaste para papá, ¿verdad?".

Júlia arqueó una ceja, intentando ocultar los celos que le estallaron en el pecho. Apretaba el móvil con fuerza, pero fingió sonreír, aunque sus ojos delataban un atisbo de enfado.

Elisa notó su mirada y, sonriendo para sus adentros, intentó romper la tensión antes de que se hiciera demasiado evidente.

"Claro que no, cariño...", dijo, encendiendo la tele y cruzando las piernas con calma, de forma absolutamente provocativa. El vestido se le subió un poco en el muslo y el escote llamó la atención de Júlia, quien apartó la mirada rápidamente, sintiendo el corazón acelerado. "Solo quería sentirme guapa, anda ya".

Jugueteaba con el mando a distancia de la tele sin prestar mucha atención a lo que estaba puesto. De hecho, Elisa podía oír cada respiración que provenía del suelo.

"¡Así es, mamá!", dijo Sofía, volviendo su atención a Júlia. "Por cierto, ya que hablamos de chicos... Júlia, ¿cuál es tu tipo de mujer?".

Elisa abrió los ojos discretamente, pero no se atrevió a interrumpir. Prefería fingir que estaba pegada al televisor, aunque cada músculo de su cuerpo estaba tenso, prestando atención.

Júlia se rió, mirando a Sofía antes de responder:

"Dominante... atractivo... mayor", dijo, alargando las palabras con una sonrisa provocativa.

Sofía abrió mucho los ojos y se rió.

"¡Guau! ¿De esa manera en concreto? ¿Has estado con muchos, entonces?"

Elisa, que hasta entonces había fingido ver la televisión, giró discretamente la cara para oír mejor, con los ojos entornados.

"Con unos cuantos", respondió Julia, echándose el pelo hacia atrás y cruzando las piernas, imitando el gesto de Elisa, como si fuera un desafío silencioso. "Pero, siendo sincera, no creo haber encontrado al indicado para mantenerme... atrapada".

Su mirada se dirigió directamente a Elisa, quien se sonrojó ligeramente, aunque intentó disimularlo.

Sofía ni siquiera notó el subtexto. Simplemente rió.

— ¡Guau! Esta "mamá dominante" va a tener que ser muy buena, ¿eh?

— ¡Ah, sí que lo es! —murmuró Julia, como para sí misma, pero lo suficientemente alto como para que Elisa la oyera.

Elisa se mordió el interior de la mejilla para no sonreír. Su hija de dieciocho años estaba allí, inocente, sacando a relucir un tema que, para ella, era completamente inofensivo, pero que para Elisa y Julia era como una descarga eléctrica.

Y, mientras Sofía seguía jugando con su móvil, comentando cosas al azar, Elisa y Julia intercambiaron miradas rápidas llenas de todo lo que aún no podían decir.

Al cabo de un rato, Sofía dejó el móvil en el regazo, emocionada:

— ¡Acabo de ver un vídeo en TikTok que ha sido genial para conocernos mejor! —Se sentó en el suelo, con los ojos brillantes de emoción—. Era como un juego de verdad o reto... pero solo con preguntas. ¡Sin retos! ¿Quieres jugar?

Julia, que discretamente miraba a Elisa, sentada allí, sonrió de lado:

— Me apunto.

Elisa ni siquiera parpadeó, seguía mirando la tele como absorta, pero, en realidad, escuchando cada palabra.

— ¡De acuerdo! —dijo Sofía emocionada—. ¡Empiezo yo! Julia... ¿cuál fue tu primer amor?

Julia rió, recostándose en el sofá, cómoda:

— Una profesora del colegio.

Sofía abrió los ojos de par en par, sorprendida y divertida.

— ¡Mentiras! ¿En serio?

— Lo juro —respondió Julia con naturalidad—. Debía de tener unos diecisiete años.

Elisa tosió discretamente, acomodándose en el sillón, incómoda.

Sofía entonces hizo otra pregunta:

— ¿Y has estado con muchas mujeres mayores?

— Unas cuantas —respondió Julia, todavía con esa sonrisa pícara en los labios—. Pero no tantas como me gustaría.

Elisa apretaba el control remoto con fuerza, con la mandíbula apretada, intentando no reaccionar visiblemente.

"¿Y tu primera vez? ¿Estuvo bien?"

La pregunta de Sofía llegó rápidamente, con tono inocente, pero Elisa, esta vez, apartó la mirada y se apoyó en el respaldo de la silla, sorprendida por el rumbo de la conversación.

"Estuvo...", Júlia se encogió de hombros. "Bien. Pero no tan bien como podría haber sido. Creo que la primera vez de verdad, la que realmente cuenta, llegó después".

El silencio en la sala se hizo denso por un segundo.

Sofía sonrió, satisfecha con las respuestas, y decidió cambiar de tema:

— ¡Bueno, ahora preguntas tú, Julia!

Julia pensó un segundo y luego miró a Sofía con picardía:

— Es la primera vez. Quiero saberlo.

Sofía no dudó, con la naturalidad propia de su edad:

— Ya pasó.

Elisa, que había estado callada hasta entonces, casi se cae de la silla.

— ¿Qué quieres decir, niña? —Se giró, mirando a su hija—. ¿Y por qué no me lo dijiste?

Sofía rió, completamente tranquila:

— Mamá... —Puso los ojos en blanco—. Si quieres prestar tanta atención a lo que digo y hacer preguntas, ¿por qué no juegas tú también?

Julia soltó una carcajada, mirando a Elisa con un brillo en los ojos, disfrutando de la situación.

— Tiene razón, maestra —dijo con una sonrisa burlona—. ¿Vas a rechazar la invitación de tu hija?

Elisa cerró los ojos un segundo, respirando hondo, entre la vergüenza y la resignación.

— Vale... —dijo finalmente, levantando las manos como si se rindiera—. Yo jugaré.

Sofía vitoreó y dijo: «Ahora sabré lo que siempre he querido...». Y Júlia sonrió ampliamente, con la mirada penetrante, imaginando ya cuánto más podría dar ese juego...

Sofía estaba muy emocionada, con los ojos brillantes mientras sostenía el móvil con la lista de preguntas abiertas, sin siquiera notar la ligera tensión en el ambiente.

— Vale, mamá... ¡me toca preguntar! —se acomodó en el sofá, pícara sin darse cuenta—. ¿Con cuántos chicos has estado?

Elisa rió nerviosa, ajustándose la blusa en el regazo:

— Ay, Sofía... no sé, ¿unos... 2, 3? —respondió un poco avergonzada.

— ¿Y cómo estuvo? —insistió Sofía, divertida.

— Normal, ¿eh?... citas, besos, ese tipo de cosas. — Elisa apartó la mirada, sin querer entrar en demasiados detalles.

Julia, sonriendo con picardía, tomó su turno:

— Profesor... ¿ha estado alguna vez con una mujer?

Elisa se quedó paralizada. Sintió que la sangre le subía, pero mantuvo la postura:

— No. — Respondió con firmeza, pero sus ojos delataban una ligera incomodidad, sobre todo cuando el recuerdo del sofá y el coche le cruzó por la mente.

— Mmm... — Julia se mordió el labio, como si se guardara un comentario.

Sofía rio y le dio un codazo:

— Mamá, ¿de verdad fuiste sincera? — bromeó, haciendo que Elisa levantara ligeramente la vista.

Sofía, riendo, volvió su atención a Julia:

— ¿Y tú, Julia? ¿Has hecho alguna vez un trío?

Julia soltó una carcajada:

— Sí. Una vez. Pero prefiero las cosas más... centradas. — Le guiñó un ojo a Sofía, que rió.

Elisa se cruzó de brazos, visiblemente incómoda.

Sofía, relajada, hizo otra pregunta:

— ¿Y con quién perdiste la virginidad?

— Con una mujer mayor. — Respondió Julia sin pudor. — Todavía en el instituto.

Elisa arqueó las cejas, sorprendida.

— ¿Eras... rebelde en el instituto? — preguntó curiosa.

Julia sonrió ampliamente:

— Era... difícil de controlar.

Las dos se miraron fijamente un instante más de lo debido. El ambiente estaba tan cargado que solo quienes eran lo suficientemente sensibles como para notarlo podían notarlo.

Sofía no se dio cuenta. Volvió a tomar su turno, emocionada:

— ¡Mamá, ahora me vas a preguntar algo!

Elisa respiró hondo, intentando ser ligera:

— Vale... — pensó. — ¿Alguna vez has tenido una relación seria?

— Una vez. — Respondió Sofía rápidamente. — Pero terminó pronto. Fue más bien un beso. Elisa abrió mucho los ojos:

— ¿Qué quieres decir con besuquearse?

— ¡Ay, mamá... normal! —Sofía rió—. Besos, abrazos... ¿Crees que soy una santa, verdad?

Júlia casi rió, pero se contuvo, mirando de reojo a Elisa, que parecía entre sorprendida y protectora.

Sofía rió aún más fuerte y le dijo:

— ¿Besarías a una amiga?

La pregunta casi hizo que Elisa se ahogara.

Júlia, notando su incomodidad, cruzó las piernas con calma y respondió, mirando discretamente a Elisa:

— No —dijo con una sonrisa que era puro veneno—. No mezclo la amistad con otras cosas... Una amiga es una amiga.

Sofía pareció decepcionada:

— Ahhh...

Pero Júlia añadió, a propósito, mirando rápidamente a Elisa de nuevo y luego a Sofía:

— Y en fin... últimamente solo he estado haciendo amistad con gente más joven. Lo que de verdad me gustan son las mujeres maduras, mayores y con experiencia...

El mensaje era clarísimo. Elisa apretó los labios, mirando la tele sin ver nada.

Sofía, sobresaltada o intentando leer entre líneas, sonrió:

— ¡Chicas, sois tan graciosos!

Y Júlia, discretamente, simplemente curvó una comisura de los labios hacia arriba, satisfecha.

Sabía que había despertado los celos de la profesora.

¡Perfecto! Sigo en la misma línea que me preguntaste: la broma se vuelve más íntima, la tensión aumenta, Sofía como sin filtro, Júlia bromeando sutilmente, y Elisa intentando seguirle el ritmo, pero ya llena de celos. Aquí está la escena:

---

Sofía estaba muy emocionada, con los ojos brillantes mientras sostenía el móvil con la lista de preguntas abiertas, sin siquiera notar la ligera tensión en el ambiente.

— ¡Bueno, mamá... me toca a mí preguntar! — Se acomodó en el sofá, pícara sin darse cuenta. — ¿Con cuántos chicos has estado?

Elisa rió nerviosamente, ajustándose la blusa en el regazo:

— Ay, Sofía... no sé, ¿unos... cinco, seis? — respondió, un poco avergonzada.

— ¿Y cómo estuvo? — insistió Sofía, divertida.

— Normal, ¿eh...? Salir, besarse, ese tipo de cosas. — Elisa apartó la mirada, sin querer entrar en demasiados detalles.

Júlia, sonriendo con picardía, tomó su turno:

— Profesora... ¿has estado alguna vez con una mujer?

Elisa se quedó paralizada. Sintió que la sangre le subía por las venas, pero mantuvo la postura:

"No". Respondió con firmeza, pero sus ojos delataban una ligera incomodidad, sobre todo cuando el recuerdo de la mañana en el coche le cruzó por la mente.

"Mmm..." Julia se mordió el labio, como si se guardara un comentario.

Sofía se rió y la pinchó:

"Mamá, ¿de verdad fuiste sincera?", bromeó, haciendo que Elisa soltara un leve bufido.

Sofía, riendo, volvió su atención hacia Julia:

"¿Y tú, Julia? ¿Has hecho un trío?"

Julia soltó una carcajada:

"Sí. Una vez. Pero prefiero cosas más... centradas". Le guiñó un ojo a Sofía, quien rió.

Elisa se cruzó de brazos, empezando a sentirse visiblemente incómoda.

Sofía, completamente relajada, hizo otra pregunta:

"¿Y con quién perdiste la virginidad?"

"Con una mujer mayor", respondió Julia sin pudor. "Todavía en el instituto".

Elisa arqueó las cejas, sorprendida.

"¿Eras del tipo... rebelde en la escuela?", preguntó con curiosidad.

Júlia sonrió ampliamente:

"Era... difícil de controlar".

Las dos se miraron fijamente un momento más de lo debido. El ambiente era tenso solo para quienes eran lo suficientemente sensibles como para notarlo.

Sofía no se dio cuenta. Volvió a tomar su turno, emocionada:

"¡Mamá, ahora pregúntame algo!"

Elisa respiró hondo, intentando ser ligera:

"Vale...", pensó. "¿Alguna vez has tenido una relación seria?"

"Una vez", respondió Sofía rápidamente. "Pero terminó pronto. Fue más como un beso".

Elisa abrió mucho los ojos:

"¿Qué quieres decir con besos?"

"¡Ay, mamá... normal!", rió Sofía. "Besos, abrazos... crees que soy una santa, ¿verdad?"

Júlia casi se rió, pero se contuvo, mirando de reojo a Elisa, que parecía entre sorprendida y protectora.

Sofía rió aún más fuerte y le dijo a Júlia:

— ¿Besarías a una amiga?

La pregunta hizo que Elisa casi se ahogara.

Júlia, notando su incomodidad, cruzó las piernas con calma y respondió, mirando discretamente a Elisa:

— No. —dijo con una sonrisa que era puro veneno—. No mezclo la amistad con otras cosas... Una amiga es una amiga.

Sofía pareció decepcionada:

— Ahhh...

Pero Júlia añadió, a propósito, mirando a Elisa de nuevo:

— Y en fin... últimamente solo he estado haciendo amistad con gente más joven. Lo que de verdad me gusta son las mujeres maduras, mayores y con experiencia...

El mensaje era clarísimo. Elisa apretó los labios, mirando la tele sin ver nada.

Sofía, sin entender lo que decía entre líneas, sonrió:

— ¡Chicas, qué graciosas sois! Y Julia, discretamente, simplemente curvó una comisura de sus labios hacia arriba, satisfecha.

Sabía que había puesto celosa a la profesora.

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Sofía, ya desconfiada, se cruzó de brazos y sonrió de lado, mirando directamente a Julia:

—Julia... —empezó en tono provocador— ¿saldrías con una mujer mayor, como... una casada?

A Elisa casi se le cae el mando a distancia al suelo. La tensión en la sala se intensificó.

Julia, una maestra del disfraz, sonrió con picardía:

— Depende... —respondió, fingiendo inocencia—. Si era infeliz y necesitada... tal vez.

Elisa tragó saliva con dificultad y apartó la mirada.

Sofía insistió:

—¿Y si fuera la madre de una amiga? —preguntó, mirándola directamente.

Esta vez, incluso Julia tuvo que parpadear con más fuerza antes de responder, conteniendo una risa nerviosa:

—Bueno... —ladeó la cabeza con falsa ligereza—. Eso sería complicado, ¿verdad? Mejor no mezclar las cosas.

Sofía arqueó una ceja, recelosa, al notar las miradas que Julia le dirigía; miradas que, discretamente, se dirigían a su madre con una intensidad inusual.

Y, como si la situación no fuera ya suficientemente intensa, Sofía dijo:

—Vale... ¿pero te interesa una mujer mayor?

Antes de que Julia pudiera responder y el ambiente se volviera aún más explícito, la puerta principal se abrió.

El marido de Elisa entró sonriendo con un ramo de flores.

"¡Mira quién está aquí!", dijo emocionado, caminando directamente hacia Elisa.

Ella se levantó del sofá, todavía un poco mareada por el repentino cambio de ambiente, y sonrió con fuerza. Él le entregó las flores y la atrajo hacia sí para un largo beso, sujetándola por la cintura, como si estuviera marcando su territorio.

"Este conjunto me está matando, cariño...", le susurró al oído, riendo.

Julia apartó la mirada, tragando saliva con dificultad. La sonrisa que había sido traviesa desapareció, dando paso a una expresión dura y triste. Sofía notó de inmediato su incomodidad; sus ojos se entristecieron de forma evidente, aunque intentó disimularlo.

Sofía, sensible, se mordió el labio, sin saber exactamente qué hacer.

Elisa, avergonzada, se giró hacia las dos:

— Creo que voy a dejar el juego, chicas... Subo con tu padre, Sofi... —dijo, mientras se acomodaba las flores.

Sofía, comprensiva, se levantó para besar a su madre en la mejilla:

— Bueno, mamá... disfruta.

Elisa sonrió levemente, sin dejar de mirar de reojo a Júlia.

Júlia también se levantó. Se acercó a Elisa y, con una sonrisa forzada, la abrazó rápidamente; lo suficiente como para oler su perfume y sentirse aún más embriagada.

— Besos, maestra. Nos vemos mañana... —dijo en voz baja, llena de todo lo que no podía decirse.

Elisa sintió el impacto, cerró los ojos un segundo y asintió, incapaz de decir nada.

Sofía lo vio todo. Vio cómo Júlia aferró el abrazo un poco más. Vio cómo su madre respiró hondo después.

Vio toda la verdad desplegándose ante sus ojos.

Pero prefirió guardárselo para sí. Por ahora.

Mientras el marido de Elisa la levantaba, su mirada seguía fija en la figura de Julia que se marchaba, como si se marchara con ella.

En la habitación de Elisa:

Entró, jalada por su marido, quien, sin dejar de reír, dejó las flores en la cómoda. Intentó besarla de nuevo, pero Elisa estaba distraída; la sonrisa en su rostro era automática. Su cuerpo estaba allí, su mente no.

Se dejó llevar por unos minutos, fingiendo entusiasmo, pero lo cierto es que el recuerdo de la mirada triste de Julia, de la tensión entre ellos, le martilleaba la cabeza.

Cada caricia de su marido le parecía... incorrecta. Fuera de lugar.

Cerró los ojos, intentando alejar la sensación, intentando concentrarse, pero no pudo. Su cuerpo ya no respondía con la misma facilidad.

Sin duda, su corazón latía por otra persona.

--

En la sala — Sofía y Julia:

Sofía miró hacia la puerta, asegurándose de que no las interrumpieran. Luego, se sentó más cerca de Julia en el sofá, hablándole suavemente, con una sonrisa pícara en los labios:

— Entonces, Julia... —comenzó, casi en tono desafiante—. Dime... ¿te gusta mi madre, verdad?

Julia arqueó una ceja, fingiendo sorpresa:

— ¿Tu madre? Me gusta, claro. Es increíble. Una profesora ejemplar... —dijo con tono irónico.

Sofía se rió, cruzando las piernas.

— Deja de huir. Te gusta de otra manera. Vi las miradas. —Entrecerró los ojos, como si ya no fuera una niña.

Julia se encogió de hombros, relajada:

— Quizás tengo debilidad por las mujeres maduras y... prohibidas —respondió, lanzándolo al aire, medio en broma, medio en serio.

Sofía ladeó la cabeza, mirando a Julia como si estuviera estudiando una pieza rara:

— Y... —se lamió los labios distraídamente— ¿Te quedarías conmigo también?

Julia sonrió con picardía:

— ¿De verdad quieres saberlo?

Sofía asintió, desafiante.

— Me quedo con quien despierte mi deseo —respondió en voz baja y cálida.

El rostro de Sofía se sonrojó levemente, pero no apartó la mirada. Al contrario.

— Despierto el deseo en ti... ¿o es solo mi madre?

Julia simplemente sonrió, sin confirmar ni negar, dejando el aire entre ellas cargado, cargado.

---

Más tarde, en la habitación de Elisa, donde estaba sola, su marido se había ido otra vez a trabajar.

Sofía llamó suavemente a la puerta.

— Mamá... ¿puedo?

Elisa, ya en pijama y todavía un poco distraída, asintió.

Sofía entró, sentada en la cama.

— Necesito decirte algo —dijo con seriedad.

Elisa frunció el ceño.

— ¿Qué pasa?

Sofía respiró hondo:

— Hablé con Júlia después de que subieras... —empezó, jugueteando con las manos—. Y... como que admitió que le gustas. De... verdad.

El corazón de Elisa se aceleró.

— Sofía... —empezó a hablar, pero la interrumpieron.

— Tranquila. —Sofía rió nerviosamente. — Dijo que le gustan las mujeres maduras y prohibidas... pero, mamá, no te preocupes. Le pregunté si yo también le gustaba.

Los ojos de Elisa se abrieron de par en par.

— ¿Qué quieres decir, Sofía?

— Es que... —Sofía dudó. — Me despierta cierta... curiosidad. Se hizo el silencio.

—¿Curiosidad? —repitió Elisa, conmocionada.

Sofía respiró hondo, mirando a su madre con una sinceridad desconcertante:

—Mamá... es deseo. Sexual. Siento... deseo. Por Julia —confesó con un susurro ronco.

Elisa se llevó la mano a la boca, sorprendida. Sintió una opresión en el pecho, una mezcla de celos, miedo y algo que aún no podía identificar.

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