SÉPTIMO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Soy hija de unos padres que viven de las apariencias y el egoísmo. Lo único bueno en mi vida es mi hermanita y lo único que busco es extender mis alas recortadas y volar. Conocí al primer amor de mi vida y a los pocos días lloro su partida. No creí que el mundo daría vueltas y me daría una enorme sorpresa. Ahora tendré un hijo y gané un enemigo tan caliente que me enloquece. No sé si lo quiero ahorcar o besar... o ambos.
Soy un cínico, ocultando todo mi tembloroso ser detrás de un muro de prejuicios y unas espinas de desconfianza. Eso es lo primero que aprendí en un mundo donde nadie da la cara por los más indefensos. Hasta que tuve una pequeña familia y una vez más la vida se encargó de arrebatármelos uno por uno. Ahora solo me queda mi ahijado y pelearé por él. No importa lo bella, exquisita y perfecta que sea mi oponente, no perderé mi corazón... o ¿ya lo perdí?
La historia de Lucy y Andy.
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LUCY (CAP. 11)
En el trayecto voy preparándome para el 1er encuentro con mi futuro hijito. Estoy super nerviosa y pienso en el troglodita de Andy Thomson. Frunzo el ceño y le pregunto a mi asistente.
- Dalia, ¿conseguiste un abogado?
La pobre tiene la cabeza gacha, rehuyendo mi mirada.
^ Lo siento, srta. Lucy. Ningún bufete de agogados aceptó. Con solo decir su nombre, nos cerraron las puertas. Por más que dejé la poco sutil frase de cheque en blanco, no fueron tentados.
Dalia es la única, aparte de mi familia, que sabe mi verdadera identidad. Eso es porque ella viene de una de las comunidades donde se consiguen las materias primas para las telas. En mi 2do año de universidad, la traje conmigo para que estudiara administración. Mas que mi asistente, es la encargada de los negocios cuando estoy fuera. Me encanta visitar yo misma todas las producciones.
- Maldición. Esperaba que su advertencia fuera irrelevante.
Al menos su irritable ser me ayuda a tener a raya mi nerviosismo. Llego al lugar, hablo con Sally y ella me lleva a un cuarto de juego. Solo se ve a un pequeño niño de espaldas. Respiro hondo y entro. El sonido de la puerta hace girar su rostro y siento que quiero llorar. Con razón le puso de nombre Josh. Es idéntico a su padre.
Me pongo en cunclillas y oculto mi rostro. No pude frenar mis lágrimas. Escucho pequeños pasos y siento una pequeña mano en mi cabello.
^ ¿Estás bien?
Tiene una dulce voz. Me controlo, porque yo soy quien debe preocuparse por él, no al revés. Levanto mi rostro y le doy una suave sonrisa.
- Si, gracias. Eres muy amable por preguntar. Soy Lucy, mucho gusto.
Extiendo mi mano y veo como poco a poco sus hermosos ojitos verdes se abren, mostrando sorpresa.
^ ¿Eres Lucy Keynes?
Ahora yo soy la sorprendida.
- Si...
El ignora mi mano y se lanza a mi. Me abraza fuerte y siento una bella calidez. Lo abrazo de regreso y nos quedamos un rato así, hasta que intenta moverse. Lo libero y se aleja un poco, pero mantiene mi chompa en su pequeña mano.
^ Mi mami me dijo que Diosito le dijo que tenía que volver al cielo, para ayudarlo a cuidar a muchas personas. Yo no quería que se fuera, porque me quedaría sin mamá, pero me dijo que alguien vendría a buscarme. Me dijo que ella cuidaría de mi desde el cielo y que mi nueva mami cuidaría de mi en la tierra. Sería un niño afortunado, por tener tantas personas cuidando de mi. Primero papá está en el cielo, ahora mamá también está en el cielo, mi tío Andy me cuidará y...
Apreta más su pequeño puño en mi chompa.
^ Y mi nueva mamá Lucy me amará.
Suavemente tomo sus manos y lo miro a los ojos. Con la promesa brillando en los míos.
- Tu mami tiene razón. Ella fue muy buena conmigo, permitiéndome ser tu mami en la tierra. No importa qué pase, yo haré que te sientas amado. Yo sé que mami Claire te dijo que no estuvieras triste, pero puedes estarlo. Yo sé lo que es extrañar a alguien que amas. No importa que clase de amor sea, cuando no está duele. Yo no puedo evitar que sientas ese dolor, pero si puedo prometerte que estaré ahí para ti. Nos haremos fuertes y llegará el momento que podrás recordar a mami Claire con una sonrisa, porque ella querría que seamos felices.
El niño empieza a llorar y yo lo abrazo. Es pequeño, pero no tanto como para no sentir la perdida de quien fue su mundo entero.
