Reencarné Para Vengarme

El reino de los elfos es bonito, la vegetación es común, a diferencia del Primer infierno que en su suelo existe las calles y las veredas en este lugar el suelo es tierra, hierba y algunas veces raíces de los árboles cercanos.

Rústico.

O tal vez estoy acostumbrada a la vida en aquel lugar, las casas son redondas de madera y arcilla, las luces son luciérnagas en la noche y los residentes comúnmente de cabello claro visten ropa que llega hasta los tobillos, algo incómodo.

Ahora mismo veo esto desde el balcón del castillo de Trinidez quien me aceptó en este lugar como invitada públicamente, los ciudadanos estaban en contra por su puesto, pero se hizo cargo con unas cuantas palabras.

"Cómo elfos, no, como la raza más prospera es nuestro deber aliarnos con las demás razas y crear una era de paz, confíen en su Dios quien nunca los ha decepcionado".

Tengo varias quejas respecto a sus tontas palabras, lo más evidente es que los elfos pueden ser prósperos, no están ni cerca de los demonios infernales, cazadores reales y los ferales, es decir; El primer infierno y sus dos distritos.

Lo otro es que no es tu deber, es que no te queda de otra, con la presión de Primera en nuestro territorio y el de Zero en las sombras no puedes negarte.

Cómo sea, no es de mi interés sus mentiras, debo seguir el plan de nuestro genio.

Hasta donde ellos saben yo soy la voz y voto de los demonios infernales, tengo el derecho de juzgar a favor o en contra de ellos.

— Señorita Rafael, si me permite seré su guía este día—. Ofrece sus servicios con respeto un joven quien ya he visto antes.

— ¿Menfis verdad? ¿No será Trinidez mi guía?—.

— Está algo triste por la muerte de su mujer—.

— ¿No me odias por matarla?—.

— Para nada, también me caía mal—.

Curioso hombre, realmente no parece mentir.

¿Realmente odiabas a la Diosa de los elfos oscuros? Era la aliada más cercana de tu Dios.

No es que me importe.

— La guiaré hacia el árbol de la vida, pasaremos entre las viviendas para que pueda ver la fauna y flora del bosque Brillante para finalmente volver al castillo real—.

— Me gustaría ver este lugar ¿La gente de este reino no me odia?—.

— Para nada, es nuestra invitada personal—.

— Me convenciste, podemos ir—.

— Le mostraré el camino—.

Sigo intentando ser elegante ante los caballeros y guardias del lugar quienes claramente me observan con desprecio, la muerte de Génesis para el pueblo es a causa de una lucha contra Ivory quien se mataron entre ellos.

Escucho algunos murmura sin poder entender lo que dicen, al llegar a la puerta un hermoso carruaje que es tirado por una especie de corcel de pequeña cornamenta.

No sabía que existía este tipo de animal, se le notan los músculos y su colorido pelaje.

Si, es hermoso debo admitir.

Sigo a Menfis hasta la entrada quien abre la puerta al interior, dentro del carruaje asientos acolchados y ventanas delante, atrás y en ambos costados.

Puedo ver al chofer frente a mí hasta que Menfis ocupa el asiento delantero tapando la visión.

— ¿Qué le parece este carruaje? ¿Es de su agrado?—.

— Más o menos, en mi tierra existen los trenes—.

— Desconozco lo que es—.

— Es un enorme vehículo metálico que se mueve gracias a una vía pasando por estaciones en todas direcciones, puede cargar toneladas de cosas y cientos de personas—. Explico con orgullo.

— Me gustaría verlo con mis propios ojos algún día, lo que me dice llama mi atención y me da curiosidad—.

— Haces bien, no hay mejor vehículo que ese, aunque uno de los objetivos de Clarissa era crear las llamadas "Bicicletas"—.

— ¿Otro transporte similar al tren?—.

— No, este es personal, de una sola persona, pero de dos ruedas y es pequeño y portátil, incluso podrías levantarlo en tus hombros para llevarlo si no tienes ganas de usarlo—.

— Me encantaría verlo también, aunque no parece tener sentido usarlo para llevarlo en los hombros—.

— Ah— Me doy cuenta de su punto — solo quería que se entienda que es ligero y útil, económico y accesible, es perfecto como todo lo que nuestro Dios hace—. Declaro con orgullo.

— Lo entiendo, entonces podríamos comerciar por algo tan cómodo como un vehículo personal—.

— Lo hablaré con Zero después—.

— Si, muchas gracias—.

No parece mostrar ningún signo de hostilidad, incluso parece genuinamente interesado en lo que hablo.

¿Está fingiendo? Si es así tiene buenas habilidades de actuación.

Quería decirle que se trata de dos ruedas de caucho y metal liviano como rayas de soporte, una estructura sólida metálica y un manubrio que cambia la dirección de la rueda delantera, pero obvio, decir eso es revelar información valiosa a un enemigo.

No creo que conozcan sobre el caucho, los metales livianos ni la estructura metálica.

Los planos están con Clarissa.

¿Zero construirá las bicicletas si viene?

Lo dudo.

Cómo sea, el plan está saliendo bien.

El primer lugar es el árbol de la vida, un gigantesco tronco lleno de tributos colgados, medallas, corona de flores y collares hechos con habilidades manuales.

Es parte de su religión.

Al llegar al bosque me niego a cruzar el lugar, no quiero mostrar ingenuidad y permitir que me lleven a un lugar peligroso y atacarme, estoy segura de que no lo harían pero como dice Ciel: "Quien vive confiada, muere traicionada".

Al cruzar las casas de los elfos puedo ver su impresión al verme pasar, algunos con sorpresa, otros con odio, pocos con temor.

Me pregunto en qué piensan, ojalá tuviera una bendición como la de Tarón.

El ojo de la verdad.

La capacidad de observar la verdad en las palabras del observado.

Aterrador.

Mientras volvíamos al Castillo los animales que viven en la copa de los árboles llama mi atención, una cola y grandes mejillas les da un aspecto tierno, las aves viven en nidos construidos por su propio esfuerzo, las hormigas crean colonias en comunidad y los elfos aprecian la naturaleza.

Es algo que nuestro territorio no tiene, estamos apartados de la naturaleza, ellos la hacen parte de su vida diaria.

Me agrada.