Siempre he pensado que el hombre que nace malo, nunca en su vida vuelve a recuperar la bondad de su corazón, nadie se hace malo porque quiere, la vida, la sociedad y el mundo te obligan.
Pero que haces si a tu vida llega una persona que no te teme y que cambia el rumbo de tus pensamientos.
Soy Jarek y necesito una madre para mi hijo, no importa lo que tenga que hacer para conseguirla.
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Capítulo 10: Una promesa en la oscuridad.
La boda había terminado, y poco a poco los empleados recogían la decoración que la abuela con tanto empeño había realizado.
La mansión quedó en silencio, iluminada solo por los candelabros del gran salón.
Jarek acompañó a Victoria hasta el pasillo que llevaba a las habitaciones.
Ella caminaba nerviosa, sostenía con delicadeza la falda de su hermoso vestido blanco.
—"No debes tener miedo, Victoria", expresó Jarek rompiendo el silencio. Sé que piensas que soy un monstruo, pero… contigo no quiero serlo, le dijo en un susurro apenas perceptible.
Ella lo miró sorprendida.
Nunca había escuchado esa vulnerabilidad en su voz, tampoco imaginaba que esos ojos oscuros pudieran cambiar a un tono más claro con solo una simple palabra.
—No temo a ti, Jarek —respondió suavemente—. Temo al mundo en el que vives… a lo que pueda destruirnos.
Jarek se detuvo frente a la puerta de la habitación de Victoria. Sin pensarlo demasiado, la tomó de la mano.
—No quiero que estés sola esta noche. Ahora eres mi esposa, quiero estar contigo, pero no como mi esposa por obligación… sino como la mujer que, sin proponérselo, está devolviéndole la luz a esta casa.
El corazón de Victoria dio un vuelco. Dudó, pero al ver la sinceridad en sus ojos, asintió levemente. Entraron juntos a la habitación.
La luz tenue de las lámparas bañaba el lugar. Jarek se acercó despacio, como si temiera asustarla, y le retiró un mechón de cabello que caía sobre su rostro.
—Eres hermosa —murmuró.
Victoria sintió que las piernas le temblaban. Cuando él rozó sus labios con los suyos, no se apartó.
El beso fue más profundo que el anterior, cargado de un deseo contenido que ambos habían evitado reconocer. Sus corazones latían desbocados, y, por un instante, el mundo dejó de existir.
A kilómetros de la mansión, Dalila y Cinthya bebían whisky en una lujosa sala iluminada con luces rojas.
—Jarek cree que ya ganó —dijo Dalila con sarcasmo—, pero no sabe que el verdadero juego apenas empieza.
—¿Qué piensas hacer? —preguntó Cinthya con curiosidad.
—Victoria es su punto débil. Lo sé por cómo la miraba. Si logramos separarlos, Jarek caerá… y con él, todo lo que Alma ha intentado proteger.
Cinthya sonrió con malicia, disfrutando del plan.
En la mansión, Demetrio observaba desde la ventana del pasillo, con un cigarrillo en la mano cada paso de los recién casados. Había sido testigo del beso entre Jarek y Victoria en el salón, y la rabia y los celos lo consumían.
—Siempre tú, Jarek… arrebatándome lo que quiero —pensó con amargura.
Apretó los dientes con fuerza.
No permitiría que Victoria se convirtiera en la salvación de su "amigo".
Él también la deseaba, y estaba dispuesto a ensuciarse las manos para conseguirla.
Mientras tanto, en la oscuridad de la habitación, Victoria apoyó su frente contra el pecho de Jarek, escuchando el ritmo firme de su corazón.
Por primera vez desde que todo comenzó, se sintió protegida… aunque desconocian que una sombra oscura acechaba desde la distancia, estaba naciendo algo mas fuerte entre ellos,un amor que poco a poco saldra a la luz y que todavia debe pasar por muchas tormentas para que el sol lo pueda iluminar.