En un mundo donde los ángeles guían a la humanidad sin ser vistos, Seraph cumple su misión desde el Cielo: proteger, orientar y sostener la esperanza de los humanos. Pero todo cambia cuando sus pasos lo cruzan con Cameron, una joven que, sin comprender por qué, siente su presencia y su luz.
Juntos, emprenderán un viaje que desafiará las leyes celestiales: construyendo una Red de Esperanza, enseñando a los humanos a sostener su propia luz y enfrentando fuerzas ancestrales de oscuridad que amenazan con destruirla.
Entre milagros, pérdidas y decisiones imposibles, Cameron y Seraph descubrirán que la verdadera fuerza no está solo en el Cielo, sino en la capacidad humana de amar, resistir y transformar la oscuridad en luz.
Una historia épica de amor, sacrificio y esperanza, donde el destino de los ángeles y los humanos se entrelaza de manera inesperada.
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Errores invisibles
La tarde estaba cargada de una brisa cálida, pero Seraph apenas podía concentrarse en el parque.
Su corazón humano latía con fuerza descontrolada, y cada gesto de Cameron hacia Jhon lo atravesaba como una flecha invisible.
Por primera vez, la línea entre proteger y controlar se volvió borrosa.
Mientras Cameron alimentaba las palomas, Seraph intentó intervenir suavemente:
una ráfaga de viento movió las hojas cerca de ella, provocando que se inclinara un poco y chocara con Jhon.
—¡Ay! —exclamó Cameron, sorprendida—.
—¿Otra vez? —dijo Jhon, frunciendo el ceño—. Esto se está volviendo raro…
Seraph sintió un dolor intenso al ver la preocupación en los ojos de Jhon.
Su intención era solo interrumpir pequeños momentos de cercanía,
pero se dio cuenta de que cada acción comenzaba a dejar marcas visibles en sus emociones.
Cameron, percibiendo algo extraño, murmuró:
—Es como si alguien… nos guiara o jugara con nosotros…
Jhon frunció el ceño, mirando a su alrededor:
—Siento lo mismo… pero no hay nadie aquí.
Seraph flotaba invisible entre ellos, con el corazón latiendo dolorosamente.
Cada intervención lo acercaba más a Cameron, pero también generaba confusión y desconfianza en Jhon.
Por primera vez, comprendió que sus celos podían lastimar a los humanos que quería proteger.
Ese día, cometió un error más grande:
al ver que Jhon estaba a punto de tomar la mano de Cameron,
Seraph extendió su energía para desviarla de forma más evidente,
lo que provocó un resbalón de ella que casi termina en caída.
—¡Cuidado! —gritó Jhon, sosteniéndola—.
—Gracias… —murmuró Cameron, algo desconcertada—. Fue… raro.
Seraph retrocedió, invisible, sintiendo un remordimiento profundo.
Nunca antes había experimentado un dolor tan humano:
el amor lo había convertido en protector y a la vez en un obstáculo.
Esa noche, los sueños del cielo fueron severos y claros:
“Seraph… hijo de la Luz… tus emociones humanas están interfiriendo de manera peligrosa.
Cada error deja cicatrices que podrían alterar los destinos que observas.
Aprende a amar sin destruir, a proteger sin controlar.
La línea entre la luz y la sombra es delgada. No falles… o el costo será irreversible.”
Al despertar, Seraph comprendió que su próximo paso debía ser medido con extremo cuidado.
Sus errores lo habían acercado a Cameron,
pero también comenzaban a alterar la percepción de Jhon.
Mientras la ciudad dormía, observó a Cameron desde la distancia,
percibiendo que ella sentía su presencia, pero aún no entendía su naturaleza,
y que Jhon comenzaba a sospechar de la misteriosa energía que los rodeaba.
Seraph cerró los ojos, respirando profundamente:
—No puedo perderla…
Pero tampoco puedo destruir lo que intento proteger.
El amor humano era más intenso, más delicado, y más peligroso de lo que jamás había imaginado.
Y él estaba aprendiendo, a cada error, que amar como humano y ángel al mismo tiempo no tendría vuelta atrás.
La ciudad estaba sumida en un silencio húmedo por la llovizna de la tarde.
Cameron caminaba bajo el paraguas, sus pensamientos ocupados en Jhon, pero un hilo invisible la mantenía alerta:
sentía la presencia de Seraph más intensa que nunca.
No podía verlo, pero cada paso suyo estaba acompañado de un calor extraño, una sensación de protección y urgencia que le erizaba la piel.
Jhon caminaba junto a ella, tratando de romper la tensión que sentía en el ambiente.
—Cameron… ¿sientes eso? —preguntó, señalando alrededor con nerviosismo—. Es como… alguien más está aquí, pero no lo vemos.
—Sí… —susurró ella—. Es como si alguien nos cuidara, pero de forma… muy intensa.
Ambos miraron alrededor, sin encontrar respuesta.
Seraph flotaba invisible, sintiendo cada palabra como un golpe al corazón.
Sus celos crecían, pero también el miedo a interferir demasiado.
Cada gesto de Jhon hacia Cameron era como un fuego que consumía su paciencia celestial.
Mientras caminaban, Seraph no pudo evitar intervenir una vez más:
una ráfaga de viento levantó el paraguas de Cameron levemente,
haciendo que se acercara a Jhon sin que lo notaran.
—¡Ah! —exclamó Cameron, sonrojada—. Gracias…
—No hay problema —dijo Jhon, sorprendido pero contento de estar más cerca de ella.
Seraph, invisible, sintió un dolor intenso al verlos tan cerca.
Cada roce accidental, cada mirada prolongada, aumentaba sus celos y desesperación.
Esa noche, Cameron no pudo dormir.
Sus sueños estuvieron llenos de sensaciones extrañas: un calor reconfortante, una brisa que jugaba con su cabello, la sensación de que alguien la sostenía y protegía sin que pudiera verlo.
—¿Quién eres? —susurró en la oscuridad—. ¿Por qué siento tu presencia?
Seraph flotaba en el borde de sus sueños, incapaz de responder directamente.
Su corazón humano deseaba confesarlo todo, pero el miedo al castigo del Cielo lo mantenía en silencio.
Jhon, por su parte, comenzó a notar patrones extraños en los días siguientes:
cada vez que Cameron parecía insegura o triste, algo invisible los acercaba,
como si un tercero guiara sus pasos, sus palabras y sus gestos.
—No puedo explicarlo… —murmuró para sí mismo—. Pero alguien está influyendo en nosotros…
Seraph, desde la distancia, lo escuchó y sintió un dolor agudo.
Su intento de proteger a Cameron lo estaba convirtiendo en un rival involuntario de Jhon,
y el triángulo amoroso que ya estaba marcado por la distancia, la incomunicación y los secretos,
se volvía ahora un campo de batalla emocional y sobrenatural.
Los sueños del cielo regresaron con mayor fuerza:
“Seraph… hijo de la Luz… tu influencia ya es evidente para los humanos.
Cada intervención altera sus emociones y sus decisiones.
Debes aprender a amar sin tocar, a proteger sin controlar.
Cada error traerá consecuencias irreversibles.”
Seraph despertó, con el cuerpo humano fatigado, y comprendió la magnitud de su situación:
no podía seguir interviniendo como antes, pero tampoco podía mantenerse distante sin romper el vínculo que lo unía a Cameron.
El triángulo amoroso estaba en su punto crítico: sus celos, su amor y su deseo comenzaban a definir el destino de los tres,
y cada decisión sería un paso hacia la felicidad… o hacia el dolor.