La historia gira en torno a dos amigos-enemigos que por errores del pasado tuvieron un futuro casi desvanecido.
Advertencia, la novela contiene decripción explícita sexual.
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Capítulo 1: Un Nuevo Año.
Desde que se conocieron jamás se separaron. Tanto en la primaria como en secundaria la pasaron juntos, y siempre se mantuvieron en una firme alianza de lealtad. Fue así como Arturo Cinn y Melvin Niall decidieron crear su propia empresa desde los cimientos. Al entrar a la universidad se esforzaron para sacar sus carreras de Administración de Empresa y Marketing. Fue ahí que mientras cursaban sus estudios conocieron a las que serían sus futuras esposas.
Los años pasaron y Melvin junto a su mujer Evelyn tuvieron un hijo al que llamaron Indigo. Dos años después Arturo y su esposa Cleissy también tuvieron un hijo al que bautizaron con el nombre de Aidan.
Desde pequeños tanto Arturo como Melvin hicieron que sus hijos fueran amigos y jugaran juntos, más aún porque vivían lado a lado, por lo que prácticamente se criaron juntos. Sin embargo mientras más crecían, más molestos se volvían entre ellos. Sus competencias a pesar de ser inocentes siempre terminaban por dejar a uno de los dos niños llorando.
Pasaron veinte años y la empresa prosperó convirtiéndose en la compañía más grande de Administración de Publicidad y Marketing, trabajando así con importantes marcas reconocidas. La llamaron Golden.
Indigo y Aidan se convirtieron en fuertes y sanos jóvenes, ambos con la esperanza de conseguir un buen futuro en la universidad que los enviaron sus padres. Ahí sacarían sus carreras para ayudarlos con el tema de la empresa familiar. Aidan iba en segundo año de la carrera, Indigo iba en cuarto año.
La universidad a la que asistían contaba con cuatro facultades, entre ellas Administración y Marketing. Ahí ambos chicos cultivaban sus conocimientos para prosperar en un futuro del negocio familiar, pero también daban rienda suelta a sus competencias para demostrar quién era el mejor. Tanto en notas como en lo deportivo, la universidad Crisol se destacaba por tener a los mejores alumnos en todas las ramas que enseñaban, además de fomentar el deporte y la vida saludable.
Era lunes por la mañana, y un nuevo año comenzaba. Como era habitual Aidan montaba en su Honda CBR400RR, ese llamativo rojo salía rugiendo de su garage en busca de su mejor amigo que vivía a sólo unas calles de ahí. El pelinegro de ojos oscuros solía salir temprano para encontrarse con Sayer, su mejor amigo. Éste en cariño le decía bambi por tener los ojos negros como los ciervos.
—¡Al fin llegas!— le dijo el pelirrojo con una sonrisa—. Me estaba congelando Bambi.
—No tardé tanto— se quejó Aidan.
—Es una broma. ¡Feliz cumpleaños!— le dijo dándole un regalo.
—Sabes que no era necesario— le sonrió el pelinegro.
—Sabes que sí— le dijo Sayer dándole un abrazo. Luego se separó para ponerse el casco—. Hoy cumples veinte años, ¿cómo lo vamos a celebrar?.
—No lo sé, no lo he pensado aún— dijo Aidan—. Vamos, súbete.
El pelirrojo se puso el casco y se acomodó atrás. Luego se afirmó de su amigo, y salieron rumbo a la universidad.
En el camino se detuvieron en un semáforo en rojo, a su lado apareció un Audi azul oscuro, quién lo manejaba era su amigo-rival Indigo. El castaño de ojos avellanas miró hacia su costado con algo de desdén, Aidan ni se inmutó, siguió viendo hacia el semáforo hasta que éste cambió.
Sayer observó al rival de su mejor amigo y luego miró hacia adelante. Conocía bastante bien la historia entre esos dos, y sabía que a pesar de haberse criado desde pequeños no lograron llevarse bien. Más parecían enemigos que les gustaba competir por todo, siempre era una apuesta por saber quién era el mejor. Y a pesar que sus familias se llevaban bien, ellos sólo fingían para no tener que darles explicaciones de sus comportamientos.
Finalmente llegaban a la universidad, Aidan estacionó su moto. Dejaron los cascos guardados y luego se dirigieron hacia su salón. Detrás de ellos llegaba Indigo, el castaño puso su vehículo al lado de la moto y se bajó.
—Buenos días— le saludaron de pronto. Indigo miró a su amigo frente a él.
—Odris— le saludó el castaño—. ¿Llegaste hace mucho?.
—Cinco minutos— respondió el pelinegro—. Será mejor que entremos, sabes que el profesor llega temprano.
Indigo asintió sin decir nada y siguió a su amigo hacia su salón de clases. La jornada de estudios iniciaba para todos a las ocho de la mañana.
En el salón de segundo año, Aidan y Sayer hacían una presentación de sus trabajos. Se llevaría la mejor nota el que supiera vender mejor los productos con una alta gama de calidad y precio justo, siempre que el vendedor no perdiera.
Después de terminar con las exposiciones, los alumnos recibieron sus notas. A los chicos no les fue como esperaban, y eso fue algo que molestó de sobremanera a Aidan pues sabía que Indigo había tenido nota sobresaliente cuando le tocó hacer ese trabajo en segundo año.
El timbre del receso sonó y los chicos salieron hacia el comedor para ir a almorzar, Aidan iba con el ceño fruncido pensando en como subir esa nota, que a pesar de no haber sido baja necesitaba superar de alguna manera a la de su rival. Y para peor el destino le jugaba en su contra, ahí frente a ellos caminaban Indigo y Odris.
—Aidan, ¿cómo te fue en la presentación?— le preguntó Indigo—. Supe que uno de tus compañeros igualó mi puntaje, creí que que serías tú— sonrió con ironía.
—Aún soy joven y estoy aprendiendo— le dijo Aidan tratando de calmar el enojo. Estaba seguro que si no se controlaba le daría un puñetazo, y no mancharía sus antecedentes académicos por arrebatos innecesarios—. Tengo el tiempo a mi favor para superarte. Es más, recuerda que éste año te largas de la universidad.
Indigo se puso serio.
—Sí, pero jamás vas a superarme— le dijo el castaño.
Aidan se hizo hacia adelante al igual que Indigo, sus dos amigos se pusieron en medio.
—Ya basta— dijo Odris.
Sayer tomó al pelinegro y lo jaló hacia atrás, miró con mala cara a Odris que sostenía a Indigo de los brazos.
—No me mires así, yo sólo trato de calmarlos— le dijo Odris al pelirrojo.
—Tú amigo es siempre es el que inicia todo— dijo molesto Sayer—. Es un bruto.
—Tú amigo no lo hace nada mal tampoco— le habló Odris con tono severo.
Indigo y Aidan tuvieron que ahora ellos parar a sus amigos.
—Mejor vamos a comer— le dijo Aidan al pelirrojo.
Miraron a los otros dos con mala cara y se alejaron para ir al comedor.
—Estoy harto de ese imbécil— dijo Aidan a su amigo mientras caminaban por el pasillo.
—Ya no pensemos en ellos— le pidió Sayer—. Hoy cumples veinte años y debemos celebrarlo.
Aidan sonrió viendo a su amigo que siempre lo animaba.
—Es seguro que mis padres me harán algo en casa, ¿vas a venir verdad?— le dijo el pelinegro.
—Claro, jamás me lo perdería— le sonrió Sayer.
Entraron al comedor y luego fueron por sus almuerzos. Buscaron una mesa desocupada pero no había.
—Ven— le dijo Sayer a su amigo.
Aidan lo siguió hacia una mesa que estaba ocupada por algunos alumnos de los cursos superiores. El pelinegro pudo reconocer a dos de ellos que eran del centro estudiantil.
—Disculpen, ¿nos podemos sentar?— les preguntó amablemente Sayer.
—Claro— dijo una de las chicas, su nombre era Brenda.
—Gracias— dijeron ambos.
Se sentaron frente a dos apuestos chicos, estos los quedaron mirando.
—¿Nos conocemos?— preguntó de pronto Kilian mirando a Aidan, el pelinegro levantó la vista.
—No lo creo, soy alumno de segundo año de Administración de Empresa y Marketing— le dijo con tono amable—. Me llamo Aidan y él es mi amigo Sayer.
El rubio sonrió a ambos.
—Es un gusto conocerlos, me llamo Kilian y soy presidente del centro estudiantil, estoy en último año de la misma carrera que ustedes.
Los dos menores sonrieron.
—Y él es Mael, vicepresidente del centro estudiantil— continuó Kilian—. Pueden pedir nuestra ayuda cuando la necesiten.
Aidan y Sayer sonrieron más que felices, en realidad les vendría bien la ayuda de alumnos de cursos superiores. Después de todo debía superar de alguna manera a Indigo, y estaba claro que él jamás lo ayudaría.
—Muchas gracias por el ofrecimiento— le dijo Aidan—. Creo que estaré yendo seguido a tu salón.
—Es en el cuarto piso, salón A— le sonrió Kilian.
Salón A, cuarto piso, aquel lugar ya lo había escuchado Aidan antes, ese era el salón de Indigo lo que quería decir que eran compañeros de su rival.
—¿Sucede algo malo?— le preguntó Mael viendo la cara del pelinegro.
Sayer le dio un puntapié a su amigo por debajo de la mesa para que espabilara.
—No, no es nada— le sonrió Aidan.
Continuaron comiendo, mientras que a lo lejos eran observados con desinterés por Indigo y Odris.