El Viaje

— ¿Dr. Gael? ¿Usted? ¿Qué hace aquí? Disculpe, yo pensé que... Yo... Yo pensé que era la bruja que ha infernizado mi vida... Lo siento... — Dice Cristina.

Gael le entrega el formulario.

— Ayer, cuando nos vimos, dejó caer esto. Intenté llamarla, pero subió al autobús rápidamente, así que vine a dejarlo en su casa, ya que tenía su dirección...

Cristina recibe el formulario de su mano. Gael nota que Cristina está temblando...

— ¿Qué le pasa? ¡No está bien! Si puedo ayudarla... Sería un placer.

— No puede, son problemas míos, mi vida es un infierno. Después de que aquel loco intentó hacerme aquello, y por suerte no lo consiguió, su madre me acusa de haber matado a su hijo, me ha estado persiguiendo. Lo último que hizo fue comprar esta casa que yo alquilo. El hombre que era el dueño vino a desalojarme. En fin, tengo que estar en la facultad a las 8:00, hacer mi examen, entro a trabajar a las 14:00 y todavía tengo que conseguir una casa donde quedarme... — Dice Cristina.

Gael piensa rápidamente y le hace una propuesta a Cristina...

— Mire, sé que apenas nos conocemos, esta es la tercera vez que nos vemos, pero si usted quiere, si no le importa... mi casa es muy grande y rara vez estoy allí, porque trabajo en el hospital, paso más tiempo en el trabajo que en casa. Si quiere, puede quedarse un tiempo allí, hasta que consiga un lugar donde alojarse...

Cristina se queda sorprendida con la invitación...

— No... De ninguna manera, ¡imagínese! No quiero molestar, además, como usted mismo dijo, apenas nos conocemos...

— Cristina, no va a quedarse sola conmigo en la casa. Además de que paso más tiempo en el trabajo que en casa, mi empleada, que, en realidad, es como una persona de la familia, diría que como mi madre... ella vive allí. Cuando yo esté en casa, le hará compañía... Un día, yo fui acogido por una pareja cuando me aventuré a salir de casa para trabajar y ayudar a mis hermanos. Esta pareja que no podía tener hijos me acogió, me dio apoyo y ayudó a mis hermanos y a mi madre, me pusieron a estudiar, hicieron de mí lo que soy hoy... Cristina, la vida no es fácil para nadie, por favor, déjeme ayudarla. Lo hago con la mejor de las intenciones... — Dice Gael.

Cristina se siente insegura. Al fin y al cabo, después de todo lo que le pasó, ¿cómo aceptar la invitación de un hombre hasta entonces desconocido? Ella recuerda entonces el sueño de la noche anterior, en el que él la salvaba dos veces, tal como en la realidad había sucedido: en el momento de aflicción cuando Mauro murió con su propia navaja, y el día anterior la había salvado de ser atropellada... Y ahora estaba allí...

— Mire, Dr. Gael, ¿cómo se propone alojar en su casa a una persona que no conoce? ¡No tengo familia, no tengo a nadie! Soy una persona sola en el mundo, luchando por conseguir mi lugar al sol...

— Entonces déjeme ayudarla. Mientras usted se resiste por orgullo, el tiempo está pasando, ¿se olvidó de su examen en la facultad? — Dice Gael.

Cristina se ve presionada. Ella sentía, sí, ganas de aceptar la invitación. Gael le transmitía la sensación de conocerlo, de conocerlo desde hacía mucho tiempo... En ese momento, el espíritu de Helena, la difunta esposa de Gael, surge allí cerca de los dos... sin ser notada por ellos, claro...

— ¡Cristina, acepta! No luches contra tu destino, ve con Gael, merecen ser felices, ¡ve! Confía en tu corazón... — Dice Helena.

El habla de Helena, aunque no podía ser escuchada por los oídos físicos de Cristina, parecía ser oída por su conciencia en forma de intuición...

— Voy a aceptar, solo porque no tengo mucho tiempo y tampoco será por mucho. Solo quiero quedarme por unos días, hasta que consiga una casa que pueda pagar, ¿de acuerdo?

— Está bien, siéntase cómoda. Yo solo quiero ayudar... ¿Y sus cosas?

— Solo tengo una maleta con ropa y algunas pocas cosas... Las pongo en una maleta y una bolsa enseguida... Disculpe, pero...

— ¿Puedo ayudarla? Claro que sí, tengo tiempo libre esta mañana.

Gael ayuda a Cristina a recoger sus cosas. Ella pone su ropa en una maleta, otras cosas en otra, y algunas bolsas. Todo muy rápido, y Gael lo coloca en su coche. Cristina se despide de la casa en la que, aunque no era suya, pasó los últimos dos años...

— A seguir adelante, que la vida no se detiene... Gracias, Dr. Gael, usted es un tipo sencillo, de verdad... Ayudar a una desconocida...

Gael le abre la puerta del coche a Cristina y ella entra... Él da la vuelta y se sube al coche, encendiendo el motor...

— Sabe, tengo un amigo, Otávio, el Dr. Otávio Macedo... Él es espiritista, dice que hay vida después de la muerte, que todos hemos vivido varias vidas antes de esta y que viviremos otras más... Si yo creyera... Ya que soy ateo, diría que nos conocemos de vidas pasadas, pues siento como si ya la hubiéramos visto en algún lugar... Pero sé que nunca la había visto antes de aquel día.

— Pensándolo bien, tiene razón, también tengo la misma sensación... — Dice ella, quedando impresionada por el hecho de que ambos compartieran la misma idea...

Ambos sonríen... Dentro del coche, el espíritu de Helena estaba en el asiento trasero, observando a los dos conversar de camino a casa de Gael.

— Que Dios, en su infinita bondad, bendiga su unión, trayendo paz y felicidad... Y que esta vez nada pueda separarlos... Ni entre los encarnados, ni entre los desencarnados... — Dice el Espíritu de Helena, desapareciendo.