Como Un Conejo Asustado

John

Mi cuerpo dolía por completo, sentí el ardor de la mordida que el Dr. había dejado la noche anterior. Miré la cama, pero me encontraba solo. En la mañana, después de haberme desmayado, me desperté con el Dr. aun embistiendo dentro de mí. No estaba lo suficientemente consiente para saber cuántas veces lo hicimos, pero mi cuerpo agotado lo sabía.  Parecía que la persona que había estado en celo había sido el Dr. pero, aun así, había sido la primera vez que disfruté. Cubrí mi rostro sonrojado con la sabana. Me había acostado con el Dr. 

Aunque no me lo había dicho directamente, sabía que el Dr. solo quería una nueva mascota, era imposible que una persona completamente desconocía quisiera ayudarme. Y el Dr. no sentía lástima, eso lo podía ver en sus ojos. Notaba cuando las personas se compadecían de mí, pero no importaba cuanto desorden viera el Dr. dentro de mí, él no me miraba de esa forma. Me miraba como si fuera algo que consentir y alimentar. 

Me trataba como su mascota. Incluso aunque tuviera que humillarme de esta manera, ya estaba demasiado cansado para ofenderme por ello. Yo podía actuar como una mascota, lo obedecería y cuidaría de él. Eso era lo mejor. Era lo que me repetía cada vez que me angustiaban los sentimientos que había empezado a sentir; eran demasiados confusos cómo para ignorar el hecho de que el Dr. solo me vería como su mascota. 

Ahora, que habíamos tenido sexo, esperaba de corazón que el Dr. no me tratara solo con un objeto de placer, preferiría comer del suelo que volver a serlo. Ya había pasado por ello, en los distintos trabajos que había tenido, en varias ocasiones no había podido huir, ni siquiera había podido detener a mi propio padre, pero era el pago que debía hacer para que mi hermano no lo hiciera. Maldito viejo enfermo… ¿Qué clase de padre abusa así de su hijo? solo un demonio… Pero, ahora todo era diferente, ¿verdad? el Dr. era amable y lo que había pasado ayer era solo un accidente… Un accidente que había sido provocado por mi, por mi cuerpo y mi biología. Justo ahora odiaba ser omega más que en todas las ocasiones anteriores. 

Incluso si el Dr. dejara de ser amable, ¿a dónde iría? Estaba en otro mundo, estaba solo y peor aún, sería arrestado si me viera la policía. En este mundo mi padre y mi hermano habían muerto en un incendio y yo era el principal sospechoso. Estar en unacárcel con hombres significaba… No, debía dejar de pensar en ello. Todo estaba bien por ahora, no podía seguir arruinando las cosas. Era mejor tener esperanza, confiar en él y en sus ojos verdes y obedecerlo para que no se enojara. Vivir como la mascota del Dr. era mucho mejor que todo lo que me esperaba afuera. 

–El desayuno quedó en la cocina, ni siquiera lo cubrí– recordé y hablé en voz alta.

Me levanté de la cama y con las piernas debiluchas y temblorosas tomé un baño rápidamente. Al parecer me habían limpiado con anterioridad, ya no quedaba nada de semen en mi interior. Este tipo de cuidado… Dios, no me sentía merecedor de ello. Inhalé y exhalé, no dejaría que mis pensamientos pesimistas arruinaran el momento. Disfruté del agua caliente que relajaba mis músculos. 

Cuando ya estuve satisfecho, salí del baño. Fui al closet y me puse una de las camisetas del Dr., mis piernas tenías moretones, sería vergonzoso salir de esa manera. Tome los Jeans que Manuel me había dado al principio y me lo puse. Salí de la habitación y bajé al comedor; estaba vacío. Busque por la casa, pero no encontré al Dr. en ningún lugar, ni siquiera en el patio con los lobos. Me dirigí a la puerta principal, tal vez se encontraba en el Jardín. Pero, desde que había llegado, no había atravesado aquella puerta. 

El Dr. no lo había impedido, pero tampoco le había dado el permiso. Tal vez si salía lo tomaran como si se quisiera fugar. Abriría la puerta y miraría, solamente eso. Di unos pasos  para acercarme a la puerta, un rápido recuerdo de mi padre golpeándome por intentar huir invadió mi mente.  Tenía trece años en ese entonces, me había cansado de los abusos de mi padre, mi cuerpo infantil no lo soportaba, pero, desafortunadamente, había sido atrapado y encerrado. Meses después haría mi primer intento de suicidio y, como todo, nada salió bien. Me alegraba por ello, en ese entonces no pensaba en mi hermano y si hueva escapado, él hubiera heredado el infierno que yo iba a dejar atrás. 

No quería que el Dr. pensara que estaba huyendo de él. Respiré hondo y aunque me costó, espante los recuerdos que cicatrizaban mi mente.

–¿John? – Preguntó Stiv detrás de mí.

–¿Stiv? Pensé que no había nadie – dije con mi voz temblorosa.

–Oh, me encontraba revisando la granja –dijo Stiv –¿Quiere salir al Jardín?, ¿quiere almorzar allí? Se ha saltado el desayuno y, aunque han pasado unas horas desde el almuerzo, lo puedo calentar. – 

–¿Yo… puedo salir al jardín? – pregunté.

–Por supuesto, puede almorzar en la mesa del jardín –

Me había llenado con pensamientos intrusivos sobre desobedecer al doctor e incluso pensé que él sería malvado, pero la verdad es que el Dr. nunca haría nada malo en contra de mí. Era la persona mas gentil que había conocido. Si me permitía salir es porque no temía que escapara, en primer lugar ¿por qué querría escapar? En esta semana había estado más libre que en mi antigua vida. Ser la mascota del Dr no significaba dormir en el patio o ser encerrado en una celda, no, ser su mascota significaba que él me protegería y me cuidaría. 

Mi corazón se aceleró y sonreí con aquel pensamiento.

–Sí, por favor– dije, con gran euforia.