narra la intensa y misteriosa historia de dos poderosos empresarios en Seúl. Gael Kim, un enigmático y carismático magnate que oculta su identidad, y Jinwoo Lee, un frío y calculador multimillonario con conexiones en el mundo criminal. A pesar de sus diferencias, ambos se sienten atraídos de manera inexplicable tras un primer encuentro. Mientras enfrentan a sus enemigos, Seo-jun y Minji, que buscan separarlos por venganza y ambición, Gael y Jinwoo luchan contra sus propios demonios, descubriendo que sus destinos están entrelazados por algo mucho más profundo que el poder.
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La Amenaza se Cierra
La adrenalina aún corría por las venas de Jinwoo, Gael y Hyun-sik mientras el coche avanzaba a toda velocidad por las oscuras carreteras de las afueras. La carpeta robada descansaba en el regazo de Gael, quien la sostenía con fuerza, consciente de su importancia. Era el golpe más certero que habían logrado dar contra Dong-hyun hasta ahora, pero sabían que las represalias no se harían esperar.
—Tenemos que alejarnos del almacén lo más rápido posible —dijo Hyun-sik, mirando por el espejo retrovisor para asegurarse de que no los seguían—. Seguramente ya están movilizando a sus hombres para encontrarnos.
—¿Y qué haremos con los documentos? —preguntó Gael, abriendo la carpeta para echar un vistazo rápido a los papeles que contenía—. Aquí hay pruebas suficientes para hundir a Dong-hyun, pero si no lo hacemos bien, podríamos exponernos.
Jinwoo tomó la carpeta de las manos de Gael y empezó a hojearla. Había registros financieros, transacciones ilegales y hasta documentos que implicaban a altos funcionarios en la red de corrupción de Dong-hyun. Era un tesoro de información, pero también un peligroso juego de poder.
—Necesitamos contactar a alguien de confianza, alguien que pueda ayudarnos a difundir esta información sin ponernos en riesgo inmediato —respondió Jinwoo, pensando en posibles aliados—. Con esto podríamos desmantelar su organización desde dentro.
Hyun-sik frunció el ceño, preocupado.
—No es tan simple. Dong-hyun tiene ojos y oídos por toda la ciudad. Cualquier movimiento en falso, y nos tendrá en la mira.
Jinwoo sabía que Hyun-sik tenía razón. La información que habían obtenido era valiosa, pero también un arma de doble filo. La pregunta no era solo cómo la usarían, sino cuándo y contra quién. Tomaron la decisión de esconderse temporalmente en una cabaña en las montañas, un refugio antiguo que Hyun-sik conocía desde sus días de juventud. Era un lugar discreto, lo suficientemente alejado de la ciudad como para brindarles un respiro.
Horas después, cuando el sol comenzaba a salir en el horizonte, llegaron al refugio. La cabaña era pequeña y sencilla, rodeada por árboles altos que la ocultaban a la vista. Jinwoo se bajó del coche y respiró profundamente, sintiendo la frescura del aire de la montaña. Era un cambio bienvenido, pero su mente no podía relajarse.
—Vamos a entrar y revisaremos los documentos más a fondo —dijo, dirigiéndose hacia la puerta.
Una vez dentro, los tres se acomodaron en la sala. Jinwoo extendió los papeles sobre una mesa y comenzó a examinar cada uno, tomando notas mentales sobre los nombres y fechas más relevantes. Sin embargo, mientras revisaban los registros, notaron algo que hizo que la preocupación en el rostro de Gael se intensificara.
—Aquí hay menciones a un cargamento que llega en dos días —dijo, leyendo con atención—. Parece que es una operación importante, algo que involucra a varias empresas fachada y tráfico de armas.
Hyun-sik miró a Jinwoo con seriedad.
—Si pudiéramos interceptar ese cargamento, no solo podríamos exponer su red de contrabando, sino también desestabilizar sus finanzas. Sería un golpe directo.
Jinwoo asintió, reconociendo el potencial de la idea, pero también consciente del riesgo.
—Podríamos usar esa información para atraerlo a una trampa —dijo, su mente trabajando rápidamente en un plan—. Sabemos que Dong-hyun no dejará pasar un cargamento tan valioso sin supervisión. Si logramos atraerlo al lugar y hacer una emboscada...
—¿Una emboscada? —interrumpió Gael, con una mezcla de sorpresa y escepticismo—. Eso sería arriesgarnos a un enfrentamiento directo. Y sabemos que Dong-hyun siempre tiene más hombres de los que podemos manejar.
—No propongo enfrentar a sus hombres de frente —aclaró Jinwoo—. Podemos usar el entorno a nuestro favor. El lugar donde el cargamento será descargado es una zona industrial abandonada. Podemos colocar explosivos en las rutas de escape para acorralarlos y dar tiempo a las autoridades para que intervengan.
Hyun-sik y Gael se miraron, sopesando la idea. Sabían que este podría ser su único golpe decisivo contra Dong-hyun, pero el riesgo era enorme. Aun así, acordaron proceder con el plan. Si tenían éxito, podrían acabar con el imperio de Dong-hyun y obtener justicia para todas las personas que habían sufrido por su causa.
Los siguientes dos días fueron un torbellino de preparativos. Jinwoo, Gael y Hyun-sik se aseguraron de trazar cada detalle del plan con precisión. Colocaron explosivos estratégicamente y se coordinaron con un contacto de confianza en la policía, quien les aseguró que un equipo de respuesta estaría listo para intervenir en cuanto dieran la señal.
La noche del cargamento llegó rápidamente. La zona industrial abandonada estaba envuelta en sombras, con las estructuras metálicas creando siluetas inquietantes bajo la luz de la luna. Jinwoo y sus compañeros se ocultaron en posiciones estratégicas, esperando el momento exacto.
Poco después, los faros de varios vehículos iluminaron la oscuridad. Dong-hyun había llegado, acompañado de sus hombres. Mientras supervisaban la descarga del cargamento, Jinwoo sintió que el tiempo se ralentizaba. Era el momento de la verdad.
—Ahora —murmuró Jinwoo, activando el detonador.
Una serie de explosiones sacudieron la zona, cerrando las rutas de escape y sumiendo a los hombres de Dong-hyun en el caos. Las sirenas de la policía resonaron a lo lejos, acercándose rápidamente.
Dong-hyun, atrapado en medio del desastre, miró a su alrededor con furia en sus ojos. Jinwoo emergió de las sombras y lo encaró, consciente de que había llegado el momento de ajustar cuentas. El enfrentamiento final estaba a punto de comenzar, y con él, el destino de todos los involucrados.