Para Emma Blake, una joven decidida y de fuertes convicciones, casarse con un hombre como Nicholas Marshall, el imponente magnate empresarial, jamás estuvo en sus planes. Sin embargo, el destino y una jugada cruel del poder los ha unido en un acuerdo imposible de rechazar: un matrimonio por conveniencia que podría salvar la vida de su familia y las finanzas del imperio Marshall.
Nicholas es frío, calculador y tiene una reputación impecable en los negocios, pero detrás de su fachada de acero esconde secretos oscuros y una necesidad insaciable de control. Para él, este matrimonio no es más que un trato, una forma de proteger su legado familiar
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Capitulo 6
Emma nunca había sido una mujer que se dejara llevar por impulsos. En su vida, la lógica y la razón siempre habían reinado. Sin embargo, en la presencia de Nicholas, su mundo se había transformado en un torbellino de emociones y deseos que la hacían tambalear en cada encuentro.
A medida que pasaban los días, la tensión entre ellos se volvía más palpable. Sus miradas se cruzaban a menudo, y en esos breves momentos, un calor creciente se encendía entre ellos, llenando el aire de electricidad. Emma intentaba convencerse de que no era más que un juego, una atracción superficial provocada por la cercanía forzada de su matrimonio. Pero su corazón latía de manera traicionera, desafiando toda lógica.
En una reunión de trabajo en la oficina, Emma se encontró sentada frente a Nicholas, revisando un contrato que necesitaba su firma. Él se inclinó hacia ella, sus ojos oscuros brillando con una intensidad que hizo que el estómago de Emma se revolviera.
“Emma,” dijo Nicholas, su voz un suave susurro que la envolvió. “¿Por qué no me miras así durante el día? Te aseguro que mi oficina es lo suficientemente grande para que pueda notar cuando te atreves a mirarme.”
Ella lo miró de reojo, sintiendo cómo la calidez se apoderaba de sus mejillas. “Estoy aquí para trabajar, no para jugar a tus juegos, Nicholas.”
Su respuesta lo hizo sonreír, una sonrisa que hacía que el mundo se detuviera. “¿Quién dice que esto es un juego? Tal vez solo estoy disfrutando de la compañía de una mujer excepcional.”
Emma se sintió atrapada en la trampa de su seducción. Era frustrante y emocionante al mismo tiempo. Intentó enfocar su atención en los documentos frente a ella, pero la presencia de Nicholas era abrumadora. Su perfume masculino, ese ligero rastro de colonia que lo rodeaba, la embriagaba.
“¿Te gustaría salir esta noche?” preguntó él, inclinándose un poco más cerca, su aliento cálido acariciando su piel. “Podríamos discutir sobre el futuro de la empresa y, tal vez, hablar sobre nosotros.”
“No estoy interesada en ‘hablar sobre nosotros’,” replicó Emma, aunque la verdad era que su corazón estaba en conflicto. “Este matrimonio fue un trato, un acuerdo de negocios.”
“Un acuerdo que se vuelve complicado con cada mirada que intercambiamos,” dijo él, manteniendo su mirada fija en ella. “Tu lucha es evidente, Emma. ¿Por qué no te permites sentir lo que es obvio?”
Emma se sintió acorralada. Había algo en su voz, algo que la invitaba a rendirse. Ella quería ceder, dejarse llevar por la atracción que había estado tratando de contener, pero la razón luchaba contra la pasión. “Nicholas, esto no es el lugar ni el momento. Hay mucho en juego. No puedo dejarme llevar por algo que no entiendo.”
“Quizás eso sea lo que necesitas entender,” respondió él, su tono suave pero firme. “La atracción que sientes es real, y no hay nada de malo en ello. La vida es demasiado corta para ignorar lo que nos mueve.”
Esa noche, mientras se preparaba para salir, Emma no podía evitar mirarse al espejo. La blusa que había elegido se ajustaba perfectamente a sus curvas, y su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros. Se sentía hermosa, pero también vulnerable, como si cada parte de ella estuviera expuesta a Nicholas.
Al llegar al restaurante, la atmósfera era sofisticada y llena de energía. Cuando Nicholas entró, todos los ojos se volvieron hacia él, y Emma sintió una punzada de orgullo. Él no solo era un magnate poderoso, sino que también era increíblemente atractivo. Sus ojos la buscaron inmediatamente, y cuando sus miradas se encontraron, una chispa recorrió su cuerpo.
“Te ves deslumbrante,” dijo Nicholas al acercarse, su voz baja y cargada de significado. Emma sintió que su corazón latía con fuerza al escuchar esas palabras. “No sé si puedo contenerme esta noche.”
“Esto es un negocio, Nicholas,” le recordó ella, pero su voz no sonaba tan convincente como esperaba. La verdad era que la anticipación la envolvía, y su cuerpo respondía a cada palabra y cada mirada de él.
Mientras cenaban, la conversación fluyó entre risas y miradas intensas. Emma no podía ignorar cómo su cuerpo reaccionaba cada vez que él se inclinaba hacia ella, cómo su aliento se aceleraba al sentir su mano rozar la suya. Cada momento se sentía cargado de promesas no dichas.
“¿Alguna vez has considerado que tal vez deberías dejarte llevar un poco más?” preguntó Nicholas, su tono provocador. “La vida es demasiado corta para no disfrutar de lo que realmente queremos.”
Emma se detuvo, sabiendo que cada palabra era un desafío. “¿Y qué es lo que realmente queremos?” inquirió, desafiándolo.
“Lo que realmente quiero es explorar esta conexión que tenemos,” respondió él, sus ojos ardientes. “No puedo evitarlo. La atracción que siento por ti es innegable, y creo que tú lo sientes también.”
Ella se inclinó hacia atrás, sintiendo que la tensión aumentaba entre ellos. “Nicholas, esto es un juego peligroso. Estoy aquí por razones muy distintas.”
“Tal vez sea el momento de cambiar esas razones,” sugirió él, acercándose aún más, su mirada intensamente fija en la suya. “Déjame mostrarte lo que realmente significa dejarse llevar.”
Emma sabía que estaba al borde de un abismo, y la única forma de caer sería entregarse a lo que realmente sentía. Mientras sus corazones latían al unísono, un nuevo entendimiento surgió entre ellos. La atracción innegable que habían estado intentando ignorar no se podía contener por más tiempo.
En ese momento, Emma supo que debía elegir: seguir luchando contra lo inevitable o permitir que Nicholas la sedujera en el juego peligroso que ambos habían comenzado. La decisión estaba en sus manos, pero el deseo ardiente de Nicholas la invitaba a cruzar la línea.