Leonardo Salvatore, un empresario italiano/español de 35 años, ha dedicado su vida al trabajo y a salvaguardar el prestigio de su apellido. Con dos hijos a su cargo, su concepto del amor se limita a la protección paternal, sin haber experimentado el amor romántico. Todo cambia cuando conoce a Althea.
Althea Salazar, una colombiana de 20 años en busca de un nuevo comienzo en España para escapar de un pasado doloroso, encuentra trabajo como niñera de los hijos de Salvatore. A pesar de sus reticencias a involucrarse emocionalmente, Althea se siente atraída por Leonardo, quien parece ser su tipo ideal.
¿Podrá su amor superar todo? ¿O el enamoramiento se acabará y se rendirán?
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Parte 20 (+18)
Leonardo
—Mamá —Escuchar a Pablo llamar mamá a Althea me había conmovido de una manera que nunca imaginé.
Cuando la fiesta terminó y los empleados estaban retirando todo, me acerqué a Althea, quien estaba sentada en las escaleras que daban al jardín con Pablo en sus brazos, a punto de quedarse dormido.
—Lo hiciste muy bien, princesa —le digo con una sonrisa. Ella me mira unos segundos y asiente seriamente.
—Gracias.
—¿Qué sucede? —pregunto.
—No sé —me responde ella, y veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas—. No sé qué está pasando, no sé cómo llegué hasta aquí.
—¿Qué quieres decir?
—Marica, no sé cómo llegué a Europa, no sé cómo llegué a España y conseguí un empleo tan bueno, con un jefe de ensueño que ahora no para de darme besos, atención, de darme todo lo que he querido, pero no dejo de sentirme jodidamente insuficiente. Siento que tal vez le quité el empleo a alguien mejor, que le quité el puesto a quien realmente debería ser la mamá de estos niños tan perfectos —Pongo mi mano en su hombro, y cuando Marini pasa, le hago una señal para que tome a Pablo de los brazos de Althea. Cuando lo hace, la abrazo contra mi pecho.
—¿Qué te pasó? ¿Qué sucedió para que estés pensando así?
—Soy muy poco para ti, no valgo nada en este mundo y no haré falta si llego a faltar, no soy nada —continúa ella, sin prestar mucha atención a mis palabras—. Tengo miedo de enamorarme de ti —Unos segundos de silencio, mientras se escucha un fuerte sollozo de parte de ella—. No, creo que ya estoy enamorada de ti desde el momento en que crucé la puerta para la entrevista de trabajo. Cuando te vi, supe que serías todo lo que quiero en un hombre —Ella agarra con fuerza mi camiseta y me mira. No estaba siendo la vista más sexy del mundo, su maquillaje estaba corrido y sus lágrimas caían, pero no me causaba repulsión.
—Mi princesa, La mia regina, il mio amore, il mio tutto (Mi reina, mi amor, mi todo) —La empiezo a llamar en italiano, pero ella sigue sollozando—. Althea, me vuelves loco. Quiero darte el mundo. A veces pienso que si hubiera esperado un poco más, Matteo sería nuestro hijo, que Pablo no hubiera tenido que pasar por lo que pasó y también sería nuestro hijo biológico, que tendríamos otras pequeñas niñas en este momento en tu vientre, porque no dudaría ni un segundo en querer tener más hijos contigo —Confieso y no me importa las miradas que me dedican mis empleados.
—No conoces todo sobre mí, conoces lo bonito —dice Althea, entre sollozos.
—Sé que tienes mal genio, que miras feo y eres un poco antipática —respondo con sinceridad.
—Soy caprichosa y llevada a mi parecer. Solo conoces mi parte laboral.
—Lo sé, pero también sé que te encanta que te dé besos, te gusta la atención que te doy. Así como a mí me encanta que me trates bonito, solo a mí, porque te juro que si lo hicieras con otro me volvería loco —De solo pensarlo, mi cabeza se vuelve un caos—. Tú eres mía. Solo te compartiré con mis hijos y eso solo porque gracias a ellos te conocí —Un poco más calmado, acaricio su mejilla y luego una parte de su cuello, viendo cómo cierra los ojos al sentir esa sensación.
—¿Me vas a abandonar si te doy lo que quieres?
—¿Lo que yo quiero? —Suelto una carcajada un tanto ronca—. Lo que yo quiero es embarazarte y atarte a mí de por vida —No me importa quién me escuche, porque si tuviera la oportunidad, no dudaría en hacerlo.
Tenía unas terribles ganas de jalar su cabello y acercarla a mí para besarla\, ella era ese dulce pecado que quería cometer cada vez que tuviera la oportunidad\, me encantaría que me montar*á y ponerla en cuatr* con ese gran traser* que tiene.
—Eres muy cursi y eso me encanta —Me contesta ella por fin, eso pone mi mene un poco más clara.
—Me volverás loco, te lo juro —Le digo mientras pongo mi cabeza en su hombro —No sabes las ganas que tengo de hacerte mía, no sabes como es difícil controlar a mi pen* cuando se pone contento porque me has mirado o me has dado una sonrisa —Confieso, ya no me importaba quien me escuchará —Estoy necesitado de ti, pero no puedo mostrar está loca faceta mía.
—Hazlo, me encanta escuchar eso —La veo de reojo y sus ojos estaban brillando, está mujer que era mucho menor que yo, me estaba dando una mirada que no era ni poquito inocente —Me acosté con esas tres personas, pero en realidad el sex* solo lo he hecho cinco veces, porque me desechaban como si fuera nada.
—No te preocupes por eso, princesa —Beso su cuello y siento ese pequeño escalofrío que recorre el cuerpo de ella —Yo te haré sentir el cielo, solo si me lo permites —No dudo ni un segundo en tocar su musl*, puedo sentir ella como tiembla mientras no dejo de acariciar por encima.
—¿Los niños están dormidos? —Pregunta ella mientras no dejó de besar y morder su cuello, dando suaves caricias a su musl cada vez acercándome más a su entrepiern
—Sí, ¿por qué? —Preguntó como puedo, pero suspira cuando paso al otro lado de su cuello, empezando a mover sus cader*s contra mí.
—Dios, llévame a tu habitación —Ella murmura mientras me abraza por el cuello. No espero ni dos veces antes de volver a acomodarme para levantarla, y los empleados no dudan en vernos, pero a mí no me importa, porque la necesitaba.
Cierro la puerta con el pie y la lanzo a mi cama, mientras me relamo los labios. Dios mío, por fin tenía la oportunidad de hacerla completamente mía.
—Joder\, eres la tentación en persona —Gruño mientras me acerco y le quito la camisa con energía\, ella me ayuda con su pantalón. Se había vestido tan bonito hoy\, y no cabía duda que lo había hecho porque su ropa interior estaba de color negro\, le hacía ver unos sen*s increíbles\, tenía unas ganas de chup*r\, me relamo los labios mientras le quito primero el sostén.
Pongo mis manos en ambos y apr*eto con fuerza\, el gemid* que me da me hace mirarla\, Althea estaba temblando\, pero no me dijo nada\, simplemente me estaba dejando explorar\, me entretuve unos segundos en su zona de arriba\, para luego bajarle las brag*s\, estaba mojad*
—Leonardo —Me llama, me había quedado mirando su entrad* demasiado tiempo —¿Tú y yo que somos? —Enarco una ceja confundido.
—¿No éramos novios desde que aceptaste mis sentimientos? —Ella se pone pálida.
gracias y la que sigue
gracias por el viaje emocional /Heart//Kiss/
gracias escritora por ponerme a viajar y enamorarme mentalmente
💕
Esos son cuervos y hay que desaparecerlos