Tres amigos, tres historias diferentes. Un solo destino.
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Rut Duquesne
Tengo 17 años, soy hija única de mi papá, mi madre murió hace muchos años, yo era una bebé todavía, así que no tengo recuerdos de ella. Vivo en este pueblo desde que tengo uso de razón, aunque mi registro civil de nacimiento, dice que nací en Rusia, de manera que soy rusa. Lo que me da risa es que no tengo nada de rusa, ni siquiera el acento, aunque conozco el idioma a la perfección, papá me lo enseñó.
La ventaja de que mi papá sea maestro de lenguas y matemáticas, es que me ha enseñado todo lo que sabe, inglés, francés, alemán, ruso, mandarín y algo de africano. Eso me hace sentir genial, porque en idiomas, nadie me hace competencia, aunque en este lugar no sirva de nada eso, porque aquí a duras penas dominan su idioma, el español.
Mi vida transcurre con total normalidad, excepto por la bruja de Sandra y el patán de Bruno Leal. Ese tipo es un atarban, y ella una tonta que se cree mucha cosa, todo por ser la hija de un senador, por favor, como si eso fuera la gran cosa. Lo cierto, es que ella se las da de la última Coca-Cola del desierto, el último aguacate del palo, cuando en realidad, es como esa tapita del pan tajado que nadie se come.
Nah, estoy exagerando, y lo hago porque la detesto, odio que Rodrigo chorrea la baba por ella, se vuelve un idiota cada vez que la vé, y lo peor es que ella ni lo quiere, solo lo usa y lo desecha. Me duele ver lo que hace con él, y me duele porque yo sí lo quiero, siempre lo he querido, pero él tonto ese ni siquiera me pela, soy como un cero a la izquierda para él cuando está con ella, solo soy su amiga cuando esa no está cerca.
Nunca he intentado tan siquiera hacerle saber lo que siento por él, como podría hacer eso, si él no me da oportunidad, y si se lo digo, es capaz de rechazarme y destruirme por completo el corazón. Definitivamente no quiero eso para mi vida.
También está el Chuli, nuestro amigo de toda la vida, nosotros somos como los tres mosqueteros, solo que a Rodrigo se le olvida cuando se junta con la peli teñida aquella. Él es todo lo contrario del Chuli. Chuli es más inteligente, a pesar de no tener estudio y familia, es una persona muy centrada y puede verlo todo con claridad, él y Rodrigo tienen una amistad un poco más profunda que la que tienen conmigo. Quizás es porque son hombres y yo mujer, por eso su amistad es como más arraigada.
El Chuli y yo nos llevamos muy bien, estamos de acuerdo casi en todo, y tratamos siempre de hacer que Rodrigo entre en razón, pero él se enoja con nosotros por esa, así que ya no nos metemos mucho en sus cosas, que aprenda por sí mismo la lección.
Por otro lado los Leal no han regresado desde hace poco más de un año, antes venían aquí cada quince días o cada mes, pero hace mucho que no regresan. La razón no la sé, pero así está mucho mejor, porque esos hijos del señor Leal son de lo peor, sobre todo el Bruno. Ese degenerado es un mani largo al que ya le he tenido que meter la mano varias veces para que me respete. Eso sí, siempre salgo a correr.
— Felicitaciones hija, me llenas de mucho orgullo.
— Gracias papá, todo esto es porque tengo a un excelente maestro en casa.
Le sonreí a mi papá, era cierto, él me enseñaba todo y a él le debía esto. La ceremonia de mi graduación transcurrió con normalidad, Rodrigo estaba pegado a la tonta y yo solo me irritaba viéndolos, así que tome comida y pastel, y salí de la institución, sabía que afuera estaba el Chuli esperándonos para felicitarnos. A él no lo dejaron entrar, ya que no era un graduando ni familiar de ninguno.
— Allí estás, mira lo que traje.
Él me miró y sonrió, me recibió la comida y me senté a su lado.
— ¿Cómo estuvo la ceremonia? Te llevaste el primer lugar me imagino.
— Imaginas bien, mira lo que me dieron.
Le mostré mis medallas y también mi mención de honor, y él se puso feliz.
— Yo sé que eres muy inteligente y que eso de estudiar se te da muy bien.
— Gracias, tú también deberías estudiar Chuli, no puedes seguir así.
El bajo la cabeza y me cambio el tema. Hablamos de todo, pero yo no olvide del tema, así que en la noche, hablé con mi papá y le dije que debería darle clases al Chuli, a duras penas sabía leer, y era un ser humano con derechos y alguien debía hacérselos valer. Mi papá se quedó pensativo, pero me prometió que se ocuparía del asunto, así en los días siguientes, el Chuli tuvo clases en las tardes con mi papá.
Yo tuve que iniciar la universidad, y ese fue un suplicio, pues allá también estaba la mala leche de Sandra y su grupito, no entendí por qué, si tanta plata presume tener, no se fue a una universidad de esas caras y lejos de aquí. Pues ahí seguía Rodrigo, lamiendo el suelo por donde ella caminaba.
De regreso a mi casa todos los días, me encontraba a papá y al chuli concentrados estudiando, papá me dijo que el Chuli era muy pilo, que aprendía superrápido todo, y eso le daba mucho gusto. Me puse feliz, significaba que nuestro amigo también se educaría.
— Papá, Chuli no tiene nombre ni apellido, y por no tener identidad, es que no puede entrar a estudiar. ¿Tú podrías ver de qué manera se le puede ayudar con eso?
— Hija, el Chuli va a estar bien, no te preocupes.
Papá me dijo eso y no supe cómo interpretarlo, pero sabía que él se encargaría de todo. La vida parecía ir bien, pero todo se fue al carajo, cuando e repente los Leal volvieron, que pereza, ese Roger y su hermano el idiota regresaron, y con ellos, mi dolor de cabeza.
— A ti buscaba preciosa, veo que estás más buena que antes, esta vez sí te aseguro que serás mía, eso ni siquiera tu lo vas a poder evitar.
— Sigue soñando idiota, eso es gratis y no duele. Pero intenta siquiera ponerme una mano encima y verás como te va.
Se lo dije sin miedo, mirándolo desafiante y de frente, ja, no me dejaría intimidar de él. Pero la verdad es que por dentro temblaba, por alguna extraña razón, ese tonto me dio miedo, es que esta vez se veía más amenazante que las otras veces. Para evitar se lo dije a mi papá, y me aseguro que se encargaría de hablar con él y dejarle las cosas claras, eso me hizo sentir más segura.
Pero unos dos días después, fui a buscar a Rodrigo a la hacienda, no había asistido a la universidad esos días y me preocupé, tal vez estaría enfermo o quien sabe y pues yo y mi estúpido corazón ahí fuimos como oveja rumbo al matadero. Al llegar a la hacienda me dijeron que él estaba en los campos, y ya que estaba allí, decidí ir a buscarlo, lo encontré sudoroso y algo cansado, me compadecí de verlo así.
— ¿Estás trabajando aquí? ¿No dijiste que jamás volverías a trabajar para los Leal? ¿Qué pasó?
— No lo hago por gusto, es solo que mi abuelo está enfermo y lo estoy reemplazando.
— ¿Tu abuelo está enfermo? ¿Y por qué no nos habías dicho al Chuli ni a mí? Tal vez podríamos ayudarte en algo.
— No es grave, es solo que necesita reposar un poco, pero no puede dejar el trabajo así tirado nada más, por eso lo estoy cubriendo.
— Entiendo, pero no puedes dejar las clases, te vas a retrasar y deberás materias.
— Lo sé, pero no puedo hacer nada.
Ambos platicábamos, cuando de repente...
— Mira nada más lo que trajo el viento, ni siquiera tuve que hacer nada, solita viniste a mí. Ey tú idiota, vete y déjanos solos.