Olivia Lancaster siempre ha sido la hija perfecta: obediente, refinada y dispuesta a sacrificar su felicidad por el bienestar de su familia. Cuando una crisis financiera amenaza con destruir el imperio empresarial que su padre ha construido, Olivia accede a un matrimonio arreglado con Ethan Montgomery, el frío y misterioso magnate que podría salvarlos de la ruina.
Ethan no está interesado en el amor. Para él, el matrimonio es solo un acuerdo de negocios, una forma de asegurarse el control absoluto sobre la empresa de los Lancaster. Sin embargo, lo que comienza como una relación puramente contractual pronto se convierte en algo mucho más intenso. Olivia despierta en él un deseo que jamás imaginó sentir, un anhelo que desafía todas las reglas que se ha impuesto a sí mismo.
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Capitulo 3
La tensión en el aire era casi palpable mientras Olivia y Ethan se miraban en silencio, atrapados en una conversación no dicha. Llevaban horas discutiendo sobre los detalles del acuerdo, y cada palabra parecía ser una batalla por el control. Sin embargo, había algo más que simplemente poder entre ellos. Algo más oscuro, más intenso, que amenazaba con romper las barreras que ambos habían levantado cuidadosamente.
Olivia estaba al borde de su límite. Todo este matrimonio forzado, la frialdad de Ethan, y la presión de mantener la fachada la estaba desgastando. Nunca había sido una mujer que se dejara vencer por las circunstancias, pero ahora sentía que cada fibra de su ser estaba tensada al máximo. Y justo cuando pensó que no podía soportar más, sucedió.
Estaban en la biblioteca de la mansión, y la atmósfera pesada se sentía asfixiante. Ethan estaba de pie, observándola con esa mirada calculadora que siempre la desarmaba. Ella, furiosa por su actitud implacable, dio un paso hacia él, decidida a enfrentarlo de una vez por todas.
—¿Por qué haces esto? —preguntó Olivia, su voz cargada de emoción contenida—. ¿Por qué insistes en controlarlo todo? ¿Es solo un juego para ti?
Ethan la observó en silencio, sus ojos oscuros fijos en los de ella. Durante un largo momento, no dijo nada, pero la intensidad de su mirada le robaba el aliento. Había algo más en esos ojos que frialdad. Había dolor, oculto bajo capas de indiferencia, y aunque Olivia no lo comprendía del todo, lo sentía en lo más profundo.
De repente, él dio un paso hacia ella, tan rápido que Olivia apenas tuvo tiempo de reaccionar. Sus cuerpos estaban tan cerca que podía sentir el calor que emanaba de él, el olor embriagador de su colonia mezclado con algo más, algo crudo y masculino.
—¿Por qué te importa tanto? —murmuró Ethan, su voz baja, casi un susurro, pero cargada de una emoción que Olivia no había oído antes.
Antes de que pudiera responder, antes de que pudiera siquiera pensar en lo que estaba ocurriendo, sucedió. En un movimiento inesperado, Ethan la tomó por la cintura y la acercó hacia él, y sus labios se encontraron en un beso rápido, intenso, completamente fuera de lugar.
El mundo alrededor de Olivia pareció detenerse. Todo el control que había intentado mantener, toda la frialdad que había tratado de emular frente a él, se desvaneció en ese instante. Sus labios estaban sobre los de ella, firmes pero suaves, robándole la cordura. Y aunque cada parte de su mente le gritaba que lo empujara, que se alejara, su cuerpo reaccionaba de manera diferente. Lo deseaba. Ese pensamiento la golpeó con fuerza, tanto como el beso en sí.
Por un segundo, Olivia cedió al momento, sus manos se aferraron a su camisa, arrugándola en el proceso, mientras el calor del cuerpo de Ethan envolvía cada rincón de su ser. Pero tan rápido como empezó, terminó. Ethan se apartó, su respiración entrecortada, como si el beso lo hubiera tomado por sorpresa tanto como a ella.
Olivia, aún aturdida, dio un paso atrás, llevándose una mano a los labios. Su mente estaba hecha un caos. ¿Qué acababa de pasar? No era parte del acuerdo. No era parte del plan.
—Eso no debía ocurrir —murmuró Ethan, su voz ronca, sus ojos fijos en los de ella con una mezcla de confusión y deseo reprimido.
Olivia sintió un nudo en el estómago. Sabía que él tenía razón. Aquel beso no formaba parte del frío acuerdo que habían sellado. Era una chispa de algo que ninguno de los dos había planeado, algo que amenazaba con hacer que todo se desmoronara. Y, sin embargo, algo en lo más profundo de su ser no podía evitar desear que volviera a suceder.
—No —respondió ella, aún con el corazón desbocado—. No debía, pero lo hiciste.
Ethan la miró, su expresión endureciéndose de nuevo, como si volviera a ponerse la máscara de frialdad que siempre llevaba. Pero Olivia ya había visto lo que había detrás de ella, aunque fuera solo por un momento. Y ahora, todo había cambiado.
Ethan se alejó un paso más, frotándose la mandíbula mientras trataba de recuperar la compostura. El silencio en la habitación era denso, cargado de una tensión que antes no había existido. Olivia seguía inmóvil, con los labios todavía vibrando por el impacto del beso, tratando de entender qué había pasado entre ellos. No era solo el contacto físico; había algo más profundo, algo que no podía permitirse sentir.
—Esto no cambiará nada —dijo Ethan al fin, su tono seco, casi como una advertencia. Era evidente que estaba luchando por mantener el control, aunque por un instante lo había perdido.
—¿No cambiará nada? —Olivia soltó una risa amarga, sin poder contenerse—. Ethan, acabas de besarme. ¿Realmente crees que las cosas seguirán igual?
Ethan se giró bruscamente hacia ella, su mirada oscura clavada en la de Olivia. En sus ojos había una tormenta contenida, un deseo que estaba haciendo lo posible por reprimir, pero también algo más: miedo. No del tipo que mostraba abiertamente, pero estaba allí, enterrado bajo capas de arrogancia y control.
—No era mi intención —admitió en voz baja, como si las palabras le costaran más de lo que estaba dispuesto a mostrar—. Fue un error.
El corazón de Olivia dio un vuelco. Un error. ¿Eso era lo que pensaba de lo que acababa de suceder? Quizá ella debería sentir lo mismo, tratar de verlo como un simple desliz en medio de un matrimonio sin sentido, pero no podía. El beso había despertado algo en ella, algo que no sabía si podía ignorar tan fácilmente.
—¿Un error? —repitió, con una mezcla de incredulidad y dolor en su voz—. Entonces, ¿me vas a besar cada vez que cometas un error, Ethan?
Él apretó los labios, sin responder de inmediato. Sus ojos se oscurecieron aún más, y por un instante, pareció que iba a decir algo, algo importante. Pero en lugar de eso, se dio la vuelta, caminando hacia la puerta sin mirar atrás.
—Esto no se repetirá —dijo en voz baja, sin volverse—. No voy a dejar que nos desviemos del acuerdo.
Y con esas palabras, Ethan salió de la habitación, dejándola sola, con el eco del beso todavía grabado en su piel. Olivia cerró los ojos por un momento, luchando contra la mezcla de emociones que la invadían. Sabía que debería sentirse aliviada de que él hubiera decidido poner fin a aquello antes de que fuera demasiado tarde. Pero en lo más profundo de su corazón, una pequeña parte de ella deseaba que ese beso no fuera el último.
Porque ahora, lo sabía. Ethan Montgomery no era solo el hombre frío y calculador que había creído conocer. Y ese descubrimiento, más que cualquier otra cosa, era lo que más la asustaba.
ADEMÁS QUIERO REITERAR, QUE ESTA MUUUUUUY BIEN ESCRITA. GRACIASSSSSSS A LA AUTORA POR ESTA HISTORIA Y FELICITACIONES