Mia Saviano sabe lo quiere desde que era una niña, ser la Capo de la Camorra y no dejará que nada intervenga en su camino, menos el hombre que es su enemigo número uno y al cual deberá matar eventualmente.
Leo Saviano quiere ser presidente de los EEUU y no dejará que ningún escándalo arruine su oportunidad.
NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Pesadilla
Gabby
Tomo apuntes en mi IPad de todo lo que considero importante mientras Leo habla con los dirigentes de su partido. Unos ancianos que parecen haber sido criados en el siglo dieciocho.
Leo asiente ante la mirada persuasiva del presidente del partido, pero sé que su mente probablemente está navegando muy lejos de aquí.
Sus ojos conectan con los míos y sonríe. Sabe que ambos somos conscientes de que el pobre señor está gastando saliva infructuosamente. Leo no está captando ni una sola palabra.
Arrugo el ceño cuando miro las marcas en mis muñecas. Esta vez estuvo cerca.
Le mentí a Leo cuando le dije que no quiso lastimarme. Si no hubiese sido por el enfermero que logró apartarla, no estaría aquí hoy.
Sus manos presionaron con tanta fuerza mi garganta que el doctor me dijo que fue un milagro que no me haya roto la tráquea. Todavía me duele al hablar. Y no puedo comer sólidos ya que el dolor es insoportable. Lo único que he soportado bien son los helados.
Al menos los helados me encantan.
Siempre pienso que mamá podrá recuperarse, pero cada vez que voy a verla mi corazón duele por la decepción.
Fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide en su adolescencia, pero con la medicación indicada tuvo una vida relativamente normal. Lamentablemente, eso se terminó el día que papá murió. La misma noche del velorio se lanzó contra mí con un cuchillo y trato de rebanarme el cuello, por suerte solo alcanzó a lastimar mi rostro y parte de mi hombro.
Me negué a aceptar que mi mamá necesitaba ayuda e insistí en cuidarla personalmente, pero tres días después de que enterramos a papá inició un incendio en la casa. Luché para sacarla de la casa y la mitad de mi muslo se quemó. Nuestro perro Igor murió en ese incendio.
Suspiro al recordar a papá y a Igor jugando en el enorme jardín. Con los años, los hermosos recuerdos que guardo de nuestra familia, han ido perdiendo los colores. Ya no recuerdo cada sonrisa de papá como solía hacerlo. Comienzo a olvidar su voz y el sonido de sus pasos cuando llegaba a casa. Y la maravillosa forma que tenía de amarnos a mamá y a mí.
Todo ha cambiado tanto.
Mamá ha intentado matarme en siete oportunidades, pero sé que no quiere lastimarme. Me ama, sé que lo hace. El problema está en su cabeza y tengo la esperanza de que quizá algún día pueda recordarme y no verme como una amenaza. Quizá, un día no muy lejano, pueda volver a sentir su cálido abrazo.
Dios sabe que lo necesito.
–¡No puedo casarme!
El grito molesto de Leo me hace volver mi atención al ahora.
–La gente no votará por un candidato soltero. No votarán por un playboy –espeta el presidente del partido con desdén–. Nadie en su sano juicio querría un presidente que ni siquiera puede gobernar su propia vida.
–No lo haré –insiste Leo.
–La hija de Maxwell, Katherine, es la jueza más joven del estado de New York. Salió en la prensa. Sería una excelente esposa.
–Así es –responde el señor Maxwell–. Mi hija quiere casarse y creo que harían una linda pareja.
–Por supuesto –insiste Dan–. Con una mujer así a tu lado tienes ganada la elección.
–Katherine será una buena compañera para ti, Leo. Ayudará con todo lo relacionado con la campaña. Aprendió del mejor –continúa el orgulloso padre–. Podemos concertar el matrimonio para el próximo mes. A las personas les encantan las historias de amor.
–Sí. Y la prensa estaría encantada con el compromiso –dice Dan.
Siguen conversando mientras Leo mira la mesa sin decir una palabra. Quisiera gritarles a todos que no pueden obligar a alguien a casarse, no en el siglo veintiuno, pero sé que no me escucharán.
Cuando la conversación deriva a la recepción de la boda y si esta debería celebrarse en Washington, Leo se pone de pie bruscamente.
–No –dice seriamente–. No puedo casarme con Katherine porque ya estoy comprometido –declara.
Mis ojos vuelan a los suyos y siento como mi corazón se rompe en cientos de pedazos. Sé que mi amor platónico por Leo es solo eso, un imposible. O al menos pensé que lo sabía, pero creo que en lo profundo de mi corazón tenía una pequeña esperanza que acaba de morir.
Leo está enamorado y va a casarse.
Muerdo mi mejilla y entierro las uñas en mis muslos para evitar ponerme a llorar delante de todo el mundo.
Soy tan idiota. Ni siquiera tenía el derecho a tener esperanza. Leo y yo siempre hemos sido amigos, nada más que eso. Esos momentos especiales que hemos tenido, como en el hospital, probablemente solo han sucedido en mi cabeza.
Tengo que salir de aquí.
Me levanto bruscamente, pero Leo toma mi mano.
–Les presento a mi prometida –dice antes de besar mi mejilla–. Les presento a la futura señora Saviano y primera dama.
¿Qué?
Todos comienzan a hablar al mismo tiempo mientras yo intento con todas mis fuerzas despertar de este extraño sueño.
Golpeo el costado de Leo para que me explique que está pasando, pero lo único que hace es colocar su brazo sobre mi hombro y pegarme a su costado.
–No lo sabíamos. Lo tenían bien escondido –dice Dan con una enorme sonrisa en la cara.
–Mi hija estará decepcionada, pero me alegra saber que estás comprometido.
–¿Cuándo es la boda? –pregunta Dan mirándome.
–Yo… Yo… la boda, ¿qué? –balbuceo sin entender nada.
–En dos meses más. Antes del primer debate electoral –responde Leo con una tensa sonrisa–. De hecho, hoy Gabby se muda a mi casa. Mañana enviaremos a la prensa la noticia de nuestro compromiso.
–¿Compromiso? –pregunto totalmente confundida.
Todos los comensales de la mesa se turnan para felicitarnos y yo lo único que hago es asentir.
Esto tiene que ser una pesadilla.
–Si nos disculpan, mi prometida y yo tenemos una larga noche por delante.
–Oh, verdad, la mudanza –dice Maxwell–. Vayan, vayan.
Leo tira de mí hacia la puerta, lo que agradezco en silencio ya que no puedo dar un paso. El aire helado golpea mi rostro y solo entonces soy consciente de que estamos en la calle.
Me lleva hasta su auto y me ayuda a ponerme el cinturón de seguridad. Sé que debería decir algo, pero no puedo hacerlo.
Leo se incorpora al tráfico mientras tararea una canción, viéndose feliz.
De pronto, todo vuelve a mí de golpe. Leo dijo que soy su prometida y que nos casaremos en dos meses.
¡DOS MALDITOS MESES!
–¡¿Qué mierda?!
Que seáis muy felices mis amores 🥰
GRACIAS VALENTINA
Gracias señor por ayudar a esta pareja y su bebé
Por otro lado mia pensando en cómo organizar la boda y el vestido y los invitados
Hay mucho trabajo por delante
Y de paso ayuda tb a leo con la recuperación al saber que su mujer está mejorando
POR FAVOR UN MILAGRO 🙏
Paciencia amor 🥰
Date una oportunidad para ser feliz