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MI PEQUEÑA ESPOSA༆

MI PEQUEÑA ESPOSA༆

Status: Terminada
Genre:Romance / CEO / Matrimonio contratado / Matrimonio arreglado / Diferencia de edad / Casada con el millonario / Completas
Popularitas:5.3M
Nilai: 4.6
nombre de autor: Beatriz. MY

Mi nombre es Isabel del Castillo y, a la edad de dieciocho años, mi vida experimentó un cambio radical. Me vi obligada a contraer matrimonio con Alejandro Williams , un hombre enigmático y de gran poder, lo que me llevó a quedar atrapada en una relación desprovista de amor, llena de secretos y sombras. Alejandro, quien quedó paralítico debido a un accidente automovilístico, es reconocido por su frialdad y su aguda inteligencia. Sin embargo, tras esa fachada aparentemente impenetrable, descubrí a un hombre que lucha con sus propios demonios.

NovelToon tiene autorización de Beatriz. MY para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

¿ Porque él?, ¿Porque ella?

            ༺ Narra : Isabel ༻

Ignacio esbozó una sonrisa y, tras un corto momento de reflexión, decidió hacer una propuesta a todos los presentes.

—¿Qué les parece si organizamos una cena esta noche en un restaurante? Así, de

, Isabel tendrá la oportunidad de conocer a mis hijos —sugirió con entusiasmo.

—¡Me parece una idea maravillosa! —respondió mamá, llena de entusiasmo ante la propuesta.

—Sí, sería genial —añadí, compartiendo el entusiasmo de mi madre.

—Perfecto. Entonces yo me encargaré de hacer la reservación —dijo Ignacio, manteniendo su sonrisa en el rostro.

Con eso, se despidió de todos y se dirigió hacia la puerta de salida. Justo en el momento en que iba a salir, se encontró de frente con Giselle.

—Perfecto. Procederé a hacer la reservación. Bueno, ya es hora de que me marche —anunció mientras se ponía de pie y echaba un vistazo a su reloj.

Con esa declaración, se despidió de todos los presentes y se encaminó hacia la puerta, lista para salir. Justo antes de cruzar el umbral, se topó con Giselle.

—....Hola, señor Ignacio —saludó ella, un tanto sorprendida.

Él, por su parte, le dedicó un gesto de asentimiento con la cabeza en reconocimiento, antes de continuar su camino y abandonar el lugar.

Giselle, con una mirada inquisitiva, se acercó a nosotros, buscando respuestas.

—¿Qué hacía el señor Ignacio aquí? —inquirió, dirigiendo su mirada hacia mis padres, llenando el ambiente de curiosidad.

Papá, con una expresión grave en el rostro, respondió.

—Vino a visitarnos y ver a Isabel y, aprovechando la ocasión, nos invitó a cenar esta noche. Así que espero que no tengas ningún plan para esta noche, ¿comprendido?

Giselle frunció el ceño, pero finalmente asintió con la cabeza.

—Sí... papá —contestó, aunque su tono de voz evidenciaba una ligera incomodidad y descontento por la situación.

Papá aprovechó la ocasión para hacer un comentario adicional, con una mirada resoluta.

—Además, quiero que utilices esta cena como una oportunidad para reconciliarte con Alejandro. O, al menos, que le ofrezcas una disculpa.

Giselle abrió los ojos, sorprendida, y se opuso:

—¿Reconciliarme con Alejandro? ¿Por qué debería hacerlo?

Papá mantuvo su mirada en ella, sin ceder.

—Porque es lo correcto, Giselle. Debes actuar con madurez.

Giselle suspiró, evidentemente incómoda con la propuesta.

—Pero...

—Sin 'peros'. Lo harás, y punto. ¿Quedó claro?

La noche había caído y todos estábamos listos para la cena. Elegí un elegante vestido de un profundo color azul oscuro, que caía suavemente sobre mi figura. Con un ligero suspiro de emoción, bajé las escaleras hasta el salón, donde encontré a mis padres y a mi hermana, quienes ya estaban preparados para salir.

—¿Estás lista, Isabel? —preguntó mamá, con una sonrisa cálida que iluminaba su rostro.

—Sí, estoy lista —respondí, mientras me miraba en el espejo y ajustaba cuidadosamente el último detalle de mi vestido, asegurándome de que todo luciera perfecto.

—Vamos, no queremos llegar tarde —dijo papá, dirigiéndose con paso firme hacia la puerta, con una mirada decidida que indicaba que era hora de partir.

Nos acercamos al automóvil y comenzamos nuestro viaje hacia el restaurante Cielo Azul. El recorrido transcurrió con calma, pero en mi interior albergaba una combinación de nerviosismo y emoción ante la perspectiva de la cena que nos esperaba.

Al llegar al restaurante, papá se dirigió al recepcionista y le entregó la invitación que llevábamos en mano.

—Bienvenidos a Cielo Azul. Por favor, síganme —indicó el recepcionista mientras nos conducía hacia nuestra mesa.

Nos dirigieron a una mesa donde ya se encontraban el señor Ignacio, y dos hombres más. Les saludamos de manera cordial.

—Buenas noches, Ignacio —dijo mi padre, estrechando su mano con firmeza.

—Buenas noches a todos. Es un placer verlos —respondió Ignacio con una sonrisa.

Ignacio se puso de pie y comenzó a presentarme a sus hijos con una voz llena de orgullo.

—Isabel, permíteme que te presente a mi hijo menor, Frederick —anunció Ignacio con una sonrisa.

Frederick se levantó de su asiento y se acercó a mí con confianza. Extendiéndome la mano, la tomó firmemente, y cuando la estrechó, me sorprendió al dejar un delicado beso sobre mis manos, un gesto de cortesía que me hizo sentir especial.

—Es un verdadero placer conocerte, Isabel —dijo Frederick, ofreciéndome una sonrisa encantadora que iluminó su rostro.

—El placer es mío, Frederick —respondí.

—Este es mi hijo mayor, Alejandro —indicó, señalándolo.

De manera inesperada, mis ojos se encontraron con los de aquel hombre. Era el patán imprudente que casi me atropella en la mañana.

—¿Por qué él?—exclamé.

Al mismo tiempo, él también me reconoció y, con sorpresa, comentó.

—¿Por qué ella?—dijo con cierto desagrado.

Mamá, visiblemente sorprendida, alzó la vista y preguntó:

—¿Se conocen?

Tanto Alejandro como yo respondimos al unísono:

—¡No!....

Con una expresión de desagrado en su rostro, Alejandro añadió:

—Hay ciertas personas con las que no deberías tener ningún tipo de acercamiento.

Yo, sintiéndome un poco a la defensiva, me crucé de brazos y respondí:

—Tío Ignacio... En estos tiempos, parece que hay una gran cantidad de personas que son realmente desagradables y que carecen de modales. Sobre todo, aquellas que transmiten una sensación de amargura, como si llevaran un peso emocional que no pueden soltar.

—¿A quién te refieres con eso de 'amargado', niña? —preguntó él, claramente herido en su orgullo y con una expresión de incomprensión en su rostro.

Los demás, al escuchar nuestras respuestas, intercambiaron miradas confusas, sin lograr entender del todo la situación que se estaba desarrollando frente a ellos.

— Oh, no fue dirigido a nadie, simplemente hice un comentario, pero si le quedó el saco — respondí.

— Tú... — estaba a punto de replicar, pero papá lo interrumpió.

— Está bien, está bien... mejor tomemos asiento.

La tensión en el ambiente era evidente mientras todos tomábamos asiento. Intenté conservar la serenidad, a pesar de la incomodidad que la situación generaba.

Ignacio, en un esfuerzo por suavizar el clima, propuso:

—Bueno, ahora que estamos todos aquí, ¿por qué no comenzamos con las presentaciones formales?

Frederick, siempre cortés, sonrió y agregó:

—Sí, por supuesto. Isabel, ¿podrías contarnos un poco sobre ti? ¿Qué te ha traído de regreso a casa?

Agradecí la modificación del tema y respondí:

—He estado estudiando en Estados Unidos, actualmente trabajo como modelo. Opté por regresar para estar más cerca de mi familia. Extrañaba mucho estar aquí.

Alejandro, aun con una expresión de desagrado, murmuró sarcásticamente:

—Por supuesto, porque siempre es más sencillo volver a casa que enfrentar la realidad.

Decidí obviar su comentario y proseguir la conversación con Frederick.

—¿Y tú, Frederick? ¿A qué te dedicas? —pregunté, intentando mantener un tono ameno en la conversación.

—Trabajo en la empresa familiar. Es un desafío, pero realmente lo disfruto.

La conversación se desarrolló con mayor fluidez, aunque en ocasiones podía sentir la mirada de Alejandro sobre mí. Me esforcé por concentrarme en disfrutar de la cena y en conocer mejor a la familia de Ignacio.

En ese instante, el camarero llegó con nuestras comidas, inundando la mesa con un delicioso aroma. Delante de mí colocó un plato de pasta fresca, mientras que a mi padre le sirvieron un cremoso risotto. A mi madre le ofrecieron un salmón a la parrilla, Giselle recibió un atractivo plato de ensalada gourmet y Frederick un suculento filete. A Alejandro le presentaron un delicado magret de pato con salsa de frutos rojos, dispuesto de manera elegante. Es evidente que Alejandro es exigente no solo con la comida, sino también con su forma de vestir.

—¡Esto se ve absolutamente increíble! —exclamó Ignacio, observando los platos con entusiasmo y admiración.

La charla fluyó de manera más sencilla, aunque en algunas ocasiones sentía la intensa mirada de Alejandro posada sobre mí. Cada vez que intentaba mirarlo de regreso, él rápidamente desviaba la vista, como si se sintiera incómodo con el contacto visual.

 —De verdad que eres extraño no te agradó, pero cada vez que tienes la oportunidad, me observas — exprese en un murmullo.

La cena había sido un éxito. Todos estábamos sentados alrededor de la mesa, riendo y compartiendo. Yo solo observaba, disfrutando del ambiente.

—Disculpen, necesito ir al baño. Regreso en un momento —dijo Frederick, levantándose de la mesa.

—Yo también necesito ir al baño —comentó Giselle, siguiéndolo.

—Ni siquiera se molestan en disimular —dijo Alejandro.

            ༺Narra: Giselle ༻

—Yo también necesito ir al baño —comenté mientras me apresuraba, mis tacones resonando sobre el suelo de mármol. Justo antes de que Frederick ingresara al baño, lo tomé del brazo y lo hice girar hacia mí.

—¿Podrías explicarme por qué demonios no has respondido a mis llamadas ni a mis mensajes? ¿Qué te sucede? —le reclamé, visiblemente alterada.

—¿Acaso no has notado que te he estado ignorando?, Eres estúpida o que?—dijo él.

—Pero porque ? —pregunte.

Frederick se acercó a mí, y su expresión se transformó en una de frialdad absoluta. —Porque ya no me eres útil—, dijo con una voz baja y amenazante. —Solo estuve contigo para fastidiar a mi hermano. Ahora que he logrado mi objetivo, ya no vales nada para mí.

Sentí como si me hubieran propinado una bofetada. —¿Qué?— susurré, incapaz de creer lo que estaba escuchando.

—Sí, Giselle—, continuó, acercándose aún más y tomando mi cintura. —Todo esto fue un juego para mí. Y tú, querida, ya no formas parte de él.

—¿Solo... un juego? —repetí sus palabras—. Y, ¿qué intención tienes con mi hermana? Creés que no he notado cómo la has estado mirando durante toda la noche.

Frederick me miró con una expresión impasible, lo que solo incrementó mi frustración.

—Bueno, tu hermana es realmente hermosa y tiene un cuerpo impresionante—, comentó, sus ojos brillando con una malicia que nunca antes había observado.

Lo empujé con todas mis fuerzas. —¿Qué te ocurre, imbécil? No te metas con mi hermana, ¿entendiste?

—Eres un idiota —le dije, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas—. ¿No sientes temor de que revele la verdad sobre el accidente de tu hermano?

Frederick se rió, una risa fría y carente de emoción. —Puedes llamarme como quieras, pero esto ha terminado. Y sobre lo de hace dos años, no intentes cometer alguna imprudencia, porque te aseguro que lo lamentarás.

           ༺Giselle del Castillo༻

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Beatriz
Cuando Isabel se entere que puede caminar,se va a enojar por haberle mentido
Beatriz
A las autoras se les vienen tantán cosas a la cabeza que escriben y escriben apuradas por no dejar escapar la musa de su inspiración que pierden el hilo de la trama y escriben incoherencias en tiempo modo y lugar,pero las lectoras si estamos pendiente de la trama y sus detalles que no se nos escapan sus inconsistencia. Nadie es médico a los18 años a menos que sean superdotados y empiecen universidad a los 12 años
Beatriz
Don Ignacio no sería mejor dar un paso al costado y no atrás?
Beatriz
Patrona y empleada apenas se conocen, demasiado,pronto para que la señora tuteee a su patrona por más confianza y buen trato que le haya dado
Beatriz
Las cámaras? La pobre chica pobre pagará los platos rotos
Beatriz
Guísele le va a destruir el vestido. Si piensan en divorcio desde un principio para que se casan en una iglesia
Beatriz
Si como no. Va a gastar pólvora en gallinazo. Le va a salir el tiro por la culata. La maldad se regresa y golpea fuerte
Beatriz
Beatriz Morales ,si exactamente estaba pensando en eso. Al principio al parecer eran hermanos por parte del padre y ahora resulta que son de padre y madre. Autora,acaso se le chispotio? O hay un gran secreto familiar. Otra cosa,con semejante accidente solo se ganó una fractura? El accidente de Alejandro fue casi igual y el casi muere y quedó “lisiado “. Aunque al parecer está fingiendo por una buena razon
Anael Suárez
será el ex. ... de Isabel
ay que jugarreta le depara el destino
Anael Suárez
autora hubieras puesto una foto del vestido para que sea mejor ilustrado en nuestro pensamiento 😘
Anael Suárez
jajaja no puede haber mayor ardición que participar y colaborar de los preparativos de tu ex prometido
Anael Suárez
una vez perdido ,perdido queda y con la terquedad que representa Alejandro ya no puedes hacer nada para borrar lo bandida que fue Gisell
Anael Suárez
Hola buen relato y observación se dice que estudia medicina no que ya la terminó
Akleon
No se entiende tu redacción, hago esfuerzo por no perder el hilo pero cuesta. Carmen no es la hermana de Giselle , es la madre.
Carmen Mena
Gracias autora por compartir su trabajo, me encanta la conexión que tienen Isabel y Alejandro.
Geovanny Berrio Marsiglia
Esto es una historia ficticia novela osea se puede graduar a los 5 años.
Puede volar como superman, puede hablar con los animales. Por que a todo le ponen algunas lectora tantas quejaderas qué mala costumbre.
Josefina Azamar Olivera
me gusta excelente comienzo
Marita Geno
suena un poco loco que 4 años sin verse sobrevivan pero si es amor verdadero lo hace jiji
Marita Geno
que acaso el no pudo viajar ni una sola vez para verla o ella a el
Marita Geno
me encanta esta pareja como fueron desarrollando sus sentimientos
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