Todo iba al plan de Morgana, un hombre cualquiera, guapo, con exelente carácter y suficiente borracho para darle lo que necesitaba.
Un hijo.
Solo eso necesitaba para conseguir todo lo que la vida le ofrecía.
Sin embargo después de años, la vida le devuelve lo que tanto quitó y pidiéndole aún más.
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Capitulo 10
Pero cuando los labios se separaron la razón volvió a la mente de Morgana, esto no estaba bien. No iba a permitir que su fuerza de voluntad fuera violada de aquella manera, tenía que aguantar. Incluso si el hombre decía cosas perfectas como la que acababa de pronunciar.
—No puedo, Edgar. Lo siento, mi hijo es más importante que mis propios deseos.
En ese instante el chico se separó para guardar su propia compostura, no podía permitirse desmoronarse ahora, tenía que ser fuerte. Quizá él estaba entregando más de lo que ella podía ofrecerle. Otra vez estaba entregando más de lo que le ofrecían.
—Lo sé, perdón. Sé que me deje llevar... Discúlpame.
Ella negó con la cabeza, su rostro se había transformado en algo que jamás había visto, sus preciosos ojos azules se apagaron en un instante, Edgar hacia un esfuerzo enorme en ocultarlo.
—Lo de Richard, prometo arreglarlo personalmente.
Morgana sudo frío cuando vio la decisión del chico, aquello no era su objetivo. No quería a Edgar en Manhattan, debía de haber otra solución para que ambos pudieran llevar el contrato de forma que no pusiera en riesgo todo.
—No creo que sea necesario que vuelvas, puedes solo cambiar de agente.
Edgar no creía lo que estaba viendo, la mujer se veía feroz cuando había mencionado las atrocidades que había hecho su personal, pero ahora mismo, su actitud había cambiado. Era obvio que no lo quería cerca y eso le afectaba muchísimo.
—No tengo otro personal calificado como Richard.
—Unos cuantos correos electrónicos entre nosotros bastará. —Morgana no podía imaginar nada más, aquello debía funcionar— ¿O que, no confías en mi?
—Confio en ti, pero creo que se necesita más que eso para manejar el proyecto que tenemos en nuestras manos. —El hombre camino hacia ella y se permitió por última vez oler su aroma, la vainilla había sido su favorita desde niño y ahora mismo, se volvía su propia adiccion— Necesito volver, pero parece que no me quieres ahí.
La voz de Edgar se volvió seductora y el cuerpo de Morgana respondió al instante. Ya estaba demasiado acostumbrada a sentir la sensación que le provocaba cada parte de él, pero aquello era una prueba más de que juntos jamás podían funcionar.
—Realmente no.
La dureza de sus palabras fueron como dos filos para el chico, no podía permitir perder en esto. Debía de ser duro incluso peor que ella. Entonces tomo la decisión que jamás había pensado, sí el iba a sufrir, ella tenía que sufrir lo mismo, así que cerró su carpeta y tomo sus pertenencias personales.
Hoy volaría a Manhattan y no le importaría nada más.
Pero cuando Morgana salió de la oficina y escuchó las órdenes que le daba a sus empleados el sudor empezó aumentar, no quería que volviera.
—Por favor, Edgar, quédate. No vayas a Manhattan.
—¿Porque, Morgana? Dame una maldita razón para no volar y permanecer a tu lado.
Pero la única idea que a la chica le apareció en la mente fue la única que no quería pronunciar delante de los empleados.
—Porque te necesito aquí, en California..
—¿De que rayos estás hablando?—El hombre la miró y se giró hacia ambos lados en búsqueda que nadie la escuchara—No podemos...
—Quiero estar aquí, contigo en California.
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**El pequeño gemido lleno la habitación mientras que Edgar se movía al compás de la música de fondo, no podía permitirse perder la concentración, aquello era importante y poco a poco se entregaba al deseo mientras los gritos aumentaron.
La habitación era sobria, ni siquiera recordaba ningún punto de aquella habitación porque en el momento que había pasado la puerta se había entregado de lleno a la dama que estaba con él.
Solo había bastado una palabra de aquella chica para entregarse al puro deseo y olvidar por completo aquella absurda regla de serle fiel a Holly toda la vida.
De un momento a otro, su cuerpo se entregó al más puro deseo y se dejó llevar por el remolino que su propia mente había creado. La mujer a su lado, aunque no la reconocía podía saber que había disfrutado tanto como él.
Las palabras sobraron mientras ambos jadeaban pero su borrachera era importante que fundió su cerebro en aquel momento, pero aquellos recuerdos eran tan vívidos que las cosas absurdas que había sucedido le llenaban de preguntas que ni el mismo podía responder.
—¿Crees que realmente este dormido?—Una voz ajena lleno la habitación.
—Si, el sexo fue magnífico. Y creo que es perfecto para nuestro plan.
¿Plan? ¿Que rayos?...
—Solo mueve tu trasero, necesito hacer pis.
—Solo deja ponerme la ropa, no puedo salir desnuda.
Entonces las dos personas que no reconocía se movieron sigilosamente mientras el permanecía inmóvil en su cama. Ni el mismo sabía porque permanecía sin hacer nada.
Entonces en un solo movimiento la chica de rostro borroso se acercó a él y beso sus labios, el aroma a Vainilla lleno sus fosas nasales y quiso aferrarse a ello. Pero no pudo, así que miro como la chica lentamente salía de la habitación con el condón en sus manos.
Y de un momento a otro, su sueño fue perdido en el abismo dejando la locura en su lugar.