Aurora Parisi es una joven de 20 años, recién egresada de la universidad a su corta edad, estudio negocios y administración, es dulce, amable y muy correcta, ella es hija adoptiva de los Parisi.
Perla Parisi tiene 20 años y es la hermana de Aurora, es egoísta, caprichosa, manipuladora y odia a su hermana, le ha hecho la vida imposible y le ha quitado todo lo que puede.
Aurora siempre se ha negado en trabajar en el negocio familiar, en la mafia, pues, es muy correcta, a pesar de todo adora a su hermana, pero todo cambia cuando Perla se queda con el prometido de Aurora, allí es cuando ella se olvida de sus principios y aceptara la propuesta de su abuelo entrando a un mundo oscuro donde lo conocerá a él y se dejara llevar por la pasión y lo prohibido.
Él, Massimo Caruso un Mafioso cruel, frío, despiadado, sexy y ajeno, hará que la dulce Aurora caiga en la red de lo prohibido.
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Rompiendo para forjar.
Aurora.
Me levanto con un dolor de cabeza de los mil demonios y me duele todo mi cuerpo, mi garganta está seca, mi cabeza me pesa y todavía creo que estoy mareada, después de ducharme y vestirme bajo para buscar algo para beber la sed me está agobiando.
— Buenas tardes, bella durmiente.— Dice Alana.
— Ya te sientes un poco mejor, sé que duele, pero aquí estamos para ti.— dice Gia y la abrazo.
— Te dejé llorar ayer, pero hoy no voy a permitir tal cosa, ya lo lloraste y te bebiste su recuerdo literal, porque metiste una foto de él en el vaso y te bebiste toda la tinta, ja, ja, ja— Dice Alana sonriente no sé qué haría sin ellas.
— Y que harás amiga... Digo con lo de tu abuelo, eso lo dijiste por impulso cierto, tienes sueños.— Dice Gia, dándome una taza de café.
— Mi sueño era crear mi propia empresa y dejar a ese bastardo de presidente, tener una casa, un perro y un gato, dos niños y hasta un ave, ahora nada de eso me interesa, además se lo debo a mi nonno.— Digo y Alanna, aplaude.
— Señoras y señoritas ha despertado la gran Aurora Parisi.— dice y me río, aunque por dentro me esté muriendo.
Después de estar lista voy por mis cosas a casa de mamá, me iré con el abuelo y luego iré al lugar de entrenamiento, llegó a casa y mis padres están en la sala junto al abuelo.
— Ahora sí, princesa por qué aceptaste, si tú no querías eso, pensé que la noticia era un novio o algo— Dice mi madre confundida y preocupada también.
— Nada que ver con eso, no quiero perder mi tiempo, nos vamos nonno.— pregunté y él asiente, mientras hacía mi equipaje me sentí morir y era como llevar el corazón en mi maleta, todo me dolía.
— Estoy lista, adiós mis amores, los amo, papá, juro que te haré, que te sientas orgulloso llevando muy bien tu legado.— digo y papá me abraza.
— Yo ya estoy orgulloso de ti mi niña no debes hacer esto, solo cuídate sí.— dice y los abrazo. Voy en el auto con mi abuelo, miro la ventana y el solo respirar me duele
— Siempre te he dicho que eres un libro abierto, aunque sospecho no te diré nada, solo recuerda el hombre y la mujer pueden hacer lo mismo, eso no te quita ni te pone.— Dice y lo miro con el seño fruncido y él me abraza.
El tiempo pasa y tomo un jet en poco tiempo estamos en casa de mi nonno, llegó y subo a mi habitación y adivinen qué, si seguí llorando ese día lo pase así al siguiente sería mi entrenamiento, debo concentrarme y ser la mejor doy delgada y hasta pequeña ante esos hombres, pero prometo ser tan fuerte como una rica, que aunque es pequeña si se sabe usar puede llegar a matar. Bajo a cenar con mi abuelo y este ya me espera con dos platos de exquisita lasaña mi favorita, en la comida hablamos de muchas cosas, el abuelo es divertido y lo adoro.
Subo y veo mi teléfono para llamar a mis padres y amigas para avisarle que ya llegué, pero al revisar a muchas llamadas de Leonel, las ignoro y después de hacer las llamadas que quería guardo el teléfono y me dispongo a dormir. No voy a estar tan perdida mañana, ya que mi padre nos pagó defensa personal y lucha, claro la perra de perla nunca entró, pero yo sí y lo agradezco me servirá, siento una ola de emociones invadiéndome, quiero gritar, llorar de todo, voy al gimnasio y comiendo a entrenar estoy enloquecida, mis nudillos ya estás roto y magno el leal guardia de mi abuelo entra.
— Pequeño Ángel, pero que haces te haces daño debes usar protección — dice y caigo al suelo, duele, quema, arde por dentro, es algo horrible y solo quiero tomar pero mañana empiezo no puedo.
— No puedo Magno, quiero esto, necesito esto, dañarme y estar así, eso me calma.— Digo y toma mis manos el auto, dañarte, no resolverá nada.
— Hasta mañana magno, mañana empiezo con el entrenamiento, tú qué me llevarás, no le digas a nadie que soy una Parisi, a fin de cuentas no lo soy realmente.—
— No diga eso pequeño ángel, usted sabe que los Parisi la aman.— Dice y sonrío con sorna.
— No todos, Magno, no todos.— Me retiro a mi habitación y trato de dormir, pero sus besos, sus caricias, su sonrisa, sus chistes y cada momento se hacen presente, parece una pesadilla y se repita una y otra vez.
Al día siguiente me visto con vaqueros negros y una camisa de igual color, me despido de mi abuelo y le advierto.
— Arrivederci nonno— digo y lo abrazo.
— Nonno te informo que nadie sabrá que soy Parisi hasta que esté lista, quiero el entrenamiento normal y no uno a conveniencia por ser tu nieta.
— Eres perfecta, allá no haré nada pero aquí respecto a tu salud mando yo okay, cuando llegues no te podrás quejar, asiento y me voy.
El camino hacia la mansión de la organización fue corto, magno iba dándome aliento y me repetía, Fija un objetivo, alcanzarlo y fija el siguiente. Así lo haría, debía cambiar, sanar y volver a estar bien.
Al llegar bajamos y magno me presenta con todos los presente.
— Ella es Aurora, su nueva aprendiz, deben enseñarle todo lo que saben.— Dice magno y me mira, asiento levemente y continua.
— Y sin contemplación.— camino con los sujetos, uno de llama Zac y el otro Marco, allí empieza mi entrenamiento y si quería morir, pues, lo estoy haciendo.