Olivia Lancaster siempre ha sido la hija perfecta: obediente, refinada y dispuesta a sacrificar su felicidad por el bienestar de su familia. Cuando una crisis financiera amenaza con destruir el imperio empresarial que su padre ha construido, Olivia accede a un matrimonio arreglado con Ethan Montgomery, el frío y misterioso magnate que podría salvarlos de la ruina.
Ethan no está interesado en el amor. Para él, el matrimonio es solo un acuerdo de negocios, una forma de asegurarse el control absoluto sobre la empresa de los Lancaster. Sin embargo, lo que comienza como una relación puramente contractual pronto se convierte en algo mucho más intenso. Olivia despierta en él un deseo que jamás imaginó sentir, un anhelo que desafía todas las reglas que se ha impuesto a sí mismo.
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Capitulo 6
La habitación estaba envuelta en la penumbra, iluminada solo por el suave resplandor de las luces de la ciudad que se filtraban a través de las cortinas. Olivia se encontraba en la cama, aún vestida con el elegante vestido que había llevado a la gala, pero la tela ahora parecía pesada sobre su piel, recordándole cada instante del evento: las miradas, las risas, y, especialmente, el contacto inesperado con Ethan.
El aire estaba cargado de una tensión palpable, y cuando Ethan entró en la habitación, el ambiente se volvió aún más denso. Sus ojos grises se encontraron con los de ella, y por un instante, el tiempo se detuvo. Habían estado jugando un juego, pero en ese momento, la línea entre el deber y el deseo se desdibujaba aún más.
—¿Olivia? —preguntó, su voz un susurro que resonó en el silencio de la habitación.
—Sí —respondió ella, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
Ethan se acercó lentamente, como si cada paso lo llevara más allá de lo que había planeado. Olivia sintió su corazón acelerarse mientras observaba su porte decidido, la forma en que su presencia dominaba el espacio. Se sentía a la vez atraída y aterrorizada por lo que estaba a punto de suceder.
—Esta noche... —comenzó Ethan, su mirada intensamente fija en ella—. Ha sido más complicada de lo que esperaba.
Olivia se sentó en la cama, la tela del vestido resbalando un poco, exponiendo un destello de su piel. —Lo sé. Pero, ¿qué haremos al respecto?
—No sé si esto es una buena idea —dijo él, su voz profunda pero llena de deseo. Se estaba conteniendo, y ella podía verlo en la tensión de su cuerpo.
—¿Por qué? —preguntó ella, acercándose un poco más, ignorando el latido frenético de su corazón. La distancia entre ellos parecía irreal, como si el universo estuviera esperando que un solo movimiento lo rompiera. —Estamos casados.
Ethan dio un paso hacia adelante, la tensión entre ellos creció, el aire vibrante con la electricidad de lo que estaba a punto de ocurrir. —No quiero que pienses que esto es solo un juego. —Sus palabras eran firmes, pero su mirada traicionaba una lucha interna.
Olivia sintió que la vulnerabilidad la envolvía, pero también una llama de deseo que la desbordaba. La idea de ser solo una esposa de conveniencia parecía tan lejana en ese momento. Quería sentirlo cerca, quería explorar lo que había entre ellos sin restricciones.
—Ethan... —murmuró, y al pronunciar su nombre, el tono de su voz se volvió casi un ruego.
Fue suficiente. En un instante, la distancia se evaporó y Ethan se abalanzó hacia ella, sus labios encontrándose en un roce ardiente. Fue un beso que superó cualquier expectativa, lleno de urgencia y anhelo. Las inhibiciones se desvanecieron, y en su interior, Olivia sintió cómo la pasión comenzaba a desbordarse, arrastrándola en una corriente que no podía resistir.
Ethan la sostuvo con firmeza, como si la estuviera protegiendo y poseyendo al mismo tiempo. Sus manos se deslizaron por su espalda, empujándola suavemente hacia él. Olivia sintió cómo sus cuerpos se unían, la temperatura en la habitación ascendía mientras el deseo brotaba entre ellos. El beso se profundizó, sus lenguas danzando en un ritmo sensual que hablaba de una conexión más allá de las palabras.
Finalmente, se separaron, sus frentes presionadas una contra la otra, las respiraciones entrecortadas resonando en el silencio. La vulnerabilidad que sentía era abrumadora, y Olivia sabía que la línea entre el deseo y el deber estaba a punto de desvanecerse por completo.
—No puedo… —susurró Ethan, su voz temblorosa. —He jurado mantener esto bajo control.
—¿Y si no quiero que lo mantengas bajo control? —dijo Olivia, su voz un susurro cargado de desafío. El fuego en su interior la empujaba a seguir adelante, a explorar lo desconocido sin miedo.
Ethan la miró intensamente, como si estuviera considerando la posibilidad de ceder. —Esto no es solo un capricho, Olivia. —Su tono se tornó serio, y un destello de vulnerabilidad cruzó su mirada. —No quiero que te lastimen.
—¿Y quién dice que esto me lastimará? —preguntó, desafiando su lógica mientras un destello de determinación brillaba en sus ojos. —Soy más fuerte de lo que crees.
Ethan pareció luchar consigo mismo, sus músculos tensos y su mirada un torbellino de emociones. Finalmente, se inclinó hacia ella de nuevo, pero esta vez su beso fue más suave, más delicado, un preludio de lo que estaba por venir. Las manos de Olivia exploraron la solidez de su cuerpo, mientras Ethan la guiaba hacia el lecho, la cama se convirtió en un refugio donde podrían dejar atrás el mundo exterior.
Mientras se tumbaban bajo las sábanas, la vulnerabilidad se volvió una parte de su deseo compartido. Sus cuerpos se entrelazaron, y cada roce de su piel encendía un fuego que había estado oculto, pero que ahora ardía con fuerza.
Bajo las sábanas, donde el deber se difuminaba con el deseo, Olivia supo que estaban a punto de descubrir algo que iba mucho más allá de un simple acuerdo. Cada beso, cada toque, se convertía en una promesa silenciosa de que, tal vez, lo que habían construido juntos no era solo un matrimonio de conveniencia, sino el comienzo de algo mucho más profundo y peligroso.
Las horas se deslizaban suavemente mientras el mundo exterior se desvanecía. La habitación estaba envuelta en un silencio profundo, interrumpido solo por los suaves suspiros y las respiraciones entrelazadas de Olivia y Ethan. A medida que la conexión entre ellos se profundizaba, cada instante se sentía cargado de un significado nuevo y electrizante.
Olivia sintió la calidez del cuerpo de Ethan a su lado, una energía que emanaba de él, que la envolvía y la invitaba a dejar atrás cualquier duda. El roce de su piel sobre las sábanas de seda era una mezcla de nerviosismo y emoción. Su mente estaba en una batalla constante entre el deseo y el recuerdo del acuerdo que los había unido en primer lugar.
—No puedo dejar de pensar en lo que significa esto —susurró Ethan, rompiendo el silencio. Su voz era grave, casi un lamento. —No debería estar aquí. No debería sentir esto.
—¿Y qué es “esto”? —preguntó Olivia, desafiando el velo de seriedad que había caído entre ellos. La curiosidad la empujó a explorar la profundidad de sus sentimientos, deseando saber cómo se sentía realmente.
Ethan se giró para enfrentarla, sus ojos grises destilaban confusión y deseo. —Esto —dijo, gesticulando entre ellos—. Esta atracción, esta conexión que siento contigo. Es… diferente.
Su corazón latía con fuerza. Olivia sabía que había un abismo entre el deber que la unía a él y lo que realmente sentía en ese momento. Pero, ¿podía permitir que ese deseo se manifestara sin reservas? Se sentía tan viva en su presencia, cada toque, cada beso, una explosión de sensaciones que no podía ignorar.
—Tal vez lo que sentimos es real, Ethan —respondió ella, su voz casi un susurro, mientras se atrevían a mirar más allá de las circunstancias que los habían unido. Se sentía vulnerable, pero en su vulnerabilidad también había poder. —No podemos permitir que el pasado dicte lo que está por venir.
—¿Y si nos equivocamos? —preguntó él, sus ojos ardían con una intensidad que la hizo estremecerse.
—¿Y si no lo hacemos? —replicó, sintiendo que la valentía comenzaba a brotar en su interior. Había tanto que podrían descubrir juntos. —¿Y si esto es solo el comienzo?
Ethan la observó en silencio, como si estuviera sopesando sus palabras. Luego, como si hubiera tomado una decisión, se inclinó hacia ella nuevamente. Esta vez, el beso fue más que un mero impulso; fue una declaración de intenciones, una mezcla de vulnerabilidad y deseo, de aceptación y entrega. Olivia sintió que su corazón se aceleraba mientras se dejaba llevar por la corriente de emociones que los rodeaba.
Mientras se entregaban el uno al otro, Olivia sintió cómo el mundo a su alrededor desaparecía. Los miedos, las inseguridades y las expectativas se desvanecían, dejándola con una sensación de libertad que nunca había experimentado antes. Ethan la sostenía con firmeza, como si supiera que en sus manos tenía algo precioso, algo que valía la pena proteger.
Cada toque, cada susurro, cada roce de sus labios encendía un fuego dentro de ella. Las sábanas suaves se convirtieron en un refugio, un espacio donde podían explorar sin miedo ni restricciones. Con cada momento que pasaban juntos, Olivia comprendía que este encuentro no era solo físico; era una conexión que iba más allá, una mezcla de almas que comenzaban a entrelazarse.
En un instante de claridad, Olivia se dio cuenta de que no solo estaba descubriendo a Ethan, sino también a sí misma. La mujer que había estado atrapada en el deber y la obligación comenzaba a liberarse, a emerger de las sombras de su pasado. A su lado, Ethan parecía estar experimentando la misma transformación, como si su relación les diera la oportunidad de ser más de lo que habían sido.
Mientras la noche avanzaba, la intimidad entre ellos creció. Cada susurro y cada caricia hablaban de promesas compartidas, de un futuro incierto pero lleno de posibilidades. Ethan parecía perderse en ella, y ella en él, y por un momento, el mundo exterior se desvaneció completamente.
Finalmente, exhaustos pero satisfechos, se separaron lentamente, sus cuerpos aún entrelazados. El silencio volvió a caer, pero esta vez era un silencio lleno de entendimiento, de conexiones no solo físicas, sino emocionales. Las preocupaciones sobre lo que vendría a continuación parecían lejanas, y en su lugar había un deseo compartido de seguir explorando lo que habían comenzado.
—Olivia —dijo Ethan, su voz suave, casi un susurro. —No sé qué significará esto para nosotros, pero no quiero que se acabe aquí.
Ella lo miró, sintiendo que su corazón se llenaba de esperanza. —Tampoco yo.
Y con esas palabras, un nuevo capítulo en sus vidas comenzó a escribirse, uno donde el deber y el deseo finalmente se encontraban en un delicado equilibrio.
ADEMÁS QUIERO REITERAR, QUE ESTA MUUUUUUY BIEN ESCRITA. GRACIASSSSSSS A LA AUTORA POR ESTA HISTORIA Y FELICITACIONES