Ella es alegre, divertida, atrevida, rebelde, y de un gran corazón, pero a los ojos del mundo está defectuosa. Él es guapo, adinerado, malcriado y caprichoso, es el más popular y codiciado por todas. ¿Qué pasará cuando se encuentren? Averigüémoslo juntos.
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Capítulo Once
Ya era la hora de salida. Franco esperaba a Rose en su auto, frente al colegio. Cuando la vio llegar le abrió la puerta.
_ Ya está. Laura se lleva mi bicicleta, pero luego debes dejarme en su casa.
_ Sí no hay problema ¿Por qué no quiso venir con nosotros? - es por mí.
_ Es porque piensa, que tal vez queramos estar solos.
_ Y, ¿querríamos estar solos? - la chica se ruborizó.
_ Yo no sé. A mí me da igual - dijo sin mirarlo, Franco sonrió. Le encantaba verla ruborizarse. Puso en marcha el auto y se dirigieron al autódromo.
_ La carrera empieza a las dos, tenemos tiempo de comprar algo para almorzar. ¿Tú que quieres? - dijo sacando un monedero rosa, en forma de cerdito de su mochila.
_ Yo invito, Rose - tomó la mano con la que sostenía su monedero - déjame hacerlo ¿Sí?
_ Está bien - se sentía extraño que alguien aparte de su padre o hermanos le comprase comida.
_ ¿Qué quieres? - preguntó mirando el menú pegado en la pared.
_ Mmm, quiero un sándwich de pollo y una coca con mucho hielo - a él le pareció que era muy poco, pero tampoco se animó a decirle que pidiera más, que no se contuviera.
_ Yo quiero dos hamburguesas y una coca grande - le dijo al chico que tomaba los pedidos.
Una vez que tuvieron su comida, se dirigieron a buscar donde sentarse. Rose conocía el autódromo como la palma de su mano. Así que sabía muy bien donde sentarse para no perderse nada.
_ ¿No estamos un poco lejos?
_ No, para nada. Desde aquí se ve todo, muy bien. Mira aposté a Montoya - le mostró su ticket de apuesta.
_ ¿Apostaste? Eres menor de edad.
La chica se rio y le tapó la boca con los dedos.
_ Lo hice a nombre de Laurita. Ella ya puede. Le tengo mucha fe a ese hombre. Necesito una notebook nueva y él me ayudará - beso su ticket.
Franco la observaba con admiración, era tan divertida y ocurrente, tan libre de complejos. No le importaba lo que él pensara. Ella simplemente se expresaba.
_ ¿Puedo sentarme detrás de ti? - la muchacha lo miró con curiosidad.
_ Sí, pero ¿por qué no te sientas a mi lado?
_ Para esto - se sentó en la grada de atrás y la rodeo con sus piernas, se agachó, ella levantó la cabeza para verlo y le dio un beso - a lo Spiderman.
La chica se ruborizó una vez más, pero soltó una carcajada y él la apretó con sus piernas.
Ella estuvo muy animada durante la carrera, parecía que se había olvidado de que él estaba ahí. A veces, gritaba eufórica, palabras motivadoras para su conductor predilecto y otras tantas insultaba al resto de los conductores, como si pudieran escucharla.
Montoya había ganado la carrera y ella estaba feliz. Cuando iba para su estación, la gente se le acercaba y le pedían autógrafos. Ella tomó de la mano a Franco y corrió hacia él.
_ Montoya, eres lo máximo - le dijo, a Franco no le agradó verla tan feliz y lanzada. Ella le pasó una hoja de papel, para que le diera su autógrafo.
_ Y tú eres un encanto, preciosa - le pasó la hoja de papel con su firma y un número escrito. Le guiñó un ojo.
_ Mira, Montoya me dio su número de teléfono - dijo feliz y sonriente, levantó la mirada y se encontró con la cara de Franco totalmente transformada. Se dio la vuelta y comenzó a caminar sin decirle nada. Ella se dio cuenta de que había metido la pata y lo siguió.
_ ¿Estás enojado? ¿Hice algo malo?
_ Sí. Por si lo olvidas, ahora tienes novio. Yo soy tu novio - apuntó hacia sí mismo, con su dedo - ¿Cómo que es lo máximo? Y encima te da su número y lo recibes feliz.
Ella le mostró el papel y rompió la parte que tenía el número escrito, y lo arrojó al piso.
_ Me quedo con el autógrafo. Lo venderé por eBay - lo tomó de la mano, y él se quedó sin palabras. No supo que decirle - lo siento, no estoy acostumbrada. Además, no debería acostumbrarme, no hice nada malo. Tú eres mi novio, él solo es mi conductor favorito. No tienes por qué ponerte celoso por eso.
_ Pero no me gustó. Supongo que yo tampoco estoy acostumbrado a ti - bajo su mirada, se sintió un inmaduro.
_ Franco - la miró, ella se paró en punta de pies cerró los ojos y le dio beso corto. Él se apartó un poco y le habló.
_ Rose - volvió a besarla, suave y lentamente, mientras todo el mundo se movía a su alrededor.
_ ¿Qué? - sus ojos se encontraron, tomaron aire e iban a juntar sus labios nuevamente.
_ Me encantas - la atrajo hacia él y la apretó contra su cuerpo. Ella le rodeó el cuello con sus brazos y volvieron a besarse, pero esta vez fue un beso profundo y húmedo.