Sólo En Tu Mirada

Daniela

Hoy ha sido un día bastante extraño para mí desde que desperté he tenido una sensación diferente, como de vacío, de experiencias que no he vivido, ese hombre vino a trastocar mi vida, y mientras más lo pienso me atrae más la sensación de que sea él...

Estás lenta Daniela, me reprendo internamente, y para completar la guinda del pastel, mi hijo le ha pedido que venga a buscarnos, oh por Dios; no pude ni cerrar un ojo durante la siesta, los niños acaban de dormirse, generalmente reposan media hora y los más pequeños duermen, mientras los más grandecitos practican juegos de salón o juegos tranquilos como algunos le dicen, estoy sumida en mis pensamientos, pidiendo a mi Dios que no se aparezca Enrique, y de paso ya lo tuteo, ¡Uf! Mi mente vuela, a ciencia cierta puede producir una tormenta, un tsunami, lo que sea en mi vida, pero nunca será mío, ya debe tener su vida hecha, casado con hijos, y muy lejos de aquí, así que coge mínimo y piensa con la cabeza que el corazón a veces se desboca y pierde el rumbo, tú lo sabes muy bien.

Por si fuera poco necesito saber que noticia tan importante le dijo a mi mamá, vi también que tenía un sobre y estaba muy extraña anoche, pocas veces se queja de dolor de cabeza y siempre se levanta muy temprano, hoy no lo hizo.

Ya es la hora de despedir a los niños y las niñas, estamos saliendo al patio central donde como todos los días se hace el momento formativo, cuando observo que viene llegando lentamente la camioneta de Enrique, por Dios, siento como salta algo en mi estómago, es una sensación extraordinaria, como un calor que inunda todo mi cuerpo, sin embargo, me controlo lo más que puedo.

Continuo organizando a mis niños, cuando están listos, entonamos el himno a cargo del maestro de música, despedimos a los niños y niñas y van saliendo en fila donde ya el portero tiene la puerta abierta; disimuladamente observo hacia el frente donde está estacionada la camioneta y él está abriendo la puerta.

Imploro para mis adentros que no se baje, que no se baje, pero fue inútil, veo como se baja, cuál galán de cine, con los lentes de sol, y la misma ropa de temprano un pantalón camuflajeado con una franela negra que se le marca todos los músculos del abdomen, hasta camina como en cámara lenta el muy maldito, estoy tan embobada que ni me doy cuenta cuando Joshua corre hasta él y le grita a todo pulmón¡Viniste!.

Se agacha hasta su tamaño y en un movimiento se saca los lentes y lo abraza, le dice algo al oído, supongo que hablan de mí, ya que el niño voltea y me señala.

Yo levanté la cara muy estirada como si no me importará su presencia y camino hasta mi salón a buscar mi bolso, cuando vienen entrando agarrados de las manos estoy tan sorprendida de esa complicidad entre los dos, como si se conocieran desde mucho tiempo.

Enfrentó a mi hijo y le digo:

-¿por qué sales corriendo? No te das cuenta de que puedes tropezar y caer.

-Mami el señor vino a buscarnos. Me dice,

- cumplió su promesa. Voy por mi morral. Y vuelve a correr por el pasillo.

Pongo los ojos en blanco, y digo

- no es fácil -.

Él se ríe y me saluda

- Hola, ¿Cómo estuvo el día? Gracias a ti terrible, pero solo respondí

- normal.

- Puedo preguntar que te paso en la frente. Iba a responder, cuando dice mi hijo:

-iba como autómata y chocó con la pared de la cocina.

Abrí la boca para responder, pero solamente hice el movimiento, ya que se acercó a mi rostro y colocó sus dos manos en mis mejillas para inspeccionar el chichón que ya no estaban tan grande, gracias a los menjubres de la cocinera.

Se acercó

-¡Uf! Sabes que puedes tener una conmoción. Dijo.

Gire mi rostro y quite sus manos, estamos dando un espectáculo en pleno patio de la escuela así que asentí y dije:

- Vamos.

Hice una señal con mi mano a modo de despedida con mis compañeros y avance hacia la puerta, mi hijo estaba que desbordaba de felicidad, cuando vamos llegando a la camioneta que aprieta el control le digo entre dientes:

-Ni se te ocurra abrirme la puerta.

y lo veo a los ojos, ese fue otro grave error que cometí, quedamos como en una burbuja solo él y yo por un espacio de tiempo, vi en su mirada alegría, burla, no lo sé. Fui devuelta a la tierra gracias a mi hijo que pedía subir a la camioneta, diligente abrió la puerta y espero que el niño subiera, lo ayudó con el morral y cerró, mientras yo daba la vuelta y subía por el lado del copiloto.

Encendió el auto y dijo:

-traje una sorpresa, supongo que ya almorzaron así que podemos comerlo aquí dentro de la camioneta o en la casa. lo miré incrédula.

Y por supuesto mi hijo grito:

- ¡es helado!.

respondió -si, por la calor y hay de varios sabores, estoy esperando respuesta para arrancar el auto.

- -en la casa.- gritaba Joshua.

Yo estaba muda.

él pasaba la vista entre mi hijo y yo, esperando que replicará alguna frase, al cabo de unos instantes dijo:

imitando una voz de fanfarria¡Ha ganado el niño Joshua.!.

Y aplaudieron los dos.

Se acomodó en su asiento y me puso en las manos la caja que contenía cuatro envases de helados y unos trozos de hielo y nos dirigimos a la casa; Joshua parloteaba como loco y le preguntaba, él le respondía; ni preste atención estaba tan sumida en mis pensamientos que no reaccioné hasta que apagó el auto frente a mi casa, quito el seguro y se bajó ayudó al niño y camino hasta la puerta abrió la reja y esperó por mí con la puerta abierta, mientras Joshua gritaba: -abuela hemos llegado-.

Camine lentamente buscando las llaves en mi bolso y me dijo cerca del oído,

¿por qué debo olvidar que soy un caballero contigo?.

Levante mi rostro y me perdí en sus ojos nuevamente, esto no es normal, tampoco entendía lo que me decía.

- ¿cómo? Pregunte.

-claramente, me escuchaste ¿por qué debo olvidar que soy un caballero?, deseo abrirte la puerta, sostenerla mientras pasas, acaso no es eso lo que hace un caballero. - respondió.

-No pude responder, ya que en ese instante abrieron la puerta y era mi Padre.

Joshua por supuesto saltó a los brazos de él gritando ¡papi, papi!. Mire a mi padre muy apenada por la situación que acababa de ver y sentí como mis mejillas se ponían caliente, salude a mi padre y entre, él seguía allí de pie y le hice seña de que entrará.

Cuando entro lo invite a sentarse y le presenté a mi papá, se saludaron de manos, mi padre se llama Gilberto y al mismo tiempo venía mi madre quien al verlo le sonrió y lo saludo y le dijo:

- Teniente quedé con usted que lo llamaría.

- Si, eso entendí, en mi defensa solo diré que soy impaciente por mi trabajo, espero no ser inoportuno.