Queda huérfana y tiene que cuidar de sus hermanos, así que con sólo 15 años se casa con un hombre ciego y malhumorado.
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Capitulo 11.
Bruce recibe las últimas noticias de su casa. Ve los videos donde Camila y Luis hablando alegremente, le pregunta a uno de sus empleados lo que ocurre en el vídeo. Este le cuenta que su esposa y su hermano se están abrazando, muy cariñosamente. Los celos se adueñan de el. Al parecer no es su imaginación, ellos si se abrazan muy cariñosos. Decide que es momento de volver.
Al día siguiente, Camila sale a dar un paseó por el jardín. Faltan unas horas para que vaya a su trabajo, y quiere aprovechar para caminar un rato. Ella se para cerca de la alberca, mete los pies para refrescarse y sonríe. Tener los pies dentro del agua le recuerda su hogar. El río, los grandes árboles, los caminos de tierra y también recuerda a ese hombre hermoso que conoció.
Ella se pregunta que ha sido de el. Una imagen de ese rostro llega a su cabeza, de repente siente que se parece mucho a Bruce. Curiosa le pide a su suegra una foto de el más joven. Y está se la da. Camila la ve y se da cuenta de que si son el mismo, Bruce ha cambiando, se ve más maduro y más hermoso piensa ella.
— ¿Puedo quedarme con la foto? — Pregunta con entusiasmo a su suegra. Ella acepta. Después del trabajo, Camila compra un marco para fotos. Al volver a casa pone la foto en el, y la abraza mientras duerme.
— Tal vez así no te voy a extrañar tanto. — Murmura contenta.
.....
Bruce regresa a la casa y sube a su habitación, ve a Camila dormida con algo en brazos y se lo quita, ve que es una foto de el más joven. Una sonrisa se le escapa.
— Parece que alguien me extrañó. — Comenta feliz, luego se mete a la cama y la atrae a su cuerpo.
— Yo también te extrañé Cami. — Besa sus labios suavemente.
A la mañana siguiente Camila despierta con algo pesado sobre ella, Bruce la está abrazando, ella al notarlo se sorprende, luego le toca las mejillas para ver si es real.
— Volviste. — Camila está muy feliz, le da muchos besos en el rostro, eso hace que Bruce se despierte.
— ¿Qué estás haciendo?
— Hola. Buenos días. ¿Cómo te fue en el viaje? ¿Me extrañaste? Yo te extrañe mucho. — Ella habla sin parar. Está muy emocionada y no puede ocultarlo.
— ¿Por qué me extrañaste?
— Bueno, eres mi esposo.
— Yo no te extrañé. — Camila se siente decepcionada. — ¿Y por qué me estás abrazando?
— Yo... — Bruce intenta defenderse. — Tu no deberías abrazarme. Eres muy pegajosa y molesta. — Camila suspira algo enojada. Pero no dice nada. Bruce al verla decide salir.
....
Luis está en su cita a ciegas, la mujer que su madre eligió es Pamela Bailey, una mujer de buena familia, con rasgos delicados y un buen cuerpo. El está satisfecho con la apariencia, y economía, pero también le gustaría conocer su percepción de la vida. Por lo que hace una serie de preguntas.
— ¿Dónde estudiaste? — Pamela menciona una de la mejores universidades, y la carrera que eligió. — ¿Cuántos novios has tenido?
— Más de tres. — Responde ella.
— ¿Cuál fue el último libro que leíste?
— No recuerdo el título.
— ¿Sabes cocinar.? — Esa pregunta de repente le parece importante. Aunque cree conocer la respuesta.
— No. Yo nunca meteré mano en la cocina, para esos están las sirvientas y los chefs. — Luis no queda satisfecho ante esa respuesta.
— ¿Quieres tener hijos?
— Los niños arruinan el cuerpo, si quieres tener hijos podemos alquilar un vientre.
Luis queda aún más decepcionado de ella.
— Gracias por la cita, fue agradable.
— ¿Dónde será la próxima? — Pregunta ella con entusiasmo.
— No se a dónde te manden tus padres la próxima vez.
— ¿Qué quieres decir?
— Qué no habrá próxima cita. Al menos no conmigo. — Luis se retira, la mujer le causó estrés. El piensa en Camila, hubiera sido mas agradable pasar el tiempo con ella. — ¿Por qué estoy pensando en Camila? — Se reprocha.— Ella es igual a las otras. Sólo estoy cerca para lastimar a mi hermano.
Luis regresa a su departamento, de repente le dan ganas de llamar a Camila, el busca en su teléfono el contacto, pero no lo encuentra, recordó que ella no tiene uno. Así que llama a su casa. Una empleada responde y el le pide que le pase a su cuñada.
.....
Camila está paseando por la casa, en realidad está espiando a su esposo. Esté la nota pero no le molesta que lo ande siguiendo. Se va a la sala, a trabajar, así ella lo verá cómodamente. Camila se sienta y no le quita los ojos de encima.
Una empleada se acerca a ella.
— Señora le llaman por teléfono.
— ¿A mí? — Se sorprende mucho.
— Si.
— ¿Quién?
— El señor Luis. — Bruce al escuchar ese nombre se enoja. Camila toma el teléfono y responde.
— Hola.
— Hola. ¿Quieres ir a cenar hoy? — Bruce intenta escuchar, pero no puede.
— Gracias, pero Bruce acaba de regresar, quiero pasar más tiempo con el. — Esa respuesta molesta a Luis, pero no sabe por qué.
— ¿El volvió?
— Si.
— Cenaré en casa de mis padres hoy. Te veo ahí.
— Está bien. Nos vemos.
— ¿Qué te dijo mi hermano? — Pregunta Bruce.
— Dijo que vendrá a cenar.
— Qué bien. — La noticia no le da mucho gusto. Va a su despacho y llama a uno de sus empleados. — Has una reservación para dos personas, en el restaurante del otro día.
— Si señor.
...
Camila quiere entrar al despacho, ella piensa que tal vez puede hacerlo. Si es silenciosa el no la notará. Con mucho cuidado abre la puerta, el está leyendo en braille. Bruce nota su presencia, pero quiere dejarla a ver qué se le ocurre. Camila se sienta enfrente de el y lo observa con una sonrisa, y ojitos cariñosos. Bruce levanta la vista y ella se queda atónita al verlo, tiene los ojos azules más bonitos que ha visto.
— ¿Camila? — Pregunta el, fingiendo que no la ha visto. Ella intenta salir sin hacer ruido, pero en su intento por huir se tropieza con una silla y cae al suelo.
— A u. — Se queja ella. Bruce se levanta y con ayuda de su bastón llega a ella.
— ¿Qué haces aquí?
— Yo... Sólo... Vine para... — No tiene idea de que debe decir. — ¿Tienes hambre? Te puedo hacer galletas.
— No gracias. No me gusta el dulce.
— Se nota. — Murmura ella mientras se levanta del suelo.
— ¿Qué quiere decir? — Pregunta Bruce molestó.
— Lo tienes todo pero eres un amargado. A tu vida le hace falta dulzura
— ¿Dices que lo tengo todo? — Bruce camina hacia ella, lo cual la hace retroceder. — ¿No poder ver es tenerlo todo? — Tal vez tiene su visión, pero los problemas en la cabeza le impiden ser feliz. El no puede confiar ni en su sombra.
— No puede ver pero trabajas. Eres independiente, y tienes una familia que te ama.
— ¿Familia que me ama? — Pregunta el sarcásticamente. Su padre hace todo lo que su madre quiere, su madre se la pasa buscando esposas para el, y su hermano siempre se mete con esas mujeres. ¿Esa se supone que es la familia que lo ama?
— Tu madre te quiere, tu padre también, y tú hermano...
— De el no digas nada. Es un infeliz de lo peor.
— No es cierto. Luis es una buena persona.
— Tu no lo conoces. No hables de lo que no sabes.
— Yo creo que tú lo juzgas mucho.
— No lo defiendas. Mejor vete a la habitación.
— ¿Para qué? Todavía es temprano para dormir.
— Nadie habló de dormir.
— ¿Entonces para que me quieres ahí?
— Quiero que te arregles. Vamos a salir.
— ¿Salir? Yo no quiero salir.
— ¿Por qué no?
— Simplemente no quiero. — Ella sale dejando a Bruce muy molesto.