La historia gira en torno a dos amigos-enemigos que por errores del pasado tuvieron un futuro casi desvanecido.
Advertencia, la novela contiene decripción explícita sexual.
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Capítulo 11: Elección de Teatro.
Después del incómodo almuerzo, Kilian se mantuvo alimentando feliz a Aidan después de todo no podría volver a tocar esos labios nuevamente. Indigo por su lado trató de mantenerse estoico ante tamaña situación, por alguna razón Sayer y Odris sentían que aquella escena era demasiado extraña. Al menos para el pelirrojo era confuso ver a su amigo tan coqueto con Kilian, apenas se conocían. Para Odris era inusual ver a su amigo tan molesto por algo que suponía tenía que ver con Aidan, y es que los ojos de Indigo no dejaban de ver a su rival y más por como miraba a Kilian.
Finalmente la hora de irse llegó. Los chicos comenzaron a sacar sus maletas del resort, Odris e Indigo ayudaban a sus amigas con sus equipajes. Los otros cuatro salían del resort con sus pertenencias, Kilian iba conversando con Aidan, mientras que Mael y Sayer intercambiaban números de contactos.
—Me puedes llamar, mensajear y todo lo que quieras. Te responderé siempre— le sonrió Mael al pelirrojo.
—Eres muy amable— le dijo Sayer con una sonrisa.
Las chicas se despidieron de todos y se subieron al auto de Odris, éste se despidió de sus amigos y a lo lejos le dio una mirada a Sayer. El pelirrojo también lo miró para luego correr la vista.
—Entonces mañana podemos ver tus tareas en la tarde después de clases— le dijo Kilian a Aidan.
El pelinegro asintió con una sonrisa satisfactoria, ya habían intercambiado sus número de contacto.
—Aidan— la voz de Indigo sonó algo pesada, casi de mando.
El nombrado puso mala cara y luego se devolvió a Kilian.
—Lleguen bien a casa y gracias por llevarte a Sayer, te veré mañana— le dijo Aidan. Tomó su bolso y caminó al auto de Indigo.
Indigo iba a tomar el equipaje para dejarlo en la maleta de su auto, pero el menor puso él mismo su bolso sin mirar al contrario. Luego entró al auto por el copiloto, el castaño puso mala cara y cerró de un portazo, se subió al auto y se colocó el cinturón. Miró de reojos a Aidan que llevaba el cinturón puesto, encendió el vehículo.
Los autos salieron en caravana del lugar, y a pesar que todos seguían el mismo camino hacia la ciudad, Indigo se desvió a otro lado para no irse con todos.
—¿Qué rayos haces?— le preguntó molesto Aidan. Los otros autos iban delante de ellos, por lo que sólo los vieron perderse por el retrovisor.
—No quiero irme con ellos— le dijo Indigo con tono seco, iba con el rostro notoriamente molesto.
—¿Qué carajos te pasa?. Si tanto te molestaba llevarme debiste dejarme ir con Kilian.
Indigo frenó en seco, Aidan alcanzó a afirmarse.
—¡¿Cuál es tú maldito problema?!— le gritó harto el pelinegro. No estaba para soportar el rostro de su rival por darle en el gusto.
—¿Se te olvida que nos vamos a casar?— le preguntó Indigo mirándolo con el ceño fruncido.
Aidan se echó a reír.
—¿Es una broma?. ¿Qué mierda pasa contigo Indigo?— el pelinegro casi nunca decía su nombre. Lo miró con rostro serio—. Sabes mejor qué nadie que esto sólo una farsa, algo que usaremos a beneficio para cada uno. No es real, y jamás lo será.
Indigo respiró hondo y no dijo nada, puso de nuevo el auto en marcha y continuaron su camino a casa. Aidan miró por la ventana y botó el aire, no se había dado cuenta que lo había estado aguantando. Su corazón estaba acelerado de alguna forma, ¿por qué su rival le daba tanta importancia a este compromiso?.
El camino se hizo algo largo pero no aburrido, Aidan miraba por la ventana distraído en los bellos parajes. Él no había estado por esos lugares, de pronto vio a lo lejos la entrada a una reservación natural, sonrió pues le gustaban muchos los lugares así. Minutos más tarde llegaban a las calles conocidas, ahora le tocaba ver a sus padres que de seguro querrían hacerle miles de preguntas.
Llegaron a casa de Indigo, el chico metió el auto y apagó el motor. Aidan se sacó el cinturón y bajó del auto, el castaño también se bajó. El menor estaba abriendo el maletero para sacar sus cosas, Indigo lo miraba.
—Gracias por traerme— le dijo Aidan sin mirarlo.
—¿Él te gusta?— le preguntó Indigo de pronto.
El pelinegro lo miró confundido.
—Quién me gusta.
—Kilian, los vi besarse en la playa— le dijo Indigo mirando directo a esos profundos ojos negros.
Aidan se puso nervioso sin entender porque, luego recordó los besos que le dio Brenda a Indigo. Frunció el ceño molesto.
—Ese no es problema tuyo, yo no digo nada por tu relación con Brenda. Se ve que hacen una linda pareja, ella es muy hermosa— le dijo Aidan—. Si me gusta o no Kilian, es asunto mío.
Tomó su bolso para ir a casa, pero Indigo lo detuvo de un brazo y lo jaló a su cuerpo. Sus rostros quedaron a escasos centímetros.
—Cuando llegue el momento yo les diré que estamos casados— le dijo el castaño mirando sus ojos y luego sus labios.
—¿Qué?, ¿por qué harías eso?. ¡No tienes derecho!— le gritó Aidan tratando de safarse del agarre.
Indigo lo apegó más a su cuerpo, el pelinegro lo miró desconcertado.
—No me interesa que seas mi rival, el día que nos casemos serás mío y no dejaré que nadie te coloque un dedo encima. El día que lleves el anillo todos sabrán en la universidad que estamos juntos— le dijo con voz segura.
Aidan se safó del agarre y salió casi corriendo a su casa. Cruzó la calle y abrió rápidamente el portón, entró sin mirar atrás. Llegó a su casa y abrió la puerta sorprendiendo a sus padres.
—Cielos, ¿por qué corres hijo?— le preguntó Cleissy.
—¿Alguien te sigue?— Arturo corrió las cortinas para ver si había alguien afuera.
—No es nada, sólo necesito el baño— les dijo Aidan a modo de saludo, tomó sus cosas y fue directo a su habitación. Se encerró.
Los padres se quedaron mirando sin entender que pasó. Por su lado el pelinegro se sentaba completamente confundido en su cama, dejó el bolso tirado en el piso.
—¿Qué carajos le pasa?— puso su mano sobre el pecho tratando de recuperar el aliento—. Él me debe estar tomando el pelo, maldito idiota.
Se levantó de la cama y fue a darse un baño, no seguiría pensando más en él. Prefería ocupar su mente en pensar que tendría clases particulares con Kilian, era hora de concentrarse en sus exámenes y demases. Además de dejar de darle tanta atención al idiota de Indigo con sus extrañas presunciones, después de todo su rival simplemente estaba jugando con él.
Luego de ducharse fue a su habitación para vestirse. Más tarde iría a cenar con sus padres, por el momento ordenaría el bolso del viaje además de sus cosas para la universidad. Otra semana pronto comenzaría, pero lo bueno es que tendría las clases particulares con Kilian así podría superar fácilmente las notas de Indigo.
El resto del día domingo Aidan se dedicó a descansarlo, ver alguna película o lo que fuera. Todo menos preocuparse por su rival, la escuela o los estudios.
Lunes por la mañana y esa semana comenzaban las clases con todo, los profesores debían tener por adelantado varias notas ya que se acercaba el aniversario de la universidad. Por lo que durante dos semanas los alumnos se mantuvieron con exámenes e informes a diario. Indigo era poco lo que veía a Aidan, el chico pasaba su mayor parte del día con Kilian estudiando, al igual que Mael le enseñaba a su amigo Sayer. Para entonces ya habían pasado más de un mes y medio de clases. Aidan estaba bastante tranquilo sin haber sido molestado por Indigo o sus padres, incluso éstos habían dejado de hostigarlo con el asunto del matrimonio. Después de todo estaban confiados en que tendrían el compromiso de igual manera por la empresa.
Finalmente la rueda de exámenes y trabajos había llegado a un descanso, la universidad Crisol se preparaba para iniciar con el festival. Aquí la institución se daba a conocer a los futuros estudiantes, además de ofrecerles stand de entretenimiento, comidas y demases. La clase de Kilian y Mael, donde estaban también Indigo y Odris era la encargada ese año de realizar la obra de teatro.
Era viernes, y los alumnos de la clases de Aidan y Sayer se encontraban en el auditorio junto a los alumnos de último año. Kilian y Mael eran los del centro estudiantil, por lo que se pusieron frente a las clases para explicar el porque los habían llamado ahí.
—Alumnos los hemos convocado a reunión porque necesitaremos de su ayuda con la preparación de la obra de teatro— les dijo Kilian—. Nuestras clases se combinarán para lo que será la presentación y los tramoyas. En esta caja— mostró una sobre la mesa—. Están escrito los nombres de todos los personajes y también de la preparación del escenario. Vendrán en orden a sacar un papel y pasarán con los chicos para que anoten que les toca. Nosotros también participaremos.
Por ser los delegados ellos y sus dos compañeras Brenda y Gladys, que estaban de secretarias, sacaron los primeros papeles. Luego se fueron levantando los alumnos uno por uno para sacar un papel.
—Bien— les dijo Mael—. Los que sean de tramoyas y escenario ponganse al lado derecho, los que sean personajes al lado izquierdo.
Todos hicieron caso. Aidan y Sayer serían personajes, al igual que Gladys, Indigo, Odris y Kilian. Mael y Brenda serían parte de la preparación del escenario.
—Bien— les dijo Kilian—. ¿Quiénes tienen los personajes principales?.
Todos miraron sus papeles.
—Yo tengo el personaje principal masculino— dijo Gladys.
—Yo tengo el personaje principal femenino— habló Aidan casi con un hilo de voz—. ¿Podemos intercambiar los papeles?.
—Claro que no— le dijo otra alumna—. En el teatro y la actuación todos hacen de todo, por eso somos actores— sonrió la chica.
—De acuerdo— dijo Aidan. Sintió de pronto la mirada de alguien, buscó a la persona dando con los ojos de Indigo.
—Quiénes tienen personajes secundarios y terciarios— les preguntó Kilian. Él tenía un personaje terciario.
—Yo tengo a un personaje femenino secundario— le dijo Sayer, a él tampoco le gustó la idea de vestirse de mujer. Pero como había dicho la alumna era cosa de actuar.
—Yo tengo un personaje masculino secundario— dijo Odris, sus ojos estaban puestos en el pelirrojo.
—Yo también tengo personaje secundario masculino— dijo Indigo con voz cortante.
Aidan miró a Gladys, la castaña le sonrió. En realidad Brenda ya le había contado de sus sospechas, pero para ser sincera a ella no le molestaba si eso era real. Incluso ahora que estarían juntos en la obra, tal vez le podía sacar un poco de celos a Indigo. Quería ver si realmente el chico reaccionaba a algo, o simplemente eran ideas de su amiga después de todo ya había pasado más de un mes.
—Entonces, ¿de qué se tratará la obra?— les preguntó Gladys interesada en saber si habría alguna escena romántica.
—Los profesores nos dijeron que hiciéramos una comedia romántica, donde dos hombres lucharán por el amor de una mujer— les dijo Kilian—. El profesor de actuación nos ayudará mañana después de clases. Nos tomará unos días, así que a la hora de salida nos reuniremos en el auditorio Orión a partir de mañana.
Todos asintieron. Aidan y Sayer no podían creer que debían participar por obligación en la obra y más por tener que vestirse de mujer. Terminaron de escuchar las últimas indicaciones antes de retirarse a sus casas.
—¿Quieres ir a beber algo?— le preguntó Sayer a su amigo—. Estoy algo estresado y quiero liberarme un poco.
—Claro— le sonrió Aidan.
Salieron del edificio y caminaron al estacionamiento, subieron a la moto del pelinegro. Se acomodaron los cascos y se dirigieron a su destino, a los lejos fueron observados por Indigo y Odris. El pelinegro ya había notado que su amigo algo le pasaba con su rival.
—Creo que deberías decirme la verdad— le dijo Odris a Indigo.
Éste se giró para verlo.
—¿De qué hablas?.
—Sabes perfectamente a lo que me refiero Indigo, los sentimientos que estás teniendo por Aidan, o más bien los que aceptaste que tenías— le dijo el pelinegro.
Indigo se quedó en silencio dándose cuenta que era demasiado evidente, tal vez para todos pero no para Aidan que siempre se alejaba de él.
—No lo sé Odris, no creo que él sienta lo mismo— le dijo el castaño.
—Entonces admites que te gusta— sonrió el pelinegro, era primera vez que veía a su amigo complicado en el tema del amor—. Tendrás que darle algo de tiempo, y dejar de espantarlo. Sé que ustedes tienen una historia de rivalidad bastante marcada, pero no por eso tiene que ser siempre así. Comienza a cambiar tú las cosas.
—Él no lo hará, jamás creerá en esto. Y en realidad ni siquiera yo lo creo— dijo Indigo resignado.
Sacó la alarma del auto y se subió, Odris dio un largo suspiro y subió al copiloto. Tal vez unas copas harían que a su amigo se le aflojaran los problemas.