Diana es una mujer de una buena familia, desde niña puso sus ojos en el heredero del mayor CEO del país, logró que su padre arreglara un compromiso con aquel joven, sin embargo, con el paso de los años Alexander no deseaba ser atado por un matrimonio.
En un giro de eventos Diana comienza a ser indiferente sobre su compromiso y Alexander comienza a creer que tal vez no debió dejar de lado a su prometida y comienza a luchar por ganar su atención.
NovelToon tiene autorización de May_Her para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 11
Mis pensamientos eran vagos de un momento a otro, al menos sabía que me estaba volviendo fuerte, estaba un poco inquieta en mi oficina, pues, el director de una de las películas de las que Emily fue eliminada quería reunirse conmigo de forma urgente, eso era un poco preocupante.
Cuando aquel hombre que pasaba los cuarenta años entró a mi oficina lo miré fijamente y supe que venía con malas noticia cuando mi mirada lo intimidó y retrocedió.
—Siéntese frente a mí y este cómodo –Hable de forma amable para que supiera que no me enojaría– me alegra verlo director Sánchez.
Aquel hombre se sentó frente a mí y vacilo un poco para empezar a hablar, tal vez no tenía la seguridad suficiente.
—Verá señorita, usted ha aportado mucho a la película, pero me da mucha pena decir que hemos sufrido un retraso repentino.
Me sorprendí un poco más de lo que debía, pero intente no decir nada y dejar que siguiera hablando el hombre frente a mí, tal vez la razón era algo fuera de sus manos.
—Lo que ocurre es que alguien saboteo los equipos y en la escena de rodaje de la carrera el protagonismo sufrió un accidente y su pierna está enyesado, alguien corto sus frenos y bueno, no tenemos un protagonista masculino.
No había pruebas, pero era más que obvio que todo era obra de Emily o alguno de sus “amigos”, el sabotaje era algo sucio, pero Emily nunca jugaba limpio.
—Conozco a alguien con una agencia en ascenso, mañana continuarán con el rodaje, prometo enviar a alguien a primera hora.
Los ojos de aquel hombre se iluminaron como si hubiese salvado su vida, no había hecho mucho, pero era más por no darle el gusto a Emily, era más un capricho que una acción profesional.
—¿En serio? Muchas gracias señorita, estábamos muy preocupados.
—Bien, pero le recomiendo que tenga más cuidado con algún saboteo, pudo haber pasado algo peor.
—Oh, ya tomamos más medidas de seguridad y contratamos más gente.
—Excelente.
Minutos después aquel hombre salió de mi oficina, al menos lo había ayudado un poco, mis intensiones no fueron puras, pero él se veía feliz.
El día de trabajo fue sumamente agotador, tanto que incluso hacer tiempo libre para comer fue difícil, al llegar a casa casi me desplomo en la cama, pero me contuve y tomé un largo baño para relajar mi cuerpo.
Al salir del baño me puse la pijama más cómoda que vi, todavía tenía muchas cosas que hacer y tenía que seguir lidiando con Emily ¿Por qué no me dejaba en paz?
Mientras secaba mi cabello suavemente con la toalla vi a mi mesa de noche, mi teléfono estaba vibrando y su pantalla estaba encendida, ¿Quién me llamaría tan tarde? Para sumarle puntos a lo extraño reconocí el número, era un número inolvidable, ¿Por qué Alexander me llamaba tan tarde?
—¿Hola…?
—¿Diana? –Su voz sonaba extraña y torpe– abre la puerta… tengo frío~
—¿Estás borracho? ¡Espera! ¿Dónde se supone que estás?
—Estoy afuera, abre…
No podía ser posible, nadie sabía a donde me había mudado ¿Cómo podría saberlo Alexander? Mucho más estando borracho e inútil, ya que cuando bebe más de la cuenta se convierte en un inútil.
Solo por curiosidad salí y si, Alexander estaba recostado en el suelo mientras apoyaba su espalda en la pared.
—¿Qué haces aquí? –Dije totalmente enojada e indignada– ¿Cómo sabes donde vivo?
Apenas escuchar mi voz dirigió su mirada hacia mí, era extraño, me miró como la vez en la que me confesé, sus ojos estaban rojos y tenía ojeras ¿Era Alexander? Se levantó en cuestión de segundos y me abrazo ocultando su rostro en mi pecho.
—Diana… ¿Por qué me dejaste solo?
—¿De qué demonios estás hablando? –Intenté empujarlo, pero su agarre era demasiado fuerte– ¡Déjame! ¡Estás demasiado ebrio!
—¡No! –Dijo de forma apresurada– si te suelto te irás y no te veré, no me sueltes.
—¿Cómo podré soltarme si él que me tiene atrapada eres tú? –Lo aparte con suavidad– ¿Qué haces aquí? Vete… Emily te está esperando, ya no estamos juntos.
El olor a alcohol sobre Alexander era simplemente insoportable, ¿Por qué se veía tan miserable? Era la primera que lo veía de tan forma, lo que me inquietaba era que me estaba viendo directamente a los ojos como si esperará algo o tal vez simplemente quería mantener el contacto visual.
—No quiero volver con Emily… quiero que vuelvas a casa –Sus ojos se llenan de lágrimas– yo me equivoque, pero… ¿Por qué se siente tan mal? Tú seguiste como si nada ¿Cómo pudiste hacerlo? Dímelo. Necesito saber cómo evitar que duela.
¿Por qué actuaba de esta manera? No importa que tanto lo quisiera o que tan arrepentido estuviera, simplemente mi corazón nunca me permitía perdonarlo fácilmente, mucho menos cuando había sido tan menospreciada, sin embargo, no podía dejarlo a su suerte en tal estado de ebriedad.
—Deja de decir tantas estupideces.
No sabía que hacer y para colmo Alexander volvió a apoyarse sobre mí, pero esta vez se estaba quedando dormido.
—Hueles bien… siempre hueles bien… –comenzó a murmurar– no te vayas.
Solté un largo suspiró y ayude a Alexander a entrar, cuando estuvimos adentro lo tire en el sofá y le quite los zapatos, maldito corazón, ¿Por qué no podía simplemente borrar su existencia de mi vida? ¿Por qué seguía siendo buena con él? Él fue bueno conmigo en muchos momentos, pero en el último tiempo fue una total basura.
Anhelaba ser más cruel con él, pero en este momento no podía, al verlo dormir profundamente en el sofá mi corazón se conmovió y sentí como mis latidos comenzaron a acelerarse, solo en ese punto tuve una pequeña recaída en la realidad, era claro la razón por la que ahora éramos así, no iba a retractarme.
Busque rápidamente una cobija en mi habitación, decidí simplemente quitar la corbata de Alexander y acomodarlo, le puse la cobija con cuidado, lo único que haría por él sería dejarlo dormir en mi sofá no más. Lo miré por unos minutos más, todavía estando dormido su rostro seguía serio, aunque en estos momentos apestaba a alcohol, me levante y fui a dormir en mi habitación.