Richard Ford, el Ceo de Industrias Ford, es un hombre acostumbrado a tener el control, nadie le dice que no, pero todo cambió cuando aquella pelirroja de ojos azules se atravesó en su camino robando una de sus pertenencia y aunque la ha buscado por cielo y tierra para castigar su insolencia, su paradero es todo un enigma. Lo que desconoce Richard, es que será ella quien toque a su puerta en busca de un empleo, luego de eso podrá recuperar el sueño, o tal vez esta vez le roben algo más valioso... su corazón.
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Maratón 4.
La cena transcurre en aparente calma, este hombre se porta como todo un caballero, alegre y carismático con mamá, tal parece que han disfrutado plácidamente, mientras mi sangre hierve por dentro, realmente no sé que pretende.
— Hija, has estado ausente, que va a pensar Richard. — Sí, Richard y Jazmín, porque ahora son íntimos. — Porque no le muestras la casa, sé amable, yo recogeré la mesa.
— No te preocupes Jazmín, nosotros lo haremos, tú ve a descansar. — Responde su querido Richard.
— Gracias, lo haré. — Responde mamá colocándose en pie al igual que ese hombre y yo.
— Mamita, no olvides tomar los medicamentos.
— Créeme cariño, aunque quisiera no lo puedo olvidar, hasta mañana. Richard, ha sido grato conocerte.
— Lo mismo digo. — Dice este último acercándose a mi madre y depositando un beso en su mejilla. — Sí necesitas algo, lo que sea, no dudes en llamarme, Chanel tiene mi número.
— Gracias, eres un buen hombre, me alegra que seas amigo de mi hija, solo no prestes atención a su mal humor, no sabe como comportarse cuando un chico le gusta.
— ¡Mamá! — Le reprocho instantáneamente.
— Lo siento Chanel, creí que ya lo sabía.
— Jajajaja Lo imagine. — Responde el muy cínico.
— Bueno, ahora sí los dejo. — Dice mamá bostezando, para luego caminar rumbo a su habitación.
Una vez estamos solos, lo veo levantar los platos.
— Deje eso ahí, yo los llevaré, ya termino en show, es hora de que se marche y no vuelva nunca más.
— Le dije a Jazmín que te ayudaría y eso haré. — ¿Desde cuándo le di permiso de tutearme? Es un abusivo de tiempo completo.
— Ya le dije, deje todo donde está, yo lo haré, no necesito de su ayuda. — Le digo tratando de quitarle de mala manera lo que sostiene en sus manos, aun así no lo suelta.
— Y yo te diré que si continúas acercándote tanto, no respondo si mis labios se deciden a robar tus besos. — De inmediato desisto de mi intención, el sonríe y continúa en su labor, luego ingresa a la cocina.
— No pretendas que lo haga todo yo, ven a ayudar. — Suspiro frustrada e ingreso a la cocina donde lo encuentro lavando los platos. He de admitir que me sorprende ver a un magnate del petróleo lavando platos en mi humilde cocina. Procedo a sacarlos y ubicarlos en su lugar.
— ¿Qué es lo que pretende con todo esto?
— Que vuelva a trabajar para mí.
— No, eso es algo que no va a pasar.
— Lo de ayer no se volverá a repetir. — Dice en tono firme.
— Ya se repitió, ¿o se le olvida que me ha vuelto a besar sin mi consentimiento?
— Eso tampoco se va a repetir.
— No creo que sea conveniente.
— Piénselo, dice secando sus manos. Su madre necesita que usted trabaje, tiene esta noche, si no se presenta a trabajar mañana entenderé su respuesta y no nos volveremos a ver.
— ¿Vuelve a ser formal?
— Así será de ahora en adelante si decide volver. — Asiento ante sus palabras, es extraño, una sensación de vacío se instala en mi pecho. Lo sigo a la sala donde lo veo tomar su saco y ponérselo.
— Lo acompaño.
— Gracias.
Juntos caminamos hacia la puerta de salida.
— Cuando lo veo dar la espalda y caminar donde lo espera una camioneta, vuelve esa extraña sensación de vacío.
— Richard... — Él se gira y vuelve hacia mí. No lo esperaba, pero se acerca tanto que sus labios están a escasos centímetros de los míos. — Lo mejor es que busque a alguien más para el puesto. — La decepción cruza por sus ojos, y sus labios que estaban tan cerca de los míos se desvían a mi frente dejando un beso en ella.
— Ya le dije, esperaré hasta mañana, acostúmbrese, yo cumplo mi palabra, aun cuando esté en contra de lo que realmente quiero. — Esas palabras ratifican que no volverá acercarse a mí, que no me volverá a besar y... estoy jodida, realmente debo alejarme.
— ¡Señorita Chanel! — Me llama Sharith alterada quien no hace mucho llego a cuidar de mamá. Salgo corriendo del baño, apenas terminaba de bañarme para salir en busca de empleo.
— ¡¿Qué sucede?! — Pregunto alarmada.
— Es la señora Jazmín, no reacciona y su pulso es muy débil, debemos llevarla a la clínica. — Rápidamente, me coloco algo de ropa y con el cabello incluso goteando agua salgo de la habitación, al hacerlo entre Sharith y yo la sacamos de la casa donde nos espera un taxi, el taxista nos ayuda a subirla y a toda prisa nos lleva al hospital donde la atienden habitualmente.
Camino de un lado a otro mordiendo mis uñas, no puedo evitar llorar, no estoy lista para decirle adiós, no puedo concebir la vida sin la persona a la que más amo.
— Raiza... — Al ver a mi amiga, corro a sus brazos y no puedo evitar llorar desconsoladamente.— No puedo... con esto... dime que no ha llegado el momento.
— No... no ha llegado el momento, aún no, ella lucha por ti y sabe que aún no estás listas. — Al escucharla lloro aún más fuerte.
— Nunca lo voy a estar. — Y es cierto, ¿cómo te preparas para soltar y dejar ir al motor de tu vida? No soy tan fuerte.
— Chenel...
— Fabricio, dime que mamá está bien. — Pregunto rompiendo el abrazo con Raiza. Fabricio es el oncólogo que trata a mi madre.
— No te voy a mentir, hemos estabilizado sus signos vitales, pero esto es algo que sucederá frecuentemente, el cáncer avanzó a una etapa terminal, ella tendrá estas recaídas frecuentemente hasta qué...
— No lo digas, ¿si retoma las quimioterapias crees que pueda mejorar? — Él solo niega con la cabeza.
— Lo siento Chanel, pero debes ser fuerte.
— ¿Cuánto consideras que le queda?
— No podría decirlo con exactitud, pero viendo su estado, talvez un par de semanas, lamento tener que decirte esto. — Mis lágrimas no cesan de correr, Raiza vuelve a abrazarme.
— Ya... ya... ella te necesita fuerte. — Me consuela mi amiga y sé que tiene razón, debo serlo por la mujer que me ha dado todo y a quien le debo lo que soy.
— Fabricio, ¿Puedo verla?
— Por supuesto, pero está dormida.
— No importa.
— Hay algo más que debes contemplar y es la posibilidad de dejarla aquí, de sufrir otra recaída de estas en tu casa, no podrá resistir hasta que la vuelvas a traer.
...Nota Autora:...
Sigo trabajando, nos leemos en la noche, gracias por sus comentarios. 🥰😘
.pero m gusta lo que leo 😘