-¿Lo amas? ¿Qué estarías dispuesta a hacer para salvarlo?- El desconocido irrumpió a la habitación donde Joel Cunnington se debatía entre la vida y la muerte y se dirigió a su novia
-Haría lo que fuera por él, pero no tengo el dinero necesario- Candela lloró amargamente mirando el monitor cardíaco conectado a su novio
-¿Lo que fuera? Mi jefe tiene una propuesta para usted. Si quiere salvarlo sígame, tal vez sea su única oportunidad
Candela ese día recibiría la propuesta más difícil que pondría a prueba su amor. La única oportunidad de salvar a Joel sería pertenecer a otro hombre. ¿Será su amor tan fuerte para alejarse para siempre o preferirá estar junto a Joel hasta que su corazón dejara de latir?
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PEQUEÑO ACCIDENTE
PATRICK JONAS
No debí dejarla sola. No debí dejarla sola. Me lo he repetido mil veces al notar que Candela está siendo atendida. Me siento responsable por lo que le pasó.
Hice lo que creí correcto en pedir que sus horarios y los míos coincidan para estar atento en todo momento por su embarazo, por las habladurías de los demás, por cualquier mínimo inconveniente.
Ella está tan cerca de cumplir los tres meses y los síntomas que suele tener por el embarazo poco a poco comenzaban a desaparecer. Erróneamente, creí que lo peor había pasado.
Fueron días sin mareo, sin vómitos, días excelentes en los que estaba normal y con menos sueño también.
Al acabar de cenar, fuimos a la habitación y ella fue a bañarse. Comencé a buscar una película en la televisión cuando escuché un fuerte golpe que me hizo correr al baño.
Al entrar al baño vi a Candela en el suelo de la ducha, quejándose por su brazo.
-¿Qué pasó?- Le pregunté mientras la ayudaba a levantar
-Me mareé y me caí. Me duele, no puedo moverlo
La acosté sobre la cama y la revisé. Ella estaba desnuda, pero era tanto el dolor de su brazo que no le importaba ni que hubiese encendido la luz.
-¿Te duele el vientre? ¿Te golpeaste?- Le pregunté buscándole ropa con rapidez
-No me golpeé, Patrick. Puse el brazo y recibí el impacto allí, ¿Está quebrado?
-Si, te vestiré y nos iremos a la clínica. Llamé a urgencias y te están esperando- Mientras iba por sus zapatillas lo hice
Candela dejó que la vistiera, pero se quejó de dolor varias veces. Al llegar a la clínica dije que está embarazada y aunque eso sorprendió a quienes estaban no dijeron nada. Se que deben hacerle una radiografía para ver cómo está su hueso, pero que es desaconsejable en su estado.
Pudimos ver qué se quebró, fue muy serio. Vino un obstetra para revisarla y constatar que en su embarazo todo marcha bien.
Después de haber recibido un analgésico y de cuánto le dolió ser enyesada, salimos de la clínica.
-No volverás a bañarte sola- Mientras conducía le dije eso y ella solamente miró su yeso
-¿Lo dices ahora? No puedo bañarme, no puedo hacer nada sola. Tengo un brazo inútil y el que más uso incapacitado- Se quejó mirando enfadada su yeso
-Tómalo como unas vacaciones
-Hermoso el concepto que tienes de vacaciones
-Intento animarte, ¿Puedes tranquilizarte? Podría haber resultado peor, lesionarte de gravedad o perder el embarazo
-Lo protegí, aunque mi brazo no corrió con la misma suerte- Pone sobre su vientre su mano libre
-Si, lo hiciste. Ahora tendré un cambio de empleo, de médico de oncología a enfermero personal. No puedo quejarme, mi paciente sabe bien y cubierta de crema batida aún mejor- Bromeé y ella enrojeció.
En la clínica todos supieron que Candela es la señora Jonas. ¿Quién tendría dudas? Jamás entré con alguien en su estado allí. Además, yo sabía exactamente su tiempo de gestación y fecha probable de parto.
Cuando fui a trabajar, debiendo dejar a Candela en casa junto al personal y a mí madre que acababa de llegar de visita, fui felicitado. ¿Creería que todas eran palabras sinceras? Ni en mil años.
Trabajo junto a enfermeros amigos de Joel y a algunas personas con las que tuve una historia muy breve sin ropa. Son más sinceras las felicitaciones de mis pacientes que las que llegan por parte de mis colegas.
Al volver a casa veo a mi esposa en la cama, con sus piernas en alto y a mi madre sentada ocupando mi lugar en la cama.
-Hijo, mira lo que le traje a mi nuera- Veo álbumes de fotos de cuando yo estaba en mi época más terrible
-Si ella me pide el divorcio será tu culpa. No me estás ayudando mucho, mamá- Le doy un beso a mi esposa y voy a la cocina para servirle un vaso de yogur
Mi madre se va cuando mi padre llega a recogerla porque tenían una reservación para ir a cenar y debía alistarse.
-Tengo un brazo destruido y éstas almohadas porque me dijo tu madre que se me estaban hinchando las piernas y que luego se me pondrán peor- Le quito las almohadas
-Siempre cuenta cuánto se le hinchaban sus piernas y que no tenia tobillos, ¿Te lo dijo?- Hace un gesto afirmativo- Eso puede ocurrirte, pero no ahora porque aún es muy pronto
-No quise contradecirla
-Puede ser un poco intensa, pero tiene buenas intenciones. Eso te lo aseguro
-Si, puedo notarlo. Aunque viendo las fotos familiares tengo miedo de tener un niño- Hizo una expresión de terror
-No fui tan malo, solamente un poco travieso
-¿Un poco? Decoraste el auto de tu padre con pintura para que se vea más lindo. Lo pegaste a la silla, pegaste sus zapatos al piso y me mostró cuando le quitaste el maquillaje a tu madre- Se rió
-Mi madre exagera. Mi intención fue otra porque tenía cinco años
-Aterrador si hacías todo eso a esa edad. Quiero una niña- Sentenció asustada