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Entre Cicatrices Y Flores

Entre Cicatrices Y Flores

Status: Terminada
Genre:Romance / Matrimonio contratado / Mujer poderosa / Madre soltera / Embarazo no planeado / Completas
Popularitas:0
Nilai: 5
nombre de autor: Uliane Andrade

Júlia es madre soltera y, tras muchas pérdidas, encuentra en su hija Lua la razón para seguir adelante. Al trabajar como empleada doméstica en la mansión de João Pedro Fontes, descubre que su destino ya había sido trazado años atrás por sus familias.
Entre jornadas extenuantes, la facultad de medicina y la crianza de su hija, Júlia construye con João Pedro una amistad inesperada. Pero cuando sus suegros intentan reclamar la custodia de Lua, ambos deben unirse en un matrimonio de conveniencia para protegerla.
Lo que comienza como un plan de supervivencia se transforma en un viaje de descubrimientos, valentía y sentimientos que desafían cualquier acuerdo.
Ella luchó para proteger a su hija. Él hará todo lo posible para mantenerlas seguras.
Entre secretos del pasado y juegos de poder, el amor surge donde menos se espera.

NovelToon tiene autorización de Uliane Andrade para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 13

Ella estaba sentada frente a mí, con los ojos bajos y las manos entrelazadas en el regazo. Podía ver su tristeza, la fuerza mezclada con vulnerabilidad, y por un momento pensé en simplemente calmar la situación con palabras amables. Pero algo me decía que la verdad necesitaba ser dicha, incluso si fuera arriesgado.

— Usted es una Paranhos, ¿no es así? — dije, midiendo cada palabra. — La hija menor de los dueños de la mayor red de hospitales del país.

Su mirada se elevó lentamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Por un instante, casi podía ver su mente tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

— ¿Cómo lo sabe? — preguntó, con la voz baja, casi susurrada, y un toque de desconfianza.

— No suelo meter a personas dentro de mi casa sin conocer su pasado — respondí, manteniendo la voz firme, pero tranquila. — Y a usted… ya la he visto antes.

Ella parpadeó varias veces, incrédula. Había una mezcla de asombro, curiosidad y tal vez un poco de miedo. No quería intimidarla, pero necesitaba que supiera que yo tenía una percepción mayor de la que ella imaginaba.

Mi atención se volvió nuevamente hacia sus ojos. No era solo la sorpresa por mi conocimiento; era la manera en que se mantuvo firme incluso después de revelar algo tan íntimo. Júlia tenía una fuerza silenciosa, y comenzaba a entender que no era solo una empleada dedicada.

— Hace algunos años, mis padres y yo estuvimos en una fiesta en su casa. Usted debía tener unos diecisiete años.

— Perdón, no lo recuerdo.

— Fuimos presentados rápidamente. Yo también tardé en reconocerla.

— Señor, nadie puede saber que estoy aquí.

— No se preocupe, no tengo la intención de contar sobre su pasado a nadie. Usted está segura aquí, usted y Lua.

— ¡Gracias!

El silencio se instaló nuevamente, pero ahora era diferente. No era pesado o vergonzoso. Era de reconocimiento. Yo sabía que ella había confiado en mí y, de cierta forma, comenzaba a comprender que yo no la trataría solo como una empleada.

A partir de ese momento, algo cambió entre nosotros. No era una amistad ni un romance. Era respeto. Era entendimiento. Y, por más que yo intentara mantener la distancia profesional, percibí que Júlia no era alguien que yo podría simplemente ignorar.

Ella aún me miraba sorprendida, como si intentara descifrar hasta dónde yo sabía de su historia. Yo podría haber revelado más, pero no era mi intención dejarla incómoda. Yo quería solo que supiera que su secreto estaba seguro conmigo.

— Júlia — dije en un tono firme, pero tranquilo. — Lo que usted me contó, lo que vivió… está bien guardado conmigo. No necesita temer.

Ella asintió levemente, pero los ojos aún cargaban una sombra de inseguridad.

— ¿Puedo preguntarle una cosa? — continué.

— Claro, señor.

— ¿Nunca pensó en volver a estudiar? ¿En graduarse en medicina? — cuestioné, de hecho curioso.

Ella respiró hondo, y una sonrisa triste surgió en sus labios.

— Pienso todos los días — admitió. — Pero con una hija pequeña, viviendo de alquiler en un cuartito en el fondo de la casa de Márcia, sin familia para apoyarme… se hace difícil conciliar facultad y trabajo.

La simplicidad con que ella hablaba de una vida tan dura me tocó más de lo que me gustaría admitir. Júlia no se victimizaba. Ella solo decía la verdad.

— Entiendo — respondí, apoyando el codo en la mesa y entrelazando los dedos delante del rostro. — Pero, aun así, sería un desperdicio… una mujer tan inteligente, políglota, que ya ha recorrido tanto camino, continuar arreglando la casa de los demás.

Ella bajó la mirada otra vez, y yo percibí que mis palabras la habían alcanzado de lleno. Tal vez ella nunca había oído a alguien reconocer su valor de aquella forma desde que la vida se derrumbó.

Yo quería decir más, pero me contuve. No era mi papel atravesar los límites que ella misma imponía. Aun así, dentro de mí, la certeza crecía: aquella mujer no estaba hecha para vivir a la sombra del dolor, escondida detrás de un uniforme.

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