Renace como un personaje de libro que odia... pero ella quiere cambiar su destino...
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
23) Ya te olvidé
24) Dulce Prisión
25)Secretos de una poción
26) La venganza de Leia
27) Recuerdos de mi futuro
28) Una esposa para el príncipe maldito.
** Todas novelas independientes **
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Renacer
Daniela no creía en las segundas oportunidades, pero sí en los finales perfectos.
Los habia leído en cientos de libros, subrayado con lapiz en los margenes, llorado entre tazas de té tibio y sabanas arrugadas. Para ella, el amor debía oler a papel viejo y prometer eternidades imposibles.
Aquella noche de invierno, el viento golpeaba su ventana como si quisiera entrar a leer con ella. El reloj marcaba las 2:47 de la madrugada y Daniela pasaba las paginas de El corazón del duque, la ultima historia que leía, de romance, magia e intrigas..
—Nadie ama así ya —susurró, cerrando el libro sobre su pecho.
Tenia el rostro tranquilo, una sonrisa apenas dibujada y la lampara encendida sobre la mesita. Afuera, la ciudad dormía. y dormir era uno de sus principales miedos.. Adentro, su respiración se hizo cada vez más pesada, hasta que cesó.. su mayor temor de morir.. finalmente por una apnea del sueño habia llegado.. es que desde que habia sido diagnosticada ya no hubo una noche tranquila en su vida..
Cuando volvió a abrir los ojos sintió un calor a su lado.
El aire tenia un aroma diferente, mezcla de madera humeda y perfume masculino. Se giró suavemente y vio a un hombre de casi cuarenta años, alto, de hombros anchos y piel tibia, durmiendo a su lado. Su respiración era profunda, tranquila, y una leve sombra de barba le oscurecía el rostro.
ella se rio apenas, con esa risa que escapa entre incredulidad y placer.
[Otra vez esos sueños húmedos..]
mientras pasaba los dedos por el pecho del desconocido.
Él se movió apenas, como respondiendo al roce. Ella no se detuvo.
[Total es un sueño…]
Y dejó que su mano dibujara lineas invisibles sobre su piel. Sus labios buscaron los de él sin decoro alguno, con esa curiosidad que solo los sueños permiten.
El beso fue tibio, real, demasiado real. Tanto que por un instante el corazón de ella se aceleró.
Entonces, el hombre abrió los ojos..
Grises. Profundos. Reconocibles..
Ella se quedó sin aliento por un segundo. Luego, una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios.
—Wow… Archiduque —dijo con una mezcla de asombro y picardía—, no había soñado con usted en mucho tiempo.
El hombre frunció levemente el ceño, confundido por sus palabras, pero antes de poder responder, ella se inclinó hacia él.
Creyendo aun que era un sueño, lo besó con pasión, con la libertad de quien no teme al despertar.
Sus labios se encontraron y el mundo pareció detenerse. El beso fue intenso, calido, tan real que la piel le ardió y el corazón comenzó a latir con fuerza..
El Archiduque.. pues así lo había llamado ella.. la sostuvo por la cintura, respondiendo al beso con la misma hambre silenciosa. Cuando se separaron, ambos respiraban con dificultad.
—Eleanor… —susurró él, sorprendido por su accionar.. - me alegra que la fiebre haya bajado, te ves mucho mejor..
Ella lo miró, confundida.
— ¿Eleanor? ¿Fiebre? ¿mejor? —repitió, intentando entender.
El hombre la miró con una ternura dolorosa.
—Hace tres días que no despertaba. Temí perderla.
Eleanor parpadeó. La chimenea crepitaba. Las cortinas eran de terciopelo rojo. Todo tenía la textura de lo imposible… y sin embargo, podía sentir cada detalle.
—Entonces… ¿esto no es un sueño? —preguntó con un hilo de voz.
El Archiduque la observó, serio, como si no comprendiera.
—¿Sueño? No, esposa.. Está en la mansion Cavendish. Conmigo.
Eleanor tragó saliva. En el silencio, solo se oia el crepitar del fuego y el latido acelerado de su propio corazón.
Eleanor se incorporó lentamente en la cama, aun con el corazón acelerado.
Miró alrededor.. mantas de seda color marfil, el tapiz con el escudo dorado, la chimenea que iluminaba las paredes de piedra. Todo le resultaba extrañamente familiar.
Y entonces, lo vio a él.
El hombre que yacía a su lado, de mirada gris y porte imponente, era Robin Cavendish, archiduque del reino de Dunwich.
Eleanor se llevó una mano a la boca, temblando.
Eleanor: No puede ser… —susurró.
Recordaba perfectamente aquel nombre.
Robin Cavendish, el noble viudo con un hijo de cuatro años llamado Roland, un niño dulce que adoraba las luciérnagas.
Su esposa había muerto de una enfermedad misteriosa, y el rey.. cruel y político.. lo había obligado a casarse con su sobrina, Eleanor Dunwich, una mujer fría, ambiciosa, incapaz de amar al archiduque o al pequeño Roland.
Todo eso, cada detalle, ella lo conocía… porque eran los personajes de la novela que había leído la noche anterior.
Su novela favorita.
Eleanor sintió que el aire se le escapaba del pecho.
Eleanor: No… esto no puede ser real.. Es imposible.
El Archiduque se incorporó, mirándola con preocupación.
- ¿Se siente bien, mi lady? ¿Le duele la cabeza otra vez?
Ella lo miró con una mezcla de horror y fascinación. Su voz tembló.
Eleanor: Usted… usted no existe.
Él arqueó una ceja, confundido.
Archiduque: ¿No existo? Si es una broma, es cruel, Eleanor.
Ella lo observó en silencio, sin saber si llorar, gritar o reír.
Todo era tan vívido, tan tangible… y sin embargo, cada fibra de su mente le decía que había muerto en su cama, en otra vida, en otro tiempo.
Y ahora, estaba allí.
Dentro del libro.
Eleanor se levantó de la cama tambaleandose, con el pulso desbocado. El archiduque la llamó, pero ella apenas lo oyó. Abrió la puerta más cercana.. un cuarto de baño amplio con un tocador y una bañera de porcelana blanca.. y se encerró, girando el pestillo con manos temblorosas.
Se apoyó contra la puerta, respirando con dificultad.
El espejo frente a ella devolvía el reflejo de una mujer distinta.. piel más palida, cabello más largo, y unos ojos que no le pertenecían… o que tal vez eran los suyos, atrapados en otro cuerpo.
[No… esto no puede estar pasando]
Cada detalle coincidía. El baño, los perfumes de cristal tallado.. Todo pertenecía a Eleanor Dunwich, la esposa del archiduque.
La villana de la historia.
[Morí… Morí y terminé aquí…]
Se dejó caer en el borde de la bañera, sintiendo el frío del marmol bajo las manos. Los recuerdos de la novela volvian uno tras otro.. la Eleanor Dunwich del libro era cruel, manipuladora, celosa del niño, incapaz de mostrar afecto. Era el personaje que más había detestado.
[¿Por qué justo ella? Pude ser la heroina, la institutriz, hasta la sirvienta… pero no ella.]
Su mente giraba en espiral.
El libro terminaba con la muerte de Eleanor Dunwich, rechazada por todos, sola, consumida por su propia amargura.
[¿Ese sería también mi final ahora?]
Se llevó las manos al rostro, intentando calmar el temblor.
Afuera, la voz grave del archiduque sonaba al otro lado de la puerta..
—Eleanor, por favor… abre. No debería levantarse todavía.
Eleanor se quedó un rato más en el baño, mirando su reflejo sin reconocerlo del todo. Poco a poco, los recuerdos de la novela fueron ordenándose en su mente como piezas de un rompecabezas.
El archiduque le había dicho que había tenido fiebre… sí, eso encajaba perfectamente con la historia.
Según el libro, Eleanor Dunwich se había casado hacía apenas unas semanas. El rey había decidido el matrimonio por conveniencia, y ella, resignada, había sido enviada al frío territorio montañoso del archiducado de Cavendish.
Allí, el clima helado la enfermó apenas llegó.
Recordaba ese capitulo.. “La nueva archiduquesa cayó en cama, consumida por una fiebre que duró tres días, y el archiduque, pese a su carácter reservado, no se apartó de su lado ni una sola noche.”
Eleanor cerró los ojos.
Eso era exactamente lo que él le había dicho al despertar.
Había estado enferma. Había dormido durante días.
Y él… Robin Cavendish… la había cuidado.
La idea la estremeció.
Imaginó al hombre sentado a su lado, en vela, observando su respiración temblorosa, creyendo que podía perderla.
Y ahora, al abrir los ojos, ella.. que no era la verdadera Eleanor Dunwich.. había besado con desenfreno al viudo más reservado del reino.
[Ay, Dios… Esto es una locura.]
El corazón le latía tan fuerte que apenas podía pensar.
Por un momento, una pequeña parte de ella.. la parte romántica, soñadora, lectora empedernida.. sintió una chispa de emoción. Estaba allí, en la mansion, junto al hombre que tantas veces había imaginado entre las páginas..
Pero esa emoción se mezclaba con un miedo helado.
Porque si todo seguía como en la novela, ella sabía lo que venía despues.. el desprecio, los malentendidos… la tragedia.
[No esta vez.. No voy a repetir su historia.]
Tomó aire, se arregló el cabello y se levantó.
Cuando abrió la puerta, el archiduque seguia alli, esperandola. Sus ojos grises la miraron con un alivio sincero.
Archiduque: Al fin.. Me tenía preocupado.
Eleanor sonrió debilmente.
Eleanor: Perdoneme… solo necesitaba… pensar.
Robin se acercó despacio.
Archiduque: ¿Aun tiene frío?
Ella negó con la cabeza, aunque en realidad todo su cuerpo temblaba.. No por la temperatura, sino porque acababa de comprender que estaba empezando una nueva historia en su vida..
Robin y Eleanor ya no tendrán que esconder lo que sienten y pronto llegarán las bendiciones 😏🤭
Ese rey cómo le gusta fastidiar a Robin 🤬🤬
A Robin se le reinició el Windows y por fin hablo como debió ser desde un principio y dejar culpas, silencios, orgullos tontos /Right Bah!/