Ivis vivía con du madre, se tenían una a la otra y vivían de la venta de fritos; cuando Ivis cumplió los 18 comenzó a buscar trabajo para ayudar a su madre y pagar sus estudios, pero nada le salía como quería.
Por otro lado había otro joven de 20 años casi en la misma situación, con la diferencia que ella tenía casa propia, el también por medio de su abuela, pero por alguna razón la pierden.
Descubre que pasa desde el inicio hasta el final.
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PROPOSITO EN LA VIDA
El tiempo iba pasando acelerado, Ivis ya tenia 16 años estaba por terminar su escuela, cuando llegaba a su casa la madre la esperaba con el almuerzo listo, sabía lo mucho que su hija la ayudaba.
IVIS: Mami ya llegué.
ANTONIA: ¿como te fue mi amor?
IVIS: Academicamente bien mami, por lo demás ya sabes como son de bobos mis compañeros y compañeras.
ANTONIA: Hija, no vayas conmigo a vender, quédate aquí mientras yo vendo.
IVIS: ¡No mami! no me importa que algunos de mis compañeros y compañeras me molesten, vender fritos en la esquina no es nada malo, te voy a seguir ayudando.
ANTONIA: Gracias hija mía, y pues si... el trabajo no es deshonra.
IVIS: Mami, siempre que pueda te voy a ayudar, nos tenemos la una a la otra porque no contamos con nuestros familiares, se que todo lo haces por mi, para alimentarme y darme lo que puedas.
ANTONIA: Si, porque somos pobres y es lo que nos toca.
IVIS: Pobres en lo material, pero no de espíritu.
Ella sabía que la pobreza material no definia la riqueza de ellas, Ivis sabía que ellas tenian un espíritu rico y lleno de vida, tenían la capacidad de encontrar soluciones a sus problemas, la madre se quedo pensando, le sonrió y dijo.
ANTONIA: Verdad hija, hay que tener un propósito y significado en la vida que vaya más allá de la riqueza material, como enfocarnos en las cosas buenas de la vida, empezando agradeciendo por la salud, gracias a Dios estamos bien y podemos hacer nuestros fritos.
La hija le sonrió y Antonia le puso el almuerzo en la mesa, las dos almorzaron y después Ivis se fue a cambiar para hacer sus tareas y después ayudar a su madre a preparar los fritos para repartir bandejas a los vecinos que siempre le compraban.
Antonia admiraba a su hija, no se arrepentía de haberla tenido, Ivis estaba siempre dispuesta a ayudarla en lo que más pudiera, con sus 16 años no tenía pena de estar vendiendo fritos, sabía que las jóvenes de su edad les daba pena el trabajo informal, pero su hija, su Ivis era una joven guerrera, aunque quería que su hija disfrutara como las demás niñas de su edad, sabía que no lo iba a hacer.
Finalmente,, después de tanto estudiar, llegó diciembre 2, era el día del grado de Ivis, Antonia estaba feliz porque su hija había logrado un peldaño en su vida, pero también sentía tristeza porque no tenía para pagarle una universidad, lo único que le quedaba era rogar a Dios para ayudar a su hija a pasar el examen en la universidad pública.
Cuando termino la ceremonia Ivis corrió a donde su madre y le dijo.
IVIS: Esto te lo debo a ti, este diploma es tuyo también.
ANTONIA: No mi amor, es tuyo, tú fuiste la que estudiaste.
IVIS: Pero tú fuiste la que hiciste todo posible después de Dios, me diste la vida, me cuidas, me compras las cosas, así que... esto es tuyo.
ANTONIA: Mi niña hermosa, gracias por ser una excelente hija.
IVIS: Y tú, una excelente madre.
Madre e hija se fueron a su casa, Ivis no salió a celebrar su graduación a ningún lado, prefirió quedarse en casa con su madre y descansar.
Al día siguiente a las tres de la mañana madre e hija ya estaban haciendo los fritos, vendían diario treinta arepas, quince papas con huevo, jugos y cuarenta empanadas.
Vendían en la esquina hasta las siete que se acababan los fritos, vendían rápido, ellas querían vender más, pero el sol no las dejaba por mucho que intentarán, los fritos tenían fama de ser sabrosos, una persona siempre pasaba a las seis y compraba 8 arepas y ocho juegos. Antonia cuando terminaba de hacer los fritos junto a su hija se iba a organizar el puesto a las cinco, Ivis se quedaba fritando.
Cuando terminaban de fritar recogían todo y se iba a su casa a dormir, cuando se levantaban sacaban cuentas, guardaban diaria plata reunir y pagar los servicios de la casa porque ellas eran las propietarias.
Diciembre paso y Antonia veía a su hija un poco distraída, se acercó a ella con mucha pena y tristeza diciendo.
ANTONIA: No estés triste hija, perdóname, no he podido brindarte una mejor calidad de vida.
IVIS: No mami, no tienes por qué pedirme perdón, y no estoy triste, estoy pensando en hacer un curso de lo que sea en el Sena, de esos que son por horas, no quiero perder tiempo, y no te preocupes porque no me has dado una mejor calidad de vida, esa un día no muy lejano nos la vamos a dar, nos la merecemos.
ANTONIA: Dios te escuche mi vida.
IVIS: Si nos escucha, nosotras no somos malas y él lo sabe.
Antonia le dio un abrazo a su hija y la apoyó para que hiciera su curso, quería que su hija estudiará para qué logrará todo lo que quería.
En febrero Ivis comenzó su curso de mercadeo y venta que duraba un mes, durante los meses que iba a estar sin hacer nada, pensó en dedicarse a hacer todos los cursos que pudiera mientras se habría nuevamente las inscripciones a la universidad, ella todas las noches le pedía a Dios su ayuda dejando todo en sus manos, porque si era su voluntad que ella estudiará en esa universidad le dieran su cupo, pero sino, que le mostrará el camino para seguir adelante.
El 22 de febrero cumplió sus 17 años, compartió con su madre una torta hecha por ellas mismas, Ivi estaba feliz porque le faltaba un año para cumplir su mayoría de edad.
Ella quería cumplir para buscar trabajo pata poder ayudar a su madre y pagarse sus estudios, ella se lo comentó a la madre, ella sonriendo le dijo.
ANTONIA: Hay hija, a tu edad siempre se quiere cumplir la mayoría de edad, pero después deseamos devolver el tiempo, con la mayoría de edad llegan muchas responsabilidades.
IVIS: Lo sé mami, y nos corre la edad rapidísimo ja ja ja ja.
ANTONIA: ja ja ja ja dímelo a mi, parece ayer que apenas estaba disfrutando de mis 18 años.
IVIS: Pero igual como sea nos llegan los años.
ANTONIA: Si mi amor, me sorprende que a tu edad seas muy madura.
IVIS: aja, por nuestra situación la vida nos enseña y nos hace crecer.