Matteo Bushida Lombardi desde pequeño vio a sus padres amarse por sobre todas las cosas, y pensó que él había encontrado un amor igual, pero todo lo perdió por culpa de aquella noche.
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Dos
Muy bien señor Vani, veamos ese proyecto de negocio que ha presentado y que llamó tanto la atención de uno de mis financistas.
El joven miró al hombre ya entrado en años con nerviosismo.
- Señor Bianchi, tengo que ser sincero con usted.- el hombre levantó una ceja expectante- Ese proyecto lo desarrolló mi esposa y si le parece bien ella estará más que gustosa en venir a desarrollarlo para usted, pero tengo que aclararle que ella lo creó como una distracción para que yo llegara hasta aquí.
- ¿Me está diciendo que estoy perdiendo mi tiempo?
El enfado era más que evidente en el hombre y Hugo sintió como si la temperatura del despacho bajara de golpe.
- No, por favor, no crea eso, además de el proyecto yo tengo algo importante que conversar con usted y sé que va a interesarle.
- Hable rápido o llamaré a seguridad para que lo eche.
- Su seguridad informática tiene una brecha que ya le está costando cientos de euros por día y estoy seguro que dentro de poco le costará millones.
El joven habló apresurado, tenía miedo de que si se detenía un instante el dueño de aquella gran empresa lo sacaría él mismo a empujones.
- Jajajajajaja- estalló en una risa pero Hugo no se rió- Yo tengo a los mejores trabajando para mi, nunca me han fallado.
- Perdone que le diga esto señor Bianchi pero quizás los mejores se confiaron y han dejado que se les escape la liebre.
El hombre dio un golpe sobre la mesa de roble macizo.
- ¡Me está diciendo que pago cientos de euros para que no pongan atención a su trabajo!
- No señor, no estoy juzgando el trabajo de nadie, solamente digo que no han visto algo que yo si detecté.
- Pues muéstrelo.
- Lo siento señor, mi trabajo no es gratis.- el joven sacó un documento y lo deslizó sobre la mesa.
- ¿Medio millón?¿Está intentando venderme los errores de mi empresa?
- No señor, estoy sacando provecho de los desvelos y las noches que pasé recomponiendo su sistema, y no voy a decirle que me siento bien pidiendo ese dinero, pero he estado más de dos meses intentando que su jefe de seguridad informática me atendiera y a cambio yo solamente quería un trabajo, lamento decirle esto pero la arrogancia de ese caballero es más grande que cualquier cosa y no me consideró merecedor de compartir su mismo aire ni por media hora y eso a usted le cuesta dinero.
- ¿Y si yo no acepto? Seguramente se lo venderá al primer postor.
- Puede confiar en que eso no va a suceder, si usted no acepta yo haré como que nunca descubrí nada y lo olvidaré mientras usted tiene cada día pérdidas mayores, lea el contrato, no va a arrepentirse.
El hombre bajó la vista nuevamente al documento.
- Aquí dice que lo autorizo a hackear mi empresa, usted está loco.
- No, loco estaría si lo hiciera sin su autorización, yo tengo una familia y no puedo arriesgarme a ir a la cárcel, lea bien, dice que usted me autoriza y a cambió yo le entrego los códigos para detener el hackeo, y de no darle los códigos verdaderos estaría incurriendo en un delito.
El hombre lo miró fijamente como queriendo creerle.
- Le aseguro señor Bianchi que recuperará mucho dinero.
- Deme los códigos.
- Firme el contrato.
El empresario le sostuvo un poco más la mirada y tomando un bolígrafo firmó.
- Tome- el chico le extendió un sobre y cambiaron un documento por otro.- Cuando quiera comenzamos.- le dijo y sacó de su maletín un ordenador portátil que puso sobre el escritorio.
- Todo suyo- le contestó el empresario y enseguida lo vio empezar a teclear.
Cinco minutos y el sonido de las teclas no cesaban, diez y el joven seguía enfrascado en su trabajo sin hablar.
- Alguien está a punto de entrar por esa puerta a avisarle que todos sus archivos empresariales han desaparecido y que su imperio está totalmente expuesto.- dijo sin levantar la vista del ordenador ni detener el movimiento de sus dedos y un momento después se escuchó una discusión en el exterior del despacho y la puerta de este se abrió de repente.
- Señor, tenemos que hablar.- el jefe de seguridad informática estaba allí parado con el rostro pálido y sudado y su secretaria detrás de él intentando detenerlo.
- Espéreme con todo su departamento en la sala de juntas, en cinco minutos estoy con ustedes.
- Señor, no comprende, algo está sucediendo y necesito hablar con usted ahora.- insistió el hombre tembloroso.
- Espéreme en la sala de juntas con todo su departamento. - le contestó apretando la mandíbula con evidentes ganas de saltar sobre el hombre y este se retiró como perro asustado.
- Ingrese los códigos que le entregué. - Hugo giró el ordenador hacia el empresario y este leyó la clara orden en la pantalla, abrió el sobre y tecleo él mismo los dos números de ocho cifras cada uno que tenía delante.
- Restaurando sistema- escuchó una voz electrónica y la pantalla del ordenador volvió a llenarse de algoritmos que para él eran poco inteligibles.
- ¿Cuando voy a recibir mi dinero señor Bianchi?- le preguntó al ver la cara de satisfacción del hombre mientras seguía mirando la pantalla de su portátil.
- En cuanto reciba su número de cuenta.- le contestó en calma.
Hugo volvió a tomar otro papel y se lo entregó al hombre, este tecleó algo en su ordenador personal y se escuchó el sonido de un mensaje entrar al teléfono del chico.
- Un gusto hacer negocios con usted señor Bianchi.- le dijo extendiéndole una memoria usb y cerrando su portátil para guardarlo- Aquí está todo, creo que su personal está más que capacitado como para descifrarlo, pero si necesitan mi ayuda no dude en llamarme.
- ¿No va a revisar si la suma que le ingresé es la correcta?
- Prefiero confiar en usted como usted confío en mi.- le contestó caminando hacia la puerta.
- Muchas gracias señor Vani y dígale a su esposa que la espero mañana a esta hora para discutir su proyecto.
- Se lo diré señor, ella estará muy feliz de venir a verlo, que tenga un buen día.
una maratón de capitulos x favor