“En la vida tomamos decisiones todo el tiempo, algunas acertadas y otras no tanto. A veces la circunstancias nos llevan por caminos errados. Esta es la historia de la familia Santoscoy, y de su vida dentro de la mafia. La sed de venganza puede sacar lo peor de nosotros, también la lucha de poder y enfrentamientos entre grupos rivales, siempre logra arrasar con todo a su paso.
Pero dentro de tanto odio, también puede nacer el amor y la pasión desmedida, un amor clandestino, entre dos personas que sus vidas no tienen nada en común. Pero que el destino se ha encargado de unir, a pesar de todos los obstáculos que deben atravesar.”
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Trampa
Capítulo 21
Pasaron los días, después de la inauguración de su proyecto. Kerim regresó a España, Ninfa se había salido con la suya, pero no por decisión de Kerim, si no por la decisión tomada por Leonela, era difícil pero ella había terminado su relación. Después de que Gerardo le entregara el cuerpo de Remigio y de los supuestos traidores que habían intentado herirla, Gerardo también le hizo saber que Remigio planeaba asesinar a sus hermanos, para debilitarla. Así había logrado que Leonela cayera en la trampa.
Aunque Ramón dudaba sobre las intenciones de Gerardo y de Julieta, aceptó la decisión tomada por Leonela. Ella les había entregado el territorio que alguna vez habían compartido con Remigio, para Gerardo había sido un triunfo, ya que sin esperarlo Leonela lo convirtió en el líder de sus territorios. Pero sobre todo estaría cerca de Leonela, aunque Gerardo no dejaba de mantener vigilado a Kerim, si volvía a acercarse a Leonela sin duda lo enviaría al otro mundo.
—Pienso que es una mala decisión que hayas entregado los territorios a esos.—opinaba Ramón
—Coincido con nuestro hermano.—lo apoyaba Leonel.
—Tal vez pero esos territorios eran de la hermana de nuestro padre.—respondía Leonela
—Pienso que hay algo más detrás de toda esta alianza, sobre todo de la muerte de Remigio, no me agradaba pero aceptémoslo su muerte fue algo oportuna.—agregaba Víctor
—Hay algo en Gerardo que nunca me ha dado buena espina, desde su nacimiento tan turbio.—interrumpía Elvira
—¿por qué lo dices mamá?—preguntó Leonela
—Cuando nació Remigio, Montaño padre desapareció unos meses. La hermana de su padre, se la pasaba recluida en su mansión en Reynosa. Después su padre la visitó, y ya tenía a Gerardo recién nacido, prematuro tal vez porque Remigio y Gerardo se llevaban un año. Pero ella siempre rechazó al bebé, además no tiene ningún rasgo físico de los Santoscoy. Es idéntico a su padre, la verdad que mi esposo siempre pensó que ese niño no era de ellos, pero no se explicaba como se parecía a su cuñado.—les decía Elvira
—Aún así, ellos son unidos. Excepto con Julieta, pero eso se debe a su actitud rebelde. Además ella siempre ha tratado de abrirse camino por sí sola. Ahora Gerardo es el jefe, Julieta y David están de acuerdo.—agregaba Leonela
—Me sorprende que no le hayas dado el poder a Julieta, no sabía que mi primo te agradará tanto. Si es que es nuestro primo.—insinuó Ramón
—La verdad es que, le tengo miedo a Gerardo.—todos se sorprendieron con la respuesta de Leonela.
—Miedo, ¿por qué?—preguntó Incrédulo Leonel
—El es seis años mayor que yo, cuando era una jovencita. Me refiero cuando él venía con su padre a las reuniones de la organización, un día me intento besar, también me acorraló contra la pared, se acercó demasiado con su cuerpo al mío y desde entonces le tuve miedo. No solo porque es mi primo, si no por la manera en que me tocó aquel día, lo mismo siento ahora que lo tuve cerca. Sentí un fuerte escalofrío.—respondía Leonela.
—Te intento besar y te toco, aún así te quedaste callada. Lo hubiera asesinado de ser necesario.—le reprochaba Ramón
—No pasó nada más, y jamás volvió a intentarlo. Pienso que fue algo pasajero. No se lo dije a nadie en todos estos años, por miedo a ser juzgada o traerle un problema a papá de acuerdo.—dijo Leonela alterada
—Mi padre hubiera acabado con él.—dijo Ramón
—Basta Ramón, ya pasó. Leonela siempre pudiste decírmelo a mí, debiste confiar en tu familia. Eso no estaba bien.—decía Elvira
—Tal vez, pero el que me violó no fue él. Fue el asqueroso aquel, que de seguro se está pudriendo en el infierno. Por si no lo saben, el me rescató cuando me estaba desangrando, fue Gerardo quien me entregó a Román para que me pusieran a salvo. Ya se te olvidó que él fue quien nos lo entregó.—respondía Leonela
—Leo, ya no es necesario que recuerdes eso.—dijo Víctor mientras que se acercaba para abrazar a su hermana.
—Si les conté todo esto, es para que entiendan que si lo nombre jefe es para tenerlo cerca y vigilado.—les aseguraba Leonela, sus hermanos ya no tocaron el tema.
Además ella estaba susceptible con el tema, pero también por la separación con Kerim. Solo esperaba que estuviera bien, sobre todo disfrutando de su nueva etapa como papá, algo que tal vez a su lado nunca conocería. Mientras tanto en la mansión de los Montaño.
—Felicidades hermano, no era lo que suponíamos que sucedería. Pero Leonela te eligió como el jefe.—decía Julieta
—¿Estás bien con ello? Aún puedo decirle que mejor tú te quedes en ese lugar.—preguntaba Gerardo
—No, es mejor. ¿Ahora que vamos a hacer con Sonia? No sabes cómo la detesto.—le decía Julieta
—Pensé que eran socias y amigas.—decía Gerardo
—Amiga de esa zorra, lame botas no gracias. Sin embargo te veo feliz.—
—Lo estoy hermanita, tengo planes muy grandes para nosotros. Seré el jefe de todos, y me quedaré con Leonela, ella será mi trofeo.—
—Pero para eso debes decirle la verdad, que no eres un Santoscoy. Que eres un Montaño e hijo de la gobernadora de la ciudad más importante de este país, y próxima presidenta. A ella le convendría fijarse en ti, si no sufrirán cuando el gobierno ya no esté de su lado.— decía Julieta
—Julieta tiene razón, además que piensas hacer con los hermanos Santoscoy.—le decía David
—Nada, ellos terminarán obedeciéndome. Además a Ramón le debemos nuestra victoria, se vienen grandes cambios. Lo primero que haré es acabar con los socios pequeños, y con Sonia y Jasiel. Sonia está enamorada de mí, así que será fácil manipularla para llevarla a su destrucción, pero primero daré resultados y me ganaré la confianza de Leonela, después de todo se atrapa más moscas con la miel.—respondió Gerardo mientras seguía fumando su puro.
Gerardo era paciente e inteligente, le gustaban las cosas en silencio, sabía cómo hacer que las personas bajarán la guardia. Para que cuando se dieran cuenta de lo que ocurría, no pudieran hacer nada. Sabía que Leonela caería en sus redes, porque mantendría lejos al español de su vida a cómo diera lugar. Él simplemente se sentía su dueño.
Tu si puedes desenmascarar a gerardo
Debemos salvar a Sonia
Así de fácil confías en la palabra del tirador
Acabas de decirlo es tu amiga
Por fas piensa leonela