La noche de su ceremonia de compromiso, Astrid se entera que su prometido y futuro Alfa la engaño con su mejor amiga y lo peor es que espera un hijo de él.
Con el corazón destrozado se adentra al bosque, donde termina perdiendo su virginidad con un desconocido, sin imaginarse que esa noche, su vida cambiaria para siempre.
Cuatro años después se verá obligada regresar a su manada, con la urgencia de saber quien es el padre de su cachorro, quien esta despertando sus habilidades, poderes que hacía muchos años se habían perdido entre los lobos.
Siendo solo el Rey Lycan el único en tenerlos, bueno ahora son dos, por que el pequeño Alain a sus cuatro años ha despertado a su licántropo.
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¿Quién eres?
Después de un largo día de trabajo Astrid finalmente llegó a casa, tenía tantas ganas de abrazar a Alain, por lo que comenzó a buscarlo en la sala, hasta llegar a la cocina donde escuchó ruido, pero solo se encontró con su madre sirviendo en una bandeja un plato de sopa con jugo y frutas.
- ¿Y Alain? – Preguntó Astrid de inmediato.
- Astrid\, llegaste – Dijo Aurora al verla – Alain\, esta en la recamará\, otra vez tiene fiebre – Comentó Aurora con preocupación.
Astrid, sintió una fuerte punzada en su corazón y corrió hacía la recamara, para ver a su pequeño. Al entrar estaba acostado en cama con su pijama, mientras Frank colocaba paños de agua fría en su frente.
- Mami – Dijo Alain con su voz apagada.
- Mi amor\, ya estoy aquí – Astrid se acercó apresurada\, Frank se hizo a un lado para que ella se sentara al lado de su pequeño.
- Mami\, me duele mi cuerpo – Susurro el pequeño\, ya estaba en brazos de Astrid.
Astrid no tuvo que tocar la frente de su pequeño, podía sentir su cuerpo demasiado caliente.
- La fiebre disminuye y aumenta\, lo llevamos al médico – Dijo Frank – Y le receto algunos antibióticos y para la fiebre – Frank le mostró la receta\, al final leyó que solicitaba unos estudios.
- ¿Para que los estudios? – Pregunto confusa.
- Dijo que los síntomas podrían deber al despertar lobuno\, dijo que el acta de identidad será necesaria para la realización de los estudios – Comentó Frank.
Astrid asintió, no era necesario hacerle tales estudios, pues el lobo de Alain ya había despertado, y tal vez su fiebre se debía a los cambios que estaba sufriendo su pequeño cuerpo.
- Alain\, la abuela te preparo una deliciosa sopa – Entró Aurora con la bandeja de comida.
Astrid sonrió con sus ojos llenos de lágrimas al ver la atención que sus padres le daban a su pequeño.
- Mami\, ¿Me puedes dar de comer? – Preguntó el pequeño con su tierna voz.
- Claro que sí\, mi amor- Dijo Astrid y le dio un beso en la frente.
Tenía que darse prisa en encontrar al padre de Alain, su pequeño necesitaba su ayuda de inmediato, pero ¿Dónde encontrarlo? Ahora incluso su tiempo era escaso dado a su nuevo trabajo, y entonces, pensó en el rey, tal vez él podría ayudar a Alain, después de todo se podía comunicar con su lobo como Alain. Si, definitivamente mañana preguntaría si podría ayudarle.
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Kaelen estaba en su estudio revisando el informe de Cascada azul, leía detenidamente cada texto, pero en ninguna parte informaban en el regreso de Astrid. Sabía que el Alfa y Luna ya debían estar enterados del regreso de ella, y su deber era informarlo, pero los dos ignoraron su orden.
- Par de imbéciles – Susurro\, ellos simplemente no entendían quien mandaba.
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La mañana llegó finalmente, Astrid apenas había logrado dormir, pues estuvo muy al pendiente de Alain, quien ahora dormía tranquilamente, la fiebre finalmente se había controlado.
No quería separarse de él, pero tenia que hacerlo, necesitaba pedir la ayuda del rey o la salud de su cachorro podía seguir empeorando. Se arreglo con ropas de oficina y se hizo su maquillaje no tan cargado, se miraba al espejo y empezó a recordar el beso que el rey le dio el día de ayer.
- Besa jodidamente delicioso – susurro delineando sus labios con las yemas de sus dedos.
- Mami – La voz de Alain lo saco de sus pensamientos.
- buenos días mi amor ¿Cómo te sientes? – Se acercó a la cama y se sentó a su lado.
- Ya mejor…pero aun con sueño – Susurro el pequeño tallándose sus ojos con sus manos.
- Puedes seguir durmiendo – Le dio un beso en la frente.
- Debo ir a trabajar\, pero tratare de llegar temprano ¿ok? – Le propuso con una sonrisa.
- Tranquila mami\, los abuelos me cuidan muy bien – Dijo el pequeño\, esperando que así su madre no se fuera preocupada.
Astrid asintió, le dio un par de besos a su pequeño y lo arropo de nuevo, Alain no tardo mucho en quedarse dormido.
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Astrid salió de casa iba directo a su coche cuando uno se estaciono en frente, de ahí bajo Catalina.
- Vaya\, realmente regresaste perra – Soltó Catalina caminando hacia a ella con elegancia\, su cabello rizado\, suelto muy bien definido y con un maquillaje resaltando sus labios rojos.
- ¿Qué quieres? – Astrid cruzo los brazos con molestia.
- ¿creíste que te ibas a salir con la tuya? – Preguntó mostrando una carpeta\, la reconocía\, ahí estaban los documentos del registro de Alain. – Ya pasaron más de setenta y dos horas\, no entregaste el acta de identidad del padre\, por lo que tu bastardito no puede estar en la manada- Dijo con una gran sonrisa y su voz cargada de odio hacia a ella.
Astrid frunció el ceño, apretó sus puños, tenía que controlarse, debía hacerlo por Alain.
- Catalina\, mi hijo no tiene culpa de nada\, así que déjalo fuera de esto – Dijo Astrid entre dientes.
- ¿Quién es el padre? ¿Leandro? – Pregunto con coraje.
Astrid puso los ojos en blanco ahora entendía la molestia de Catalina.
- Por supuesto que no\, ese perro no es padre de mi cachorro – Siseo.
- ¿entonces donde esta el acta de identidad? – Cuestiono.
Astrid no respondió, no tenía porque darle explicaciones a ella.
- Fuera de la manada con tu bastardo – Ordeno.
Astrid no pudo contenerse más y le dio un puñetazo en la nariz.
- ¡Maldita me rompiste la nariz! – Grito Catalina mientras mantenía una mano en su nariz que no dejaba de chorrear de sangre.
- No vuelvas a insultar a mi hijo – Dijo de manera amenazante\, se dio la vuelta y entro de nuevo a casa.
Al verla Aurora se acerco de inmediato, podía notar a simple vista lo furiosa que ella estaba.
- ¿Qué pasa? – Preguntó angustiada.
- Catalina ya sabe que no entregue el acta de identidad – Soltó molesta caminando de un lado a otro – Quiere que me lleve a Alain fuera de la manada – Comentó con preocupación.
- ¿Qué harás? – Llego Frank.
- Llevarme a Alain\, no puedo dejarlo aquí\, Leandro podría venir también y querer hacerle daño junto con su perra- Dijo y subió las escaleras.
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Alain estaba junto a la ventana, mantenía su ceño fruncido y hacía una mueca de desagrado.
- Esa mujer es mala – susurro el pequeño – Loki\, mami necesita a su novio para que la proteja de hombre malo y la mujer mala – Agregó el pequeño.
La puerta de la recamara se abrió, Alain se giró y sonrió al ver a su mamá.
- Alain\, me acompañaras a mi trabajo – Dijo Astrid decidida\, no pensaba arriesgar a su hijo por nada del mundo así que lo llevaría con ella al palacio.
Aurora y Frank llegaron, no podían negarse a la idea de su hija, estaban de acuerdo en que se lo llevara de la manada, pero también no podían permitir que lo llevara al palacio podría crearle problemas en su trabajo y no tendrían la ayuda del rey.
- Iremos contigo\, cuidaremos a Alain en lo que estás en el trabajo y hablas con su majestad- Propuso Aurora.
Astrid asintió, sus padres realmente estaban apoyándola en todo, así que no tardo en alistar a Alain y preparar una mochila con ropa de él. Después los cuatro subieron al coche rumbo al palacio, aunque primero dejaría a sus padres y a Alain en la capital, solo esperaba que el rey no se molestara por que llegaría tarde.
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Kaelen llegó temprano a la oficina, esperando encontrarse con Astrid, quería verla, sentir su exquisito aroma, tenerla cerca, pero para su mala suerte ella no había llegado, se encerró en su oficina y empezó a revisar unos documentos, pero no lograba concentrarse, a cada segundo miraba la hora, desesperado por que ella llegara.
- Mierda- soltó con pesadez\, la idea de que ella no volvería comenzaba a inquietarlo y su licántropo empezaba a enojarse.
Se levantó molesto de la silla, para ordenar que fueran por ella, cuando la puerta se abrió y entro Astrid agitada.
- Lamento llegar tarde\, majestad – Dijo agitada.
El rey sonrió al verla, sintió un alivio en su corazón de que no haya escapado.
- ¿Por qué llego tarde? – Preguntó tratando de ocultar su emoción.
- Tuve un inconveniente en la manada – Respondió y lo miró soltando suaves suspiros.
- ¿Qué inconveniente? – Preguntó con curiosidad.
- Bueno\, le rompí la nariz a la Luna - Camino hacía a él mientras\, empezaba revisar la agenda.
Kaelen arqueo las cejas y sonrió.
- Ok\, bueno no creo que sea grave – Se sentó en su asiento.
- Igual\, hace unos días le hice lo mismo al Alfa\, también le dejé el ojo morado\, o los dos…da igual – Respondió sentándose – Tiene una reunión en dos horas – Comentó con cierta sorpresa al notar el cambio.
- Si\, a partir de hoy me encargare de algunas funciones\, Oscar tiene otra prioridad ahora- Respondió. – sobre lo que paso en la manada\, ¿le hicieron algo? – Preguntó con curiosidad\, pues de ser así\, personalmente se encargaría de castigar a ese par de idiotas.
- Si…se metieron con quien no debían – Respondió dejando la tablet sobre el escritorio- Majestad\, yo quisiera…- Titubeo al pedirle ayuda\, temía que se negara\, pero él era la única opción que tenía.
Antes de que lograra terminar sus palabras, Danilo y Oscar entraron apresurados.
- Los desertores entraron a la capital – Dijo Danilo con seriedad.
Astrid se puso de pie al escuchar eso, sus padres y Alain estaban ahí, corrían peligro.
- Alain…- Susurro mientras su cuerpo comenzaba a temblar.
- Oscar\, llévala a un lugar seguro – Ordeno Kaelen mientras se colocaba su saco.
Antes de que Oscar pudiera responder, Astrid salió apresurada de la oficina.
- ¡Astrid! – Grito Kaelen\, pero ella ni siquiera se detuvo.
Kaelen sintió una extraña sensación, su licántropo empezó a tomar el control por la fuerza, no lo entendía, era diferente al vínculo que lo unía a Astrid, había algo más, como si alguien lo estuviera llamando.
- Mierda… ¿Quién eres? – Apenas logro decir mientras mantenía ambas manos en su cabeza. No lograba entender las palabras que le decía esa voz ajena.
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