Una mujer despierta luego de estar en coma algunos días.
Sin recuerdos...
Sin saber quien es...
Edad y nombre no es algo que figura en sus recuerdos, ya que parece, los ha perdido todos.
Sin embargo, un hombre aparece delante de ella para recordarle que se llama Alma Rizzo, y que ambos, están casados desde hace cuatro años.
Él le promete ayudarla a recordar todo su pasado para poder encaminar su vida de nuevo.
Algo que a Alma, le parece irreal.
Sobre todo porque cuanto más aprende de si misma, más le aterra descubrir que tal vez no es la mujer que esperaba ser.
Ahora, componer su vida será su misión...
Cosa que no será sencilla cuando se tiene limitado los recuerdos y no sabes si convives con amigos o enemigos.
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Capítulo 1
Sus ojos se cerraban de nuevo.
Tenía sueño... Pero se obligaba a no dormirse.
El hombre que había entrado a la habitación y cuyo nombre no conocía pero se apellidaba Lombardi, rápidamente salió junto al doctor y la enfermera luego de haberle lanzado aquella duda.
¿Quién era? ¿De qué le tocaba?
La puerta de la habitación se abrió de nuevo y el doctor entró solo.
—Me alegro que siga despierta.
—Tengo... Su-sueño.
—Es normal, su cuerpo ha estado en reposo pero su cerebro ha tenido actividad. Así que es normal que tenga sueño, sin embargo, aún hay que hacer estudios a fondo.
—El hombre de hace un momento...
—Oh, al señor Lombardi le he pedido que me deje a solas con usted. Quiero hacerle más análisis y así mismo unas cuantas preguntas. ¿Puedo?
—Si... Cre-creo.
—¿Sabe como se llama?
La mujer negó.
—¿Edad?
Negó.
—¿Tiene algún recuerdo antes de haber despertado en el hospital?
De nuevo, negó.
El doctor, suspiró —Entiendo...
—¿Usted... Sabe?
El hombre, asintió.
—Si, pero eso se lo iré diciendo poco a poco. Ya que, es mucho para digerir... Sin embargo, empezaremos por lo básico. Su nombre...
Nombre... ¿Cómo sería? ¿Largo y con varios nombres? ¿Corto y sencillo?
La mujer asintió, dándole su consentimiento al doctor para continuar.
El doctor guardo las manos dentro de los bolsillo de su larga bata blanca.
—Alma... Ese es su nombre.
—¿A-Alma?
El hombre asintió.
—Si, Alma Rizzo.
Alma Rizzo...
«—¡MAMÁ!»
Alma, cerro los ojos con fuerza cuando el dolor de cabeza regreso.
—El niño...
—¿Qué niño? —inquirio el doctor —¿Recuerda algo?
—Escucho una voz... Un... Niño...
—¿Qué le dice? —Rápidamente, el doctor sacó su bolígrafo y una pequeña libreta de apuntes
—Mamá...
Antes de apuntar algo en la libreta, el doctor la miró con extrañes.
—¿Mamá?
Ella asintió.
—Si... ¿Te-tengo hijos?
Suspirando, el doctor guardo de nuevo la libreta y bolígrafo en su bata.
—No señora Rizzo. No tiene hijos, ni tuvo alguna vez.
—Pero...
—Debe ser debido al shock que experimenta luego de... —pero el doctor, calló
—¿Luego de?
—Haber estado en coma unos días.
—¿Coma?
—Si, estuvo en coma algunos días ya que padece de Narcolepsia. Solía dormirse y despertar en horas pero esta vez... Casi una semana estuvo en coma. —explico el doctor —Por eso le haremos algunas pruebas para saber si necesitará de rehabilitación intensiva para recuperar el movimiento de sus extremidades o en efecto, con algunas sesiones será suficiente.
—Entiendo... Eh... ¿El hombre afuera..?
—Ah, si, el señor Lombardi es... Bueno, el señor Valentín Lombardi es su esposo.
Alma contuvo el aliento —¿Es...
El hombre asintió.
—Si, su esposo. Se que es difícil de procesar pero le aseguro que es real y ya llevan cuatro años casados. Aún no es tiempo de que sepa todo pero le aseguro que su vida es feliz a lado de su esposo.
La mujer bajo la mirada a sus manos y las observó con atención, en efecto, en la mano izquierda, en el dedo anular, tenía la marca de un anillo y aunque no lo tenía físicamente, aun había rastros de el.
—Bien, empezaremos con los análisis si le parece bien.
Ella asintió —Si, por favor.
...[...]...
La siguiente semana, Alma Rizzo la paso en rehabilitación. Durante todo ese tiempo, a su esposo le habían prohibido verla para que ella pudiera concentrarse en su recuperación. Según el doctor, ya tendría tiempo de ponerse al día sobre su vida. Ahora, era tiempo de ver por ella y su salud.
Alma, se miraba en el espejo del baño. Durante toda la semana, enfermeras le habían ayudado en todo. Desde bañarse, cambiarse, etc. Ahora, era la primera vez que había algo completamente sola. Le había costado pero estaba lista para irse a casa...
—Casa... —murmuró mientras mantenía la mirada en su reflejo.
Ojos negros al igual que su cabello. Piel blanca aperlada. Sus rasgos eran finos y bien delimitados, su cuerpo estaba en forma como si hacer ejercicio fuese parte de su rutina diaria y ahora, suponía que su extrema delgadez se debía a que había sido alimentada todo este tiempo por sonda.
Por más que se escaneaba de arriba a bajo, algo no le cuadraba. Simplemente... No se sentía ella.
Se sentía fuera de lugar y más ahora que saldría del hospital para enfrentarse a su verdadera "vida". Le aterraba pensar en lo que le deparaba ahí afuera.
Cuando se convenció de que primero debía salir del hospital, tomó el picaporte de la puerta del baño y salió en busca de sus cosas.
Las enfermeras le habían llevado ropa y accesorios que ella usualmente usaba. Las escaneo mientras estaban sobre la cama donde estuvo en coma y en rehabilitación durante días, pero por alguna razón, no las sentía suyas.
Dos toques a su puerta, le hicieron saltar del susto y mirar como el blanco objeto se abría para darle paso al mismo hombre que había visto la primera vez que despertó.
—Hola queri... —pero él calló.
Algo que Alma agradeció mucho mientras le observaba. Llevaba un traje gris y un celular en mano. Tenía el cabello café claro y los ojos verdes. Su piel, era similar a la suya: blanca aperlada.
—¿Estás lista?
Alma miro su bolso y empezó a guardar sus accesorios.
—Supongo... Aún no me hago la idea de... Estar casada.
El hombre, cuyo nombre, según el doctor le había dicho que era Valentín Lombardi, asintió.
—El doctor Santoro me ha mantenido al tanto de tu progreso y... —murmuró, acercándose a ella para extenderle un documento —Decidí traerte esto para que estés un poco más calmada.
La oji negra le miró y luego desvío la mirada al documento que tenía en mano.
—¿Qué es..? —pregunto y lo tomó en mano
—Una copia de nuestro acta de matrimonio.
En efecto... Eso era. Y en efecto... Estaba casada con él.
—Supongo... Que puedo confiar en ti. —Alma le miró, clavando sus ojos negros en los verdes de su esposo
Valentín sonrió y alzo una ceja con coquetería —Siempre.
—¿Qué procede ahora?
Su esposo suspiró.
—Intentar salir vivos de aquí.
Sonceramente no entendí el final, bueno tal vez haya continuación, buscaré en tu perfil autora y tal vez twnga suerte porque me quede con duda jJJja, saludos desde mexico
Me cae bien aunque es misteriosa 🤔 y prometo esperar para saber como continúa ésta historia. 🥰 Felicidades autora, gracias por compartir, me ha encantado. 👏🏼👏🏼👏🏼