Sipnosis
En la cosmopolita ciudad de Busan, tres vidas se entrelazan en un inesperado triángulo de emociones. Joon-Ho, un humilde maestro de matemáticas, lucha por equilibrar su pasión por la enseñanza con las limitaciones de su origen. Durante una conferencia, su vida da un vuelco al conocer a Han Soo-Yeon, una encantadora profesora de arte y dueña de una acogedora biblioteca. La conexión entre ellos es instantánea, aunque sus mundos parecen demasiado lejanos para unirse.
Mientras Joon-Ho intenta conquistar el corazón de Soo-Yeon, no se percata de los sentimientos de Mi-Ra, una de sus estudiantes, hija de una familia adinerada y atrapada en un amor no correspondido por su maestro. Desde hace meses, Mi-Ra guarda en secreto lo que siente, pero la creciente cercanía entre Joon-Ho y Soo-Yeon pone a prueba su paciencia y valentía.
Entre las lecciones de la vida y las barreras que impone la sociedad, "Oh, ¡Maestro! Quiéreme" explora los conflictos del amor prohibido, las
NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Enamorada de mi maestro
El sonido del despertador invadió la calma de la habitación de Lee Mi-Ra, resonando entre los delicados tonos crema y dorado de las paredes. Ella lo apagó de un manotazo, girándose en su cama de sábanas suaves como nubes. Sus ojos, de un azul profundo, se abrieron lentamente mientras el sol se colaba por las cortinas de seda, iluminando el lujoso pero acogedor espacio. Mi-Ra dejó escapar un suspiro mientras miraba al techo y sonreía. Su mente ya estaba en lo único que la motivaba últimamente: el profesor Kang Joon-Ho.
Era el segundo semestre en la universidad, y desde el primer día que lo vio, sintió una chispa de admiración y algo más. Joon-Ho no era solo un hombre atractivo, con su cabello rubio perfectamente peinado y sus ojos azules que parecían analizarlo todo; su pasión por enseñar lo hacía destacar aún más. Había algo en su forma de explicar, tan meticulosa y a la vez entusiasta, que la había cautivado. Claro, nunca había expresado esos sentimientos. Siempre se aseguraba de mantenerse amable, pero lo suficientemente distante como para no levantar sospechas. Sin embargo, cada vez que llevaba alguna fruta o bocadillo como muestra de agradecimiento por sus clases, era su manera sutil de estar cerca de él.
Con ese pensamiento, Mi-Ra finalmente se levantó de la cama. Caminó descalza sobre el cálido suelo de madera hacia el enorme vestidor. Cada prenda en su armario parecía gritar lujo, pero ella eligió algo sencillo: un vestido azul claro que complementaba sus ojos y unos zapatos cómodos. Mientras se peinaba frente al espejo, dejó que su mente vagara nuevamente hacia Joon-Ho. Se preguntaba si hoy tendría la oportunidad de hacerle una pregunta que lo mantuviera unos minutos más cerca de su escritorio.
—¡Señorita Mi-Ra, el desayuno está listo! —anunció una voz desde la planta baja.
—¡Voy enseguida Denis! —respondió.
La enorme mansión de su familia era impresionante, pero a veces se sentía vacía. Sus padres, dueños de una exitosa empresa petrolera, solían estar ocupados viajando o en reuniones, dejando a Mi-Ra prácticamente sola con el personal doméstico. Mientras bajaba las escaleras, se encontró con su padre, Lee Dae-Sung, vestido impecablemente con un traje oscuro. Era raro verlo en casa por la mañana.
—Buenos días, Mi-Ra. ¿Dormiste bien? —preguntó mientras le daba un beso en la frente.
—Sí, papá. ¿Tú no tienes una reunión hoy? —respondió ella, tomando asiento en el comedor.
—Sí, pero quería verte antes de salir. Tu madre y yo estaremos en una cena esta noche, así que probablemente no nos veamos hasta mañana. Y pronto viajaremos a Rusia hacia que debes portarte bien y no causarle problemas a la señora Denis.
Mi-Ra asintió, acostumbrada a estas despedidas rápidas. La ausencia constante de sus padres era algo que había aprendido a manejar. Por eso, a menudo buscaba actividades que llenaran ese vacío, salir con sus amigos, hacer pijamada, salir de compras, o buscar la forma para atraer a Joon-Ho, como pedirle clases privadas. No le dijo a su padre sobre sus verdaderas razones, pero sabía que él no objetaría, siempre y cuando fuera algo relacionado con su educación.
Después del desayuno, Mi-Ra subió al auto que la esperaba para llevarla a la universidad. Durante el trayecto, no pudo evitar mirar por la ventana, imaginando cómo sería pasar más tiempo con Joon-Ho fuera del aula. Esa idea la hizo sonrojarse, y rápidamente sacudió la cabeza para despejar sus pensamientos.
Cuando llegó al campus, el bullicio habitual de estudiantes llenaba el aire. Caminó hacia el edificio de matemáticas, donde tenía su primera clase del día. Al entrar al aula, vio a Joon-Ho en su escritorio, revisando algunos papeles. Su corazón dio un pequeño vuelco al verlo tan concentrado.
—Buenos días, profesor Kang —lo saludó ella con una sonrisa amable, dejándole un pequeño paquete de frutas frescas sobre su escritorio, como siempre.
Él levantó la vista, devolviéndole una sonrisa que, aunque breve, hacía que el día de Mi-Ra valiera la pena.
—Buenos días, Mi-Ra. Gracias por esto, aunque realmente no era necesario. —Su voz era suave, pero profesional, y ella se deleitó en cada palabra perdiéndose en su mirada azul.
Durante la clase, trató de concentrarse en las ecuaciones cuadráticas, pero su mirada seguía desviándose hacia el profesor. Joon-Ho, por su parte, no parecía notar nada fuera de lo común. Mi-Ra sabía que debía actuar con cautela. No quería arriesgarse a que sus sentimientos se volvieran obvios, aunque a veces deseaba que él pudiera leer su corazón.
Al final de la jornada, Mi-Ra regresó a casa. Mientras se cambiaba de ropa, una idea comenzó a formarse en su mente. ¿Y si le proponía a Joon-Ho ser su tutor personal no se opondría? De esa forma, tendría más tiempo a solas con él. Además, era una manera legítima de justificar su deseo de verlo fuera del aula.
Después de asegurarse de que todo estaba en orden, bajó a hablar con su padre, quien acababa de regresar de una reunión.
—Papá, he estado pensando en mejorar mis notas en matemáticas. Hay muchas cosas que aun no entiendo completamente, y creo que sería útil tener un tutor privado. —Trató de sonar lo más casual posible.
—¿Un tutor? Bueno, Si crees que lo necesitas, no veo problema. ¿Tienes a alguien en mente? —preguntó él, mirándola con curiosidad.
—Sí, mi profesor de matemáticas en la universidad. Es excelente enseñando y estoy segura de que podría ayudarme mucho. Si le ofrezco dinero extra seguro que accede—su tono era convincente, pero internamente esperaba que su padre no hiciera demasiadas preguntas.
—De acuerdo. Dile que lo contrataremos y que puede venir aquí a la mansión. No escatimaremos en los honorarios, pero asegúrate de que sea un buen uso de su tiempo.
Mi-Ra asintió, ocultando su emoción. Al día siguiente, después de la clase, se acercó a Joon-Ho para hablarle sobre la propuesta.
—Profesor Kang, ¿tendría un momento? —preguntó, deteniéndose frente a su escritorio en horas de receso.
—Claro, ¿qué necesitas? —respondió él, mirándola con atención.
—Estuve pensando que, aunque sus clases son excelentes, me vendría bien un poco de apoyo extra. Mis padres están dispuestos a contratarlo como tutor privado, si usted tiene tiempo. —Intentó sonar profesional, aunque su corazón latía con fuerza.
Joon-Ho pareció considerar la propuesta por un momento. Sabía que tomar un trabajo extra significaba más ingresos, algo que necesitaba urgentemente para pagar la hipoteca de su casa y las facturas médicas de su madre enferma. Finalmente, asintió.
—Acepto, Mi-Ra. Podemos coordinar un horario que funcione para ambos.
Ella sonrió, sintiendo una ola de felicidad al imaginar lo que vendría.
Esa misma tarde, Joon-Ho llegó a la mansión para su primera sesión de tutoría. Al entrar, quedó impresionado por la magnitud y el lujo del lugar. Mi-Ra lo recibió con una sonrisa cálida, llevándolo a la biblioteca, donde había preparado todo para la clase.
Durante las dos horas que pasaron juntos, Mi-Ra trató de concentrarse en las matemáticas, pero no podía evitar sentirse cautivada por la cercanía de Joon-Ho. Por su parte, él mantuvo una actitud profesional, explicándole con paciencia cada concepto. Sin embargo, no pudo evitar notar lo amable y educada que era. Aunque había trabajado con muchos estudiantes, había algo en Mi-Ra que lo hacía sentir más relajado.
Cuando la sesión terminó, Mi-Ra le ofreció un té y postres, prolongando la conversación. Hablaron de temas triviales: la universidad, el clima, incluso un poco sobre sus familias. Joon-Ho mencionó brevemente a su madre y el estrés que sentía por sus responsabilidades. Mi-Ra lo escuchó atentamente, sintiendo un deseo creciente de estar a su lado, no solo como su alumna, sino como alguien que pudiera apoyarlo. Agradeció pensar en esa idea para acercarse a él y conocerlo mejor.
Esa noche, mientras Mi-Ra lo veía partir, se prometió a sí misma que aprovecharía cada oportunidad para acercarse más a él. Aunque sabía que no sería fácil, estaba dispuesta a intentarlo, porque cada día, su admiración por Joon-Ho se transformaba en algo más profundo. Algo que ya no podía ignorar. Y quien sabe, tal vez un día sería su esposo.