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Mi Suggar Es Un Mafioso

Mi Suggar Es Un Mafioso

Status: En proceso
Genre:Romance / Amor prohibido / Posesivo / Mafia / Diferencia de edad
Popularitas:26.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Celina González ♥️

En las calles vibrantes, pero peligrosas de Medellín, Zaira, una joven brillante y luchadora de 25 años, está a tres semestres de alcanzar su sueño de graduarse. Sin embargo, la pobreza amenaza con arrebatarle su futuro. En un intento desesperado, accede a acompañar a su mejor amiga a un club exclusivo, sin imaginar que sería una trampa.

Allí, en medio de luces tenues y promesas vacías, se cruza con Leonardo Santos, un hombre de 49 años, magnate de negocios oscuros, atormentado por el asesinato de su esposa e hijo. Una noche de pasión los une irremediablemente, arrastrándola a un mundo donde el amor es un riesgo y cada caricia puede costar la vida.

Mientras Zaira lucha entre su moral, su deseo y el peligro que representa Leonardo, enemigos del pasado resurgen, dispuestos a acabar con ella para herir al implacable mafioso.
Traiciones, secretos, alianzas prohibidas y un amor que desafía la muerte.

NovelToon tiene autorización de Celina González ♥️ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 17

Cuatro días habían pasado desde aquella noche en que Leonardo la había poseído como si pudiera quebrar su alma con un beso. Cuatro días en los que Zaira caminaba por la vida como si todo a su alrededor hubiera cambiado de forma, aunque el mundo siguiera igual.

La tarde caía con lentitud sobre su barrio, tiñendo las calles estrechas de tonos ámbares y rojizos. El sol se colaba entre las ramas desnudas de los árboles viejos, proyectando sombras irregulares sobre el asfalto cuarteado. Las aceras estaban desgastadas, con raíces que las levantaban como si quisieran liberarse del concreto.

Zaira caminaba con paso lento, los brazos cruzados sobre su pecho. El viento le revolvía el cabello largo, oscuro como la noche, y cada hebra se deslizaba por su rostro como caricias de nostalgia. El olor a pan tostado proveniente de una panadería cercana le llenaba los pulmones, evocando recuerdos de su infancia: manos pequeñas amasando junto a su madre, risas, harina en la nariz.

Pero no podía permitirse el lujo de la ternura.

Su pecho pesaba. Las preocupaciones eran demasiadas: la renta estaba al límite, la matrícula de la universidad pendiente, y las medicinas de su madre escaseaban en la alacena. La vida se le estaba saliendo de las manos como arena seca.

Y sin embargo, había algo más que le martillaba en el pecho, algo que no podía controlar: Leonardo.

Desde esa noche, no había podido dejar de pensar en él. En su olor, en sus manos recorriéndole la piel como si fueran fuego. En su voz, tan grave y poderosa que vibraba en lo más hondo de su ser. Lo odiaba un poco por eso... pero también lo deseaba. Lo esperaba. Como una adicción.

Cada vez que su celular vibraba, su corazón daba un salto. Cada sombra que se proyectaba cerca, cada paso detrás de ella, le hacía tensar los hombros con una mezcla peligrosa de miedo... y esperanza.

Estaba a solo unos metros de su casa cuando lo sintió.

Esa mirada.

Como una caricia invisible en la espalda, como un escalofrío de reconocimiento que recorría la columna y erizaba la piel. Se detuvo, el corazón golpeándole las costillas.

Giró lentamente sobre sus talones.

Un auto negro, elegante, de líneas agresivas y cristales oscuros, estaba estacionado en la esquina, casi fundiéndose con las sombras del atardecer. La pintura brillaba con un reflejo metálico, como si la oscuridad misma lo envolviera.

Zaira tragó saliva. El pulso le latía en la garganta. Dio un paso atrás, y el vehículo se adelantó, deslizándose junto a ella como un depredador que había encontrado a su presa.

La ventanilla trasera bajó con lentitud, como en una escena perfectamente calculada.

Y ahí estaba él.

Leonardo.

Vestía de negro, con la camisa abierta en el cuello y la chaqueta entallada que moldeaba sus hombros anchos. Sus ojos grises, intensos como una tormenta, la miraban como si ya le perteneciera.

—Sube. —Su voz era un comando bajo y rasposo, cargado de gravedad, como un trueno contenido.

Zaira vaciló. El instinto le gritaba que corriera.

Pero el deseo...

Ese deseo tonto y furioso que ardía en su vientre como una vela encendida, le hizo dar el paso. Abrió la puerta del auto y se deslizó dentro, sintiendo que cruzaba una línea invisible que no sabría si algún día podría desandar.

El interior del coche olía a cuero, a madera pulida, a perfume masculino... y a Leonardo. Un aroma envolvente, magnético. El silencio entre ellos era denso, vibrante. Casi sensual.

—¿Me estás siguiendo? —preguntó, intentando sonar firme, pero su voz salió más temblorosa de lo que deseaba. Se cruzó de brazos, ocultando su nerviosismo tras una fachada frágil.

Leonardo no respondió. Solo la miró.

Su mirada era fuego. Era hielo. Era todo a la vez. La desnudaba con descaro, la absorbía, la reclamaba como suya sin necesidad de palabras.

Entonces se inclinó hacia ella.

Y sin pedir permiso, sin darle tiempo a pensar, la besó.

Un beso que fue todo menos suave. Fue profundo, posesivo, lleno de una urgencia contenida que estallaba como dinamita. El mundo se desvaneció. Zaira intentó resistirse, pero duró apenas un segundo. Después se rindió, atrapada en su sabor, en la electricidad que se encendía entre sus bocas. Le aferró la chaqueta, perdida, temblorosa.

Cuando se separaron, ambos respiraban agitados. Leonardo apoyó su frente contra la de ella, su aliento cálido rozándole los labios.

—¿Ya pensaste en mi propuesta? —murmuró, con esa voz que hacía que su nombre sonara ha pecado.

Zaira soltó una risita nerviosa, mezclada con anhelo y miedo.

—Aún no es fin de semana —dijo, como si eso bastara para alejar lo inevitable.

Él sonrió apenas. Una sonrisa torcida, peligrosa, que solo lo hacía más deseable.

Sacó algo del asiento delantero. Un teléfono. Elegante. Negro mate con bordes dorados. Y se lo tendió sin decir palabra.

Zaira lo miró como si fuera una bomba.

—Esto es carísimo... no puedo aceptar esto —murmuró, sintiendo un nudo en la garganta.

Leonardo, imperturbable, tomó su mano con firmeza y colocó el teléfono en su palma.

—Este es solo para hablar conmigo. Para cuando me necesites. Y yo, Zaira... —sus pupilas se oscurecieron—... siempre voy a contestarte.

Ella sintió que el mundo giraba más lento. Que ese objeto era mucho más que un teléfono: era una llave. Una promesa. Una sentencia.

—Dame un beso —susurró él, la voz ronca.

Zaira se acercó, tímida, y le besó la mejilla. Luego la otra.

Leonardo gruñó suavemente, un sonido tan masculino y primitivo que la piel se le erizó.

—No juegues conmigo, pequeña —advirtió, tomándola de la cintura con firmeza—. Quiero un beso de verdad. Con lengua. Aquí. Ahora.

Antes de que pudiera reaccionar, la alzó con una facilidad pasmosa y la sentó a horcajadas sobre él.

El asiento crujió bajo sus cuerpos. El calor que subía desde sus muslos era abrumador. Sintió su dureza evidente contra su vientre y soltó un jadeo ahogado.

Leonardo la sujetó de las caderas, sus dedos presionando como si pudiera dejar marcas en su piel.

—Mira lo que me haces... —le susurró al oído, su aliento ardiente.

Zaira se aferró a sus hombros. Estaba perdida. Casi.

Pero entonces él la bajó. Con suavidad, con ternura inesperada. Le acomodó el vestido con dedos cuidadosos y le abrió la puerta.

—Vete a casa, pequeña —le dijo, con esa voz baja y peligrosa—. Piensa bien lo que vas a hacer.

Zaira bajó del auto, temblando. Con el teléfono en la mano, cruzó la calle. Cada paso era una mezcla de certeza y vértigo.

Entró a su casa con las mejillas ardiendo, los labios aún hormigueando.

En su habitación, abrió la caja que acompañaba al teléfono. Dentro, prolijamente doblados, había billetes. Muchos. Más de los que había visto en años.

Su respiración se aceleró.

Encendió el teléfono, dispuesta a escribirle. A devolverle todo. A gritarle que no era una mujer que se vendía.

Pero antes de que pudiera teclear, llegó el mensaje.

"Acepta el dinero. Paga la universidad. Compra las medicinas de tu madre. Cómprate algo sexy para el fin de semana, porque se bien, que tu respuesta es un sí."

Zaira se quedó paralizada.

El aire le quemó los pulmones.

—Imbécil... Como sabes tanto de mí ¿Acaso me investigaste? —susurró con rabia, con la voz quebrada.

Pero en el fondo, más allá del enojo... había alivio. Y miedo.

Porque ese hombre ya no era un recuerdo. Era una decisión.

Y se acercaba el fin de semana.

1
Alicia Marin Silva
Rico ,pobre hombre 🤔🤔🤔
Francy Eliana Castillo Gallon
Zaira está manejando su dolor con rabo aw indiferencia hacia Leonardo y el siente q quiere morir sin ella pero no sé lo dice no lo demuestra
Francy Eliana Castillo Gallon
a veces somos egoístas morimos de ganas de llamar escuchar un te extraño pero no nos arriezgamos y nos quedamos esperando
Violeta Banquez Martinez
excelente más capítulo
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
la cagaste Leo y lo sabes, te haces el tonto
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
tiene miedo y mucho dolor,
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
🫂
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
error sr, la dejaste sola🤦🏽👿
Carolina Acosta
ahora es que están bonitos los 2 el esperando que ella escriba y ella esta igual 🤦🏻‍♀️ si no toma alguno la iniciativa no habra interacción nada más que los sábados
Carolina Acosta
lo importante es que lo reconoces
Francy Eliana Castillo Gallon
ahora q Zaira lo verá como su cuenta bancaria con cara y cuerpo hermoso pero frío como el hielo el la querrá ver cómo la mujer q ama q le devuelve algo de calor a su congelado corazon
Francy Eliana Castillo Gallon
el está sumido en el dolor nunca pensó q se volvería a enamorar su corazón le está jugando una mala pasada y se siente vacío q ella no lo merece
Carolina Acosta
ya va o yo estoy mal o ella no quiere ver el trató que el le da
Carolina Acosta
como quieres que te vea❓️🤔 porqué hasta ahora te haz completado muy hostil con Leonardo
RUTH MARTINEZ
Excelente
马里克鲁斯
jajaja no como pedirte maratón de capítulos /Sob/si me acabo de leer uno bien largo @Celina González ♥️/Sob/
马里克鲁斯
jajaja sufre Daddy Suggar
马里克鲁斯
jajaja 🤣 me encanta la actitud de ella 😃
马里克鲁斯
Eso eso no le mandes mensajes, jajaja si quieres que aparezca solo sal con un chavo y verás que aparece en menos de lo q canta un 🐓
马里克鲁斯
Eso dale para adelante q ese Daddy solo es tu suggar, pero pensándolo bien ambos ya están enamorados /CoolGuy/
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