Soy Sandra Mehias mi familia era una de las mas poderosas del país, pero debido a un mal negocio hecho por mi padre quedamos sin nada, mi esposo Fabriccio Berlusconi un poderoso empresario dueño de empresas Berlusconi.
Nuestro matrimonio siempre estuvo cargado de amor, aunque en ocasiones teníamos problemas como en cualquier matrimonio habíamos logrado formar un hogar estable para nuestros hijos: Maria Alejandra de 16 años e Iker de 14 años, ambos la luz de mi vida.
Pero un día todo cambió el cuento de hadas que había creado desapareció y mi matrimonio de 20 años fue marcado por una tragedia. Acompáñame a descubrir secretos ocultos y traiciones que marcaron el fin y el inicio de mi vida
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Capitulo XXI Sentirme protegida
"Así que la perdida de Sandra paso la noche fuera de casa y quien sabe con quién". Susurré mientras me miraba al espejo.
"Tal como lo está escuchando suegra, el hombre que contrato para que siguiera a esa cualquiera lo reporto está mañana". Conteste viendo a Betrix maquillándose la cara de pasa que tiene.
"Ahora sí tengo argumentos suficientes para hundir a esa mujer desvergonzada. María Alejandra e Iker se vendrán a vivir conmigo". Está mujer era realmente despiadada, quería a toda costa quitarle los hijos a Sandra, pero que no pensara que me haría cargo de esos bastardos. La verdad el tema de la maternidad no era lo mío había tenido a los gemelos porque no me quedo de otra.
Deje la vieja terminando de arreglarse y fui a mi habitación. "Pronto todo esto será mío y todos esos años en los que solo pase malos días terminarán".
Tome mi teléfono y marque el número del hombre que amaba. "Pronto estaremos juntos y disfrutando de la herencia de esa vieja". Dije con seguridad.
La llamada fue colgada mientras yo me disponía a ir de compras, quería disfrutar de mi libertad y del dinero de esta familia.
...********...
El día lunes llegó rápido, mis hijos nunca se dieron cuenta de que no había dormido en la casa. Para ellos Marcelo llegó temprano el domingo y nada más.
Pasado el medio día él se había ido a su casa, mientras me fui a descansar y aquí estoy de nuevo trabajando para poder mantener la estabilidad de mi hogar.
"Buenos días, jefe". Saludé a Marcelo con profesionalismo.
"Buenos días, mi reina. Por favor entra y cierra la puerta". Respondió con voz sensual. Hice lo que me dijo gustosa. "Ven, acércate". Camine hasta la silla del presidente sentandome en sus piernas.
"Pensaste que no me darías la bienvenida como se debe". Comento metiendo sus manos por entre mis piernas.
Un gemido se escapó de mi boca el cual fue callado por los besos de Marcelo. "Estamos en la oficina". Susurré con desesperación.
"Los romances de oficina son los más emocionantes". Sin darme tiempo a contradecirlo me subió de un solo golpe en su escritorio y haciéndome suya ahí mismo, "tendrás que usar faldas todos los días", susurro a mi oído.
"Con gusto lo haré", mi voz ahogada salía con dificultad.
Cuando terminamos de entregarnos a la pasión volvimos a colocar todo en su sitio. "Ansió tenerte en mi casa y en mi cama todos los días".
"¿Hablas en serio?", pregunté confundida.
"Nunca había hablado más en serio en toda mi vida". Respondió con determinación.
Estuvimos hablando unos minutos más antes de empezar a trabajar. Llegado el medio día recibí la llamada de mi hija. "Hola cariño, ¿todo está bien?", pregunté sonriente.
"Mamá, aquí está la abuela y dice que ha venido por nosotros. La directora no lo ha permitido, pero según ella tiene un orden de un juez". Explico Mariale entre sollozos.
"Tranquila hija, voy saliendo para allá en este mismo momento".
Marcelo quien estaba a mi lado, pregunto preocupado. "¿Qué está pasando?".
"Beatrix quiere llevarse a mis hijos. Eso no lo puedo permitir". Explique tomando mis cosas.
"Vamos, yo te llevo".
"No es necesario. Tienes mucho que hacer aquí".
"Eso no está en discusión. Entiende que no pienso dejarte sola". Marcelo llamó a su chofer mientras bajamos en el ascensor. Por mi lado llamé a mi abogado para qué me alcanzará en el colegio.
En menos de lo que esperaba llegamos al colegio, di gracias al cielo que esa mujer no se hubiera llevado a mis hijos.
"¡Mamá que bueno llegaste!", exclamó Iker angustiado.
"Tranquilo hijo, nadie los separará de mí". Dije mirando a Beatrix con ganas de mandarla al otro mundo por lo que le había hecho a mis hijos.
Camine hasta donde está esa mujer '¿Qué crees que estás haciendo?", pregunté furiosa.
"No eres una buena madre, dejaste a mis nietos solos para irte a revolcar quien sabe con quién. Pero déjame decirte que ya metí un recurso de amparo y me quedaré con mis nietos".
"Deje de decir estupideces y que te quede claro, ellos son mis hijos y ni tú ni nadie me alejara de ellos". Cada palabra que decía salía con determinación. No estaba dispuesta a dejar que nadie me alejara de lo más hermoso que tenía en mi vida aunque tuviera que vender mi alma.
El abogado llegó después que nosotros. "Perdón el retraso, pero pase con el juez para solicitar una orden de alejamiento". Explico el abogado entregando un documento a Beatrix. "El bien de los menores está por encima de cualquier adulto y lo que usted está haciendo señora se conoce como maltratado psicológico y eso no está bien visto por ningún juez".
Beatrix se quedó de piedra cuando escucho las palabras del señor Anderson.
"Espero que no vuelva a intentar llevarse a los hijos de Sandra sin su consentimiento, porque si me llegó a enterar de que lo hace de nuevo no me tocaré el corazón para destruir a su familia". Marcelo salió de entre las sombras cargado de un aura oscura que llegaba a hacer temblar hasta a la persona más valiente.
"¡Señor Ferrari! ¿Qué hace usted aquí?", pregunto Beatrix notablemente nerviosa.
Marcelo se acercó a la mujer con una mirada aterradora. "Sandra Mehias es mi mujer y de ahora en adelante cuenta con todo mi apoyo y si me entero de que está haciendo algo para dañarla a ella a sus hijos, no habrá lugar en este mundo para esconderse".
Él no estaba bromeando, Marcelo era un hombre muy frío y no sentía compasión con sus enemigos y si él quería desaparecer a alguien lo hacía con un solo chasquido de sus dedos. Beatrix había encontrado un enemigo que en su vida hubiera querido.
"Son mis nietos y está mujer no es digna de tenerlos a su lado. Yo que usted le preguntaría dónde paso la noche del sábado". Insistió Beatrix en querer dañar mi imagen.
"Ya está advertida. Ahora esperaré a que haga algo en contra de Sandra o sus hijos y me dará el gusto de acabar con su familia". Marcelo no estaba jugando y su frialdad lo respaldaba. "Salgamos de aquí, los llevaré a almorzar para olvidar este mal rato". Dijo volteando a verme.
Marcelo me tomo de la mano sacándome de aquel lugar, no iba a negar que me sentí protegida por primera vez en mi vida y ahora sentía que nadie iba a poder hacerme daño otra vez.
Ella tiene q andarse con cuidado, porq una resbalada y lamalvada exsuegra le quita los niños