Soy Sandra Mehias mi familia era una de las mas poderosas del país, pero debido a un mal negocio hecho por mi padre quedamos sin nada, mi esposo Fabriccio Berlusconi un poderoso empresario dueño de empresas Berlusconi.
Nuestro matrimonio siempre estuvo cargado de amor, aunque en ocasiones teníamos problemas como en cualquier matrimonio habíamos logrado formar un hogar estable para nuestros hijos: Maria Alejandra de 16 años e Iker de 14 años, ambos la luz de mi vida.
Pero un día todo cambió el cuento de hadas que había creado desapareció y mi matrimonio de 20 años fue marcado por una tragedia. Acompáñame a descubrir secretos ocultos y traiciones que marcaron el fin y el inicio de mi vida
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Capitulo XXIV Hora de recobrar mi vida
"No quiero vivir más entre las sombras, solo quiero volver a mi vida y tomar el control de mis cosas".
"Sabes que por ahora eso no es posible. Si esa mujer se entera de que sigues vivo, no quiero ni pensar en el caos que se desataría".
Las palabras de mi madre resonaban en mi cabeza, haciéndome sentir como si estuviera taladrada. Al ver mi imagen frente al espejo, descubrí que ya no era un joven y que no debía dejar que mis padres siguieran manejando mi vida a su antojo.
El error que cometí fue por mi juventud; yo no quise hacer algo tan cruel, lo cual me ha acompañado toda la vida. Si pudiera cambiar el pasado, lo habría hecho, pero ya no puedo hacer nada y tampoco permitiré que Sandra arruine mi vida. Por eso tengo que sacarla de mi camino y así no tener a nadie en mi vida que sea una amenaza.
"Tenemos que esperar a que esas dos mujeres acaben la una con la otra. Un par de arpías que pensaron que al casarse contigo se les arreglaría la vida". Beatrix me sacó de mis pensamientos de manera abrupta. Ella tenía razón; mi mejor carta era utilizar a Melisa para que acabara con Sandra y después yo con ella. Esas dos mujeres mueren de amor por mí y aunque Sandra ande con el imbécil de Ferrari, sé que si en este momento me apareciera frente a ella, correría a mis brazos sin pensarlo dos veces; es que veinte años de vivir juntos no se borran de la noche a la mañana.
"Está bien, pero te advierto que no esperaré mucho tiempo. No estoy dispuesto a pasar el resto de mi vida encerrado, escondiéndome del mundo", dije con determinación.
Mi madre salió de aquel apartamento ubicado en los confines del mundo, dejándome solo con mis pensamientos. Mi vida se arruinó aquel día en que salí ebrio de la discoteca... Borré esa imagen de mi cabeza; mis estupideces del pasado no podían poner en peligro mi vida actual y futura. Una vez logré salir airoso de aquel desafortunado accidente y estoy seguro de que esta vez me saldría con la mía.
Mientras reflexionaba sobre todo lo que había pasado, la angustia se transformó en determinación. No iba a dejar que el miedo o los errores del pasado definieran mi futuro. Tomé una decisión: era hora de actuar.
Llamé a Melisa, sabiendo que ella siempre había estado dispuesta a ayudarme. Su voz al otro lado de la línea sonó intrigante, como si ya supiera que algo importante estaba por venir. "¿Qué necesitas?", preguntó con esa confianza y determinación que me decía que siempre contraria con ella.
"Quiero que trabajemos juntos", le dije, con el corazón acelerado. "Quiero que te acerques a Marcelo, muéstrate como una víctima mía y gánate su confianza. Quiero saber qué planes tiene, qué lo motiva. No quiero sorpresas esta vez".
"¿Estás seguro de lo que estás haciendo? Marcelo es astuto. Ese hombre es un demonio que no se tocará el corazón si descubre nuestro plan", me advirtió Melisa.
"Lo sé, pero no tenemos más opciones. Si quiero recuperar mi vida, tengo que tomar riesgos", respondí con firmeza.
Después de colgar, me sentí un poco más aliviado. Había tomado el primer paso hacia la libertad. Mientras tanto, no podía evitar pensar en cómo había llegado hasta aquí. Las noches de fiesta y las decisiones impulsivas parecían tan lejanas, pero también eran parte de mí.
Pasaron los días y Melisa se convirtió en mis ojos y oídos en el mundo de Sandra y Marcelo. Cada información que me traía era como un pequeño triunfo. Pero también sabía que el tiempo se estaba agotando; mi paciencia tenía un límite y no podía seguir escondiéndome.
Una noche, mientras miraba por la ventana, vi las luces de la ciudad brillar como estrellas en la tierra. Recordé mis sueños de juventud: ser libre, vivir sin ataduras. Esa imagen me dio fuerzas para seguir adelante.
Finalmente, Melisa me llamó con una noticia crucial: "Sandra se está reuniendo con alguien importante esta noche. Parece que ella y Marcelo han descubierto algo.".
Mi corazón latió con fuerza. Era el momento que había estado esperando. "¿Dónde será?", pregunté rápidamente.
"En el club donde solían ir juntos", respondió Melisa.
La adrenalina recorrió mi cuerpo mientras empezaba a trazar un plan en mi mente. Esta vez no iba a dejar que nada ni nadie se interpusiera en mi camino.
"Gracias, Melisa", le dije antes de colgar. "Esta noche cambiará todo".
Con una mejor actitud, me preparé para enfrentar lo inevitable. Sabía que este era solo el principio de una nueva etapa en mi vida y estaba listo para luchar por lo que realmente quería: mi libertad y mi futuro.
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"¿Estás seguro de que ese hombre tiene pruebas para acabar con esa familia?" Pregunto, Sandra mostrando una luz de esperanza en sus hermosos ojos.
"Es el mejor detective del país, estoy seguro de que las cosas cambiarán para nosotros después de esta noche y finalmente descubrirás que llevo a Fabriccio a casarse contigo".
"Eso espero, no soporto más vivir en sosobra, ya no puedo seguir pensando que en cualquier momento esa mujer vendrá por mis hijos con una orden de un juez". La desesperación en la voz de Sandra era palpable. No quería seguir viéndola así; ella había pasado por mucho y no era justo que su sufrimiento se prolongará.
Con determinación salimos en busca de esa tan ansiada verdad, el lugar de reunión era un restaurante: el cual era muy concurrido y al aire libre, así estaríamos seguros por si llegaba a ocurrir algún contratiempo.