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Cuando Pase La Tormenta

Cuando Pase La Tormenta

Status: En proceso
Genre:Amor tras matrimonio / Malentendidos / Traiciones y engaños / La Vida Después del Adiós / Divorcio / Amor en la madurez
Popularitas:7.3k
Nilai: 5
nombre de autor: @ngel@zul

Una mujer de mediana edad que de repente se da cuenta que lo ha perdido todo, momentos de tristeza que se mezclan con alegrias del pasado.
Un futuro incierto, un nuevo comienzo y la vida que hará de las suyas en el camino.

NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Tensión silenciosa

El cambio de sala había revolucionado todo el Centro Cultural.

Corriendo de un lado a otro, entre cables, sillas y carteles improvisados, apenas me daba tiempo para respirar. El evento debía comenzar en menos de media hora, y cada pequeño detalle dependía de que todos cumpliéramos nuestras tareas a la perfección.

Yo me aseguraba de que los técnicos ajustaran el sonido, de que la nueva distribución de las mesas fuera la adecuada, de que los invitados supieran a dónde dirigirse. Cada minuto que pasaba, el estrés aumentaba. Y para colmo, no podía quitarme de la mente la mirada helada de Alessandro Moretti.

Lo vi cruzar la sala con la misma expresión severa de siempre. Observaba todo con ojo crítico, analizando, midiendo, juzgando en silencio. A diferencia de los demás, él no parecía alterado por el contratiempo. No. Su porte era el de alguien que no aceptaría ni el más mínimo error.

—Samanta —lo escuché llamar detrás de mí.

Me giré de inmediato, como una soldado al escuchar la voz del comandante.

—Sí, señor Moretti —respondí, intentando sonar profesional.

Se acercó lo suficiente para hablarme, pero aún así, mantuvo una distancia prudente, como si la sola idea de invadir su espacio personal fuera inaceptable.

—El atril para los oradores no está colocado —dijo, su voz grave y cortante —Lo quiero frente al escenario, ligeramente a la derecha.

Asentí.

—Voy a encargarme de que alguien se ocupe ahora mismo.—dije, pero antes de que pudiera dar un paso, él añadió, con su típico tono seco:

—No. Lo haremos nosotros. No quiero delegarlo otra vez y arriesgarnos a más retrasos.

Supe que no había espacio para discusión. Así que simplemente obedecí.

Fuimos juntos hacia el pequeño depósito donde guardaban los implementos de eventos.

El camino fue silencioso. Cada uno encerrado en su propio mundo, cada uno levantando barreras invisibles a su alrededor.

Cuando llegamos, él abrió la puerta del depósito y señaló el atril, uno de madera oscura y pesada. Sin decir palabra, se agachó para sujetarlo de un lado. Luego me miró, yo entendí la señal y tomé el otro extremo.

El contacto fue inevitable. Nuestras manos, separadas por apenas unos centímetros sobre la madera rugosa, compartieron el mismo peso. Pero ni siquiera en ese instante Alessandro me miró.

Mantuvo la vista fija en el atril, como si cargarlo fuera una cuestión de vida o muerte.

Caminamos juntos, sincronizados en un esfuerzo silencioso.

No había necesidad de palabras. No había espacio para gestos amables ni sonrisas educadas.

Todo entre nosotros era tenso, eficiente, y frío como el mármol.

Cuando llegamos al escenario, él dio instrucciones escuetas:

—Un poco más a la derecha —dijo —No, ahí no. Un poco más...

Finalmente, se enderezó y evaluó la posición del atril con una mirada crítica.

—Allí está bien —dictaminó.

Solté el atril con cuidado y me froté las manos para aliviar el ardor en las palmas, pero me cuidé de no mostrar cansancio frente a él.

Por un instante, pensé que quizás, después de toda la presión, diría algo mínimamente amable. Un "gracias", o al menos un "buen trabajo".

Pero no.

Él simplemente asintió con la cabeza y se alejó, dejando tras de sí esa sensación de vacío que siempre parecía acompañarlo.

Lo seguí con la mirada durante unos segundos, sintiéndome extrañamente... desafiada.

No entendía esa necesidad absurda de querer derribar un muro que claramente no quería ser derribado. Porque por momentos sentía eso, unas ganas absurdas de saber cómo había sido antes Alessandro Moretti.

Sacudí la cabeza, reprendiéndome mentalmente.

Tenía cosas más importantes en las que pensar.

Y si el señor Moretti quería comportarse como un iceberg andante, era su problema. No el mío.

Me obligué a concentrarme en los últimos detalles.

Poco después, los invitados comenzaron a llegar, y el bullicio llenó la Sala Norte.

Pero incluso en medio de la música, las voces, las luces, yo sentía su presencia.

Como un frío invisible que se adhería a cada rincón.

Horas después, cuando el evento terminó y las puertas del Centro Cultural se cerraron tras la salida de los últimos asistentes, suspiré aliviada.

Había salido bien.

Todo había salido bien.

Mientras recogíamos los restos del evento, vasos de plástico, programas arrugados, cables sueltos, vi a mi jefe supervisando en silencio.

Por un segundo, nuestros ojos se encontraron desde la distancia.

No hubo sonrisa.

No hubo asentimiento.

Solo una mirada impasible, como dos desconocidos que, por un momento, comparten el mismo espacio sin cruzar realmente el umbral que los separa.

Y eso era exactamente lo que éramos.

Dos mundos paralelos.

Sin puentes.

Sin invitaciones.

Me di la vuelta y seguí trabajando, con la determinación de no volver a mirar atrás.

Unos días después...

El Centro cultural hervía de actividad. Era martes, uno de esos días donde el reloj parecía correr más rápido de lo normal. Desde temprano, el taller de arte había ocupado el primer piso, mientras en la planta baja, los pequeños del curso de iniciación musical no paraban de reír y desafinar sus primeras notas.

Yo caminaba por los pasillos con una pila de carpetas en brazos, asegurándome de que cada actividad tuviera todo lo necesario. Cada tanto me detenía para responder una consulta o ayudar a resolver algún imprevisto. Era un día más. Agitado, pero un día más.

De repente, al girar una esquina apresuradamente, uno de mis tacones se enganchó en la alfombra. La pila de carpetas se desparramó sobre el piso con un estrépito sordo, y estuve a nada de caer de bruces frente a todos.

Me agaché de inmediato para recoger el desastre, murmurando una disculpa a nadie en particular. Fue entonces cuando lo sentí.

Una presencia.

Alcé la vista de reojo y ahí estaba él. Alessandro Moretti. Apoyado contra el marco de la puerta que daba a su oficina, mirándome.

Durante un segundo, uno que se sintió anormalmente largo, juraría que vi algo diferente en su expresión. ¿Preocupación? ¿Un atisbo de algo humano detrás de su acostumbrado rostro de mármol?

Vi cómo, apenas de forma imperceptible, su cuerpo se inclinaba hacia adelante, como si estuviera a punto de acercarse. Sus labios se entreabrieron ligeramente, pero enseguida, como si se reprochara a sí mismo, volvió a su postura rígida.

No dijo nada.

No se movió.

Simplemente se limitó a observarme durante un instante más, y luego, sin ofrecer ayuda ni emitir palabra, se giró y desapareció tras la puerta, cerrándola con su habitual firmeza.

Me quedé allí, de rodillas en el suelo, parpadeando con desconcierto.

¿Eso había pasado de verdad? ¿O lo había imaginado?

Sacudí la cabeza como para despejarme, recogí el resto de las carpetas y me puse de pie con toda la dignidad que me quedaba.

Intenté convencerme de que era una tontería. Que el señor Moretti jamás mostraría la más mínima preocupación por alguien como yo. Que seguía siendo el mismo jefe frío, distante y absolutamente inalcanzable que todos conocíamos.

Y aun así...

Durante el resto del día, mientras cumplía con mis tareas habituales, esa imagen no dejó de rondarme en la mente como un eco persistente.

Tal vez fue solo un reflejo.

Tal vez fue mi imaginación.

O tal vez, muy en el fondo, detrás de esa fachada impenetrable, había algo más.

Pero era mejor no pensarlo demasiado.

Yo no era nadie para intentar descifrar a Alessandro Moretti.

Y él, claramente, no tenía ningún interés en dejarse entender.

1
Guillermo Peralta
ke lindo ojalá se den una oportunidad ambos
Alicia Marin Silva
poco a poco Alessandro baja las barreras🤔🤔
Emperatriz Reales
Esta novela me encanta
Clemen Franco Arevalos
Uffff q capítulo fuerte y de mucha tristeza!! 🌹🇵🇾💐
Alicia Marin Silva
Alessandro sal a la luz eso puede ayudarte ,,ayudarse mutuamente ella está saliendo de un abismo también
Emperatriz Reales: A veces tenemos q dejar la puerta o la ventana abierta así sea una hendija, para q la luz entre en tanta oscuridad
total 1 replies
Emperatriz Reales
Te amo sam, pero sigo con ella mientras tu
Emperatriz Reales
Ella piensa mucho, q deje ese hombre con su frialdad, total es un frizer
Emperatriz Reales
Bueno cada quien carga su cruz acuestas, q se dedique a sanar y salir adelante
Emperatriz Reales
Quien sabe q mas va perder charles por oji alegre
Emperatriz Reales
Lo q ella d3be hablar con sus hijos, son casi adultos y deben saber, no entiendo eso de ocultarle las cosas a los hijos
Milagros Suarez
Se le tan bonito, pero no entiendo que pasa para que él, le sea Infiel según un comentario que leí y además el mismo título de la historia, Cuando Pase La Tormenta
Seguiré leyendo
Gracias @Angel @azul
Gloria Esperanza Mondragon
felicitaciones, está muy buena la novela
mariela
El problema es que cuando una base de una relación se rompe como es la confianza no hay forma de volver a confiar en esa persona y más después de haber pasado por tanto Charles tiene que asumir que no la amabas tanto y tienes todavía una relación con la tal Annette así que asume que destruiste tu matrimonio y la relación con tus hijos.
mariela
Massimo Moretti estás luchando contigo porque Samantha está derribando ese muro que tienes alrededor y tienes miedo de perder el control porque que pasó en tu pasado para ser un hombre tan frío y neutral.
mariela
Charles perdiste a Samantha ahora quien se está colando en sus pensamientos es el frío y serio de Massimo Moretti será que se curan mutuamente de sus corazones magullados veremos qué pasará.
Alicia Marin Silva
vamos por más capítulos
Alicia Marin Silva
excelente
Yohana patricia Aguancha
Y la crisis de los 40 que no enrede con la cuñada
mariela
Charles perdiste no solamente tu matrimonio de 20 años ahora también el respeto y confianza de tus hijos por esa mujer.
Alicia Marin Silva
al principio es un amor muy bonito sigo leyendo 😌
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